Esta es la hermosa historia de un pequeño explorador robótico. Su nombre significaba "amanecer", y ciertamente sus objetivos hacían honor a tal nombra, ya que debía llevar una primera luz de conocimiento sobre el tan cercana, pero al mismo tiempo tan desconocido, Cinturón de Asteroides, esa basta región que se extiende entre Marte y Júpiter, en otro tiempo vista como los restos de un planeta destruido, pero que hoy día sabemos que posiblemente nunca llegó a nacer. Las mareas gravitatorias del gigante joviano abortaron cualquier intento de formación planetaria a gran escala, dejando solo un tenue resto de lo que pudo ser tiempo atrás.
Era una situación paradójica. No pocas sondas habían cruzado esta región, pero ninguna la había estudiado más allá de alguna tímida mirada fugaz. Atraídos por los gigantes y sus lunas lo dejamos de lado. Hasta Dawn. Armada con sus impulsores iónicos, que le daba una capacidad de maniobra que ninguna otra sonda hasta entonces podía igualar, se adentró en el cinturón, pero esta vez para quedarse de forma definitiva. Nació para iluminar esta zona entre mundos, a su vez llena de pequeños mundos, y así lo hizo. Primero Vesta, el tercero de mayor tamaño y el segundo en masa, al cual orbitó durante un año, desvelando la auténtica naturaleza de lo que no dejaba de ser un protoplaneta, la semilla de un mundo que nunca llegó a germinar por completo, con un interior diferenciado como la Tierra, y fuente de algunos de los meteoritos que llegan hasta ella. Algo enorme lo golpeó en su momento, y sus cámaras mostraron a Rheasilvia en todo su esplendor, una cuenca de impacto con un diámetro casi tan grande como el propio asteroide. De ahí posiblemente salieron algunas de las rocas que siguen cayendo del cielo.
Vesta era interesante, pero el objetivo real de Dawn era Ceres, el mayor de todos, tan grande que actualmente se le clasifica como planeta enano, al igual que Plutón. Encendiendo otra vez sus impulsores, puso proa hacia la meta soñada, que alcanzó el 6 de marzo de 2015. Ninguna otra sonda había hecho nada parecido: Entrar en órbita alrededor de un mundo, desligarse de el cuando así se requirió, para realizar un nuevo salto y entrar por segunda vez en órbita alrededor de otro. Suena sencillo, pero representó toda una hazaña tecnológica, además de un reconocimiento en si mismo a las personas increíbles que están detrás.
Y como hizo con Vesta, también llevó el amanecer a Ceres. Otro mundo, otros horizontes, lleno de sus propios enigmas, de sus propias maravillas, que desveló desde distancias cada vez menores, hasta que el 16 de diciembre de 2015 alcanzó la última de ellas, a solo 380 Kilómetros de la superficie. No iría más allá, pero era suficiente. El mundo de los "puntos blancos" se abrió a nosotros en todo su esplendor. Al igual que cada planeta del Sistema Solar es único, también cada asteroide del cinturón tiene su propia "personalidad". Si alguien esperaba un montón de aburridas piedras todas iguales se llevó una decepción. O mejor dicho, una alegría. Fallar una estimación por ser demasiado pesimista lo es siempre.
El 30 de Junio concluía su misión científica primaria, habiendo alcanzado y superado todas las metas establecidas. Un éxito que no podía sino ser recompensado con una extensión de su actividad, con la sonda operativa y con combustible para ello. Pero algunos miraron más allá. "Si tiene capacidad para ello, y con todas las metas científicas marcadas para Ceres cubiertas, porque no enviarla hacia un tercer objetivo?". Una idea fantástica. Dawn rompería los lazos gravitatorios con Ceres y realizaría un tercer, y esta vez definitivo, viaje. Esa era la apuesta que su equipo en tierra, en bloque, defendían ahora ante la NASA.
Pero ese es un final alternativo que nunca tendrá lugar. La decisión fue tomada y Dawn permanecerá al lado de Ceres hasta el final. Y por razones de peso. Las recientes pruebas de posible actividad hidrotermal detrás de la formación de los puntos blancos, que inicialmente se habían interpretado de otro forma, muestras que no todo esta tan claro, y que nuevas observaciones sobre lo ya observado pueden ofrecer resultados diferentes y cambiar las teorías previas. Y con Ceres acercándose a su punto de mínima distancia al Sol quién sabe cuantas cosas pueden cambiar de seguir ahí. De haberse decantado iniciar el viaje, el único destino al alcance hubiera sido 145 Adeona, no demasiado atractivo por lo que sabemos de el gracias a las observaciones por radar cuando pasó cerca de la Tierra en 2001. Y con solo 40 kg de xenón en sus depósitos (de los 425 con los que despegó) no habría podido entrar en órbita, solo hacer un fugaz sobrevuelo. Si hubiera podido llegar, que tampoco estaba claro del todo.
Dawn, la sonda del amanecer, permanecerá a su lado hasta que llegue su inevitable atardecer y las sombras la envuelvan para siempre. Y situada en una órbita considerada extremadamente estable, incluso permanecerá más allá de su definitivo. Puede que siga ahí durante milenios. Puede que siga ahí indefinidamente, siguiendo a Ceres a través de las eras. Quizás no podría haber mejor forma de terminar para este pequeño Sol de metal, que iluminó lo que en su momento estuvo cubierto por las tinieblas del desconocimiento.
Los datos de Dawn hasta el 30 de Junio, momento en que terminó su misión científica primaria. Un colosal trabajo cuyos datos e imágenes seguirán siendo estudiadas mucho después de su final.
Estudiada en profundidad y mapeado casi al completo, Ceres parece seguir guardando sorpresas. Suficientes como para que la NASA decidiera que es mejor seguir acompañándolo hasta el final de su vida útil.
Dawn Completes Primary Mission
No hay comentarios:
Publicar un comentario