lunes, abril 29, 2013

En la luminosa sombra de Saturno

Observando el hemisferio nocturno de Encélado iluminado por la luz solar reflejada por el planeta anillado.

 Considerado, junto con Marte y la luna joviana Europa, como el lugar más prometedor para encontrar algún tipo de actividad biológica, la pequeña Encelado se muestra en todo su esplendor en esta panorámica, conseguida por la Cassini desde unos 81.000 Kilómetros de distancia el 31 de enero de 2011, envuelta de un halo casi místico, con su hemisferio nocturno iluminado por la luz que llega reflejada desde Saturno de forma parecida a como le ocurre en ocasiones a nuestra Luna. La Bóveda celeste, observada desde cualquier punto de esta extraña superficie, resultaría sin duda extraordinaria.

Sometida a las tensiones constantes generadas por las mareas gravitatoria, que genera el calor necesario para mantener en interior un cuerpo celeste de apenas 500 Kilómetros de diámetro activo y dinámico, su corteza de hielo que recubre a Encélado aparece retorcida, formando crestas que se elevan sobre profundas fracturas, como la que vemos al Sur, de 1 Kilómetro de profundidad, que corta por la mitad otras formaciones a su alrededor, lo que indica que es relativamente reciente.

En contraste, la región llena de cráteres del Norte, dividida en dos por una franja de terreno estriado, indica que se trata de una superficie mucho más antigua que no sufrió el proceso de transformación al que está sometido el resto de la superficie. Al menos de momento. Sin esta intensa y singular actividad geológica ese sería precisamente el aspecto global de un cuerpo tan pequeño, y que podemos ver en otros satélites de Saturno incluso mayores.

Encélado es un mundo "reventando" sus costuras, con el exceso de presión escapando en forma enormes chorros de partículas congeladas mezcladas con vapor de agua, sales y materia orgánica, que surgen de fisuras conocidas como "rayas de tigre". Expulsadas a velocidades que llegan a superar los 2.000 kilómetros por hora terminan en órbita alrededor de Saturno son la fuente del difuso anillo E, y representan nuestra puerta de entrada al interior de Encelado, ya que su composición química sugiere que podría haber un océano líquido oculto bajo la superficie, que podría reunir las condiciones necesarias para albergar vida.

Ninguna sonda visitará Saturno en un futuro a corto, medio y quizás largo plazo, por lo que cada nueva imagen que tengamos de este mundo único y de su pequeña luna aún más única merece ser disfrutada en todo su esplendor.

La extraordinaria cara de Encelado a plena luz del Sol. Se observa claramente la diferencia entre la superficie más antigua y la que está sufriendo una constante transformación.

La presión interna, generada por el calor que se desprende de las mareas gravitatorias de Saturno, tiene su punto de fuga en las "rayas de tigre", en forma de enormes géiseres que lanzan vapor de agua, sales y materia orgánica al espacio y alimentan el anillo E.

La estructura de los anillos de Saturno. Se puede apreciar como Encelado es el corazón del Anillo E.


La "Luna Cenicienta", cuando su hemisferio nocturno iluminado por la luz reflejada por La Tierra. Exactamente lo mismo que le ocurre a Encelado. 

Cara a cara con Encelado

2 comentarios:

Chato Wilbury dijo...

No le puedes poner el campo de busqueda a tu pagina? es que esta genial! tu pluma es demasiado poetica, pero explicas muu bien lo tecnico. saludos

Anónimo dijo...

Suelo leer casi todos los días tu entradas y nunca te digo nada. Enhorabuena gran trabajo de divulgación, me ayuda a dormir con una sonrisa y muchos pájaros en la cabeza.