Un archivo lingüístico depositado en Churyumov-Gerasimenko. La misión Rosetta ya es historia, y la sonda descansa ya en la superficie del cometa, al que acompañará para siempre en su viaje alrededor del Sol. Sin embargo, pese a todo, aún le queda un último objetivo. Posiblemente no se cumplirá, un mensaje para el futuro que quizás nunca será leído, pero el propio hecho de que esté ahí tiene una carga simbólica evidente, ya que quizás mucho de lo que contiene desaparecerá con el tiempo en La Tierra. Y entonces un pequeño disco, situado en los restos de una nave abandonada hace mucho y ya cubierta de polvo, durmiendo en este pequeño cometa, será todo lo que quedará para recordarlas. Pero antes vamos al origen. La sonda Rosetta recibió su nombre al honor del descubrimiento casual de la que se conoció como piedra Rosetta, cerca de la actual ciudad de Rachid, a orillas del Delta del Nilo. Una extraña losa de roca volcánica donde se hallaban tres inscripciones: Una en jeroglíficos, otra en griego y la última en demótico, una forma de escritura simplificada del egipcio antiguo. Y lo que era más importante, en los 3 casos era el mismo texto, traducido a los 3 lenguajes. Algo que cambió radicalmente nuestro conocimiento del Egipto de los Faraones, ya que hasta ese momento no sabíamos leer estos primeros, y por tanto no podíamos descifrar los innumerables textos disponibles escritos en dicho alfabeto. Eran un completo enigma. Hasta ese día. Esta excepcional yuxtaposición permitió, gracias a que si entendíamos los dos últimos, descifrar el primero. Y todo cambió. Más allá de lo que decía realmente (No dejaba de ser un decreto que establecía el culto divino de Ptolomeo V, y fechada en el 196 a. C ), lo vital es que con ella comenzamos a leer los jeroglíficos, y con ello pudimos adentrarnos en ese mundo perdido, desde los asuntos de estado hasta la vida diaria de la población. Fue la llave que permitió abrir las puertas a esa fascinante civilización. Como la sonda Rosetta
desvelaría los misterios de los cometas, los componentes más antiguos de
nuestro Sistema Solar. Por eso su equipo, en algún momento durante su diseño y construcción, decidió darle ese nombre. Pero no terminó ahí su relación con el pasado. Y es que la sonda guarda, debajo de su cubiertas térmicas, su propia "piedra Rosetta", en este caso un disco de níquel de 7,5 cm de diámetro, que contiene un millar de idiomas y constituye un amplio archivo cultural recogido por la Long Now Foundation. Cada página de texto, miniaturizada y grabada en forma de imagen, puede leerse simplemente con un microscopio. Y es precisamente esta sencillez lo que garantiza su preservación pese a lo cambiante de las tecnologías, que podría imposibilitar la lectura de un disco digital mediante ordenadores en el futuro."El objetivo es conservar las lenguas del
mundo para las generaciones futuras, por lo que estamos felices de
incorporar este disco a la sonda Rosetta y así garantizar su
supervivencia para la posteridad", explicó John Ellwood, director del
Proyecto Rosetta, durante la ceremonia en que este fue incorporado a la sonda. Las lenguas, al contrario de cierta moda actual de considerarlas "simples vehículos de comunicación", son en realidad auténticos archivos de la historia de cada cultura, país o comunidad que las utiliza o utilizó, y de sus palabras, de la forma en que están construidas, los lingüistas pueden extraer información histórica que están fuera del alcance de la arqueología. De ahí que su desaparición completa sea una perdida incalculable que nos empobrece. Preservarlas, incluso cuando han perdido su utilidad como elemento de comunicación, es por ello vital, aunque en ocasiones no se entienda ese esfuerzo. Y el "disco Rosetta", aunque solo sea de forma simbólica, forma parte de este esfuerzo. Allí, en la fría superficie de Churyumov-Gerasimenko, descansa ya un registro de la actual diversidad lingüística, conservado para un futuro lejano,perviviendo mucho después de que sus hablantes hayan desaparecido y muchas
de sus lenguas se hayan olvidado.Y quizás, solo quizás, un día lejano será redescubierta y Rosetta sea, de nuevo, el nombre de la llave que abrió las puertas de nuestro pasado.
El disco Rosetta cabe en la palma de su mano, sin embargo, contiene más de 13.000 páginas de información de más de 1.500 idiomas humanos.
La posición del disco en la sonda Rosetta.
La Piedra Rosetta, exhibida actualmente en el Museo Británico. Aunque es un fragmento de una tabla mucho mayor, lo conservado fue suficiente para permitir, después de un amplio trabajo académico, traducir los jeroglíficos. Quizás un día la historia se repita.
Imaginando la presencia humana en el planeta enano más cercano al Sol.
