Una gigantesca tormenta en Neptuno sorprende a los astrónomos.
Se les conoce como "gigantes helados", mundo parecidos pero al mismo tiempo con notables diferencias de composición y estructura interna con respecto a los "gigantes gaseosos" Júpiter y Saturno. De ahí que se engloben bajo esa denominación para diferenciarlos. Son también los grandes desconocidos del Sistema Solar, los planetas menos explorados por la Humanidad, solo visitados por la Voyager 2 en 1986 y 1989 respectivamente. Y si ciertamente hizo un trabajo espléndido y nos entregó una valiosa carga de información científica sobre ambos mundos y sus lunas, una sola misión de sobrevuelo fugaz resultó del todo insuficiente para conocerlos en su totalidad. Siguen siendo mundos por explorar.
A falta de proyectos para regresar a ellos, algún tipo de misión que implicara algo parecido a lo que representó Cassini para Saturno, o la Galileo (y ahora Juno) para Júpiter, que por ahora son solo simples ideas y buenos propósitos, los astrónomos han tenido que conformarse desde entonces con estudiarlos desde la distancia, mediante observatorios terrestres. El progreso en las tecnologías de observación permiten hacer un más que notable trabajo, lo que permite, aunque lentamente, hemos seguido avanzando por el camino abierto por la Voyager 2, revelando hasta que punto son mundos dinámicos, cambiantes, mucho más que lo que esa mítica sonda llegó a entrever. Tanto que una y otra vez nos sorprenden.
En esta ocasión el azulado Neptuno, con la aparición de un gigantesco sistema tormentoso, de unos 9.000 Kilómetros de longitud, o lo que es lo mismo, 1/3 del diámetro del planeta. Y los sorprendió tanto por sus dimensiones como por el lugar donde se hizo presente, en latitudes muy bajas, casi en el ecuador, ya que "normalmente, esta zona es muy tranquila y sólo vemos nubes brillantes en las bandas de latitudes medias, por lo que tener una nube tan enorme asentada justo en el ecuador es espectacular", explica Ned Molter, quién fue el primero en detectar lo que estaba ocurriendo a través del Observatorio WM Keck en Maunakea, Hawai.
"Históricamente, en ocasiones se han visto nubes muy brillantes en
Neptuno, pero usualmente en latitudes más cercanas a los polos,
alrededor de 15 a 60 grados al norte o al sur. Nunca antes se ha visto una nube o tan cerca del ecuador, ni ha sido tan brillante" comenta el profesor Imke de Pater del Departamento de Astronomía de la UC Berkeley.
Su origen, y especialmente que mantiene cohesionada la tormenta a pesar de abarcar una extensión tan amplia en un planeta que presenta drásticos cambios en los vientos dominantes según la latitud, es un misterio. Algo debe mantenerla unida y evitar que se disgregue. Una opción sería la presencia de un enorme sistema de vórtice oscuro de alta presión (como el que pudo ver la Voyager 2 en 1989 ), ya que provocan una corriente de aire ascendente, que al enfriarse pueden favorecer la formación de grandes nubes, en este caso de metano. Pero de momento no se tiene constancia de la presencia de algo así. Una explicación alternativa sería que estamos ante una enorme nube conectiva, algo de lo que se tiene constancia en otros planetas, como por ejemplo Saturno en 2010, pero en este caso se esperaría una duración mucho más limitada en el tiempo, quizás no mayor de una semana, y no los varios meses que lleva activa. "Esto demuestra que hay cambios extremadamente drásticos en la
dinámica de la atmósfera de Neptuno, y tal vez este es un evento
climático estacional que puede ocurrir cada pocas décadas o así".
Neptuno es el "planeta del los vientos", donde estos alcanzan velocidades supersónicos, hasta 1.500 kilómetros por hora, que dejan en poca cosa los mayores huracanes de La Tierra. Lo que es si es otro misterio, ya que estando tan lejos del Sol es imposible que sea este quién alimenta una climatología tan desatada, por lo que debe contar con una fuente de calor interno que inyecte la energía necesaria para ello. Un mundo caótico, extraño, rodeado de tormentas gigantescas, azules cielos y oscuros vórtices que parecen puertas a un abismo insondable. Un lugar extraño, sorprendente y que, como ocurre con el más calmando pero no por ello menos interesante Urano, nos recuerda constantemente con fenómenos tan espectaculares como este, que sigue esperando nuestro regreso, y que hacerlo merecerá la pena.
La Voyager 2 nos abrió las puertas de Neptuno y sus lunas, pero su fugaz paso dejó muchos más interrogantes que respuestas, un mundo lleno de misterios por explorar tal como Cassini hizo en Saturno. Lo que vemos desde La Tierra, una y otra vez, no deja de recordarlo.
Sorprendente sistema tormentoso en pleno ecuador de Neptuno
New Storm Makes Surprise Appearance on Neptune
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