50 años de la primera detección de un púlsar.
Noviembre de 1967 fueron momentos de suma emoción para un pequeño grupo de astrónomos, que tuvieron entre manos el hallazgo de algo que prometía ser revolucionario, por no decir transcendental. Todo gracias a Jocelyn Bell, una estudiante
graduada en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, que hizo lo que posteriormente se identifico con la primera detección de un tipo de cuerpo estelar hasta ahora desconocido: Un púlsar, una bola de materia increíblemente densa fruto del colapso final del corazón de una estrella masiva, y que en su enloquecido giro irradias hace opuestos de ondas de radio hacia el espacio. La configuración es similar a la que veríamos en un faro.
Nada de esto, evidentemente, se sabía en 1967. Jocelyn Bell solo tenía un hecho: En su análisis de los datos obtenidos por Mullard Radio Astronomy Observatory, que ella ayudó a construir y con el cual realizaba un amplio estudio de los objetos más brillantes del Universo conocido, los quasars, encontró algo inesperado, algo que parecía parpadear cada 1.3 segundos, un patrón que se repetía un día tras otro. No se sabía lo que era, pero dicha señal entraba en conflicto con la naturaleza generalmente caótica de la mayoría de los fenómenos cósmicos. Además, era en una frecuencia de radio muy específica, mientras que la mayoría de las fuentes naturales normalmente irradian a través de un rango más amplio.
Por estas razones, Jocelyn Bell, su supervisor Antony Hewish y algunos otros miembros del departamento de astronomía tuvieron que reconocer que podrían haber encontrado una señal creada artificialmente, algo emitido por una especie de inteligencia. Ella misma etiquetó el primer pulsar como LGM1, que significaba "Little Green Men", "Hombrecillos verdes".
Hewish convocó una reunión (sin la presencia de Jocelyn), en la que discutió con otros miembros del departamento cómo se deberían manejar la presentación de estos resultados al mundo. Mientras que sus colegas científicos seguramente asumirían una posición de moderación y escepticismo, es probable que la posible detección de una civilización alienígena inteligente pudiera llevar el caos entre el público, razonaron algunos de los participantes. La prensa muy probablemente llevaría la historia fuera de toda proporción y todo ello caería sobre los investigadores de Cambridge. Según Hewitt, una persona incluso sugirió (quizás en broma, quizás no) que quemaran dichos datos y se olvidaron de todo.
Un auténtico problema,incluso para la joven Jocelyn Burnell, que años después reconocía que la aparición de esta extraña señal era para ella casi una molesta, ya que como estudiante de posgrado, estaba tratando de terminar su trabajo de tesis antes de que se agotara su financiación, pero este enigma estaba alejando su trabajo de esa meta."Aquí estaba yo tratando de obtener un doctorado de una nueva técnica, y algunos tontos hombrecillos verdes tenían que elegir mi antena y mi frecuencia para comunicarse con nosotros", escribió en el artículo de la revista Cosmic Search.
Sin embargo ella misma terminaría por resolver el enigma, ya que reexaminando los datos encontró lo que parecía una señal similar, que se repetía regularmente y de una parte completamente diferente de la galaxia. Esa segunda señal indicó que se trataba de una familia de objetos estelares, en lugar de civilizaciones alienígenas tratando de hacer contacto."Finalmente se eliminó la hipótesis de los pequeños hombrecillos verdes. Era muy poco probable que hubiera dos pequeños hombrecillos verdes en lados opuestos del universo que decidieran enviar una señal a un planeta discreto, la Tierra, al mismo tiempo, usando la misma técnica y la misma frecuencia. Tenía que ser un nuevo tipo de estrella, no vista antes. Y eso despejó para la publicación del descubrimiento".
Todo esto llevaría al Novel de Física de 1974, que fue adjudicado a Antony Hewish y el radio astrónomo Martin Ryle. Ambos habían participado, el primero de forma directa y el segundo a través de su aportación al desarrollo de las técnica de radioastronomía, pero dado que el premio precisaba que era por el hallazgo de un tipo de estrella tan extraña y sorprendente como los púlsar, esta claro Jocelyn Burnell era la merecedora legítima del premio, o como mínimo formar parte de los elegidos para recibirlo, ya que su aportación fue capital. Eran otros tiempos, sin lugar a dudas. Una injusticia que hace aún más necesario recordar este hallazgo y ponerla en el lugar que merecía. Así como el hecho de que hace 50 años un grupo de astrónomos asumieron que podrían estar ante un contacto extraterrestre. Los caóticos días que siguieron quizás son un adelanto de lo que podría ocurrir el día, si es que llega, en que esa posibilidad se convierta en una realidad.
Una joven y aún estudiante Jocelyn Bell durante los años de este fascinaste descubrimiento.
Púlsars, los cuerpos celestes que durante un fugaz periodo de tiempo se pensó que eran señales de una civilización alienígena intentando un contacto.
Little Green Men? Pulsars Presented a Mystery 50 Years Ago
jueves, noviembre 30, 2017
miércoles, noviembre 29, 2017
Razones para La Luna
¿Que está impulsado esta nueva carrera lunar?
Que nuestro satélite estuvo décadas abandonado a su suerte una vez concluidas las misiones Apolo de la NASA y la de los diversos rovers soviéticos es una triste evidencia. Como también los motivos de tal abandono. Todo se movió bajo el impulso de una competencia feroz, una traslación de la Guerra Fría al espacio, el objetivo era llegar antes que el otro, sin planes reales de que se podía hacer posteriormente, ambos contendientes pusieron en juego unos recursos económicos que las actuales agencias apenas pueden soñar, y finalmente no había una razón evidente para permanecer en ella, desconociendo como se desconocía la existencia de reservas de agua y de elementos explotables potencialmente valiosos. En cierta forma fue una carrera artificial, alimentada más por la política que por la ciencia, y que nos llevo hasta La Luna demasiado pronto.