Seguimos, después de abandonar Marte, nuestro camino hacia las regiones exteriores del Sistema Solar, siempre en busca de un nuevo hogar planetario, un lugar que nos permite, dentro de lo posible, cortar nuestra dependencia con la venerable Tierra. Al fin y al cabo si somos capaces de asentarnos en más de un mundo, las posibilidades de extinción debido a algún evento catastrófico, sea por causas climáticas o por un evento astronómico, como el impacto de un gran asteroide, se reducirán drásticamente. Uno puede caer, pero difícilmente pueden hacerlo todos al mismo tiempo. Nuestro siguiente objetivo es un pequeño cuerpo celeste de algo menos de 1000 Kilómetros de diámetro, Ceres, el ejemplo claro de lo que es una crisis de identidad permanente, al menos desde el punto de vista humano. Primero fue considerado planeta, después rebajado a asteroide y finalmente elevando de nuevo hasta la categoría de planeta enano, el mismo que Plutón. Si este sufrió una pérdida de categoría, lo de Ceres es una auténtica montaña rusa. Pero así es la ciencia, siempre en evolución, cambiando las ideas según avanzan los descubrimiento. Y es esto lo que la convierte precisamente en la mejor herramienta que tenemos para comprender el Universo que nos rodea. Aunque tiempo atrás se imaginaba a los habitantes del Cinturón de asteorides como rocas resecas flotando en el espacio, ahora sabemos que la realidad es mucho más compleja, y que en no pocos casos contienen grandes cantidades de agua helada. Ceres es uno de estos últimos, con zonas con hielos, visibles como manchas blancas, y geísers de vapor de agua se expulsa al espacio algunas zonas de la superficie. Sea actividad geológica interna, sea por recientes impactos de meteoritos, sus implicaciones son las mismas: Una vez instalada la base no sería complicado extraer suficiente para cubrir nuestras necesidades de algunos cráteres recientes. Como en La Luna, Marte o Mercurio, el valioso elemento, que nos proporciona agua, oxígeno y combustible, está disponible también aquí. Que tiempos aquellos en que creíamos que La Tierra, y quizás Marte, eran los únicos lugares donde esta existía... Aunque Ceres es el objeto del cinturón de asteroides más grande, y concentra una buena parte de su masa total, su gravedad es de solo 3 por ciento de la terrestre. No nos sería complicado avanzar, literalmente dar "la vuelta al nuevo mundo", pero su misma debilidad podría resultarnos un problemas a la larga. Como los habitantes de la ISS, deberíamos hacer una completa tabla de ejercicios diarios solo para intentar limitar los efectos que esta situación tendría en unos organismos como los nuestros, que han evolucionado para adaptarse a la gravedad terrestre y no para vivir en su ausencia. No parece una opción muy cómoda, e incluso así no está claro sus efectos a largo plazo. Solo por eso es mejor hacer las maletas de nuevo. Esta baja gravedad significa también una casi total falta de atmósfera, por lo que no existiría un clima como tal, totalmente opuesto a La Tierra, y hasta cierto punto también de Marte. No deberíamos preocuparnos de nada en este aspecto, solo, como en La Luna, de no tener la desgracia de estar demasiado cerca del impacto de un meteorito, que aquí, como en nuestro satélite, llegarían intactos a la superficie, incluido los más pequeños. Vemos un cielo sería siempre oscuro, y algo decepcionante, sin ningún otro cuerpo celeste en las cercanías que adorne el firmamento, ya que incluso en las partes más densas del cinturón sus habitantes pueden estar separado por millones de Kilómetros unos de otros. Los campos de asteroides llenos hasta casi saturar el espacio quedan para la ciencia ficción sin demasiado interés en la coherencia científica. El Halcón Milenario no podría encontrar aquí el refugio, como lo vimos años atrás en los cines de la ya lejana Tierra. Vivir en Ceres significa que debemos estar equipados para soportar cambios extremos de temperatura, que durante el día es de -73 grados Celsius de media, para caer hasta los -143 C en plena noche. Pero a lo largo de su largo años (equivalente a 4,6 años terrestres), no sería posible observar cambio alguno estacional, que que su eje de rotación apenas está inclinado. En todo caso no tenemos intención de quedarnos tanto tiempo. Nos estamos alejando del Sol, y eso se nota ya de forma evidente en el tamaño y brillo del Sol en el firmamento. Nuestra estrella nos ilumina con cierta intensidad durante las 9 horas de duración del día "Ceresano", pero es ya solo con el 15% de su resplandor en el mediodía terrestre, y muestra un diámetro aparente de solo 1/3 del disco solar en el cielo terrestre. Es un adelanto de lo que nos espera más adelante, cuando nos adentremos en el Sistema Solar exterior, aunque aquí aún es capaz de darnos una luz aceptable. Y repentina, ya que al no haber atmósfera, el amanecer apenas dura 45 segundos, el tiempo que tarda en completar su salida por detrás del horizonte. Los ocasos de bellos colores quedan para nuestro planeta y Marte.
Y como ya es una costumbre que irá a más a medida que nos desplacemos, nos podemos olvidar de las conversaciones en directo con La Tierra. Cualquier mensaje tardará entre 15 y 30 minutos en recibir una respuesta, dependiendo del momento. Al tener en cuenta que la señal se desplaza a la velocidad de la luz, la inmensidad que separa los mundos del Sistema Solar, al menos desde el punto de vista humano, es ya palpable. Claramente no es un lugar para gente con miedo a los espacios abiertos, aunque no faltan lugares que merecen la pena el riesgo. Entre ellos, como no, Occator, hogar de los llamados "puntos blancos", concentraciones de sales posiblemente fruto de criovulcanismo, quizás reciente. Quién sabe lo que podríamos encontrar ahí de tener tiempo de excavar ahí...
Pero ya decidimos desde casi nuestra llegada que seguiríamos nuestro camino. Además, la sonda Dawn esta ahí no quisiéramos molestarla en su trabajo. Tiene todo un mundo que explorar. Seguimos adelante, ya hacia las tinieblas exteriores, donde la luz solar es ya muy tenue. Pero el siguiente objetivo no puede ser más emocionante, dada las tremendas expectativas que se han creado alrededor de ella como posible hogar de algún tipo de vida, al menos bajo la superficie: La luna Europa, la soñada por los astrobiólogos, nos espera.
