lunes, febrero 06, 2012

Un vacío que no lo es tanto

La fuerte actividad solar limpia de basura espacial la órbita terrestre.
Imaginemos que podemos volar tan alto que queremos, y decidimos subir (equipados para soportar el vacio y las temperaturas extremas, claro está) hasta la zona donde orbitan muchos de los satélites artificiales y la Estación Internacional...al principio del ascenso, como dicta nuestra lógica, la temperatura baja rápidamente. Nada nuevo, todos sabemos que en las altas montañas hace mucho más frío que a nivel del mar.

Llegamos a los 80 Kilómetros de altura y estamos entre -80 y -90 Cº, hasta aquí todo normal....sin embargo, al proseguir nuestro viaje esta tendencia se invierte y súbitamente la temperatura aumenta rápidamente, hasta el punto que pensamos que el termómetro está estropeado, pues las cifras parecen absurdas: Marca cifras por encima de los !!1000 Cº!!, la misma del magma que escupen los volcanes. Y encima estamos ya en la zona donde se sitúan muchos de los ingenios en órbita, lo que hace todo más extraño...

Seguramente moveríamos la cabeza con incredulidad...pensaríamos "¿como pueden ser ciertas estas cifras? Nadie ni nada podría sobrevivir" y regresaríamos a casa con la idea de que algo no funciona en el equipo que transportamos y que sera necesaria una buena reparación.

Y nos equivocaríamos, pues las cifras eran totalmente correctas...habíamos alcanzado la Termoesfera, la capa atmosférica más alejada de la Tierra tras la Exosfera, que se extiende entre los 80 y los 600 Kilómetros, y donde se registran temperaturas extremas como esos 1000 Cº y superiores, fruto de que la radiación solar ( Ultravioleta y especialmente Rayos Gamma y Rayos X) provoca la ionización de átomos y moléculas allí presentes. De ahí su nombre.

Puede sorprender, pués, que sea por su interior por donde pasan los satélites en órbita baja, la ISS, y en su momento los transbordadores espaciales, pero la densidad del aire es tan baja (hasta el punto que a la práctica se considera espacio exterior) que ese calor extremo en realidad no es perceptible, dada las pocas moléculas que entran en contacto con cualquier objeto...aunque suficiente como para que el efecto de rozamiento puede ir frenando cualquier objeto en órbita y haga necesario un ajuste para evitar su caida. De ahí las maniobras que de forma regular debe hacer la ISS para recuperar altura.

Una capa atmosférica que, como vemos, está muy influida por el Sol y, por tanto, del nivel de actividad de este último...que en los últimos meses se está intensificando (y que se espera llegue a su punto máximo en 2013) y se esta traduciendo en que temperatura de la Termosfera está aumentado, y con ello se está expandiendo hacia el espacio.

Un fenómeno natural que está teniendo un efecto realmente positivo: La limpieza de la basura espacial que se acumula en la órbita baja, que con la mayor fricción atmosférica disminuyen su velocidad y reingresan a la atmósfera antes de lo esperado. Este es el caso de los restos de Fengyun-1C ( un satélite que China destruyó intencionalmente en una prueba de un misil anti-satélite en 2007) y los de la colisión entre el Kosmos 2251 (Rusia) y el Iridium 33 (Estados Unidos) en 2009.

Sin duda un respiro muy bienvenido...aunque sea de forma transitoria.


Aunque a efectos prácticos se considera que la atmósfera terrestre termina a los 100 Kilómetros de altura, en realidad se extiende hasta los 10.000, aunque ya tan extremadamente tenue que las moléculas apenas tiene contacto entre ellas, como lo muestra que la ISS y muchos de las satélites artificiales se mueven a alturas que apenas superar los 300 Kilómetros sin demasiado problemas.

La ISS, situada en plena Termoesfera.

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