jueves, noviembre 30, 2017

Hombrecillos verdes

50 años de la primera detección de un púlsar.

Noviembre de 1967 fueron momentos de suma emoción para un pequeño grupo de astrónomos, que tuvieron entre manos el hallazgo de algo que prometía ser revolucionario, por no decir transcendental. Todo gracias a Jocelyn Bell, una estudiante graduada en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, que hizo lo que posteriormente se identifico con la primera detección de un tipo de cuerpo estelar hasta ahora desconocido: Un púlsar, una bola de materia increíblemente densa fruto del colapso final del corazón de una estrella masiva, y que en su enloquecido giro irradias hace opuestos de ondas de radio hacia el espacio. La configuración es similar a la que veríamos en un faro.

Nada de esto, evidentemente, se sabía en 1967. Jocelyn Bell solo tenía un hecho: En su análisis de los datos obtenidos por Mullard Radio Astronomy Observatory, que ella ayudó a construir y con el cual realizaba un amplio estudio de los objetos más brillantes del Universo conocido, los quasars, encontró algo inesperado, algo que parecía parpadear cada 1.3 segundos, un patrón que se repetía un día tras otro. No se sabía lo que era, pero dicha señal entraba en conflicto con la naturaleza generalmente caótica de la mayoría de los fenómenos cósmicos. Además, era en una frecuencia de radio muy específica, mientras que la mayoría de las fuentes naturales normalmente irradian a través de un rango más amplio. Por estas razones, Jocelyn Bell, su supervisor Antony Hewish y algunos otros miembros del departamento de astronomía tuvieron que reconocer que podrían haber encontrado una señal creada artificialmente, algo emitido por una especie de inteligencia. Ella misma etiquetó el primer pulsar como LGM1, que significaba "Little Green Men", "Hombrecillos verdes".

Hewish convocó una reunión (sin la presencia de Jocelyn), en la que discutió con otros miembros del departamento cómo se deberían manejar la presentación de estos resultados al mundo. Mientras que sus colegas científicos seguramente asumirían una posición de moderación y escepticismo, es probable que la posible detección de una civilización alienígena inteligente pudiera llevar el caos entre el público, razonaron algunos de los participantes. La prensa muy probablemente llevaría la historia fuera de toda proporción y todo ello caería sobre los investigadores de Cambridge. Según Hewitt, una persona incluso sugirió (quizás en broma, quizás no) que quemaran dichos datos y se olvidaron de todo.

Un auténtico problema,incluso para la joven Jocelyn Burnell, que años después reconocía que la aparición de esta extraña señal era para ella casi una molesta, ya que como estudiante de posgrado, estaba tratando de terminar su trabajo de tesis antes de que se agotara su financiación, pero este enigma estaba alejando su trabajo de esa meta."Aquí estaba yo tratando de obtener un doctorado de una nueva técnica, y algunos tontos hombrecillos verdes tenían que elegir mi antena y mi frecuencia para comunicarse con nosotros", escribió en el artículo de la revista Cosmic Search.

Sin embargo ella misma terminaría por resolver el enigma, ya que reexaminando los datos encontró lo que parecía una señal similar, que se repetía regularmente y de una parte completamente diferente de la galaxia. Esa segunda señal indicó que se trataba de una familia de objetos estelares, en lugar de civilizaciones alienígenas tratando de hacer contacto."Finalmente se eliminó la hipótesis de los pequeños hombrecillos verdes. Era muy poco probable que hubiera dos pequeños hombrecillos verdes en lados opuestos del universo que decidieran enviar una señal a un planeta discreto, la Tierra, al mismo tiempo, usando la misma técnica y la misma frecuencia. Tenía que ser un nuevo tipo de estrella, no vista antes. Y eso despejó para la publicación del descubrimiento".

Todo esto llevaría al Novel de Física de 1974, que fue adjudicado a Antony Hewish y el radio astrónomo Martin Ryle. Ambos habían participado, el primero de forma directa y el segundo a través de su aportación al desarrollo de las técnica de radioastronomía, pero dado que el premio precisaba que era por el hallazgo de un tipo de estrella tan extraña y sorprendente como los púlsar, esta claro Jocelyn Burnell era la merecedora legítima del premio, o como mínimo formar parte de los elegidos para recibirlo, ya que su aportación fue capital. Eran otros tiempos, sin lugar a dudas. Una injusticia que hace aún más necesario recordar este hallazgo y ponerla en el lugar que merecía. Así como el hecho de que hace 50 años un grupo de astrónomos asumieron que podrían estar ante un contacto extraterrestre. Los caóticos días que siguieron quizás son un adelanto de lo que podría ocurrir el día, si es que llega, en que esa posibilidad se convierta en una realidad.

Una joven y aún estudiante Jocelyn Bell durante los años de este fascinaste descubrimiento.

Púlsars, los cuerpos celestes que durante un fugaz periodo de tiempo se pensó que eran señales de una civilización alienígena intentando un contacto. 

Little Green Men? Pulsars Presented a Mystery 50 Years Ago

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena nota Tokaidin, muchas gracias!

Tokaidin dijo...

De nada;)