El hipotético 9º planeta podría explicar uno de los enigmas del Sistema Solar. La caza continúa, y si por un lado no tenemos evidencias directas que realmente exista, las indirectas, aquellas que buscan las consecuencias de que así sea, las huellas de su presencia en los mundos conocidos, sigue acumulándose una detrás de otra. Encontrar un planeta con 10 veces la masa de la Tierra y en órbita alrededor del Sol a una distancia aproximadamente de 500 veces la que separa a los dos anteriores es uno de los grandes objetivos de la astronomía moderna.¿Realmente está ahí? No lo sabemos, pero las pistas están para que las interpretemos.
Una de estas últimas posibles (y remarcar lo de posible) evidencias liga la existencia del 9º, del que se cree tendría una órbita muy inclinada en comparación con la zona, relativamente plana, en la que los ocho planetas oficiales. Esta, a su vez, está inclinada cerca de 6 grados en comparación con el ecuador del Sol. Esta discrepancia ha sido durante mucho tiempo un misterio para los astrónomos.¿Podrían estar ambas cosas conectadas? Así lo sugiere un reciente estudio, que sostiene que la influencia del 9º podría haber inclinado todo el Sistema Solar. En el, un equipo encabezado por Elizabeth Bailey, astrofísica y científica planetaria del California Institute of Technology, realizaron simulaciones por ordenador que sugieren que la inclinación de los ocho planetas se puede explicar por su influencia gravitacional"a lo largo de los 4.500 millones de años de vida del Sistema Solar". Existen otras posibles explicaciones. Por ejemplo partículas cargadas eléctricamente, influenciadas por el campo magnético del joven Sol joven, podrían haber interactuado con el disco de gas y polvo que dio origen a los planetas de manera que terminaran naciendo con dicha inclinación. Podría ser que hubiera existido un desequilibrio en la masa del núcleo del naciente Sol. Sin embargo "todas ellas son realmente difícil de probar, todos ellos invocan procesos que posiblemente estaban presentes en los principios del Sistema Solar. Pero el planeta 9º es la primera que se ha propuesto que no depende de las condiciones iniciales, así que si lo encontramos, seremos capaz de ver si es el único responsable de la inclinación, o bien otra cosa tuvo un papel protagonista".
Aunque en si mismo no es una prueba sólida, y podrían existir otras respuestas a este enigma en concreto, no hace más que añadirse a la lista de otras evidencias que apuntalan este edificio teórico, al cual falta rematar con lo más importante: El descubrimiento propiamente dicho. Y los astrónomos parecen ser optimismos, hasta el punto que algunos lo consideran inminente, quizás en poco más de 1 año. El tiempo dirá si es cierto, y si es así, si se encuentra detrás de este otro misterio. La búsqueda continúa. Como detectives cósmicos, seguimos el rastro del supuesto malhechor que se esconde en las sombras.
El catalogo de NEAs (near-Earth asteroids) conocidos llega a 15.000 con el descubrimiento de 2016 TB57. La Tierra, ese planeta solitario, acompañado solo por su leal compañera La Luna. O quizás no tanto como podíamos imaginar. En realidad, como hemos aprendido estos últimos años nuestro mundo está acompañado por innumerables pequeños mundos, asteroides y cometas que habitan de forma temporal o permanente en nuestra región planetaria. La práctica totalidad de los primeros suelen pasar desaparecidos, excepto para aquellos que tiene la idea de entrar en nuestra atmósfera y desintegrarse. Afortunadamente siempre son lo suficientemente pequeños como para no generar nada más que sustos importantes, o ocurrir en zonas despobladas. Al menos en tiempos históricos. Por ello, desde hace años, se está rastrando nuestro entorno, creando un amplio catálogo de los conocidos como NEOs (Near Earth Object), nombre que abarca todo aquellos asteroides y cometas que de forma periódica se sitúan a menos de 1.3 veces la distancia entre la Tierra y el Sol (unos 150 millones de Km). Puede parecer mucho, pero a escala espacial es poco, muy poco, y significa también que todos ellos están sujetos a las influencias gravitatorias de nuestros vecinos planetarios, por lo que sus órbitas no son estables, y pueden cambiar si afrontan un encuentro cercano. Esa combinación es potencialmente peligrosa, y por ello se hace necesario seguir las andanzas de los ya conocidos, y sacar a la luz aquellos que desconocemos. Una cifra que no deja de crecer, en los últimos años de forma exponencial, especialmente gracias al Near Earth Object (NEO) Observations Program de la NASA, que agrupa al 95% de todos hasta ahora. Y recientemente se llegó a una cifra simbólica, que si no tiene importancia estadística, si nos recuerda con una claridad meridiana hasta que punto debemos vigilar los cielos. Nada menos que 15.000 NEOs. Un número que recae específicamente en 2016 TB57, un pequeño asteroide de apenas 16-36 metros descubierto tan recientemente como el pasado 13 de Octubre, y que este 31 de Octubre visitará nuestro planeta, pasando apenas a 5 veces la distancia entre La Tierra y La Luna. La motorización del firmamento por parte de este programa de la NASA se basa especialmente en el Catalina Sky Survey y el Panoramic Survey Telescope & Rapid Response System (Pan-STARRS), acumulan el 90% del total descubiertos, especialmente desde que ambos afrontaron notables mejoras en 2015, que aumentó su capacidad. Aún así que con medios relativamente limitados se tengan esos resultados nos recuerda hasta que punto está poblado nuestro entorno y la necesidad que aumentar los medios de detección. A pesar de que una cifra tan espectacular puede resultar inquietante, La Tierra es un punto en la inmensidad, y ahora mismo no existe ninguna amenaza directa contra ella en los próximos 100 años. Evidentemente hablando de los conocidos. Pero ahí fuera deben existir muchos otros que esperan ser detectados. Difícilmente de gran tamaño, ya que de lo contrario ya habría sido vistos hace tiempo, pero si "proyectiles" del orden de decenas o cientos de metros, capaces de causar daños a gran escala en la región en que se precipitaran. 2016 TB57 y sus 14.999 compañeros que le precedieron son un recordatorio de que no debemos bajas nunca la guardia.
