Es, a todos sus efectos, un desierto árido, tanto como lo pueda ser el Sahara, con la diferencia que es un frío extremo, y no un calor sofocante, el que domina la vida de la escasa fauna animal y aún más insignificante presencia humana, limitada a una serie de bases permanentes y adaptadas para ofrecer refugio y protección cuando el Sol desaparece durante meses detrás del horizonte y la interminable noche polar, con temperaturas extremas que pueden llegar hasta los -80Cº, se hace dueña absoluta del continente. En definitiva, un lugar hostil, que no nos quiere, pero al mismo tiempo rodeado de un halo de fascinación, ya que es una de las últimas tierras emergidas del planeta que apenas está alterada por la mano humana.
Y para todos aquellos que buscan fragmentos de otros mundos en La Tierra este continente remoto es una tierra de promisión, uno de los mejores lugares, por no decir el mejor, para encontrar meteoritos. Es en la Antártida donde podemos encontrar una mayor cantidad de ellos, hasta el punto de que de forma periódica y aprovechando los interminable días del Verano, cuando la luz solar brilla las 24 horas, se organizan amplias campañas de búsqueda de estos visitantes celestes. Y el pasado 28 de enero de 2013 un equipo de científicos, comandado por la geóloga belga Vinciane Debaille, encontró un auténtico "primer premio" con el hallazgo de un meteorito condrita carbonácea (el tipo más común de los que llegan a La Tierra) de 18 Kilogramos de peso, todo un coloso si se tiene en cuenta de que la inmensa mayoría de los aproximadamente 100 que se encuentran cada año se mueven entre los 100 gramos y el Kilogramo.
Es el mayor escontrado en la Antártida en los últimos 25 años, y para el equipo belga-japonés del proyecto SAMBA una auténtica recompensa para sus esfuerzo, ya que durante la campaña 2012-13 han recorrido cada día entre 15 y 30 km en motos de nieve, empleando entre 4 a 6 horas en la búsqueda. De hecho se puede considerar el broche de oro a un intenso trabajo que significó el hallazgo de 425 meteoritos, con un peso total de 45 Kilogramos.
¿Que convierte al contiente antártico en un lugar tan excepcional para la búsqueda de meteoritos? Primero, es relativamente fácil verlos, ya que su color oscuro contrastre con el blanco casi perfecto del entorno. Segundo, ese mismo ambiente gélido hace que se conserven mucho mejor que en otros lugares del planeta. Y finalmente el movimiento de las masas de hielo concentran los meteoritos en áreas concretas, auténticos puntos de reunión para centenares de viajeros celestes y un paraiso para todos aquellos que los buscan.
Con la llegada del Otoño y de noches cada vez más largas, que culminarán, con el paso al Invierno, a la oscuridad y la llegada de temperaturas extremas, la campaña anual de búsqueda de meteoritos llega su final, y no será hasta finales de 2013 cuando los cazadores de meteoritos regresarán junto con la luz del Sol. Mientras tanto, en la fría oscuridad, los testimonios del pasado, trozos de nuestra historia, dormirán en este inmenso desierto blanco,esperando que a la próxima ocasión alguien se de cuenta de su presencia.
El movimiento de los glaciares antárticos tiene a concentrar en zonas concretas los meteoritos caidos en otras zonas, haciendo emerger a mucho que, de otra forma, habrían quedado enterrados para siempre. Esto convierte algunas zonas del continente en auténticos paraisos para los científicos que buscan este tipo de objetos, auténticos fósiles de las primeras eras del Sistema Solar.
Los "jardines de meteoritos" de la Antártida.
"Éste es el mayor meteorito encontrado en la Antártida en los últimos 25 años"
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