Completada la recogida y envío de muestras lunares por parte de la Chang´e 5.
China sigue haciendo historia en La Luna. El pasado 5 de Diciembre, después de recoger las muestras de programadas, su carga era colocada en su módulo de ascenso, que despegó y se colocó en órbita lunar, donde poco después realizaba el primer encuentro entre dos vehículos jamás realizada en la Luna desde la época de los Apolo, al acoplarse con el módulo de transferencia, que esperaba en órbita. Con extraordinaria precisión la maniobra se completó con éxito, y poco después, en unas operaciones que casi parecían de película, se realizaba la transferencia de la cápsula con los más de dos kilogramos de material de una a otra. Todo un baile espacial digno de la emergente potencia asiática.
"El encuentro y el atraque, junto con los movimientos de aterrizaje y despegue y el posterior movimiento de regreso, también son partes importantes de una misión tripulada. Ha sentado las bases técnicas para nuestros futuros proyectos de exploración del espacio profundo y misión lunar", dijo a los medios chinos Liu Ran, director del Centro de Programas Espaciales y Exploración Lunar de la Administración Nacional del Espacio de China. Toda una declaración de intenciones.
Los próximos días deberá iniciarse el viaje de regreso, un salto de 112 horas que la llevará hasta la Tierra, donde deberá lanzar la cápsula de forma que aterrice en Siziwang Banner, en la Mongolia Interior, y causalmente (o no) el mismo lugar donde aterrizaron las misiones tripuladas Shenzhou. De ahí su carga será transportada a diversos laboratorios donde se realizarán pruebas radiométricas, isotópicas, de composición y de otro tipo para descubrir pruebas de su edad y revelar nuevos detalles sobre la historia de La Luna.
Se cierra así una semana de tremendo éxito para las potencias asiáticas, con Japón completando su misión al asteroide Ryugu con la llegada de las muestras por parte de la Hayabusa 2 y China asombrando de nuevo al mundo con sus misiones lunares. Y ambas apuntan hacia metas aún más ambiciosas.
Acoplamiento y transferencia de las muestras en plena órbita lunar.
Despegue del módulo de ascenso con las muestras lunares.
More stunning visuals from Chang'e-5. The ascent vehicle has separated from the orbiter. This followed yesterday's first ever automated rendezvous and docking in lunar orbit and transfer of the lunar samples to the reentry capsule. Source: https://t.co/eox8MILUnOpic.twitter.com/zywv1JpF4l
La cápsula de la Hayabusa 2 aterriza en Australia.
Misión cumplida. Siguiendo con precisión el horario previsto y cumpliendo todos los pasos programados, entró en la atmósfera terrestre, aguantando los varios miles de grados Centígrados fruto de la fricción atmosférica, desplego su paracaídas y se posó suavemente en el desierto australiano, para ser recuperada horas después aparentemente en buenas condiciones. Ahora solo queda esperar el análisis del contenido para certificar el éxito total de la misión, pero todo apunta al optimismo.
Mientras eso ocurría la Hayabusa 2 para esquivar a nuestro planeta y evitar el mismo destino que su predecesora, iniciando su largo camino hacia un nuevo objetivo. Por delante un viaje de larga duración a través del Sistema Solar, nada menos que 11 años. Tendremos que tener mucha paciencia, y siendo como es una misión "extra", una extensión para aprovechar una sonda que sigue plenamente activa, quizás ya no hablaremos mucho de ella. Solo queda desearle buen viaje.
En la Tierra queda ahora su mayor legado, quizás no más que unos gramos de materia del Ryugu, pero que serán analizados en profundidad en laboratorios de Japón y los EEUU, con el objetivo de desentrañar nuevos conocimientos sobre los asteroides carbonosos, que se cree que fueron la materia prima de los planetas y pueden contener los componentes químicos de la vida. Y aunque en comparación a los 2 kilogramos que se espera entregue la OSIRIS-Rex en 2023 lo logrado por la Hayabusa 2 puede parecer poco, lo cierto es que es un salto enorme en la carrera espacial japonesa. Y, a fin y al cabo, su legado ya está con nosotros, mientras que la de la sonda norteamericana aún está a 3 años de su llegada.
Solo queda felicitar a la JAXA, que mostraron capacidad de aprender de los fallos de la primera Hayabusa y dar un salto adelante impresionante. Y el futuro promete aún logros mayores, como la sonda que quiere explorar y traer muestras de las lunas de Marte.
La entrada de la cápsula de la Hayabusa 2 en la atmósfera, poniendo final a 6 largos años de viaje.
China sigue quemando etapas con gran rapidez en su objetivo de alcanzar la primacía en la exploración espacial, o al menos situarse cada vez más cerca de la gran potencia norteamericana. Y mientras en la cara oculta la Chang´e 4 y el rover Yutu sigue en activo, la nueva enviada de la potencia asiática acaba de hacer, de nuevo historia.