2016 TB57, el pequeño asteroide catalogado como el número 15.000, un número que pronto quedará a tras viendo el ritmo de nuevos descubrimientos.
Desde que se aplicaron medios, aunque limitados, para rastrear el espacio profundo en busca de asteroides y cometas cercanos, la cifra no deja de crecer de forma espectacular.
Catalina Sky Survey y Pan-STARRS son la base del programa de vigilancia NEO de la NASA, acumulando entre ambos el 90% de todos los descubrimientos.
El Observatorio ALMA nos brinda la imágen de un sistema estelar triple en plena formación. Se diseño, financió y construyó a lo largo de varias décadas, lentamente, piedra a piedra, o en este caso, antena a antena. Un proyecto colosal tanto por la magnitud como por donde se encuentra, en las alturas de llano de Chajnantor, en el desierto de Atacama, a 5.000 metros por encima del nivel del mar. Muchos, incluido el que aquí escribe, tendrían que esforzarse solo por seguir respirando. Ya no hablemos de transportar 66 antenas de grandes dimensiones hasta ese lugar apartado, instalarlas y asegurarse de que todo funciona como debería. Pero se hizo, en una proeza que merece la alabanza generalizada para todos los implicados. ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), nació con la promesa de revolucionar nuestra visión del Universo con el trabajo conjunto de sus 66 radiotelescopios, trabajando como uno solo (dando lugar a lo que conocemos como un interferómetro), abriendo la Bóveda Celaste a las longitudes de onda milimétricas y submilimétrica. Entre sus innumerables metas, vislumbrar la formación de las estrellas en los albores del universo y
obtener imágenes extremadamente detalladas de estrellas y planetas en
proceso de nacimiento. Y en esto último ALMA nos regala la vista con esta imagen increíble. Porque lo que se muestra en ella es un sistema estelar triple en pleno proceso de nacimiento. Cada una de las manchas luminosas es una de las proto-estrellas, rodeadas a su vez de un disco de polvo en espiral, la nube a partir de la cual se están gestando. Siendo consciente de lo que se está viendo, la escena cobra una nueva dimensión. Una belleza incomparable, y también con un valor científico igualmente enorme, ya que permite por primera vez ser testigos de un fenómeno hasta ahora solo teorizado: Un disco de polvo alrededor de una joven estrella fragmentándose hasta convertirse en un sistema de múltiples estrellas:"Este nuevo trabajo avala la
conclusión de que hay dos mecanismos que producen sistemas estelares
múltiples: la fragmentación de discos circumestelares como el que se
aprecia aquí y la fragmentación de nubes más grandes de polvo y gas
donde se forman las jóvenes estrellas", afirma John Tobin, de la Universidad de Oklahoma y el Observatorio de Leiden, situado en los Países Bajos. Estos dos caminos divergentes posiblemente se encuentren detrás de que los sistemas múltiples tengan sus estrellas ya sea relativamente cercanas unas a otras, a una distancia de hasta unas 500 veces la que separa la Tierra del Sol, o mucho más alejadas, a más de 1.000 veces dicha distancia.
Pero por encima de todo nos muestra de lo que ALMA es capaz, y de lo que seguirá siendo capaz en el futuro. Que si valió la pena el esfuerzo? La respuestaparece evidente. Al menos para quien sepa captar la belleza de imágenes como esta.
La imagen de ALMA, combinada con la generada por el Karl G. Jansky Very Large Array (VLA), permite apreciar aún más detalles. Se observan las dos estrellas centrales, que giran una alrededor de otro, y una tercera, mayor y posiblemente más joven, girando alrededor de ambas y del centro de gravedad común del sistema.
Composición artística
que muestra cómo se desarrolla el sistema de tres estrellas. A la
izquierda, el disco de material que se fragmenta en varias
protoestrellas. A la derecha, el sistema estelar resultante.
ALMA, 66 antenas observando el Cosmos como una sola y gigantesca de hasta 16 Kilómetros de diámetro cuando se separan al máximo.