Hoy día las cosas han cambiado. Una nueva ola de exploradores lunares están haciendo acto de presencia, pero esta vez no son los EEUU ni la actual Rusia la que llevan la antorcha. Son por el contrario nueva potencias, especialmente China, La India o Corea del Sur, así como otras que intentan recuperar el terreno perdido, como Japón, las que nos están llevando de regreso. Incluso la NASA parece estar reactivando su interés con el proyecto de una estación espacial lunar en colaboración con su antiguo (y hasta cierto punto también actual) rival, Rusia. Por no hablar de una serie de iniciativas privadas que pueden dar sorpresas en el futuro.
La pregunta es evidente: ¿Por qué? Que está impulsado a estos recién llegados, cuales son los motivos que hace que tal esfuerzo valga la pena? Marc Norman, de la Universidad Nacional Australiana, nos ofrece una serie de motivos nos permiten entenderlo un poco mejor.
1) Innovación: Para las potencias emergentes la exploración espacial es una herramienta clave para su desarrollo, ya que una carrera espacial viable necesita de un ingente esfuerzo en todos los campos de la ciencia y la tecnología, además de generar puestos de trabajo y numerosas innovaciones técnicas. Y sus frutos, a la larga, siempre termina aplicándose en otros campos de la sociedad. Una asociación que muchos en Occidente quizás no terminan de realizar, pero que parece clara para los dirigentes de todas estas naciones.
2) Orgullo: Tampoco hay que olvidar, especialmente para China y La India, el orgullo nacional que estos logros imprimen en la población, especialmente cuando recuerdan que hasta no hace tanto vivieron bajo el dominio y explotación de los mismos países que ahora tiene la sensación que están superando.
3) Economía y geopolítica: Tiempos pasados son aquellos en que se veía a La Luna como un páramo reseco y sin demasiado interés. Hoy día existen incentivos para querer establecerse en ella, y esta vez de forma definitiva. Por ejemplo, el helio-3 (un isótopo del elemento helio) abunda en ella y es raro en nuestro planeta, siendo extremadamente valioso dado que es clave para la fusión nuclear, la siempre soñada (y que nunca termina de llegar) fuente de energía que algún día sea pieza fundamental para nuestro mundo. China, en particular, ha manifestado un gran interés por el. Igualmente la carrera lunar, además de competencia por superar a sus adversarios geoestratégicos, también genera colaboración, como el reciente acuerdo entre Japón y La India para una misión lunar conjunta.
4) Cerca: Un argumento tan sencillo como evidente. Siendo el cuerpo celeste más cercano a nosotros es por ello el más asequible, tanto por la corta distancia como por el hecho que el leve retraso en las comunicaciones hace posible un control directo de las operaciones, lo que simplifica enormemente las operaciones.
5) Nuevos hallazgos: La Luna no deja de dar sorpresas, en algunos casos con elementos que incentivan y facilitan el regreso.La sonda japonesa Selene y la India Chandrayaan-1 descubrieron nuevas distribuciones de minerales lunares y sondearon regiones con recursos potenciales. Aún más valioso ha sido confirmar la presencia de agua helada y otros compuestos orgánicos en las regiones polares que nunca ve la luz del Sol. De estar presente en cantidades suficientes, el agua helada podría ser utilizada como un recurso para la generación de combustible o para facilitar los asentamientos humanos.
6) Aprendiendo sobre La Tierra: Antes de las misiones Apolo, se pensaba que los planetas se formaban durante largos períodos de tiempo tras una lenta y casi tranquila aglomeración de partículas de polvo. Las rocas lunares traídas cambiaron esa idea de un día para otro. Ahora sabemos que las colisiones entre planetas eran algo normal y que una colisión de un planeta del tamaño de Marte con la Tierra probablemente formó La Luna. También hemos aprendido que existieron diversas oleadas de grandes impactos, que se relaciona ahora con desplazamientos en las órbitas de Júpiter y Saturno durante sus primeros tiempos, superando la idea de un Sistema Solar donde todo se formó donde está ahora.
Razones estas que, en su conjunto, permiten tener una idea más clara de lo que está impulsando este renacido interés por La Luna, a todas luces con unos pilares más sólidos que la aventura de finales de los 60 del siglo pasado, donde todo se centraba en dos potencias y en su rivalidad por llegar antes y apuntarse un éxito propagandístico, algo poderoso pero de corta vida, como así ocurrió.
China y La India lideran ahora mismo la actual carrera por La Luna, especialmente la primera, que parece determinada a ello. Por detrás otros, como Japón, Corea y Europa intentan también seguir la estela, mientras que los EEUU y Rusia parecen querer superar sus diferencias, aunque solo sea en este aspecto, con un proyecto de estación lunar conjunta.
Five reasons India, China and other nations plan to travel to the Moon
Que nuestro satélite estuvo décadas abandonado a su suerte una vez concluidas las misiones Apolo de la NASA y la de los diversos rovers soviéticos es una triste evidencia. Como también los motivos de tal abandono. Todo se movió bajo el impulso de una competencia feroz, una traslación de la Guerra Fría al espacio, el objetivo era llegar antes que el otro, sin planes reales de que se podía hacer posteriormente, ambos contendientes pusieron en juego unos recursos económicos que las actuales agencias apenas pueden soñar, y finalmente no había una razón evidente para permanecer en ella, desconociendo como se desconocía la existencia de reservas de agua y de elementos explotables potencialmente valiosos. En cierta forma fue una carrera artificial, alimentada más por la política que por la ciencia, y que nos llevo hasta La Luna demasiado pronto.
Hoy día las cosas han cambiado. Una nueva ola de exploradores lunares están haciendo acto de presencia, pero esta vez no son los EEUU ni la actual Rusia la que llevan la antorcha. Son por el contrario nueva potencias, especialmente China, La India o Corea del Sur, así como otras que intentan recuperar el terreno perdido, como Japón, las que nos están llevando de regreso. Incluso la NASA parece estar reactivando su interés con el proyecto de una estación espacial lunar en colaboración con su antiguo (y hasta cierto punto también actual) rival, Rusia. Por no hablar de una serie de iniciativas privadas que pueden dar sorpresas en el futuro.
