La exploración del Universo lejano permite imaginar como era la joven Vía Láctea.
Mirar hacia el espacio profundo significa ir más allá de las mismas fronteras del tiempo, adentrarse en reinos que existieron en un pasado remoto y de los que ya solo queda la luz que emitieron hace miles de millones de años, y lo que es más importante, ver los ecos de procesos que tuvieron lugar en el principio de los tiempos y dieron forma a nuestro presente, observando como nacieron y evolucionaron de las primeras galaxias. Y por extensión de la nuestra.
A medida que nuestro conocimiento sobre el Universo lejano se amplia, también lo hace nuestra visión de como pudo ser la Vía Láctea en su juventud, cuando aún estaba en plena formación y ardía con el resplandor del nacimiento de miles de soles. La vemos con nuestro ojos en el firmamento nocturno, como una tenue banda luminosa que cruza la Bóveda Celeste de un extremo a otro, así como su aspecto real a través de las miles de fotografías, de todo tipo y calidad, que cada año se toman de ella. ¿Pero y si viajáramos 11.000 millones de años atrás en el tiempo?¿Como sería entonces su rostro celeste?
A partir de lo que sabemos de la evolución galáctica, en buena parte gracias al trabajo de telescopios como el Hubble, que han observado galaxias de todo tipo en diversas fases de su evolución, podemos hacernos una idea más o menos clara de la historia de la Vía Láctea. Y proyectándolo en la Bóveda Celeste, dar respuesta a esa pregunta en forma de la comparativa que tenemos en la imágen superior.
En primer lugar tenemos el cielo actual, dominado por el blanco resplandor de innumerables estrellas de mediana edad de la Vía Láctea. Podemos ver la "contaminación" interestelar en forma de amplias nubes de polvo, especialmente alrededor de su núcleo, así como algunas nebulosas brillando en colores, lugares donde la formación estelar sigue ocurriendo. Miles de estrellas aparecen como puntos de luz en todo el cielo.
Y en segundo lugar el imaginario firmamento de un planeta desconocido (ya que La Tierra no existía) de hace 11.000 millones de años. El cielo nocturno se ve notablemente diferente al actual. El disco de la Vía Láctea y su abultamiento central de estrellas son más pequeños y más tenues debido a que la galaxia está en una fase inicial de construcción. Todo parece estar en llamas, envuelto en "una tormenta de fuego" de nueva formación estelar, con innumerables nebulosas rosadas brillando por las estrellas todavía envueltas dentro de sus capullos natal. El puñado de estrellas ya visibles en el cielo nocturno son azules y brillantes porque son jóvenes.
No deja de ser una proyección posible, basada en lo que sabemos y observamos en las profundidades del espacio y del tiempo, de como pudo ser La Vía Láctea en su más tierna infancia, cuando aún estaba naciendo y ardía con la desbocada energía estelar de su incipiente juventud.
Una imágen de la evolución de galaxias similares a la Vía Láctea a lo largo del tiempo. El tono azulado dominaba en durante sus primeras etapas, fruto de estrellas jóvenes y masivas, mientras que un tono amarillento/rojizo se impone cuanto más nos aproximamos al presente, con la existencia de una población estelar más envejecidas.
La Vía Láctea presente, el resultado de un proceso de nacimiento, crecimiento y evolución que intentamos comprender profundizando en el espacio y el tiempo.
Hubble Reveals First Scrapbook Pictures of Milky Way's Formative Years
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