viernes, septiembre 02, 2016

Los círculos de la esperanza y el temor

Conociendo la posición de los exoplanetas potencialmente habitables conocidos en nuestro firmamento.

El descubrimiento de Próxima b, un planeta en órbita alrededor de la estrella más cercana a la Tierra (Sol aparte) es sin lugar a dudas una de las noticias astronómicas del año, por no decir quizás de la década y entre las más importantes de la historia. Por un lado apoya la idea que estos deben no se ya solo abundantes, sino existir en cantidades ya va más allá de la imaginación, ya que la posibilidad estadística de que existiera uno en la primera estrella que encontramos al salir del Sistema Solar sería muy pequeña si realmente estos fueran raros. Hallarlos a las mismas puertas de casa es una promesa de mundos sin fin.

Pero más importante es que se encuentre dentro de la zona habitable de su estrella, donde la distancia es la adecuada para que un planeta tenga temperaturas superficiales que permitan la existencia de agua líquida en ella. Que un planeta se encuentre en ella no es garantía de nada, solo un aspecto que ofrece más posibilidades de que así sea siempre que este sea un cuerpo rocoso y con suficiente masa y gravedad para tener una atmósfera digna de tal nombre. E incluso con todo ello bien podemos tener un Venus o un Marte, por ejemplo. Así y todo, las posibilidades realmente aumentan de forma exponencial, y por ello es tan importante descubrirlos. Estamos así más cerca de encontrar una nueva Tierra, que siempre fue y sigue siendo la meta soñada.

Próxima b es el más reciente miembro de esta selecta familia, y su proximidad (su nombre no puede ser más acertado) es lo que lo convierte en un descubrimiento histórico. Pero hay otros mucho que ahora sabemos que están ahí, escondidos en el resplandor estelar. Así podemos verlo aquí, en un mapa del firmamento donde, en círculo amarillo, se marcan todas las estrellas que sabemos cuentan con al menos un planeta rocoso orbitando dentro de su zona de habitabilidad. El simple hecho de saber que están ahí, que mirando hacia esas zonas nuestra mirada, sin saberlo, quizás está llegando hasta la superficie de un mundo puede que no tan diferente al nuestro, y llevando este sueño un paso más lejos, puede que se estén cruzando con la de otros seres que están haciendo lo mismo, no deja de ser una sensación maravillosa.

Puede que sean mundos sin vida, cuerpos rocosos sometidos a condiciones ambientales incompatibles para ella, y que ni ahora ni anteriormente tuvieron oportunidad de que así fuera. Pero la pequeña posibilidad, por remota que sea, de que no sea así nos abre perspectivas infinitas. En cada uno de esos círculos amarillos se esconde una de las grandes esperanzas, al mismo tiempo que uno de sus grandes temores, de la Humanidad, presente desde el día que miramos las estrellas y comprendimos que son algo más que puntos de luz en el cielo. Encontrar la respuesta implica tener el valor que afrontarla. Y desde hace tiempo avanzamos sin temor, o quizás sobreponiéndonos a el, en su búsqueda.

Los 10 exoplanetas potencialmente más habitables. Aunque aquí se les ponga un aspecto terrestre, en algunos casos hasta con océanos, no deja de ser una licencia poética, ya que en realidad no sabemos nada sobre ellos y sus condiciones ambientales. Solo su distancia a su Sol, su masa, y a partir de esto último, si son rocosos o no.

Todos los mundos conocidos en sus zonas habitables. Muchos son gigantes gaseosos, lo que los descarta como objetivos (aunque no, quizás, sus posibles lunas) de una futura búsqueda de indicios químicos de actividad biológica en sus atmósferas, caso de tenerlas. Esa será tarea de los futuros observatorios terrestres y orbitales en camino, como el James Webb.

Incluso siendo la estrella más cercana a la nuestra, con la tecnología actual tardaríamos decenas de miles de años, en es caso de la New Horizons, en poder alcanzarla. A no ser que tengas un Halcón Milenario a mano. Solo queda esperar que en el futuro esto cambie, y nuevos sistemas de impulsión conviertan los viajes interestelares en una realidad.

A Potentially Habitable World in Our Nearest Star

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