Los observatorios solares STEREO están de aniversario. Nuestra visión en profundidad se basa en le hecho de tener dos ojos, cada uno de los cuales ofrece una imagen desde ángulos ligeramente diferentes del mismo objetivo, lo suficiente como para que nuestro cerebro, al combinar ambas, nos dote de la capacidad de ver nuestro entorno en 3 dimensiones. Es una ventaja evidente a la hora de interactuar con el entorno, y por ello todas las formas de vida lo suficientemente complejas han evolucionado para tener dos, o en algunos casos, como en los insectos, múltiples ojos, pero no encontraremos a ninguna con uno solo. No es útil, y por eso la evolución lo dejó atrás, si es que existió en algún momento. Solo criaturas mitológicas, como el Cíclope heleno, soportan ese inconveniente. ¿Y si pudiéramos transferir esa misma ventaja para estudiar el Sol? Y si dos observatorios fueran capaces de monitorizarlo desde ángulos diferente al mismo tiempo, permitiendo así un estudio en profundidad de nuestra estrella? Esa era la idea que impulsó el proyecto STEREO (Solar and Terrestrial Relations Observatory), cuyas dos integrantes fueron lanzadas un 26 de Octubre de 2006. Después de un encuentro con La Luna, de la que utilizaron su campo gravitatorio para romper sus cadenas con la Tierra, cada uno de ellas tomó caminos opuestos. STEREO-A (Ahead) se situó en una órbita solar ligeramente más pequeña que la terrestre, y por tanto con una velocidad de traslación ligeramente superior, por lo que se fue separando de nuestro mundo lentamente. Lo mismo que STEREO-B (Behind), pero en su caso de forma opuesta: Con una órbita algo más grande, se movía más lentamente que la Tierra, que la fue dejando atrás.
Así, cada una en una dirección, comenzaron su alejamiento, y al mismo tiempo, la observación del Sol como nunca se había hecho antes, desde una perspectiva única (la mayoría se encuentran en órbita terrestre o en sus puntos de Lagrange), y de forma simultanea desde ángulos diferente. El Sol, por primera vez, adquiría auténtica profundidad. Desde ese día las STEREO incluso se han cruzado al otro lado de nuestra estrella y actualmente A se va aproximando lentamente a la Tierra de nuevo, mientras esta, poco a poco, está atrapando a B. Con ello nos han ofrecido visiones imposibles para los observatorios terrestres, y con ello han revolucionado la ciencia solar. Y siguen haciéndolo. Las STEREO fueron diseñadas inicialmente para dos años de operaciones, teniendo como meta puntos situados alrededor de 45 grados (una octava parte de la órbita total de cada una) de distancia de la Tierra. Pero pronto quedó patente que cuanto más se separaran, más se aprendería sobre la actividad solar y su influencia en el espacio que lo rodea. Al proporcionar vistas simultánea, permitieron a los astrónomos observar como se desarrollaban las erupciones solares a lo largo del tiempo, en lugar de estar limitados al momento en que hacían acto de presencia en el hemisferio visible, dando además múltiples perspectivas de cómo se propagan hacia el exterior. Ese fue el caso de una potente CME ocurrida en Julio de 2012, que STEREO-A pudo observar "de frente", mientras STEREO-B lo hacia lateralmente. Esto, combinado con las observaciones desde la Tierra, permitieron reconstruir su nacimiento, expansión y evolución como jamás habríamos podido hacer sin ellas. Es solo un ejemplo, porque es algo que no han dejado de hacer a lo largo de esta década. Esta aniversario llega en un momento delicado. STEREO-A continúa trabajando a pleno rendimiento, pero STEREO-B, después de unas pruebas para preparar su conjunción con el Sol, quedó en silencio en 2014. Casi dos años después, el 21 de agosto de 2016, los operadores de la misión lograron finalmente retomar el contacto, y este sigue hoy día de forma intermitente, suficiente para tener información sobre el estado de la batería, su posición en el espacio, su velocidad y su giro, y los intentos de recuperación continúan.
"Los retos para una recuperación exitosa son muchos", explica Dan Ossing, el gerente de operaciones de la misión STEREO en el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins ."Es un proceso gradual que sigue evolucionando, y podría tomar meses o incluso años. Pero sabemos lo suficiente del estado de la nave para que estos intentos de recuperación merezcan la penas. Solo tenemos que ser pacientes".
Ojalá así sea. Sería la mejor manera de celebrar esta fecha señalada. Pero incluso si al final la recuperación de B no se lograra, el éxito de la misión STEREO es absoluto. Ellas nos abrieron las puertas a un Sol como nunca antes habíamos visto, y solo por ello merecen ser recordadas.
El largo viaje de las STEREO.
Un ejemplo de lo que implica tener diversas sondas observando el Sol de forma simultanea y desde diversos puntos de vista. Esta imágen muestra a nuestra estrella 31 de Enero de 2011, generada a partir de las imágenes de las STEREO y del Solar Dynamics Observatory, en toda su extensión y prácticamente abarcando todo el globo.
Adentrándonos en el interior de Eta Carinae. A 7.500 años luz de nuestro planeta se esconde un monstruo. En realidad dos, una estrella con una masa de 150-250 masas solares y una compañera mas pequeña, de "solo" 30-80 masas solares. Un sistema binario de tal magnitud que crea fenómenos impresionantes, como la "gran erupción" de 1830, que ahora sabemos que se debió a la la expulsión, por parte
de la estrella de mayor tamaño, de grandes cantidades de gas y polvo en
poco tiempo, lo cual generó los característicos lóbulos que apreciamos
actualmente, y que son conocidos como la nebulosa del Homúnculo. No solo eso, sino que el efecto combinado de los dos vientos estelares, que chocan el uno con
el otro a velocidades extremas, genera temperaturas de millones de grados
e intensas emisiones de rayos X. El hogar de este monstruoso dúo, el lugar donde la furia autodestructiva de ambas estrellas colisionan, es tan comparativamente pequeña (mil veces más pequeña que la nebulosa del Homúnculo) que ni los telescopios espaciales ni aquellos basados en tierra han sido capaces de obtener imágenes detalladas. Hasta ahora. Un equipo dirigido por Gerd Weigelt, del Instituto Max Planck de Radioastronomía (MPIfR), utilizó la extraordinaria capacidad de resolución del instrumento AMBER, instalado en el VLTI, para asomarse a este violento reino por primera vez. El interferómetro (combinación de observaciones) de tres de los cuatro Telescopios Auxiliaresdel VLT logró aumentar la capacidad de resolución. El resultado fue la mejor imagen obtenida del sistema, y un vistazo inédito a las estructuras que allí se esconden. "Nuestros sueños se hicieron realidad porque ahora podemos obtener imágenes extremadamente nítidas en el infrarrojo. El VLTI nos brinda una oportunidad única para mejorar nuestra comprensión física de Eta Carinae y de muchos otros objetos clave", afirma Gerd Weigelt.