La pregunta es evidente: ¿Por qué? Que está impulsado a estos recién llegados, cuales son los motivos que hace que tal esfuerzo valga la pena? Marc Norman, de la Universidad Nacional Australiana, nos ofrece una serie de motivos nos permiten entenderlo un poco mejor.
1) Innovación: Para las potencias emergentes la exploración espacial es una herramienta clave para su desarrollo, ya que una carrera espacial viable necesita de un ingente esfuerzo en todos los campos de la ciencia y la tecnología, además de generar puestos de trabajo y numerosas innovaciones técnicas. Y sus frutos, a la larga, siempre termina aplicándose en otros campos de la sociedad. Una asociación que muchos en Occidente quizás no terminan de realizar, pero que parece clara para los dirigentes de todas estas naciones.
2) Orgullo: Tampoco hay que olvidar, especialmente para China y La India, el orgullo nacional que estos logros imprimen en la población, especialmente cuando recuerdan que hasta no hace tanto vivieron bajo el dominio y explotación de los mismos países que ahora tiene la sensación que están superando.
3) Economía y geopolítica: Tiempos pasados son aquellos en que se veía a La Luna como un páramo reseco y sin demasiado interés. Hoy día existen incentivos para querer establecerse en ella, y esta vez de forma definitiva. Por ejemplo, el helio-3 (un isótopo del elemento helio) abunda en ella y es raro en nuestro planeta, siendo extremadamente valioso dado que es clave para la fusión nuclear, la siempre soñada (y que nunca termina de llegar) fuente de energía que algún día sea pieza fundamental para nuestro mundo. China, en particular, ha manifestado un gran interés por el. Igualmente la carrera lunar, además de competencia por superar a sus adversarios geoestratégicos, también genera colaboración, como el reciente acuerdo entre Japón y La India para una misión lunar conjunta.
4) Cerca: Un argumento tan sencillo como evidente. Siendo el cuerpo celeste más cercano a nosotros es por ello el más asequible, tanto por la corta distancia como por el hecho que el leve retraso en las comunicaciones hace posible un control directo de las operaciones, lo que simplifica enormemente las operaciones.
5) Nuevos hallazgos: La Luna no deja de dar sorpresas, en algunos casos con elementos que incentivan y facilitan el regreso.La sonda japonesa Selene y la India Chandrayaan-1 descubrieron nuevas distribuciones de minerales lunares y sondearon regiones con recursos potenciales. Aún más valioso ha sido confirmar la presencia de agua helada y otros compuestos orgánicos en las regiones polares que nunca ve la luz del Sol. De estar presente en cantidades suficientes, el agua helada podría ser utilizada como un recurso para la generación de combustible o para facilitar los asentamientos humanos.
6) Aprendiendo sobre La Tierra: Antes de las misiones Apolo, se pensaba que los planetas se formaban durante largos períodos de tiempo tras una lenta y casi tranquila aglomeración de partículas de polvo. Las rocas lunares traídas cambiaron esa idea de un día para otro. Ahora sabemos que las colisiones entre planetas eran algo normal y que una colisión de un planeta del tamaño de Marte con la Tierra probablemente formó La Luna. También hemos aprendido que existieron diversas oleadas de grandes impactos, que se relaciona ahora con desplazamientos en las órbitas de Júpiter y Saturno durante sus primeros tiempos, superando la idea de un Sistema Solar donde todo se formó donde está ahora.
Razones estas que, en su conjunto, permiten tener una idea más clara de lo que está impulsando este renacido interés por La Luna, a todas luces con unos pilares más sólidos que la aventura de finales de los 60 del siglo pasado, donde todo se centraba en dos potencias y en su rivalidad por llegar antes y apuntarse un éxito propagandístico, algo poderoso pero de corta vida, como así ocurrió.
China y La India lideran ahora mismo la actual carrera por La Luna, especialmente la primera, que parece determinada a ello. Por detrás otros, como Japón, Corea y Europa intentan también seguir la estela, mientras que los EEUU y Rusia parecen querer superar sus diferencias, aunque solo sea en este aspecto, con un proyecto de estación lunar conjunta.
Five reasons India, China and other nations plan to travel to the Moon
martes, noviembre 28, 2017
El duro camino de los pioneros
El 27 de Noviembre de 1971 algo extraño y metálico apareció en el cielo marciano. Una visita fugaz que terminó con su violenta colisión contra la superficie, pero que pese a ello debe ser recordado. Porque ese día, porque ese objeto, era el primer intento de la Humanidad de poner su pie en el planeta rojo, y su huella la primera de las muchas que llegarían después, algunos con más suerte que ella, otros compartiendo el mismo trágico destino, pero todas compartiendo un mismo sueño.
La URSS nunca tuvo en Marte su planeta. A diferencia de Venus, donde acumularon éxitos más que notables y siguen siendo los únicos que lograron aterrizajes exitosos en su ardiente superficie y enviar las primeras (y por ahora únicas) imágenes tomadas desde ese reino desconocido, el planeta rojo, pese a ese apelativo, no congenió nunca con ellos. A principios de los 70, a pesar de perder la carrera lunar, los soviéticos aún no habían dicho la última palabra y se resistían a perder de forma definitiva el liderazgo de la carrera espacial a favor de los EEUU. Diversos rovers lunares, incluido el envío de muestras a la Tierra, y una serie de misiones a "su" planeta posteriores a los Apolo dejaban clara su voluntad de seguir adelante.