A las 15:11 UTC de este pasado 1 de Diciembre, y 14 minutos después de activar sus impulsores para realizar el descenso final el módulo de la Chang´e 5 tocaba suavemente la superficie de La Luna en algún punto en noroeste de Oceanus Procellarum, también conocido como Océano de las Tormentas, realizando a la perfección todas las maniobras previstas, incluida una pausa en el descenso a solo 100 metros de altura para que sus cámaras comprobaran que no existía ningún obstáculo que representara un peligro para su integridad. Nuevamente China demostró una tremenda habilidad en estas operaciones.
La Chang´e 5 tiene previsto recoger unos 2 kilogramos de material lunar, y según está programado, estos deberían partir de nuevo al espacio los próximos días, mediamente un pequeño nódulo de ascenso, provisto de su propio impulsor, y de ahí a un encuentro y acoplamiento con la sonda que permanece en órbita lunar, que la llevará de regreso a la Tierra, donde aterrizará en algún lugar de Mongolia. El resto del módulo de superficie seguirá trabajando, tomando imágenes, datos del subsuelo mediante radar y observaciones mediante espectrómetro, al menos hasta que caiga la noche lunar, lo que ocurrirá en dos semanas.
Con ello China se apunta un nuevo éxito, que será un triunfo sin paliativos de logar el regreso de las muestras lunares. Y si bien esto ya lo hicieron las EEUU y la Unión Soviética en los años 70, estas apuntan ser mucho más interesantes, al haber alunizado en una zona geológicamente más joven, y además recoger no solo muestras de la superficie, sino también, mediante un taladro, de hasta dos metros de profundidad. Y esto es solo el principio. China tiene planes muy ambiciosos para nuestro satélite, y los próximos años seguro que oiremos hablar de ello.
Momentos del alunizaje.
Hello the moon! How are U?😀
Here's the pic of the landing site taken by a camera on Chang'e 5's lander as it descends toward lunar surface.
Moments ago, #China's Chang'e 5 probe landed on the moon and will soon start gathering lunar rocks & soil in landmark mission. #Change5pic.twitter.com/hVQLXuN2Wu
Captando la aproximación de esta sonda japonesa a la Tierra.
El próximo 6 de Diciembre asistiremos al final de una odisea extraordinaria, el viaje de ida y vuelta de la Hayabusa 2 después de lograr completar su compleja misión en el asteroide Ryugu y recolectar valiosas muestras de ese cuerpo celeste para su profundo análisis en laboratorios terrestres. Ese día la cápsula que las contiene entrará en la atmósfera terrestre y deberá aterrizar en el desierto australiano para su posterior recuperación.
No es sencillo captar una sonda desde telescopios terrestres, ya que no dejan de ser cuerpos muy pequeños perdidos en la inmensidad del espacio, pero no imposible si se sabe donde mirar. Y eso es precisamente lo que hizo el telescopio japonés Subaru, instalado en Hawai, que aprovechó el tiempo disponible entre dos observaciones astronómicas ya programadas (este tipo de instalaciones suelen tener una agenda muy cargada con peticiones de todo el planeta) para buscar y captar a la Hayabusa 2 este pasado 20 de Noviembre a la sonda en su camino de aproximación a la Tierra.
La Hayabusa 2 sigue los pasos de su predecesora, la primera Hayabusa, que tuvo un viaje mucho más accidentado y cuyo regreso a casa fue casi milagroso, fruto del esfuerzo incansable de su equipo en tierra, que no dejé de superar desafíos y obstáculos de todo tipo con un tesón encomiable. Su sucesora, que aprendió de los errores pasados, vivió un viaje mucho más tranquilo, y además tendrá una vida extra, ya que en lugar de incinerarse en la atmósfera, muriendo en forma de brillante meteoro, maniobrará para esquivar nuestro planeta y sobrevivir para afrontar un nuevo destino.
Llega el gran momento del regreso.
Una réplica de la cápsula de muestra de la primera Hayabusa. La que enviará la Hayabusa 2 es aproximadamente del mismo tamaño.
El telescopio Subaru, en la cima de Mauna Kea, en Hawai.
En los años 70 del siglo pasado se llegó a la cima de la exploración lunar, y con ello también el principio de su final. Con las misiones Apolo por un lado y las sondas de superficie soviéticas por otro, los objetivos parecían cumplidos y, pese a ideas de construir basas habitadas que rondaban por las mentes de algunos, demasiado avanzadas para la tecnología de la época, la cosa terminó ahí. La Humanidad había puesto su pie en la superficie lunar, aunque fuera de forma fugaz, y el camino parecía haber llegado a su final.
Varias décadas después La Luna es de nuevo objeto de deseo, en buena parte por la irrupción de nuevas potencias que están recorriendo ahora el camino que las viejas hicieron en el pasado, lo que a su vez está haciendo reaccionar a estas últimas, que no se quieren ver superadas. Una reacción en cadena que nos lleva a una segunda era dorada de la exploración lunar, y que tiene en China su líder más claro, pero a los anuncios de los EEUU de regresar con vuelos tripulados en 2024. Está por ver si para entonces la potencia asiática no se ha sacado una nueva sorpresa de la chistera.
