Tiangong-2, últimas noticias espaciales desde el gigante asiático.
Desde hace años sabemos que el gigante asiático tiene amplios planes espaciales, en parte motivaciones políticas, ya que es una forma de reafirmar su estatus de superpotencia, pero no por ello científicamente menos interesantes. No hay que olvidar que la primea era dorada de la exploración interplanetaria vino de la mano de la rivalidad entre EEUU y la URSS. Ahora China busca también su lugar, y sus miradas no han hecho más que ampliarse en profundidad. La órbita terrestre y La Luna siguen siendo sus objetivos prioritarios, pero ahora se van desvelando otros proyectos que apuntan mucho más allá. Marte y Júpiter parecen estar entre esas metas lejanas.
Fruto de ello, estas últimas semanas, hemos presenciado dos nuevos acontecimientos espaciales que demuestran esta realidad: El lanzamiento de la estación orbital Tiangong-2 y la presentación, con nuevos detalles, de su futura misión marciana, prevista para 2020.
La primera de ella tuvo lugar el pasado 15 de Septiembre, a las 14:04 UTC, cuando un cohete Larga Marcha 2F despegaba desde la base espacial de Jiuquan. En su interior viajaba el módulo experimental Tiangong-2 (Palacio celestial 2), que junto a su predecesora, la Tiangong-1, forman parta de la segunda de las tres etapas marcadas por China para dotarse de su propia estación espacial.
Con 10.4 metros de longitud, 3.35 de anchura y 8.6 toneladas de masa, es básicamente un campo de pruebas de cara a la construcción y ensamblaje en órbita de la futura espacial, cuyo módulo central, conocido como Tianhe-1, deberá ser lanzado en 2018. Pensando en todo ello, se utilizará la Tiangong-2 para testear las tecnologías necesarias: Sistemas de soporte vital avanzado, funciones de reparación y mantenimiento, así como las capacidades de reabastecimiento necesarias para el mantenimiento de una presencia humana a largo plazo. Como parte de este plan, recibirá dos visitas, la nave Shenzhou-11, cuyos 2 tripulantes vivirán 30 días en ella, y la nave de carga Tianzhou-1, la primera de su clase, que transportará combustible y otros suministros. De ser exitosas, se habrá confirmado la capacidad del país para afrontar un proyecto tan complejo, adquiriendo una experiencia de valor incalculable. Y abrirá las puertas a la gran estación espacial china.
Como quiere abrir las del planeta rojo. Conocemos su intención de afrontar una misión compleja en 2020, compuesto de un orbitador y un módulo de aterrizaje, del que descenderá un rover para explorar la superficie. La experiencia adquirida con Yutu sin duda será bien aplicada en esta nueva aventura, aunque las dificultades que afrontará son mucho mayores. Mayor gravedad y una atmósfera lo suficientemente densa para impedir un aterrizaje directo, como ocurre en la Luna, y al mismo tiempo demasiado tenue para poder depender solo de paracaídas son los retos a superar para los técnicos chinos, que no tiene, lógicamente, la experiencia acumulada por la NASA en tales situaciones.
Pero ahora ya tenemos un poco más de información, imágenes, datos técnicos y objetivos marcados, de la mano de Zhang Rongqiao, jefe de misión. Los objetivos científicos incluyen el estudio de la topografía marciana, el suelo, el medio ambiente, la atmósfera y el hielo de agua, así como la estructura interna del planeta y la búsqueda de posibles señales de vida, y deberá despegar desde el nuevo centro espacial de Wenchang, en la isla de Hainan, en el Verano de 2020, para llegar a Marte 7 meses después.
Sabemos ahora que el orbitador tendrá 13 instrumentos, entre ellos una capaz de buscar y detectar Metano en la atmósfera, cuya presencia podría indicar procesos biológicos, y que el rover (de unos 200 Kg de peso, seis ruedas y 4 paneles solares) llevará entre otros un geo-radar que le permitirá estudiar la estructura interna del planetas. El rover lunar Yutu también transportaba uno, y pudo tomar datos de hasta 400 metros de profundidad, lo que le permitió hacer descubrimientos interesantes sobre la composición y la historia de la Luna, así como descubrir evidencia de antiguas inundaciones volcánicas. Se espera que pueda hacer lo mismo en Marte durante los 3 meses de vida inicialmente previstos, aunque es probable, si todo funciona correctamente, que su periodo de actividad se extiende mucho más allá.
China sigue su sólido camino espacial, con un plan de ruta ya marcado y que parece estar cumpliéndose con precisión. Mientras la NASA, Rusia, Japón y la Agencia Espacial Europea transmiten la sensación de titubear a la hora de tener claros objetivos a medio y largo plazo, la potencia asiática muestra, al menos de puertas para afuera, una notable determinación. Y nada es más importante que eso, ya que son los cimientos a partir de los cuales puede planificarse y construirse algo sólido.
La Tiangong-2 durante los preparativos finales.
Además de su faceta como campo de pruebas tecnológicas, lleva consigo 14 experimentos científicos, entre ellos el detector de rayos gamma POLAR (cuya instalación vemos en la imágen) y que es fruto de un proyecto internacional.
La futura misión a Marte, que incluye orbitador y rover. Notablemente compleja para ser el primer intento de China (dejando de lado la Yinghuo-1, que se encontraba en el interior de la fracasada Phobos Grount) de alcanzar el planeta rojo por si misma.
Backgrounder: China's Tiangong-2 space lab
China Launches Tiangong-2 Space Lab to Prep for 2020s Space Station
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