Desde su llegada al reino del "señor de los anillos" planetario, hace ya 9 años, hemos estado viviendo una auténtica revolución...ya se había visitado este mundo extraordinario, pero aquellas que la precedieron solo pudieron estudiarlo durante varias semanas, unos pocos días en su fase de máxima aproximación, para seguir su viaje hacia las estrellas. Estas breves visitas ya dejaron intuir lo que allí se escondía, por lo que era inevitable pensar que la primera sonda que lo visitara y permaneciera en órbita durante no ya días y semanas, sino años, nos abriría las puertas a un auténtico país de las maravillas. Y realmente así ocurrió cuando Cassini empezó su aventura.
A lo largo de esta casi década nuestro conocimiento de Saturno y sus lunas no solo creció de forma exponencial en el espacio, desde la compleja estructura de los anillos hasta la enigmática naturaleza de Titán y Encelado, sino también en el tiempo, al permitir contemplar los cambios que en ellos se producen, y con ello acceder a una pieza clave para entenderlos que una única visión fugaz, por detallada que sea, nunca podra ofrecer. Y el último descubrimiento de Cassini en relación a Encelado es un claro ejemplo de esta exploración temporal
Fruto de una serie de observaciones realizadas entre los años 2005 y 2005 mediante el instrumento VIMS, un espectrómetro capaz de analizar en el rango de infrarrojos y en el de la luz visible, Cassini nos desvela por primera vez como sus famosos geisers presentan claros ciclos de actividad, reduciéndose al mínimo cuando esta en el punto de mínima distancia a Saturno y activándose de nuevo cuando aumenta la distancia, en un ciclo aparentemente regular causado por la fuerza gravitacional del planeta, que reduce las aperturas por donde escapa el material del subsuelo de Encelado en los momentos de máxima intensidad. "Los chorros de Encelado aparentemente funcionan como una aspersor para jardín", explicó Matt Hedman, autor principal del estudio y miembro del equipo científico de Cassini. "Las toberas están casi cerradas cuando Encelado está más cerca de Saturno y más abierta cuando la luna está más alejada. Creemos que esto tiene que ver con cómo Saturno aprieta y suelta la luna con su gravedad".
Quizás lo más importante de este comportamiento y como los geisers reaccionan a los cambios en la tensión que sufre Encelado es que refuerza la idea de la existencia de un océano de agua líquida por debajo de la superficie helada, una masa líquida donde al calor que lo mantiene en ese estado se le añade, tal como detectó Cassini en sus numerosas sobrevuelos, materia orgánica, es decir todos los elementos básicos para la vida tal y como la conocemos.
Resultado de una campaña de observación que se extendió a lo largo de buena parte de su misión, representa para Cassini, a solo 4 años de su destrucción final, su último gran descubrimiento en lo que respecta a Encelado. Sus caminos aún se cruzarán varias veces antes del fin y nuevos datos se añadirán a lo que ya sabemos sobre esta luna extraña, pero el siguiente gran paso está reservado para aquellos exploradores, robóticos o humanos, que en un futuro a largo plazo puedan llegar hasta el, atravesar su corteza y mirar por primera vez lo que allí se esconde. Un Océano de agua, calor y materia orgánica posiblemente les espera. Y las posibilidades que ello implica son tan inquietantes como maravillosas.
La evidente diferencia de actividad en Encelado dependiendo de su posición orbital.
Las conocidas como"Rayas de Tigre", en el hemisferio sur de Encelado. En ellas se abren y cierrar las toberas por donde escapan al espacio chorros de partículas de agua helada y materia orgánica.
Este descubrimiento refuerza la idea de la existencia de un gran océano de agua líquida o como mínimo grandes acumulaciones de ella, lo que convierte a esta pequeña luna en el lugar más prometedor para encontrar vida en otro lugar del Sistema Solar.
NASA's Cassini Sees Forces Controlling Enceladus Jets
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