En esta nueva carrera, y hace unos días, despegaba la Chang´e 5 con el ambicioso objetivo principal de traer muestras de material lunar a la Tierra, emulando las misiones soviéticas del pasado. Hoy ya se encuentra en órbita alrededor de nuestro satélite y estamos a la espera, a falta de fechas oficiales, de que su módulo se separa de la sonda orbital y inicie su descenso hacia la llanura volcánica conocida como Mons Rümker, la zona elegida por los científicos chinos por su juventud geológica, mucho más que aquellas donde soviéticos y norteamericanos recogieron sus muestras, y por tanto con mayor potencial para mostrarnos la evolución de la Luna a lo largo del tiempo.
Una vez alunice se espera que el módulo recoja unos 2 kilogramos de material, que serán encapsuladas y dispuestas en un pequeño módulo situado en a parte superior del módulo de descenso. Entonces llegará el momento más delicado de todos, cuando esté primero despegará por su cuenta y se colocará de nuevo en órbita lunar, donde dos días después deberá reunirse con la sonda orbital para regresar a la Tierra. Poco después, una vez cerca de nuestro planeta, será lanzada hacia la atmósfera, para aterrizar finalmente de forma suave en algún lugar de Mongolia.
De lograrlo China habrá realizado un nuevo salto adelante, aún por detrás de los logros del pasado, pero cada vez cercanos. Es cuestión de tiempo en que los supere y los deje atrás.
La compleja misión lunar Chan-e-5, con el que busca repetir los éxitos soviéticos y afianzar su carrera espacial.
El lugar elegido.
A giant leap for China's space exploration. China Tuesday launched a spacecraft to collect and return samples from the moon, the country's 1st attempt to retrieve samples from an extraterrestrial body. #LunarProbepic.twitter.com/sxLQsrEJAX
This is video decoded from the 8455MHz high rate downlink @uhf_satcom received yesterday. All the work on the decoder and data analysis really paid off in the end!
Video shows solar panel of Chang'e-5 glistening in the sun and dust floating around. pic.twitter.com/FKc92kgskl
El pasado Marzo dejamos de poder hablar con ella, no por problemas con la sonda, que continúa activa a pesar de cargar ya con más de 40 años a sus espaldas, sino porque la única antena capaz de comunicarse con ella y enviarle comandos entraba en una compleja fase de mejora para poder seguir actuando de enlaje con un objeto que, recordemos, se encuentra ya mucho más lejos que Neptuno y Plutón y cuenta con una tecnología de los años 70. Al igual que dicha antena, que lleva en activo desde hace medio siglo. Era necesario mejorarla y así se hizo los últimos meses, pese a la actual situación pandémica.
El pasado 29 de Octubre, finalmente, la antena DSS43 de la estación de seguimiento de Camberra, envió de nuevo comandos a la Voyager 2, que llevaba meses sin contacto con la Tierra, y la sonda confirmó su recepción. Con ello se superaba una larga etapa de siete meses en que tuvo que funcionar de forma completamente autónoma, sin recibir señal alguna de nuestro planeta. Un viaje por el silencio que finalmente llegó a su final.
¿Porque depende la Voyager 2 de una sola antena para enlazar con la Tierra, si la Red del Espacio Profundo (DSN) de la NASA cuanta con tres complejos de esta clase? La respuesta es la orientación con la que la sonda se aleja de nosotros, apuntando hacia el sur con respecto al plano orbital del Sistema Solar. Eso implica que las antenas de California y Madrid están demasiado al Norte como para poder verla. Solo la de Camberra está lo suficientemente al Sur para ello, y de todas las diversas antenas, solo la DSS43 tiene la capacidad suficiente para comunicarse con la Voyager. Por tanto, al quedar fuera de servicio "por obras", también se cortó la linía de enlace. Solo podíamos escuchar con antenas más pequeñas, pero no responder.
Obviamente todos se dejó preparado para esta eventualidad, enviándole por adelantado todos los comandos que necesitaría ejecutar durante los meses de incomunicación, pero de haber ocurrido una eventualidad no prevista, como un fallo que la hiciera entrar en modo seguro, nadie había podido afrontar la situación, aparte de escuchar impotentes el posible final. Por tanto no fue un plan sin riesgo, pero era necesario hacerlo y así se hizo. Hemos llamado de nuevo a la Voyager 2 y contestó. Una de las más increíbles aventuras de la exploración espacial sigue adelante.
Operaciones de mejora de la antena de 70 metros de Camberra, la única con la cual podemos seguir comunicándonos con la Voyager 2.
La Voyager 2 se aleja de nosotros navegado hacia el sur de la Bóveda Celeste, por "debajo" del plano orbital. Eso limita a las antenas de Camberra, Australia, aquellas capaces de escucharla y hablar con ella.
La Red de seguimiento del espacio profundo dispone de tres grandes complejos de antenas, pero dos de ellas están en el hemisferio Norte. Solo Camberra está lo suficientemente al Sur para comunicarse con la Voyager 2
Un mundo como la Tierra vagando entre las estrellas.
