El Hubble capta la mejor vista hasta la fecha de la desintegración de un cometa.
Son hermosos vistos desde la distancia, con su brillante cola resultan uno de los espectáculos celestes más destacables que nos ofrece el cielo nocturno, especialmente si se acercan lo suficiente para ser claramente visibles a simple vista. Incluso cuando diversas sondas interplanetarias han sido capaces de levantar el velo de polvo y luz que los rodea y capta su auténtica naturaleza, siguen resultando impactantes, como nos demostró Rosetta estos últimos meses, en que acompañó a Churyumov-Gerasimenko en su viaje alrededor del Sol. Y quizás todo ello, en ocasiones, nos hace olvidar que estamos observando una tragedia celeste, la lenta agonía de cuerpos helados que se ven lanzados hacia nuestra estrella y sufren por ello. Su belleza nace de su lenta muerta, su brillante cola, del material perdido en un lento pero imparable proceso de desgaste.
Y en ocasiones no tan lento. Hemos observado en no pocas ocasiones muertes súbitas, la desintegración imprevista de cometas, por aproximarse demasiado al Sol, por una explosión de actividad tan desatada que simplemente es incapaz de soportarlo, por las mareas gravitatorios, o por todo ello al mismo tiempo. Ahora el Hubble nos brinda la que es la mejor visión de este proceso destructivo, protagonizado por el cometa Ikeya-Murakami. Ya teníamos indicios de que se estaba deteriorando, de que su pequeño tamaño se estaba reduciendo (desde los 490 metros a la mitad de chica cifra), algo que estas nuevas imágenes, donde se le ve seguido por un desfile de puntos de color blanco azulado más pequeños que se van quedando lentamente atrás con el paso de los días. El resultado de la fragmentación parcial del cometa.
Estas imágenes son fascinantes para los científicos, ya que no se disponen de observaciones claras y directas de este tipo de eventos, siendo estas "una de las más detallada observaciones de un cometa rompiéndose en pedazos", según un comunicado del Space Telescope Science institute (STScI), que gestiona las operaciones científicas del Hubble. Fueron tomadas cuando Ikeya-Murakami se encontraba a 240 millones de kilómetros del Sol, y sólo 108 millones de kilómetros de nuestro planeta.
Se estima que Murakami es tan antiguo como la Tierra, alrededor de 4500 millones de años, y que permaneció la mayor parte de su existencia en el Cinturón de Kuiper. En algún momento perturbaciones gravitacionales lo empujaron mucho más cerca del Sol (actualmente completa una órbita cada seis años), donde el calor adicional comenzó su inevitable proceso de destrucción."Sabemos que en ocasiones los cometas se desintegran, pero no se sabe mucho acerca de por qué o cómo", explica David Jewitt, profesor de física y astronomía en la Universidad de California."El problema es que ocurre de forma rápida y sin previo aviso, por lo que no tienen mucha oportunidades de obtener datos útiles. Con la fantástica resolución del Hubble, no sólo vemos los pequeños y tenues trozos del cometa, sino también cambiar día a día. Y eso nos ha permitido tomar las mejores mediciones que se hayan obtenido de este tipo de objeto".
¿Cuanto tiempo le queda a Murakami si realmente, como parecen indicar estas imágenes y datos anteriores, esta afrontado un proceso imparable de fragmentación? Esto ocurre cuando se aproxima al Sol, y la actividad resultante tensa una integridad estructural que ya parece muy comprometida, generando rupturas. Dado que se aproxima al Sol cada 6 años, es posible que estemos contemplando sus últimos 150 años de vida, quizás menos. Un instante en la historia del Sistema Solar, y de su propia historia, la de un cuerpo antiguo que ahora se está precipitando hacia el olvido. Así es la vida de los cometas.
Los últimos días de Murakami.
Hubble Telescope Snaps Best-Ever Views of a Comet's Disintegration
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