Marte era, como es lógico, el siguiente objetivo. La NASA ya habían pasado por sus cercanías con sondas con la serie de sondas Mariner, y el 13 de Noviembre de 1971 la Mariner 9 se convirtió en la primera en entrar en órbita alrededor del planeta rojo. La URSS necesitaba responder, y esa respuesta llegó en forma de las Mars 2 y 3, una apuesta aún más ambiciosa: No solo entrarían en órbita marciana, sino que intentarían algo inédito, intentar los primeras aterrizajes en Marte, con dos módulos de aterrizaje que además depositarían dos pequeños rovers, versiones primigenias de los exploradores actuales. Era una apuesta ambiciosa que buscaba dar un golpe de efecto.
La Mars 2 fue la primera en partir. El 27 de Noviembre de 1971 llegó a las cercanías de Marte, y después de una última corrección de rumbo, el módulo de aterrizaje, de algo más de una tonelada, se separó de la sonda. El ordenador a bordo se diseñó para implementar las correcciones finales de la trayectoria, girar el módulo alrededor de su eje longitudinal y disparar un impulsor para iniciar la entrada atmosférica. Sin embargo los algoritmos preprogramados asumieron que se encontraban en una posición errónea, por lo que procedieron a corregirlo, logrando el efecto contrario, ya que no existía dicho "error" en primer término.
Fruto de esto, cuando el impulsor de reentrada se activó, el ángulo de entrada fue demasiado pronunciado, provocando el fallo de su sistema de descenso. El paracaídas nunca se desplegó, y finalmente módulo se estrelló en la superficie marciana. Era la primera vez que un objeto humano lograba alcanzarla, aunque no de la forma que hubieran deseado sus constructores. Algo más de suerte tuvo la Mars 3, cuyo módulo si logró aterrizar de una pieza y transmitir, aunque las comunicaciones se cortaron al cabo de 20 segundos, apenas tiempo suficiente para enviar parte de una única imágen. A ella le correspondió el honor de enviar los primeros datos desde Marte, aunque su fugaz actividad hace que no se pudiera considerar otra cosa que un fracaso.
La sonda orbital tuvo más suerte y logró entrar en una órbita elíptica y enviar datos científicos del planeta, al igual que su hermana Mars 3, compensando en parte el fiasco que supuso , aunque no pudo cumplir la que debía ser su misión más importante, servir de enlace de comunicaciones con el módulo de aterrizaje, que se precipitó al olvido. Pero pese a ello merece ser recordada, porque fue la primera. Sus restos descansan en la superficie, posiblemente ya cubiertas de polvo, recordando que fue ahí cuando la Humanidad comenzó realmente su conquista del planeta rojo.
La Mars 2, al igual que la Mars 3, debía lanzar un módulo de aterrizaje al planeta rojo, la primera vez que se intentaba, y que incluía una muy primigenia versión de los futuros rovers actuales.
La sonda orbital, por en contrario, si logró entrar en órbita y estudiar el planeta. Una pequeña compensación, ya que la gran apuesta para superar a los EEUU era precisamente lograr lo que sus rivales aún no habían conseguido.
Mars 2: In Depth
domingo, noviembre 26, 2017
Post Vintage (251): Señales de ayer
Mars Reconnaissance Orbiter nos muestra la no siempre previsible evolución de las huellas dejadas por el aterrizaje de Curiosity.
Marte es un planeta polvoriento. Muy polvoriento. Es la causa de que su cielo sea de tonos rojizos en lugar de un azul oscuro, como creían muchos astrónomos antes de que la llegada a la superficie de las Vikings, y como podemos comprobar con Opportunity y Curiosity, en poco tiempo cualquier vehículo casi puede mimetizarse con ella, cubierto por una fina capa de polvo que le hace adquirir sus mismas tonalidades. Lo que en el caso de este primero, y de cualquier explorador que dependa de la luz solar para adquirir la energía necesaria, es un problema que solo puntuales ráfagas de viento ayudan a superar.
Por ello estudiar como se comporta a lo largo del tiempo, como se acumula, se dispersa y se reúne de nuevo al ritmo de la circulación atmosférica de Marte se considera de gran importancia de cara al futuro, y en ello estudiar las señales y los restos dejados atrás por los diversos aterrizajes ocurridos hasta la fecha resultan de gran utilidad, ya que al conocer, gracias a la Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), su aspecto inicial, es posible ir retratando su evolución con el tiempo. Lejos de haber terminado su función en el mismo momento de completarse el descenso, siguen siendo útiles como improvisadas estaciones meteorológicas.
Ninguna es tan clara, por su mismo tamaño y espectacularidad, que las que encontramos en la zona de aterrizaje de Curiosity, que desde hace más de 2 años permanecen visibles. Y lejos de comportarse como nos podríamos imaginar, están dando sorpresas:"Las naves como Curiosity crean patrones oscuros allí donde el polvo brillante es arrastrado lejos durante el aterrizaje", explica Ingrid Daubar, del equipo de la cámara HiRISE de la MRO."Esperábamos verlas desaparecer a medida que el viento moviera el polvo a su alrededor durante los meses y años después del aterrizaje, pero hemos sido sorprendidos al ver que la tasa de cambio no parece ser consistente".
Si bien en general las zonas oscuras se están desvaneciendo, la imagen más reciente, tomada en Febrero de esta año, revela que no lo hicieron tanto como se esperaba desde la última vez que se observaron, 6 meses ante, sino que incluso se hicieron más oscuro. Es desconcertante, otra elemento que se puede añadir a la lista de cosas que todavía no entendemos acerca de los procesos que tiene lugar en la superficie de Marte a pesar de todos los asombrosos descubrimientos y observaciones que hemos hecho. El camino para comprender de verdad a este planeta, que el destino tiene marcado como el primero que verá a un Ser Humano pisar su superficie, está lejos de haber llegado a su final.
La zona del impacto del "Sky Crane", la grúa aérea, es la que muestra un comportamiento más desconcertante. Podemos ver como la señal se va desvaneciendo, para recuperarse en la última imagen, lo que indicaría un cambio en los vientos reinantes, que han levantado de nuevo el polvo que había empezado a cubrir la zona.
El paracaídas con la parte superior de la carcasa de protección dentro del cual se encontraba Curiosity. El viento no deja de mover, levantar y cambiar su forma.