Cuando pensamos en planetas, asumimos como algo normal que estén en órbita alrededor de una estrella, que forman parte de un sistema estelar más o menos amplio, y ciertamente esa es la realidad en la inmensa mayoría de los casos conocidos. Pero los modelos de formación planetaria también indica que no pocos deben flotar libres en el espacio interestelar, seguramente expulsados de su sistema planetario de origen en el inicio de su existencia por el caos gravitatorio y desplazamientos orbitales que deben ocurrir en esa fase temprana.
Nuestro Sistema Solar no es una excepción, y se cree que los gigantes exteriores, desde Júpiter hasta Neptuno, no orbitan al Sol en la misma región donde nacieron. Se desplazaron durante su juventud, y quizás provocaron la expulsión de algún planeta ahora perdido, tan lejos que seguimos sin descubrirlo (como el hipotético planeta 9) o directamente lanzado hacia las estrellas. No es una suposición, ya que estos últimos años se han descubierto varios de ellos, todos gigantes. Las tinieblas son un lugar concurrido.
Descubrirlos no es sencillo. No reflejan ninguna luz de su Sol, porque no tienen ninguno, y por tanto pueden ser casi tan gélidos como el espacio que los rodea, a no ser que sea tan grande que aún emita algo de radiación infrarroja acumulada durante su formación. Y por eso mismo técnicas como el tránsito o el movimiento orbital tampoco sirven. Son como fantasmas. La única forma efectiva para encontrarlos es con las llamadas microlentes gravitatorias, en que el paso de un planeta invisible por delante de una estrella vista desde la Tierra, provoca un pico del resplandor de esta última, ya que provoca un "efecto lupa" cósmico.
Y es gracias a ello que ahora hemos encontrado, o al menos es candidato a ello, el planeta errante más pequeño conocido, de la masa de la tierra o puede que incluso inferior, acercándose a la de Marte. Con la denominación técnica de OGLE-2016-BLG-1928 (en referencia al proyecto polaco de observación celeste OGLE), provocó un evento de unos 42 minutos, realmente fugaz a escala cósmica, lo que permitió deducir su pequeño tamaño. Igualmente se descartó que estuviera cerca de cualquier estrella conocida y que formara parte de su sistema planetario. Eso dejó un único escenario plausible, la de un planeta desligado de cualquier sistema y que flota libre en la galaxia.
El descubrimiento resulta interesante porque las actuales teorías sobre la expulsión de planetas de sistemas estelares, especialmente durante sus turbulentos inicios, indica que la mayoría deberían ser de tipo terrestre, más pequeños que nuestro planeta. El hallazgo refuerza esta idea, tan difícil de comprobar dada la dificultad intrínseca para encontrarlos, y con ello se abre un escenario donde existen otras Tierras, que no tuvieron la oportunidad de vivir bajo la cálida luz de un Sol, y ahora vagan por el océano estelar, congeladas en el tiempo, cubiertas por un manto eterno de oscuridad que durará hasta el final de los tiempos y bajo un cielo siempre lleno de estrellas. Una de ellas, quizás, la que un día la vio nacer.
El efecto de microlente gravitatoria que permitió este descubrimiento. El planeta errante cruzó por delate de una estrella de fondo, provocando un aumento en su resplandor.
Una galaxia llena de mundo perdidos.
Ahí fuera, en las tinieblas, viajan mundos sumidos en una noche eterna, que permanecerán congelados y silenciosos hasta el fin de los tiempos. Solo podemos imaginar como sería poner el pie en uno de ellos y mirar hacia Firmamento. An Earth-sized rogue planet discovered in the Milky Way
Revelando su caótico viaje y las señales de donde impactó por segunda vez.
Fue la historia de un éxito y al mismo tiempo un fracaso. Éxito porque por primera vez se logró aterrizar y transmitir imágenes desde la superficie de un cometa, fracaso porque las cosas no sucedieron como estaba previsto, no fue capaz de anclarse en el punto elegido para aterrizar, y en cambio salió despedida, volando de un lugar a otro antes de quedar atrapada en una pared que la atrapó antes de que terminara saliendo despedida de forma definitiva hacia el espacio. Teniendo en cuenta las circunstancias, que pese a todo pudiera trabajar y enviar datos científicos durante varios días, antes de que la batería se agotara al estar en la sombra y no poder captar luz solar, fue casi un milagro. Quizás sería mejor hablar de un fracaso con sabor a éxito.
A pesar de los varios cuatro años transcurridos, el estudio de lo que fue Philae y su legado continúa, especialmente intentado reconstruir su trayectoria. Sabíamos donde tocó por primera vez la superficie, así el lugar donde encontró su descanso defitivo, pero no donde ocurrió el segundo contacto, revelado por sus sensores. Puede parecer simple curiosidad, pero existía un motivo científico por el cual había tanto interés en encontrarlo, y ahora finalmente, en los amplios archivos de imágenes de la Rosetta, parece que hemos hallado el lugar.