Además de la imagen, las observaciones espectrales han permitido medir las velocidades de los intensos vientos estelares allí presentes, permitiendo producir modelos de ordenador más precisos de la estructura interna de este sistema estelar, lo cual nos ayudará a comprender mejor cómo pierden masa y por eso mismo como pueden evolucionar en el futuro."Los nuevos instrumentos del VLTI, GRAVITY y MATISSE, nos permitirán obtener imágenes interferométricas con precisión aún mayor y sobre una gama más amplia de longitudes de onda. Se necesita un amplio rango de longitudes de onda para obtener las propiedades físicas de muchos objetos astronómicos".
Comprender el futuro del sistema Eta Carinae tiene una importancia extra para nosotros, ya que la mayor de las dos estrellas es muy joven, pero siendo tan colosal, está ya agotando sus reservas de "combustible" estelas, y podría convertirse en cualquier momento (lo que a escala cósmica significa miles o cientos de miles de años) es una supernova, o incluso en la más raras y aún más colosales hipernova. Dado la relativamente poca distancia que nos separa de ella, algo así se convertiría en uno de los fenómenos celestes visibles a simple vista más espectacular de todo los tiempos. Motivos suficientes para seguir adentrándonos en su explosivo corazón. Ese que un día se detendrá, y que en su muerte iluminará los cielos de nuestro mundo.
Imagen de Eta Carinae obtenida a través del instrumento de óptica adaptativa de infrarrojo cercano NACO, instalado en el Very Large Telescope
de ESO, que permitió observar una increíble cantidad de detalles. Se observa claramente su estructura bipolar, así como los
“chorros” que salen desde la estrella central.
El corazón de Eta Carinae, que permite definir las estructuras que rodean a ambas estrellas. Ambas son tan masivas y luminosas que la radiación que
producen arranca sus superficies y la arroja al espacio.
Su posición en el cielo terrestre, y la posición donde aparecerá la que posiblemente sea la supernova más brillante jamás observada por la Humanidad.
El Very Large Telescope, VLT ( Telescopio Muy Grande ) de Cerro Paranal. En primer término los telescopios auxiliares.
Viajando hasta el corazón del monstruo.
Simulando lo que en el se esconde a partir de la información reunida por estas últimas observaciones.
Presentado el mejor mapa hasta la fecha de la actividad volcánica en Io. Nada puede igualar el terrorífico espectáculo que tiene lugar en la más interior de las 4 grandes lunas de Júpiter. Sobre ella se abaten mareas gravitatorias de gran magnitud, tanto del planeta como de sus compañeras orbitales, y su interior sufre una tensión sísmica que se traduce en ingentes cantidades de calor, que alimentan a su vez sus innumerables volcanes, quizás varios centenares, que viven en un estado de actividad constante. Los de la Tierrason insignificantes en comparación, y podemos estar contentos que así sea. No sería un mundo muy acogedor de sufrir una actividad volcánica desatada y sin control como la deIo. Desde hace años, y apoyados por avances técnicos recientes aplicados a los grandes telescopios terrestres, como la óptica adaptativa (que permite eliminar la distorsión causada por nuestra atmósfera) se monitoriza lo que ocurre en ella, buscando desvelar las claves que dirigen y desatan una actividad aparentemente aleatoria. Y uno de los más estudios más recientes, que utilizó dos de los telescopios más grandes del mundo (el de 10 metros Keck II y el 8 metros de Gemini North, ambos situados cerca de la cumbre del Maunakea, en Hawai) para seguir los 48 puntos calientes volcánicos más activos durante un período de 29 meses a partir de Agosto 2013 hasta finales de 2015, nos permiten levantar ahora el mejor mapa de los volcanes creado hasta la fecha.
"En una noche dada, podíamos ver a media docena o más de puntos calientes", explica Katherine de Kleer, estudiante graduada de la Universidad de California, Berkeley, quien condujo las observaciones. "Con cientos de volcanes activos de Io, hemos sido capaces de realizar un seguimiento de los 50 más poderosos en los últimos años". Un seguimiento que dejó sobre la mesa nuevos misterios, como le hecho de que las erupciones parecen desplazarse con el tiempo, como si una desencadenara otras a 500 kilómetros de distancia.
