La mayor parte de las fotografías de la superficie de Marte tomadas desde la órbita nos transmiten la sensación de estar ante algo seco, aburrido, donde poco o nada a cambiado a lo largo del tiempo dejando de lado los ocasionales impactos que van dejando su huella. Observar unas pocas de ellas, a no ser que apunten hacia alguna zona especialmente interesante (como los volcanes de Tharisis, los casquetes polares o los grandes valles) serían suficientes para convencer a muchos de que es un mundo tan muerto como La Luna, que no merece la pena el esfuerzo técnico y presupuestario que representa llegar a hasta el.
Pero para unos ojos más expertos esas mismas desoladas tierras adquieren profundidad temporal, llenas las huellas de acontecimientos pasados y épocas más benignas. Señales que la mayoría pasaríamos por alto pero que para los científicos planetarios son como un libro abierto, y motivo por el cual el trabajo de sondas orbitales como la Mars Reconnaissance Orbiter resulta tan importante para ir desvelando las páginas escondidas de la historia marciana.
La Mars Express nos ofrece un buen ejemplo de esta búsqueda de signos de tiempos pasados en paisajes que inicialmente pueden parecer desiertos estériles y vacíos de todo interés. Tomadas el pasado 15 de Enero estás imágenes, formando una amplia panorámica, nos muestra una región, aún sin nombre oficial, situada a unos pocos grados al sur del ecuador en las tierras altas de Marte, aparentemente sin mayor interés. La realidad, como veremos, es muy diferente.
El cráter de 34 kilómetros de diámetro situado en la esquina superior derecha de la imagen principal llama la atención por su caótico interior, donde se pueden distinguir amplios bloques planos conocidos como Mesas, junto a otras formaciones más pequeñas y paralelas, resultado de la acción del viento y que se conocen como Yardangs. Ambas fueron tallados en la capa de sedimentos que originalmente ocupaba el fondo del cráter, depositada durante las inundaciones que asolaron esta región. Con el paso del tiempo, la erosión retiró los sedimentos más débiles, dejando el material más resistente formando el patrón de bloques que podemos ver hoy en día. Un pequeño y serpenteante canal fluvial en la parte inferior derecha del cráter nos recuerda nuevamente que el agua tuvo una presencia activa en la región.
A la izquierda, a unos 20 Kilómetros de distancia, distinguimos la débil silueta de un antiguo cráter, desaparecido casi por completo, pero donde se siguen apreciando los restos de un gran canal que fluía a través de él y hacia el cráter situado en el centro de la imagen, donde encontramos otro canal, y un cráter más pequeño cuyo borde podría haber colapsado cuando los sedimentos inundaron el de mayor tamaño.
Siguiendo nuestro camino, y justo por debajo y a la derecha, encontramos uno de los cráteres más profundos de la región, donde se produjeron numerosos corrimientos de tierras, causados probablemente por la acción del agua, que habría debilitado sus paredes. Al desprenderse, las rocas dejaron su marca en las paredes interiores, y ahora yacen acumuladas en el fondo.
Finalmente, en la parte inferior izquierda se encuentra un grupo de 3 cráteres conectados entre sí y llenos de una capa lisa de sedimentos. Dentro de uno de ellos se encuentra otro más pequeño, rodeado por una capa de escombros de un tamaño considerable, una serie de lóbulos que recuerdan a los pétalos de una flor. Los materiales arrancados por el impacto estaban mezclados con agua líquida, lo que permitió que fluyesen por la superficie del planeta y adquirieran este aspecto tan característico.
Si volvemos de nuevo al cráter donde empezamos este viaje encontramos señalas de otro gran agente que dio forma a esta región, las erupciones volcánicas como delata la oscura capa de finas cenizas que lo ocupan y que podrían proceder de la región volcánica del Elysium, situada más al noreste. Las cenizas fueron esparcidas por el viento con el paso del tiempo, pero la erosión las dejó al descubierto en varios lugares.
Nada mal para una región que, en un primer momento, poco o nada nos transmitía...y es que la exploración de Marte se trata precisamente de esto, saber extraer de un paisaje aparentemente vacío las innumerables huellas que, como vemos en este caso ejemplar, están por todas partes, casi invisibles a menos que sepas que estás buscando. Un auténtico trabajo de detectives en el frío desierto del planeta rojo.
El principal objeto de interés: Un cráter con un interior caótico, fruto de la erosión de la capa de sedimientos que una vez lo llenó y que había sido depositada por una gran inundación. El canal fluvial, que vemos en la parte inferior, es otro indicio del fluir del agua. Por otro lado la ceniza volcánica le da un notable color oscuro.
La segunda señal de lo que aquí ocurrió: Un antiguo cráter ya casi borrado por completo, pero donde podemos apreciar el canal fluvial que una vez cruzó por el.
3º etapa: Un gran cráter notablemente erosionado dondo podemos aprenciar tanto la presencia de un canal como de un cráter más pequeño que presenta una cierta deformación. El colapso del borde cuando los sedimentos inundaron el cráter de mayor tamaño.
4º etapa: El cráter más profundo de la región, que presenta numerosos corrimientos de tierras, causados probablemente por la acción del agua.
Mapa topográfico de la región.
Agua en un desierto de Marte
2 comentarios:
Como la arqueología en la Tierra , la geología marciana nos muestra erla pasado de Marte . ....
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