"Philae nos había dejado con un último misterio esperando ser resuelto", dijo en un comunicado Laurence O'Rourke, de la ESA. "Era importante encontrar el segundo sitio de aterrizaje, porque los sensores indicaron que se había excavado en la superficie, muy probablemente exponiendo el hielo primitivo escondido debajo, lo que nos daría un acceso invaluable a hielo de miles de millones de años". Y esto es lo que hace tan valioso el hallazgo.
El lugar se encuentra a solo 30 metros del lugar de descanso final. O'Rourke y sus colegas determinaron que pasó casi dos minutos en el segundo sitio de aterrizaje, golpeando la superficie al menos cuatro veces diferentes en el proceso. Todo ello dejó al descubierto material escondido debajo de la superficie que no se había visto en ningún otro lugar del cometa. Un de los puntos de impacto dejó un agujero de unos 25 centímetros de profundidad, lo que delata lo blando que es este cuerpo celeste, más esponjoso que un baño de burbujas o la que se forma en las crestas de las olas del mar. Todo esto permitió a los astrónomos calcular una porosidad del 75%, lo que significa que el 75% es espacio vacío. Un dato más que interesante.
Nos dejó hace años y duerme ahora para siempre en la fría superficie del cometa Churyumov-Gerasimenko, pero ahora nos dio su último regalo, su último legado. Que descanses, pequeña Philae, y gracias por todo.
Recreando el viaje de Philae.
Los datos enviados durante su "vuelo" a través del cometa y durante el segundo impacto.
El lugar de descanso de Philae, aferrado a una pared y casi en vertical. Desde esa incomoda estuvo enviado imágenes y datos, aunque no pudo tomar muestras.
Desveladas por primera vez las coordenadas elegidas para el aterrizaje del rover Tianwen 1.
Seguir la carrera espacial china no es tarea sencilla, ya que su política de comunicación es del todo menos transparente, nada extraño conociendo su sistema político. La información llega a cuentagotas, y en ocasiones se guardan detalles de una misión que solo salen a la luz a posteriori. Y su primera misión interplanetaria, con el ambicioso objetivo de poner una sonda en órbita alrededor de Marte y, en un salto aún más adelante, un rover en la superficie, no es una excepción. Sabemos muchas cosas de este proyecto, pero no todo. Y en esto último cuando y donde se producirá este intento por tocar el planeta rojo.
Conocemos, eso si, que Utopia Planitia, la inmensa llanura situada en el hemisferio Norte de Marte, posiblemente una gigantesca cuenca de impacto que en tiempos pasados pudo estar cubierta por las aguas, y el lugar donde aterrizó la Viking 2 hace más de 40 años, era el destino elegido, ya que en el confluyen condiciones de seguridad óptimas con un notable interés científico. Pero Utopia es inmensa, varios miles de kilómetros de diámetro, por lo que seguíamos básicamente a oscuras. Ahora, sin embargo, un artículo publicado en el medio oficial China Space News parece haber desvelado el misterio, señalando un punto situado a 110.3 grados este y 24.7 grados norte, al sur, por tanto, de la Viking. Curiosamente el dato fue editado posteriormente en las ediciones online, lo que indica que se filtró por error.
"El área parece proporcionar un lugar relativamente seguro para un intento de aterrizaje, pero también es de gran interés científico", según Alfred McEwen, director del Laboratorio de Investigación de Imágenes Planetarias de la Universidad de Arizona e investigador principal de la poderosa cámara HiRISE, en la Reconnaissance Orbiter, y que describió el lugar como el típico sur que podemos encontrar en el sur de Utopía Planitia, y agregó que es "en su mayoría es plano y liso, pero con cráteres, crestas eólicas y algunas rocas".
El área parece estar cubierta por corrientes de lodo, por lo que puede haber existido antigua agua subterránea, y esta podría ser una ubicación interesante para estudiar con un rover". Hay que recordar que el Tianwen 1 está esquipado con un radar para estudiar el subsuelo, como ocurre con el Chang´e 4, que está trabajando actualmente en la cara oculta de La Luna.
Como siempre, cuando se habla del gigante asiático, solo tendremos una respuesta definitiva el día en que la Tianwen 1 toque Marte. Y, siendo la primera vez que lo intenta, solo queda esperar que tengamos la oportunidad de conocerlo de verdad.
Utopia Planitia visto por la Viking 2, que aterrizó ahí en 1976. Se puede observar, en las dos últimas, escarcha de hielo, una mezcla de agua y dióxido de carbono, que aparecía al llegar el Invierno.
Utopia Planitua, una gran llanura al norte del planeta rojo, ideal para aterrizajes medianamente seguros y que cuenta, además, con un notable interés científico.
Cuenta atrás para el primer intento de aterrizaje en otro planeta por la creciente potencia china.
Observando nuestro mundo desde estrellas cercanas.