"Mientras estrujamos nuestra imaginación para idear un mecanismo que podría operar a tales distancias, la actividad volcánica de Io se muestra mucho más extrema que cualquiera que tenemos en la Tierra y sigue sorprendiendo y desconcertando", dijo de Kleer. A esto se le añadieron otros, como la presencia de una agrupación de volcanes extremadamente brillantes en el sur y una extraña agitación en el interior de Loki Patera, un masivo lago de magma de varios centenares de Kilómetros de diámetro, aumenta de brillo por un factor de 10 en ciclos de 1-2 años. De hecho sus emisiones de calor parecen viajar alrededor del lago durante cada evento, como si fuera una ola se mueve alrededor del lago, provocando la desestabilización y el hundimiento de porciones de la corteza. No solo eso, sino que observaciones anteriores muestras que esta se detuvo en 2002, para reaparecer en 2009, esta vez moviéndose en dirección contraria. Pero más extraño resulta su distribución. Los modelos actuales en liza indica que deberíanconcertarse enn los polos, o por el contrario en zonas ecuatoriales, y su distribución debería ser simétrica entre un hemisferio y otro. Pero nada de eso encaja con lo observado:"La distribución de las erupciones encaja mal con lo que predicen los modelos", explica Kleer."Futuras observaciones nos dirán si esto es sólo debido a que el tamaño de la muestra es demasiado pequeña, o porque los modelos son demasiado simples. O tal vez aprenderemos que los factores geológicos locales desempeñan un papel mucho más importante en la determinación de dónde y cuando los volcanes entran en erupción que las fuerzas de marea".
Es la maldición, y al mismo tiempo bendición, que acompaña nuestra exploración del espacio. Siempre que parece que hemos comprendido en toda su extensión las claves que se esconden detrás de la naturaleza de un nuevo mundo, aparecen nuevos factores que nos obligan a replantearnos las cosas y tener que retroceder parcialmente para revisar y actualizar las bases de nuestras ideas. Es un proceso de prueba y error constante, y por eso, aunque parezca contradictorio, el más fiable. Así, paso a paso, aunque en ocasiones debemos desandar lo andado.
La actividad detectada durante la fase de monitorización del equipo de Katherine de Kleer.
Io en diferentes frecuencias del espectro infrarrojo, que delatan la incesante actividad que sacude a esta luna.
Loki Patera y Amaterasu Patera.
Todos los puntos calientes detectados. Cada círculo representa una nueva detección; el tamaño del círculo corresponde logarítmicamente a la intensidad, y las regiones más opacos son aquellas donde se ha detectado un punto caliente varias veces.
Imaginando la presencia humana en el planeta rojo.
Seguimos nuestro viaje en busca de un nuevo hogar, una nueva vida lejos de nuestro planeta natal. Después de visitar Mercurio, Venus y La Luna, probaremos suerte con el que posiblemente es el más conocido, el más explorado, el más familiar y allí donde más hemos proyectado nuestros sueños y fantasías de todos los mundos del Sistema Solar. El planeta rojo nos espera. Es hora de aterrizar en sus rojas llanuras. Como siempre lo primero es instalar una base, un lugar aislado del exterior donde podamos llevar una vida lo más normal posible. En que lugar sería más adecuado hacerlo? Como la Tierra, Marte tiene estaciones debido a la inclinación de su eje su eje, pero también tiene un efecto estacional secundario debido a su órbita, más elíptica que la terrestre. El hemisferio Sur afronta el Invierno coincidiendo con el momento de máxima distancia al Sol cuando el planeta está más alejado de el, lo que resulta en diferencias de temperatura más extrema que en el hemisferio Norte, con Inviernos mucho más fríos y Veranos también más calurosos. Aunque esto último es tentador, lo primero no lo es tanto, especialmente porque su duración sería superior al de su equivalente Septentrional, ya que cuando más lejos del Sol más lentamente un planeta se desplaza en su órbita. El hemisferio Norte, con siete meses de primavera, seis meses de verano, un poco más de cinco meses de Otoño y sólo unos cuatro meses de invierno (Un año en Marte es de unos 1,88 años terrestres, y un día dura un poco más de 24 horas) parece, dentro del rigor de un mundo tan árido y frío, ofrecer un escenario algo mejor. Una base en latitudes medias parece la opción más razonable, aunque de tanto en tanto tendríamos que hacer una incursión en latitudes polares para extraer el preciado hielo de agua, que como en La Luna o Mercurio, nos ofrecería recursos suficientes para no depender de nadie. Salgamos a dar un paseo. Aunque Marte tiene atmósfera, es tenue si la comparamos con la de La Tierra, y compuesta casi totalmente de Co2, por lo que necesitaremos un traje espacial listo para protegernos del entorno, infinitamente más acogedor que el terrorífico Venus que dejamos atrás, pero igualmente hostil y capaz de matarnos en segundos de quedar expuestos a el. Igualmente las diferencias de temperatura entre día y noche, y entre invierno y Verano, son extremas, aunque lejos de la brutalidad de lo vivido en Mercurio y La Luna, ya que aunque de forma limitada su atmósfera parece capaz de captar y repartir el calor de forma más uniforme, amortiguando las diferencias. Así y todo pueden ir desde los -126 Cº cerca de los Polos hasta unos extraordinarios y cálidos +20 Cº en el ecuador, y pueden cambiar drásticamente en una sola semana.