La zona misma del aterrizaje, con Curiosity visible al principio como una mancha brillante, que desaparece al desplazarse el rover. La zona oscura también se va desvaneciendo, para recuperarse después.
El escudo térmico, que protegió a Curiosity durante su travesía atmosférica.
La situación de los diversos elementos que participaron en el aterrizaje, en una imagen más amplia que permite verlas en conjunto.
El descenso del rover, captado por la cámara MARDI (MSL Mars Descent Imager). Podemos ver como los impulsores del "Sky Crane" levantan el polvo de la superficie, dando forma a las señales observadas por MRO.
Watch Wind And Dust Obscure The Violent Traces Of Curiosity's Landing
Marte es un planeta polvoriento. Muy polvoriento. Es la causa de que su cielo sea de tonos rojizos en lugar de un azul oscuro, como creían muchos astrónomos antes de que la llegada a la superficie de las Vikings, y como podemos comprobar con Opportunity y Curiosity, en poco tiempo cualquier vehículo casi puede mimetizarse con ella, cubierto por una fina capa de polvo que le hace adquirir sus mismas tonalidades. Lo que en el caso de este primero, y de cualquier explorador que dependa de la luz solar para adquirir la energía necesaria, es un problema que solo puntuales ráfagas de viento ayudan a superar.
Por ello estudiar como se comporta a lo largo del tiempo, como se acumula, se dispersa y se reúne de nuevo al ritmo de la circulación atmosférica de Marte se considera de gran importancia de cara al futuro, y en ello estudiar las señales y los restos dejados atrás por los diversos aterrizajes ocurridos hasta la fecha resultan de gran utilidad, ya que al conocer, gracias a la Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), su aspecto inicial, es posible ir retratando su evolución con el tiempo. Lejos de haber terminado su función en el mismo momento de completarse el descenso, siguen siendo útiles como improvisadas estaciones meteorológicas.
Ninguna es tan clara, por su mismo tamaño y espectacularidad, que las que encontramos en la zona de aterrizaje de Curiosity, que desde hace más de 2 años permanecen visibles. Y lejos de comportarse como nos podríamos imaginar, están dando sorpresas:"Las naves como Curiosity crean patrones oscuros allí donde el polvo brillante es arrastrado lejos durante el aterrizaje", explica Ingrid Daubar, del equipo de la cámara HiRISE de la MRO."Esperábamos verlas desaparecer a medida que el viento moviera el polvo a su alrededor durante los meses y años después del aterrizaje, pero hemos sido sorprendidos al ver que la tasa de cambio no parece ser consistente".
Si bien en general las zonas oscuras se están desvaneciendo, la imagen más reciente, tomada en Febrero de esta año, revela que no lo hicieron tanto como se esperaba desde la última vez que se observaron, 6 meses ante, sino que incluso se hicieron más oscuro. Es desconcertante, otra elemento que se puede añadir a la lista de cosas que todavía no entendemos acerca de los procesos que tiene lugar en la superficie de Marte a pesar de todos los asombrosos descubrimientos y observaciones que hemos hecho. El camino para comprender de verdad a este planeta, que el destino tiene marcado como el primero que verá a un Ser Humano pisar su superficie, está lejos de haber llegado a su final.
La zona del impacto del "Sky Crane", la grúa aérea, es la que muestra un comportamiento más desconcertante. Podemos ver como la señal se va desvaneciendo, para recuperarse en la última imagen, lo que indicaría un cambio en los vientos reinantes, que han levantado de nuevo el polvo que había empezado a cubrir la zona.
El paracaídas con la parte superior de la carcasa de protección dentro del cual se encontraba Curiosity. El viento no deja de mover, levantar y cambiar su forma.
La zona misma del aterrizaje, con Curiosity visible al principio como una mancha brillante, que desaparece al desplazarse el rover. La zona oscura también se va desvaneciendo, para recuperarse después.
El escudo térmico, que protegió a Curiosity durante su travesía atmosférica.
La situación de los diversos elementos que participaron en el aterrizaje, en una imagen más amplia que permite verlas en conjunto.
Watch Wind And Dust Obscure The Violent Traces Of Curiosity's Landing
viernes, noviembre 24, 2017
La última cena
Midiendo la velocidad de expansión de las dos enormes burbujas de gas que emanan del centro galáctico.
Hace unos pocos millones de años, un instante a escala cósmica, el oscuro monstruo que se esconde en el corazón de la Vía Láctea devoró su última gran presa, una enorme masa de gas, la mayor parte del cual se precipitó hacia el olvido. La mayor parte, pero no toda. Algo de esa materia, acelerada y calentada hasta niveles asombrosos, terminó siendo expulsada siguiendo su eje de rotación, formando dos inmensas burbujas de gas de varios millones de masas solares que aún hoy se están expandiendo a velocidades que se aproximan a los 1000 Kilómetros por segundo, y que en el caso de la que se extiende por encima del plano galáctico se extiende ya 23.000 años-luz. Proporciones colosales en todos los sentidos.
Descubiertas en 2010, estas burbujas galácticas son un objeto de estudio clave para entender la naturaleza y actividad del gigantesco agujero negro del centro galáctico. Al fin y al cabo son la evidencia de la última vez que ese monstruo abrió sus fauces en todo su esplendor, y por ella los astrónomos querían saber cuando ocurrió exactamente ese despertar. La respuesta nos llega ahora de la mano del Hubble, que utilizó la luz ultravioleta de 47 cuásares para medir con mayor precisión que en ocasiones anteriores su velocidad de expansión, y con ella ofrecer una idea más cercana de cuando tuvo lugar ese evento.
"Por primera vez, hemos rastreado el movimiento del gas frío a lo largo de una de las burbujas, lo que nos permitió mapear la velocidad del gas y calcular cuándo se formaron", explica el investigador Rongmon Bordoloi, del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge."Lo que encontramos es que un evento energético muy fuerte ocurrió hace entre 6 y 9 millones de años. Puede haber sido una nube de gas que fluyó hacia el agujero negro, que disparó chorros de materia, formando los lóbulos gemelos de gas caliente visto en observaciones de rayos X y rayos gamma. Desde entonces, el agujero negro apenas ha estado comiendo aperitivos".
