jueves, julio 28, 2016

Tempestad galáctica

¿Pudieron las Nubes de Magallanes haber colisionado en el pasado y hacerlo de nuevo en el futuro?

Aunque conocidas tardíamente por las gentes del Hemisferio Norte, motivo por las cuales llevan el nombre del primero europeo que las pudo observar y testificar su existencia, el navegante Fernando de Magallanes, son actualmente una de los objetos celestes visibles a simple vista más conocidos y espectaculares de nuestro firmamento, especialmente para los habitantes del Sur, que disponen del privilegio de tenerlas siempre presente en sus noches como dos tenues manchas luminosas, como si de dos fragmentos de la Vía Láctea que se hubieran separado de ella se tratara. Y en parte así es. No son partes de nuestra galaxia, pero si objetos galácticos. Dos galaxias enanas, suficientemente cerca y suficientemente grandes para ser observables a ojo desnudo. Solo la de Andrómeda, mucho más lejana, pero también mucho más grande, comparte este curioso honor.

Si la Vía Láctea fuera una gran ciudad, la Gran Nube de Magallanes sería como una ciudad del extrarradio, a la sombra de la metrópolis pero a pesar de ello con cierta entidad propia, con sus 30.000 millones de habitantes. La Pequeña Nube, por su lado, sería como un pueblo con aspiraciones a ser considerada algo más, con unos pocos miles de millones de estrellas. Pero tanto una como otra atrapadas y deformadas por la cercana influencia de nuestra galaxia, aunque quizás no atrapadas como satélites, tal como se creía firmemente hace tiempo. Hoy día existen dudas sobre si están permanentemente ligadas a nosotros o solo están "de paso". Pero tanto en un caso como en otro, estar tan cerca pasa factura. 

Sin embargo su historia podría ser aún más compleja. Recientes imágenes muestran una tenue corriente de estrellas que se extiende hacia el este desde la periferia norte de la Gran Nube, como si algo las hubiera arrancado de su hogar y dispersado en forma de un río estelar. La asunción inicial es que era fruto de las fuerzas de marea de la Vía Láctea, que no dejan de "retorcer" a la cercana galaxia, pero ahora un equipo dirigido por Gurtina Besla (Universidad de Arizona) han presentado un nuevo estudio, con fuertes evidencias a  favor de una teoría alternativa: Y si esta corriente estelar se debe a interacciones repetidas entre la Gran y la Pequeña Nube de Magallanes?  Y si en lugar haber mantenido su independencia desde su nacimiento, han protagonizado una serie de encuentros/colisiones de las que ahora mismo podemos solo ver el eco resultante?

Una de las evidencias más fuertes de que no se trata del efecto de las mareas de la Vía Láctea, y que por tanto fortalece la única alternativa viable, es decir la de los encuentros entre ambas, es la falta de simetría. Existe este arco de estrellas en la periferia norte de la Gran Nube, pero no existe nada equivalente en el otro lado de la galaxia, como se esperaría de ser fruto de eso primero. Por otro lado, las simulaciones informáticas apoyan las conclusiones extraídas de las observaciones: Mientras las mareas de la Vía Láctea pueden influir en la distribución final de las estructuras en las afueras de la Gran Nube, la interacción entre esta y la Pequeña Nube encaja con la distribución observada.

Más interesante aún resulta la predicción que esas mismas simulaciones llevan consigo: Se han encontrado en el pasado, y lo harán de nuevo en el futuro, hasta que algún día terminen fusionándose en una sola. No es un acontecimiento extraño en el Universo, vemos continuos ejemplos de galaxias que están convergiendo como paso previo al nacimiento de una nueva, mucho más grande y, como consecuencia del caos generado de forma momentánea, mucho más activa en la formación de nuevas estrella. La Misma Vía Láctea y Andrómeda lo harán en algún momento dentro de 3000 millones de años. 

Pero no dejará de ser curiosa la sensación, para todos aquellos que las miren a partir de ahora, de que al ver esas dos pequeñas nubes blanquecinas estamos quizás presenciando un instante, congelado en el tiempo bajo nuestra perspectiva, de caos y destrucción.
 
Las tenues estructuras de la Gran nube, en una imagen en monocolor invertido. Casi todo corresponder a zonas de nuestra propia galaxia, que se sitúan entre ellas y nosotros. Pero no todas.

Las observaciones del Dark Energy Survey fueron pieza clave de estos hallazgos, a los que se le sumaron otros pequeños telescopios para complementar los datos.

La Vía Láctea tiene toda una serie de compañeras de viaje. Las dos Nubes, aunque no está claro si también son "lunas", se consideran como tales.

El firmamento nocturno desde el Parque Nacional El Leoncito, Argentina. Los cielos del Sur tiene el privilegio de poder ver estas dos galaxias a simple vista.

 A History of Collisions Between the Magellanic Cloud

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