El método actual más utilizado para el descubrimiento de nuevos exoplanetas es el del llamado tránsito, que básicamente es detectar aquellos que se mueve por delante de su estrella vistos desde la Tierra. Eso limita mucho el porcentaje que se pueden descubrir del total existente, ya que es cuestión de suerte que el plano orbital de un sistema planetario esté orientado exactamente mirando hacia nosotros, pero sigue siendo el más efectivo y sencillo para lograrlo. Y con el tiempo, con telescopios suficientemente potentes, también será la forma con que se pueda analizar las atmósferas de esos mundos en búsqueda de señales de vida.
Eso de la Tierra hacia las estrellas. Pero pongámonos en una situación inversa ¿desde cuantos sistemas estelares tendríamos la posibilidad de detectar a nuestro planeta mediante tránsito y capaces de detectar señales de actividad biológica en su atmósfera? O, puestos a imaginar, por los habitantes de civilizaciones quizás no mucho más avanzadas que nosotros? Es una pregunta ciertamente curiosa, y un reciente estudio, liderados por Lisa Kaltenegger, profesora asociada de astronomía en la Facultad de Artes y Ciencias y directora del Instituto Carl Sagan de Cornell; y Joshua Pepper, profesor asociado de física en la Universidad de Lehigh, han dando una respuesta.
Utilizando los datos del telescopio orbital TESS, que se dedica precisamente a la caza de mundos en otros soles, han dado una cifra: Existen 1004 estrellas en un radio de 33 años luz, situadas en la secuencia principal, muchas parecidas al Sol, y con posibilidades de disponer de planetas habitables, desde las cuales se podría detectar a la Tierra cruzando por delante del Sol, así como revelar la composición de su atmósfera. "Sólo una fracción muy pequeña de exoplanetas se alineará aleatoriamente con nuestra línea de visión para que podamos verlos transitar", comenta Joshua Pepper, "pero todas las mil estrellas que identificamos en nuestro artículo en el vecindario solar podrían ver a nuestra Tierra transitar, llamando su atención".
No deja de ser un ejercicio curiosos, intentar plantear un escenario visto de forma inversa, que además puede ayudar a la planificación de las actividades de futuros telescopios, como el James Webb, pero no deja de ser interesante saber que ahí fuera, en 1004 lugares del firmamento, podría haber alguien intentando saber de nosotros tanto como nosotros queríamos saber de ellos.
Los espías de la Tierra.
El telescopio TESS, clave en la actual "caza" de otros planetas.
Los tránsitos planetarios son el mejor método actual para descubrir y desvelar detalles de mundos en otras estrellas. Y lo mismo se podría aplicar para la Tierra desde otros sistemas planetarios.
Se cumplen 45 años de las primeras imágenes desde la superficie de otro planeta.
Hoy día alcanzar esa hostil superficie se ve como un reto mayúsculo, y en cierta forma se considera que no vale el esfuerzo necesario, al menos de momento. Marte nos llama mucho más (y su ambiente, tan duro, sigue siendo paradisíaco en comparación al venusiano) y La Luna obviamente más sencilla y cercana. Sin embargo hace media década se convirtió en la meta principal de la desaparecida URSS, y donde logró sus mayores triunfos, en contraste con la "maldición marciana" que la perseguía en sus intentos de lograr lo mismo en el planeta rojo y donde siempre se estrelló.
Por todo ello no resulta extraño que los únicos aterrizajes logrados en Venus, y que sobrevivieron lo suficiente para enviar una cantidad significativa de datos e imágenes, sean soviéticas. Y sería el 20 de Octubre de 1975 cuando la Venera 9 se convertiría en la primera sonda en posarse y fotografiar ese infierno planetario, y por extensión, la primera en enviar imágenes desde otro planeta. Exactamente a las 05:13:07 UT y a unos 7 metros por segundo, cuando el sistema de aterrizaje impactaba y absorbía la fuerza del impacto contra la superficie.
Suficiente al menos para sobrevivir, aunque no sin sufrir algunos daños, como por ejemplo una de las cubiertas que protegían sus dos cámaras. Eso impidió lograr una panorámica de 360º, y nos tuvimos que conformar con otra de 180º, que es la que ha pasado a la historia como la primera visión desde otro mundo (sin contar La Luna). Reforzada tanto como era posible y con un sistema de refrigeración que redistribuía el calor mediante la circulación de un fluido, la Venera 9 sobrevivió a la aplastante presión y sobrecogedor calor reinante (unos 485 Cº ) durante 53 minutos, hasta que finalmente sucumbió al infierno y se hizo el silencio.
Su viaje sin retorno ofreció los primeros datos in situ de Venus. Midió el grosor de la capa de nubes durante el descenso, que se extendían hasta unos 30-40 kilómetros por encima de la superficie, detectando elementos como hidrocloros, ácido fluorhídrico, bromo, o yodo. Ya en tierra observó más luz de lo que esperaba, equivalente a un día nublado de Verano en la Tierra, en lugar de la oscuridad esperada. La Venera 9 se posó en una superficie inclinada unos 20º (posiblemente parte del valle tectónico de Aikhulu Chasma), cubierta de rocas de unos 30-40 centímetros, sin señales de erosión ni de presencia de polvo en suspensión, aunque si de sombras, fruto de esa inesperada iluminación.
