Era su aproximación más cercana a nuestro planeta del último Siglo, pasando aún así relativamente lejos de nosotros, a unos 5.8 millones de Kilómetros, pero su notable tamaño, unos 2.7 Kilómetros, lo convertía en un objetivo más que interesante para los observatorios terrestres, en especial mediante la utilización de ondas de radio, emitidas contra el asteroide y cuyo eco al reflejarse en la superficie podría ser recogido y analizadas para desvelar numerosos detalles físicos, orbitales y topográficos del que de otro modo, y con telescopios ópticos, sería poco más que un punto luminoso en la distancia.
Es una técnica de observación astronómica excelente para el estudio de asteroides desde La Tierra, y 1998 QE2, con su gran tamaño, era un objetivo que está siendo objetivo de una intensa campaña de observación que se inició el 30 de Mayo y deberá concluir el 9 de junio, utilizando especialmente la antena de 70 metros de la Red de Espacio Profundo de la NASA en Goldstone, California, y el Observatorio Arecibo en Puerto Rico. Los resultados iniciales desvelaron numerosas detalles del asteroide, como la posible presencia de grandes concavidades y un periodo de rotación de menos de 4 horas, pero sin duda lo más significativo fue descubrir que 1998 QE2 no venía solo: Una pequeña luna lo acompaña en su viaje.
Aunque podamos tener la impresión de que el disponer de satélites es cosa de los cuerpos planetarios de cierto tamaño, lo cierto es que nada está más lejos de la realidad, y en el caso de aquellos de más de 200 metros que se nos aproximan el 16% tiene acompañantes o forman sistemas dobles y triples. En el caso de 1998 QE2 su luna tiene un tamaño inicialmente estimado de 600 metros, por lo que la proporción entre ambos es parecida a la que existe entre La Tierra y la Luna, y su origen, como pudo pasar con nuestro mundo y su acompañante, seguramente es una colisión, ya que el campo gravitatorio de 1998 QE2 es tan débil que resulta dificil imaginar como lo podría haber capturada de ser un visitante externo. Y lo mismo se puede aplicar a los complicados sistemas múltiples que vemos hoy día en tantos asteroides.
Las imágenes abarcan 2 horas de observaciones iniciales y muestran una resolución de aproximadamente 75 Metros por píxel, realmente notable si se tiene en cuenta que hablamos de cuerpos celestes de apenas 2.7 Kilómetros y 600 Metros que en ese momento se encontraban a más de 6 millones de Kilómetros de La Tierra. Los próximos días, a medida que se vayan estudiando los datos tomados posteriormente, ya más cerca de nosotros, se espera que la calidad de las imágenes (en realidad una representación del eco del radar, tal como ocurre con una ecografía) vayan en aumento y podamos tener datos más concretos y ajustados a la realidad.
Aunque 1998 QE2 y su luna no representa ninguna amenaza para La Tierra en un futuro predecible, forma parte de los 10.000 asteroides conocidos cuyas órbitas los aproximan a nuestro planeta, posiblemente solo una fracción del total y por lo cual existe una amplia camapaña de observación y búsqueda de estos pequeños visitantes, especialmente el Near-Earth Object Program de la NASA, cuyo presupuesto pasó en 2012 de los 6 a los 20 millones de Dólares y que es responsable del 98% de los descubrimientos. Igualmente, como auténticas reliquias de la formación del Sistema Solar y quizás con pistas claves para entener el origen de la vida, uno de los más potencialmente peligrosos, (101955) Bennu, es el objetivo de la futura sonda OSIRIS-REx.
Perdidos en la oscuridad, fósiles de tiempos pasados y amenaza latente para La Tierra, los asteroides representan una pieza clava para entener el pasado y preparar el futuro, tanto por el peligro que puedan representar para nosotros como por ser futuros objetivos de la exploración humana, en el que podrían convertirse tanto en fuente de recursos como en auténticos puntos de paso para misiones de más largo alcance. Y en algunos de ellos, como vemos, futuros astronautas que pisen sus polvorientas superficies tendrán en el oscuro firmamento de estos pequeños mundos tendrán la compañía de una pequeña luna, recordado aunque solo sea de forma tenue su propio hogar.
Una de las mejores y más bellas imágenes de un asteroide con luna propia: Ida y su satélite Dactyl vistas por la sonda Galileo el 28 de agosto de 1993.
OSIRIS-REx, la futura sonda de la NASA que traerá muestras de un asteroide a La Tierra, parecido a la Hayabusa japonesa pero más ambiciosa en sus objetivos.
NASA Radar Reveals Asteroid Has Its Own Moon
El asteroide 1998 QE2 tiene su propia luna
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