Se los conoce por diversos nombre, entre los que encontramos tan extraños como espectros rojos, duendes, espíritus o elfos. Y hasta cierto punto tiene un sentido real, ya que al ser tan huidizos y difíciles de captar que están rodeado de un halo de misterio, casi como si fueran algo sobrenatural. Evidentemente no lo es, sino que estamos ante uno de los fenómenos atmosféricos más curiosos que nos ofrece nuestro planeta, pero que situados cerca de las fronteras de la atmósfera, por encima de las grandes tormentas, verlos en toda su amplitud resulta ciertamente complicado.
Con el objetivo de lograr registras estas descargas eléctricas a gran altura, que se proyectan hacia el exterior casi como la contrapartida a las que se dirigen a la superficie, el astronauta de la ESA Andreas Mogensen se le asignó la tarea de, durante su estancia en la ISS, de internar de fotografiar este tipo de tormentas con la cámara más sensible de la que disponía la Estación Espacial. La baja órbita de esta última era perfecta para realizar una campaña de esta clase. Y la caza de estos fugaces y enigmáticos fenómenos eléctricos, de estos chorros azules como también se les conoce, fue ciertamente fructífera.
El Instituto Nacional del Espacio de Dinamarca ha publicado recientemente los resultados, que confirman la aparición de numerosos destellos azules a unos 18 km de altitud, incluyendo un chorro azul parpadeante que llegó a alcanzar nada menos que los 40 km. Especialmente destacable resultó un vídeo de 160 segundos, tomada sobre una tormenta ocurrida en la Bahía de Bengala, y durante el cual se captaron nada menos de 245 de esos destellos. Todo un espectáculo de luz que suele pasar inadvertido, ocultas por las propias tempestades que las generan, que muestran hasta que punto la parte superior de estas torres nubosas llamadas Cumulonimbos son escenario de una actividad espectacular. Son ejemplos de una parte poco comprendida de nuestra atmósfera.
"No todos los días se puede registrar en película un nuevo fenómeno meteorológico, así que estoy encantado con el resultado y, sobre todo, con que la idea de que los investigadores pronto podrán estudiar estas misteriosas tormentas eléctricas con mayor detalle", explica Andreas Mogensen. Y es que campañas como esta nos recuerda otra de las facetas de la ISS, además de ser un laboratorio en órbita. Y es como una plataforma de observación y estudio de la Tierra absolutamente privilegiado. De un planeta, como vemos, aún llenos de sorpresas, de espectros eléctricos bailando sobre las nubes.
Los extraños "habitantes" de la alta atmósfera.
El techo de un Cumulonimbos, que deja de crecer verticalmente cuando alcanza el límite de la Troposfera y la Estratosfera, ya que en esta última los movimientos en vertical son mucho más limitados, lo que la convierte en un muro para las formaciones nubosas. Pero es también el punto de partida de una serie de descargas eléctricas que se mueven mucho más allá, en dirección al espacio.
Chorros azules desde la Estación Espacial Internacional
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