Venera 9 sería abriría el camino a otras Veneras, hasta la 14, la última en lograrlo, todas ellas con suerte diversa. Por ejemplo, las cámaras de la 11 y 12 fallaron, repitiéndose un problema con la expulsión de las tapas de protección que afecto a todas ellas, aunque si enviaron datos, mientras que la 10, 13 y 14 repitieron la hazaña. Las Vega 1 y 2, una especia de sucesora de las Veneras, lanzadas con la meta de sobrevolar el cometa Halley, pero que enviaron cápsulas de aterrizaje cuando pasaron cerca de Venus, enviado datos aunque no imágenes.
Desde entonces no hemos regresado, siendo todo la exploración desde la órbita y mediante cartografía por radar. Ojalá este aniversario, así como el del resto de Veneras, deje un día de ser un hecho puntual en la historia de la exploración planetaria.
El gran viaje de la Venera 9.
Imágenes "en bruto", tal cual llegaron de Venus. La distancia, duro ambiente y limitaciones tecnológicas hicieron que, en comparaciones a las actuales, parezcan anticuadas y de ínfima calidad, cosa que ciertamente es así, ya que estamos hablando de 1975. Pero fueron las primeras.
Las Veneras, las sondas que viajaron a un infierno planetario. Las sondas permanecieron en órbita, mientras que los módulos de aterrizaje, encapsulados en la gran esfera que vemos en la parte superior de la segunda imagen, fueron las que se dirigieron al encuentro del ambiente más hostil del Sistema Solar.
Los lugares de los aterrizajes exitosos de las Veneras y las capsulas de las Vega.
Hoy día las Veneras son un recuerdo abrasado de que un día aterrizamos en Venus.
Confirmada la captura de material por parte de la OSIRIS-Rex.
Estábamos a la espera de la confirmación del éxito (o fracaso) del primer intento de capturar material del asteroide Bennu. Las imágenes previas confirmaba que la operación, al menos por lo que respecta a las maniobras de la sonda, se había sucedido tal como estaba previsto y que su brazo robótico, en el extremo del cual se encuentra la parte visible del capturador de muestras, había tocado la superficie, se había disparado el chorro de gas nitrógeno para levantar partículas y pequeñas piedras con el objetivo de facilitar el proceso, y se había alejado rápidamente a una altura segura. La OSIRIS superó la prueba y estaba en perfecto estado.
¿Pero se había capturado material? Las imágenes llegadas dos días después, el 22 de Octubre, parecen haber dado una respuesta, que es positiva. Quizás incluso más de la cuenta, porque se aprecia una ligera perdida de partículas fruto de que se capturo tanto que parte de la "tapa" que cierra el recolector no esta del todo cerrada a causa de la presencia de piedras más grandes. Eso obligará a proceder con cuidado a la hora de maniobras y proceder a su almacenaje, para evitar más pérdidas. "Aunque es posible que tengamos que movernos más rápido para almacenar la muestra, no es un problema grave. Estamos muy emocionados de ver lo que parece ser una muestra abundante que inspirará a la ciencia durante décadas más allá de este momento histórico", comunicó Thomas Zurbuchen, administrador adjunto de la NASA.
El equipo de OSIRIS-Rex cree que se ha recolectado más que suficiente y está en camino de almacenarlo lo más rápido posible. Las imágenes también muestran que cualquier movimiento de la sonda y el instrumento TAGSAM (la capturadora de material) podría provocar una mayor pérdida, por lo que se decidió renunciar a una maniobra prevista y con la cual se esperaba medir el cambio de masa resultante, y un encendido de los impulsores, para este pasado 24 de Octubre y con el cual se quería acelerar ligeramente a la OSIRIS. Así se espera mantener la fuga bajo control mientras se procede a su almacenaje seguro en la cápsula de retorno.
"Estamos trabajando para mantener nuestro propio éxito, y mi trabajo es devolver con seguridad una gran muestra de Bennu", explica Dante Lauretta, investigador principal de OSIRIS-Rex "La pérdida de masa me preocupa, por lo que recomiendo encarecidamente al equipo que guarde esta preciosa muestra lo más rápido posible". Las estimaciones señalan que se deben haber capturado mucho más de los 60 gramos que se marcaba como meta mínima para dar la operación por cumplida, por lo que existe un amplio margen pese a la fuga para trabajar.
Se puede decir que OSIRIS-Rex se vio algo superada por su propio éxito, logrando mucho más de lo esperado, algo que cuando se juega con parámetros tan precisos es tanto un triunfo como un problema. Todo apunta que al final será lo primera, y que pronto veremos a la sonda de regreso a casa con su preciosa carga. Y habiendo superado un pequeño problema de indigestión.