No solo información sobre su velocidad de expansión, ya que la luz de estos cuásares también ofrecieron datos sobre la composición y temperatura del gas dentro de la burbuja en expansión, que a los ojos ultravioleta del COS (Hubble's Cosmic Origins Spectrograph) es de algo menos de 10.000 Cº, mucho menos que los 18 millones registrados en los datos en el espectro de los rayos gamma. Se cree que lo visto por COS podría ser el gas interestelar del disco de nuestra galaxia que está siendo barrido y arrastrado hacia el flujo de salida supercaliente que en su momento proyectó el agujero negro masivo. Como una ola que arrastra todo lo que tiene por delante.
Son los restos de la última cena, de las última vez que el monstruo abrió sus fauces para devorar una gran presa. Sus dimensiones nos recuerdan las magnitudes casi inimaginable en las que se mueve. Desde entonces permanece tranquilo. Hasta que llegue la hora de un nuevo despertar.
La luz de varios cuásares distantes atraviesa la mitad norte de las burbujas, conocidas como de Fermi. Abajo a la izquierda: La medición del gas muestra movimientos hacia y lejos de la Tierra, lo que indica que está viajando a gran velocidad. Hubble también observó la luz que pasaba fuera de la burbuja, que se muestra arriba a la derecha: En este caso el gas no se mueve hacia o lejos de la Tierra, forma parte del disco de la Vía Láctea y no comparte las mismas características.
Hubble Dates Black Hole’s Last Big Meal
Hace unos pocos millones de años, un instante a escala cósmica, el oscuro monstruo que se esconde en el corazón de la Vía Láctea devoró su última gran presa, una enorme masa de gas, la mayor parte del cual se precipitó hacia el olvido. La mayor parte, pero no toda. Algo de esa materia, acelerada y calentada hasta niveles asombrosos, terminó siendo expulsada siguiendo su eje de rotación, formando dos inmensas burbujas de gas de varios millones de masas solares que aún hoy se están expandiendo a velocidades que se aproximan a los 1000 Kilómetros por segundo, y que en el caso de la que se extiende por encima del plano galáctico se extiende ya 23.000 años-luz. Proporciones colosales en todos los sentidos.
Descubiertas en 2010, estas burbujas galácticas son un objeto de estudio clave para entender la naturaleza y actividad del gigantesco agujero negro del centro galáctico. Al fin y al cabo son la evidencia de la última vez que ese monstruo abrió sus fauces en todo su esplendor, y por ella los astrónomos querían saber cuando ocurrió exactamente ese despertar. La respuesta nos llega ahora de la mano del Hubble, que utilizó la luz ultravioleta de 47 cuásares para medir con mayor precisión que en ocasiones anteriores su velocidad de expansión, y con ella ofrecer una idea más cercana de cuando tuvo lugar ese evento.
"Por primera vez, hemos rastreado el movimiento del gas frío a lo largo de una de las burbujas, lo que nos permitió mapear la velocidad del gas y calcular cuándo se formaron", explica el investigador Rongmon Bordoloi, del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge."Lo que encontramos es que un evento energético muy fuerte ocurrió hace entre 6 y 9 millones de años. Puede haber sido una nube de gas que fluyó hacia el agujero negro, que disparó chorros de materia, formando los lóbulos gemelos de gas caliente visto en observaciones de rayos X y rayos gamma. Desde entonces, el agujero negro apenas ha estado comiendo aperitivos".
No solo información sobre su velocidad de expansión, ya que la luz de estos cuásares también ofrecieron datos sobre la composición y temperatura del gas dentro de la burbuja en expansión, que a los ojos ultravioleta del COS (Hubble's Cosmic Origins Spectrograph) es de algo menos de 10.000 Cº, mucho menos que los 18 millones registrados en los datos en el espectro de los rayos gamma. Se cree que lo visto por COS podría ser el gas interestelar del disco de nuestra galaxia que está siendo barrido y arrastrado hacia el flujo de salida supercaliente que en su momento proyectó el agujero negro masivo. Como una ola que arrastra todo lo que tiene por delante.
Son los restos de la última cena, de las última vez que el monstruo abrió sus fauces para devorar una gran presa. Sus dimensiones nos recuerdan las magnitudes casi inimaginable en las que se mueve. Desde entonces permanece tranquilo. Hasta que llegue la hora de un nuevo despertar.
La luz de varios cuásares distantes atraviesa la mitad norte de las burbujas, conocidas como de Fermi. Abajo a la izquierda: La medición del gas muestra movimientos hacia y lejos de la Tierra, lo que indica que está viajando a gran velocidad. Hubble también observó la luz que pasaba fuera de la burbuja, que se muestra arriba a la derecha: En este caso el gas no se mueve hacia o lejos de la Tierra, forma parte del disco de la Vía Láctea y no comparte las mismas características.
Hubble Dates Black Hole’s Last Big Meal
jueves, noviembre 23, 2017
Una mirada de despedida
Así fue la última mirada de Cassini a Saturno y sus lunas.
Han pasado ya meses desde ese día aciago en que nos despedimos de ella, y aún hoy la seguimos echando de menos. Mucho. Tanto los aficionados como, con mayor motivo, todos aquellos que dedicaron años de su vida, en algunos casos las dos largas décadas completas que estuvo entre nosotros (1997-2017). Demasiado tiempo y demasiado poco como para poder olvidarla. Y por ello recibimos con los brazos abiertos cada nueva noticia, cada gota de nueva información, cada nueva página que se sigue añadiendo a su legendaria historia. Su igualmente legendario equipo humano siguen trabajando y dispuesto a que no caiga en el olvido.
