A medida que las capacidades de los ingenios espaciales ha ido aumentando, también lo han hecho en nivel de sus logros, entre ellos, claro está, el de la toma de imágenes, cada vez más detalladas, con mayor resolución, y con capacidad de mostrar el planeta rojo no ya como un lugar lejano y extraño, sino como algo cada vez más familiar. Y nada crea la sensación de formar parte de todo ello, de ser parte de la aventura, que los autorretratos, aquellas en que la nave o vehículo es capaz de inmortalizarse a si misma, habitualmente de forma parcial o en panorámicas formadas por el ensamblaje de numerosas imágenes, creando la ilusión de la visión desde la distancia.
Ilusión que Zhurong acaba de convertir en una realidad, todo gracias a una pequeña cámara remota que el rover depositó en la superficie, para luego alejarse unos metros y dejar que hiciera su trabajo, inmortalizando al explorador junto con el módulo de aterrizaje. Un salto adelante en este campo realmente espectacular, y que denota de nuevo que los planes de China en Marte están lejos de ser simplemente simbólicos, poco menos que llegar y poner la bandera, sino que son ambiciosos y apuntan alto.
El reciente anuncio de que se está planeando ya una misión para traer muestras a la Tierra tan pronto como en 2030 (y que podría adelantarse a la NASA) son un ejemplo de ello. Cada logro nos muestra lo decidida que es la apuesta del gigante asiático por la exploración interplanetaria, aún lejos de los éxitos de la agencia norteamericana, pero recortando distancias a pasos cada vez más acelerados.
La sonda norteamericana Mars Reconnaissance Orbiter fotografió el punto de aterrizaje de Zhurong, revelando tanto el modulo de aterrizaje, el propio rover en la parte inferior y la señal dejada por sus retrocohetes.
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