Estas grandes variaciones de temperatura a menudo son el detonante de poderosas tormentas de polvo, que en ocasiones pueden ser globales y cubrir todo el planeta. Aunque probablemente no nos harían daño físicamente el polvo podría resultar una amenza para la electrónica de nuestro vehículo, así como para la producción de energía de nuestra base si decidimos vivir mediante paneles solares. Por otro lado, a pesar de tener solo un 1 por ciento de la densidad de la terrestre, la atmósfera marciana es suficiente como para vaporizar meteoritos de cierto tamaño, por lo que, a diferencia de lo que nos ocurría en La Luna y Mercurio, realmente no existiría peligro real de sufrir un impacto cercano o directo con cualquier pequeña mota de materia interplanetaria que se precipitara contra la superficie. Los de mayor tamaño si la alcanza, pero estadísticamente sería una casualidad extraordinaria (y letal) que nos tocara uno de ellos. Tampoco la actividad volcánica y tectónica sería una amenaza. Ciertamente hay volcanes en Marte, algunos colosales, pero no hay indicios de que hayan estado activos en tiempos geológicos recientes. Solo la radiación podría ser un problema, ya que no existe un campo magnético global, pero es manejable con el equipo adecuado El parte meteorológico, dejando de lado las tormentas de polvo y ocasionales Dust Devil, tornados tan espectaculares como inofensivos para nosotros por la baja densidad de aire, no tendría muchas novedades. Observaríamos tenues nube cruzando el cielo y alguna helada matutina que podría cubrir la escena de tonos blancos, como observaron las Vikings. Pero no encontraríamos ninguna nube de tormenta, y aún menos lluvia, aunque la Phoenix descubrió que si pueden ocurrir nevadas esporádicas, aunque eso parece limitarse a los polos.
Con estos cielos despejados y este aire tenue, la noche de Marte nos resulta maravillosa, llena de estrellas, mientras observamos el baile de sus 2 pequeñas lunas, Fobos y Deimos. Aunque no sea como nuestra enorme luna tiene su propio encanto, especialmente la primera, a la que, mientras avanzamos, la vemos salir y ponerse hasta 3 veces el mismo día. Es hermoso, pero al mismo tiempo aterrador, pues nos recuerda lo cerca que está del planeta y que no deja de ser un cuerpo condenado, destinado a precipitarse contra en algunas decanos de millones de años. Pero bueno, eso, como se suele decir, nos queda muy lejos. El cielo diurno nos cubre con un manto de tonos anaranjados, algo que no tiene nada que ver con la densidad o composición, y si con el eterno polvo en suspensión que, en mayor o menor medida, siempre está presente, y que lentamente, casi sin darnos cuenta, está también "coloreando" nuestros trajes. Marte es la pesadilla de los obsesionados con la limpieza. Y al llegar el ocaso posiblemente tendremos un poco de nostalgia, ya que resultan extrañamente similares a La Tierra, aunque en este caso con los colores invertidos, con el Sol rodeado de un halo azul. Hermoso, extraño y al mismo tiempo con la sensación de haberlo visto antes. Así es este planeta, diferente pero al mismo tiempo parecido a nuestro antiguo hogar. Nos es extraño que tantos quisieran ver en el señales de vida y hasta de antiguas civilizaciones. Hasta a nosotros nos resulta complicado no tener la sensación de que alguien nos está observando. Marte tiene la misma extensión que todas las tierras emergidas terrestres, por lo que visitarlo en su totalidad en un tiempo razonable se nos antoja imposible. Pero existen lugares que merecen nuestro esfuerzo: El Olympus Mons, el volcán más alto del sistema solar que se eleva 25 kilómetros por encima de sus llanuras circundantes, y desde cuya cima es imposible ver la base al esconderse esta detrás del horizonte, el Valles Marineris, un gigantesco sistema de valles que se extiende alrededor de 4.000 Kilómetros, el equivalente entre Los Ángeles a Nueva York, y los casquetes polares, que con sus innumerables capas son un registro climático del planeta y en donde, si nos acercamos a medida que llega el Verano, quizás podremos ver grandes geísers de gas carbónico rompiendo la superficie helada, son 3 visitas obligadas. Y con una gravedad 1/3 de la terrestre nos sería sencillo avanzar. Nos sentimos más pesados que en La Luna, pero al mismo tiempo es más manejable y sencillo moverse. Seguimos siendo seres de 1G a pesar de todo
Y hacer un poco de historia también nos resultaría tentados. Al fin y al cabo esta lleno de los restos de antiguos exploradores robóticos, ahora ya sumergidos en un sueño eterno, como las Vikings, la Pathfinder, el pequeño rover Soujourne o el mayor Spirit. También queremos visitar a Opportunity, pero parece que sigue funcionando y desplazándose. Casi estamos tentados en acercarnos a pesar de todo y limpiarle los paneles solares, un pequeño "empujón" para que siga haciendo historia. Pero mejor que no le molestemos mientras sigue construyendo su propia leyenda. Buena suerte y hasta la vista, amigo.
Marte es sin duda un buen lugar para vivir. Sigue siendo hostil a la vida tal y como la conocemos, seguiríamos dependiendo de trajes y sistemas de soporte vital, pero no tiene la desolación de La Luna o Mercurio, ni es el infierno planetario de Venus. Las señales de antiguos valles fluviales, las tenues nubes, el cambio de estación, los azulados ocasos, las brumas y heladas matinales e incluso las grandes tormentas de polvo, semejantes a las de los desiertos terrestres, nos ofrecen un escenario que, aunque sigue siendo desértico, sigue en cierta forma siendo dinámico y en algunos puntos hasta casi terrestre. No es extraño que sea el objetivo prioritario en una futura colonización humana fuera de La Tierra.
Pero es hora de irnos, marcando al planeta rojo como un candidato posible para el futuro. Pero antes queremos conocer muchos otros lugares. Seguimos alejándonos del Sol. La semana que viene llegaremos al reino de los pequeños mundos entre Marte y Júpiter, el cinturón de asteroides, y pondremos a prueba a uno de ellos.