Y su última aportación nos lleva al 13 de Septiembre de 2017, a menos de dos días terrestres de su destrucción. Ese día, en plena órbita final y iniciando ya su caída hacia el planeta, la cámara de gran angular de Cassini hizo uno de sus últimos servicios, tomando una serie de 42 imágenes con los filtros rojos, verde y azul que abarcaban la totalidad del planeta, sus anillos y algunos de sus lunas. Ahora se han ensamblado, dando forma a la que se puede considerar la despedida de Saturno, la última vez que pudo verlo en todo su esplendor antes de lanzarse al encuentro de su destino.
No fue una improvisación, como casi ninguna de sus operaciones. Bien al contrario, el equipo de imágenes había estado planeando esta vista especial de despedida durante años. Para algunos, cuando finalmente llegó el fin, fue un adiós difícil."Era demasiado fácil acostumbrarse a recibir nuevas imágenes a diario, ver cosas nuevas, ver cómo cambiaban", explica Elizabeth Turtle, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, Laurel, Maryland. "Fue difícil decir adiós, ¡pero cuán afortunados fuimos de poder ver todo a través de los ojos de Cassini!"
Durante 37 años, la última visión de Voyager 1 de Saturno ha sido, para mí, una de las imágenes más evocadoras jamás tomadas en la exploración del Sistema Solar", dijo Carolyn Porco, ex miembro del equipo de imágenes Voyager y líder del equipo de imágenes de Cassini."En una línea similar, este 'Adiós a Saturno' servirá para siempre como un recordatorio de la dramática conclusión de ese maravilloso tiempo que la Humanidad pasó en el estudio íntimo del sistema planetario más emblemático de nuestro Sol". Así fue su última mirada al reino de los anillos. Y seguimos echándola mucho de menos.
Una versión anotada de esta panorámica, con las 6 lunas que podemos identificar en ella: Encélado, Epimeteo, Jano, Mimas, Pandora y Prometeo, así como algunas estrellas de fondo.
El "adiós a Saturno" de la Voyager 1, una última mirada al planeta anillado en todo su esplendor. Para esta sonda también fue el final de su misión planetaria, ya que un encuentro cercano con Titán la lanzó fuera del plano de la eclíptica, aunque a diferencia de la Cassini, para ella significó una nueva vida como sonda interestelar.
Cassini Image Mosaic: A Farewell to Saturn
Han pasado ya meses desde ese día aciago en que nos despedimos de ella, y aún hoy la seguimos echando de menos. Mucho. Tanto los aficionados como, con mayor motivo, todos aquellos que dedicaron años de su vida, en algunos casos las dos largas décadas completas que estuvo entre nosotros (1997-2017). Demasiado tiempo y demasiado poco como para poder olvidarla. Y por ello recibimos con los brazos abiertos cada nueva noticia, cada gota de nueva información, cada nueva página que se sigue añadiendo a su legendaria historia. Su igualmente legendario equipo humano siguen trabajando y dispuesto a que no caiga en el olvido.
Y su última aportación nos lleva al 13 de Septiembre de 2017, a menos de dos días terrestres de su destrucción. Ese día, en plena órbita final y iniciando ya su caída hacia el planeta, la cámara de gran angular de Cassini hizo uno de sus últimos servicios, tomando una serie de 42 imágenes con los filtros rojos, verde y azul que abarcaban la totalidad del planeta, sus anillos y algunos de sus lunas. Ahora se han ensamblado, dando forma a la que se puede considerar la despedida de Saturno, la última vez que pudo verlo en todo su esplendor antes de lanzarse al encuentro de su destino.
No fue una improvisación, como casi ninguna de sus operaciones. Bien al contrario, el equipo de imágenes había estado planeando esta vista especial de despedida durante años. Para algunos, cuando finalmente llegó el fin, fue un adiós difícil."Era demasiado fácil acostumbrarse a recibir nuevas imágenes a diario, ver cosas nuevas, ver cómo cambiaban", explica Elizabeth Turtle, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, Laurel, Maryland. "Fue difícil decir adiós, ¡pero cuán afortunados fuimos de poder ver todo a través de los ojos de Cassini!"
Durante 37 años, la última visión de Voyager 1 de Saturno ha sido, para mí, una de las imágenes más evocadoras jamás tomadas en la exploración del Sistema Solar", dijo Carolyn Porco, ex miembro del equipo de imágenes Voyager y líder del equipo de imágenes de Cassini."En una línea similar, este 'Adiós a Saturno' servirá para siempre como un recordatorio de la dramática conclusión de ese maravilloso tiempo que la Humanidad pasó en el estudio íntimo del sistema planetario más emblemático de nuestro Sol". Así fue su última mirada al reino de los anillos. Y seguimos echándola mucho de menos.
Una versión anotada de esta panorámica, con las 6 lunas que podemos identificar en ella: Encélado, Epimeteo, Jano, Mimas, Pandora y Prometeo, así como algunas estrellas de fondo.
El "adiós a Saturno" de la Voyager 1, una última mirada al planeta anillado en todo su esplendor. Para esta sonda también fue el final de su misión planetaria, ya que un encuentro cercano con Titán la lanzó fuera del plano de la eclíptica, aunque a diferencia de la Cassini, para ella significó una nueva vida como sonda interestelar.
Cassini Image Mosaic: A Farewell to Saturn
miércoles, noviembre 22, 2017
Lazos lunares
Japón y La India trabajan ya para una misión conjunta a La Luna.
Viven hasta cierto punto a la sombra de China, que avanza a pasos agigantados con metas cada vez más ambiciosos. Su relación es complicada. Uno fue durante varias décadas fue el líder económico indiscutible asiático hasta que una larga crisis, de la que aún busca salir por completo, hizo que tuviera que asistir como su gran rival lo dejaba atrás, mientras que el otro es un gigante que está despertando, con gigantescos problemas pero igualmente gigantesco potencial que también mira al coloso con recelo en una relación siempre llena de tensión. Y el tener un adversario en común siempre ayuda a estrechar lazos de cooperación, aunque muchas veces se niegue esa realidad última.
