Estados Unidos está de regreso a la primera línea de la carrera espacial. En 2011 los Transbordadores Espaciales fueron retirados y la NASA se quedó sin capacidad para enviar astronautas a la órbita terrestre, dependiendo a partir de aquel momento de Rusia y sus Soyuz, pagando generosamente para "alquilar" espacio en ellas. Una situación incómoda dado que las relaciones entre ambas potencias no son del todo cordiales, para decirlo de forma suave, pero inevitable dada la desastrosa planificación norteamericana, que abandonó un sistema de transporte sin tener un remplazo listo o tan siquiera planificado claramente.
Desde entonces, y durante nueve años de travesía por el desierto, los EEUU buscaron ansiosamente recuperar su independencia espacial, aunque los golpes de timón en sus políticas les llevaron a un callejón sin salida, tanto por cancelaciones como por afrontar proyectos quizás demasiado costosos y complejos que nunca llegan a su final. Pese a ello poco a poco se estaba avanzando. Demasiado lentamente para la dinámica y emergente Space X, que decidió aceptar el reto de construir su propia nave tripulada. Y como suele ocurrir con la compañía de Elon Muks.
Este pasado 30 de Mayo se abrió una nueva página en la historia espacial. Y es que ese día despegaba la misión Demo-2, la primera prueba de una Dragon tripulada (conocida como Endeavour) con ocupantes reales, los astronautas Bob Behnken y Doug Hurley. Un vuelo que se desarrolló perfectamente, cumpliéndose todas las etapas como un reloj bien engrasado. 19 horas después la Dragon sea acoplaba suavemente en la ISS, y las tripulaciones de ambas pudieron reunirse varias horas después, una vez completados todos los pasos necesarios por seguridad.
Aunque, como su nombre indica, esta misión sigue formado parte de la fase de pruebas, y tanto en el viaje de ida como en su retorno, que se hará de forma autónoma con sus dos tripulantes a bordo, se están realizando ensayos para testear las capacidades de la Dragon, lo cierto es que este vuelo pone punto final a la tremenda anomalía que representaba ver a la primera potencia espacial del planeta sin capacidad propia para enviar misiones tripuladas, aunque sea de la mano de una empresa privada, algo que, por otra parte, encaja muy bien su idiosincrasia.
Las aguas regresan así a su cauce, y ahora solo quedará ver como la NASA sacará partido a esta recuperada capacidad espacial, que además se verá aún más aumentada cuando ponga en servicio a su propia nave tripulada, la Orion.
Liftoff! pic.twitter.com/DRBfdUM7JA— SpaceX (@SpaceX) May 30, 2020
De derecha a izquierda, el presidente Donald Trump, el vicepresidente Mike Pence y la esposa de este último, Karen Pence, presenciando el lanzamiento.
What does our home planet look like from @SpaceX's Crew Dragon Endeavour? Watch as @AstroBehnken and @Astro_Doug take you inside the spacecraft and provide an update about our #LaunchAmerica mission: pic.twitter.com/f8b3CrSEPE— NASA (@NASA) May 31, 2020
Docking confirmed! @AstroBehnken and @Astro_Doug officially docked to the @Space_Station at 10:16am ET: pic.twitter.com/hCM4UvbwjR— NASA (@NASA) May 31, 2020
This is the first time in human history @NASA_Astronauts have entered the @Space_Station from a commercially-made spacecraft. @AstroBehnken and @Astro_Doug have finally arrived to the orbiting laboratory in @SpaceX's Dragon Endeavour spacecraft. pic.twitter.com/3t9Ogtpik4— NASA (@NASA) May 31, 2020
Una Crew Dragon transporta dos astronautas a la Estación Espacial