Las 05:17 GMT del 6 de Agosto de 2012. Una hora cualquiera de un día cualquiera, pero que para muchos de los que seguimos los acontecimientos desde la distancia, y sobretodo para los directamente implicados en el proyecto, que afrontaban la casi insoportable tensión de ver como el trabajo de años y años, el de toda una vida para no pocos de ellos el resultado de tantos esfuerzos y luchas para sacarlo adelante, fue un momento de liberación. El largo viaje a Marte había concluido, y los conocidos como "7 minutos de terror", el tiempo que más o menos suele tardar una sonda en cruzar la atmósfera del planeta y alcanzar la superficie, había concluido.
Y el alivio y euforia no era para menos, ya que el mismo tamaño del vehículo, el mayor jamás enviado al planeta rojo, había obligado a un ejercicio de imaginación para lograr que aterrizara suavemente y de una pieza, desarrollando un complejo sistema de aterrizaje nunca utilizado antes. No existía alternativa, y por ello fue un viaje hacia lo desconocido, donde no había punto medio, funcionaba perfectamente y Curiosity aterrizaba de una pieza o fallaba cualquier elementos del conjunto y todo terminaba con un costoso montón de metal esparcido sobre la superficie. Lo que le ocurrió recientemente a la Schiaparelli es un recordatorio de que estamos hablando de maniobras de precisión extrema y llena de riesgos. No son sencillas, es la pericia de la gente que hay detrás la que que transmite esa falsa sensación. Pero no es así y ellos lo saben mejor que nadie.
Pero a esa hora, a las 05:17 GMT del 6 de Agosto de 2012, todo los temores se disiparon. Después de cruzar como un meteoro la atmósfera y desplegar el paracaídas para recudir a 322 kilómetros por hora la velocidad, el rover y su sistema de descenso se separó de este y siguió su viaje, esta vez mediante unos retrocohetes, que lo fueron frenando hasta situarse a unas decenas de metros del suelo. En ese momento un sistema de cables, un hito de la tecnología conocido como "sky crane", depositó al rover en la superficie, mientras que la plataforma con los impulsores cortaba los cables y se alejaba rápidamente, estrellándose lejos de Curiosity. Precisamente que eso no sucediera y que ambas terminaran chocando con resultados catastróficos era quizás el mayor de los temores del equipo. Pero nada de eso sucedió. Todo funcionó como un reloj. Se había hecho historia.
Y como si Marte recompensara todos esos esfuerzo, Curiosity cumplió sus objetivos en pocas semanas, revelando que en la cercana área denominada Yellowknife Bay había encontrado lo que se buscaba: Indicios claros de que ahí, en tiempos remotos, no solo había existido una gran masa de agua, un gran lago, sino que en el se habían dado condiciones ambientales suficientemente favorables para soportar algún tipo de vida microbiana. No significaba necesariamente que esta hubiera existido, pero si habían las condiciones para ello. Y ese era la meta de esta misión, no encontrar vida, cosa para la cual no estaba diseñado, sino hallar ambientes que hubieran sido propicios para ello. Misión cumplida.
Evidentemente eso no significó en absoluto su final, solo un comienzo espectacular. Desde entonces, lentamente, afrontado problemas como el inesperado desgaste de sus ruedas y que han hecho necesario adaptar la ruta y el movimiento para reducir los daños, no deja de enviarnos imágenes maravillosas, sigue profundizando en el conocimiento de como fue el ambiente en tiempos pasados, mostrando que su evolución fue más compleja que la de un simple y tranquilo lago, confirmado la presencia del elusivo metano, incluido varios enigmáticos picos en su concentración que desaparecieron tan rápido como hicieron acto de presencia. Y mientras tanto, poco a poco, está ya ascendiendo por las laderas de Aeolis Mons.
En unos años su corazón "atómico", su generador termoeléctrico de radioisótopos, finalmente dejará de ser capaz de suministrar la energía necesaria para mantenerlo en activo, primero poco a poco, desconectándose instrumentos tras instrumentos, y finalmente llegará el día en que simplemente ya no será capaz de despertar. Pero antes de que esto ocurra queda mucho por hacer, ya que ahora, en su lento ascenso, está cruzando capas que son como libros de la historia marciana, desde puntos donde presumiblemente desembocaban los antiguos ríos hasta señales de la retirara de las aguas. Mucho queda por descubrir, por encontrar, por aprender, por explorar. Hace 5 años se hizo historia, una que aún tiene muchas páginas por delante. Que así sea.
Cinco años de la vertiginosa llegada del rover Curiosity a Marte
Five Years Ago and 154 Million Miles Away: Touchdown!
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