No es la primera ocasión en que una sonda toca de forma directa a un asteroide, y ahí está la Hayabusa 2, actualmente de camino a la Tierra, para recordarlo. Pero el simple hecho de conseguirlo, de ser testigos como uno de nuestros exploradores no solo observa de cerca otro mundo, sino que literalmente se acerca tanto que puedo entrar en contacto para tomar muestras, es tan extraordinario y emocionante como si fuera la primera vez. Son tantos los factores en juego, tantas cosas que pueden ir mal, que seguir escuchando a la sonda después de semejante odisea, realizada de forma completamente autónoma, es un momento electrizante. Y los integrantes del equipo humano detrás de la misión OSIRIS-Rex vivieron el suyo recientemente.
Fue este pasado 21 de Octubre cuando la sonda recibió la orden de ejecutar una de las maniobras más complejas y delicadas imaginables, el descender lentamente hacia la superficie del asteroide Bennu hasta realizar contacto con ella mediante su brazo de recolección de muestras, y después de unos pocos segundos, ascender de nuevo antes de que la propia nave terminara cayendo de forma irremediable y fatal. Todo ello rodeada de una nube de escombros levanta por la expulsión de gas nitrógeno por parte de la propia OSIRIS, con el objetivo de capturar algunos de ellos. Solo se disponen de tres pequeños depósitos de este gas, y por tanto tres son los intentos que se tiene para lograr la captura.
Aunque los datos enviados por la sonda en un primer momento ya confirmaron el contacto, las imágenes llegaron hoy, mostrando hasta que punto la llegada de la sonda a este región de Bennu, conocido como Nigthingale, creo un verdadero caos, lo que es la mejor de las noticias, ya que implica que todo funcionó como debería y el terreno era lo suficientemente poco cohesionado para poder "reventarlo" con el disparo de gas Nitrógeno y generar una lluvia de partículas y pequeños fragmentos alrededor del colector de muestras, lo que aumenta mucho las posibilidades de que, efectivamente, se haya "pescado" material de Bennu.
Deberemos esperar un poco para saberlo. Fotografías directas del colector (TAGSAM) y mediciones de su masa actual, que puede revelar cuanta, si alguna, cantidad de material se encuentra en su interior, deberán darnos una respuesta, aunque en principio, viendo las imágenes, podemos ser optimistas. Si es el caso, la OSIRIS-Rex se unirá al selecto grupo de las sondas que lo han conseguido, de momento integrado solo por las japonesas Hayabusa y Hayabusa 2. Si no es el caso, aún quedarán dos oportunidades más.
Congratulations to the entire @OSIRISREx team and all of @NASA’s partners on this mission! We are on the way to returning the largest sample brought home from space since Apollo. If all goes well, this sample will be studied by scientists for generations to come! https://t.co/rdNtObIxht
BepiColombo completa su primer sobrevuelo del planeta.
Tal y como estaba previsto, y cumpliendo su plan de vuelo a la perfección, la misión europea-japonesa a Mercurio completó el primero de los dos sobrevuelos del gemelo terrestre, pasando a poco más de 10.000 kilómetros de distancia y recolectando todo tipo de datos científicos al activarse siete de los once instrumentos científicos con los que la sonda (o las dos sondas, siendo más precisos) está dotada. Dentro de un año se encontraran de nuevo, esta vez a solo 500 kilómetros de distancia, por lo que se podrán obtener entonces observaciones más amplias y profundas.
Evidentemente todo este encuentro estaba marcado por el polémico descubrimiento de fosfina en la atmósfera venusiana y su potencial origen biológico, y deberemos esperar a que se analicen todos los datos reunidos para tener alguna posible conclusión, aunque estamos hablando de mediciones tan al límite de la capacidad de la BepiColombo que es posible que en esta ocasión no de hubiera detectado nada, y debamos esperar al encuentro de 2021. Tendremos que esperar noticias.
Fuera de esta problemática, destacó también la oportunidad de combinar estas observaciones con los de la sonda japonesa Akatsuki, actualmente en órbita venusiana, en un momento en que esta última estaba, a causa de su órbita elíptica, a unas 30 veces más lejos de Venus que BepiColombo en el momento de mínima distancia al planeta, por lo que se tuvo la ocasión de observar las mismas cosas desde dos puntos de vista diferente. Una oportunidad de oro que las gentes de la JAXA (Agencia Espacial Japonesa) sacaron partido, añadiendo a estos dos visiones la del observatorio orbital Hisaki y numerosos observatorios en tierra.
De esta forma se cumple una nueva etapa en el largo camino de la BepiColombo hacia Mercurio, un viaje a las profundidades del pozo gravitatorio solar que no es sencillo si uno quiere algo más que un paso fugaz sobre el objetivo. Justo al contrario, esta misión aspira a dejar en órbita alrededor de este planeta a dos sondas, una europea y otra japonesa. Y para ello es necesario unos parámetros de velocidad y trayectoria que solo se pueden conseguir con estos encuentros.
Aproximándonos a Venus, a través de una de las cámaras de monitorización de la sonda. Parece desplazarse inicialmente hacia arriba a causa de que la propia sonda está girando para apuntar al planeta que se aproxima. La distancia se mueve entre los 600.000 y los 400.000 kilómetros.