Japón y La India llevan estrechando lazos desde hace tiempo, y en 2016 firmaron un acuerdo de colaboración espacial. inicialmente en campos como el meteorológico y estudio del clima, Pero ambos países tienen también la mirada puesta en la cercana Luna, y cada uno por su lado han sido capaces de desarrollar y llevar a cabo sus propias misiones lunares. Hiten y Selene en el caso japonés, la Chandrayaan-1 por parte india, que además tendrá en 2018 una continuación con la Chandrayaan-2. Y ahora, aunque aún está en una fase inicial, el horizonte apunta a una misión lunar conjunta, que quizás podría ser la primera de otras por venir.
Así lo expresó el presidente de la Agencia Espacial India (ISRO), AS Kiran Kumar, durante la 24ª Sesión del Foro de la Agencia Espacial Regional de Asia y el Pacífico (APRSAF) celebrada en la ciudad india de Bangalore."Estamos estudiando una posible misión lunar conjunta que todavía se encuentra en una etapa muy preliminar. Estamos trabajando en los detalles en este momento. La relación entre India y Japón en lo que respecta a las las agencias espaciales ha tenido un cambio visible. Estamos trabajando juntos para posibles futuras misiones de cooperación".
"India y Japón han estado colaborando en el sector espacial, lo que nos ayuda a compartir nuestros conocimientos y tecnologías. Creo que ambos liderarán el sector espacial en la región de Asia Pacífico a través de ella", añadía Naoki Okumura.
¿Referencia indirecta a China? Es posible, aunque expertos de ambos lados no creen que este sea el caso."La colaboración espacial indojaponesa es positiva, ya que ayuda a ambos países a canalizar sus recursos y tecnología. Ambas partes tienen algo que ofrecerse la una a la otra. El programa espacial de India y Japón se encuentra en un nivel similar. Además, la misión lunar conjunta no debe considerarse dirigida contra ningún tercer país, particularmente China, que está ejecutando un programa espacial avanzado. La misión espacial de la India es un programa civil y está orientado hacia el logro de los objetivos del país", defiende Ajey Lele, del Institute for Defence Studies and Analyses.
Sea cual sea el motor último de esta colaboración lo cierto es que deberemos estar atentos a los próximos movimientos de ambas potencias, cuyos lazos comunes podrían dar pronto sus primeros frutos más allá de la órbita terrestre. El futuro nos promete fuertes emociones lunares.
Tanto Japón como La India tiene ya cierta experiencia en misiones lunares. Ahora ambos quieren potenciarlas colaborando en misiones conjuntas, aunque sin dejar de desarrollar las suyas propias.
India, Japan Plan to Jointly Explore the Moon
Viven hasta cierto punto a la sombra de China, que avanza a pasos agigantados con metas cada vez más ambiciosos. Su relación es complicada. Uno fue durante varias décadas fue el líder económico indiscutible asiático hasta que una larga crisis, de la que aún busca salir por completo, hizo que tuviera que asistir como su gran rival lo dejaba atrás, mientras que el otro es un gigante que está despertando, con gigantescos problemas pero igualmente gigantesco potencial que también mira al coloso con recelo en una relación siempre llena de tensión. Y el tener un adversario en común siempre ayuda a estrechar lazos de cooperación, aunque muchas veces se niegue esa realidad última.
Japón y La India llevan estrechando lazos desde hace tiempo, y en 2016 firmaron un acuerdo de colaboración espacial. inicialmente en campos como el meteorológico y estudio del clima, Pero ambos países tienen también la mirada puesta en la cercana Luna, y cada uno por su lado han sido capaces de desarrollar y llevar a cabo sus propias misiones lunares. Hiten y Selene en el caso japonés, la Chandrayaan-1 por parte india, que además tendrá en 2018 una continuación con la Chandrayaan-2. Y ahora, aunque aún está en una fase inicial, el horizonte apunta a una misión lunar conjunta, que quizás podría ser la primera de otras por venir.
Así lo expresó el presidente de la Agencia Espacial India (ISRO), AS Kiran Kumar, durante la 24ª Sesión del Foro de la Agencia Espacial Regional de Asia y el Pacífico (APRSAF) celebrada en la ciudad india de Bangalore."Estamos estudiando una posible misión lunar conjunta que todavía se encuentra en una etapa muy preliminar. Estamos trabajando en los detalles en este momento. La relación entre India y Japón en lo que respecta a las las agencias espaciales ha tenido un cambio visible. Estamos trabajando juntos para posibles futuras misiones de cooperación".
"India y Japón han estado colaborando en el sector espacial, lo que nos ayuda a compartir nuestros conocimientos y tecnologías. Creo que ambos liderarán el sector espacial en la región de Asia Pacífico a través de ella", añadía Naoki Okumura.
¿Referencia indirecta a China? Es posible, aunque expertos de ambos lados no creen que este sea el caso."La colaboración espacial indojaponesa es positiva, ya que ayuda a ambos países a canalizar sus recursos y tecnología. Ambas partes tienen algo que ofrecerse la una a la otra. El programa espacial de India y Japón se encuentra en un nivel similar. Además, la misión lunar conjunta no debe considerarse dirigida contra ningún tercer país, particularmente China, que está ejecutando un programa espacial avanzado. La misión espacial de la India es un programa civil y está orientado hacia el logro de los objetivos del país", defiende Ajey Lele, del Institute for Defence Studies and Analyses.
Sea cual sea el motor último de esta colaboración lo cierto es que deberemos estar atentos a los próximos movimientos de ambas potencias, cuyos lazos comunes podrían dar pronto sus primeros frutos más allá de la órbita terrestre. El futuro nos promete fuertes emociones lunares.
Tanto Japón como La India tiene ya cierta experiencia en misiones lunares. Ahora ambos quieren potenciarlas colaborando en misiones conjuntas, aunque sin dejar de desarrollar las suyas propias.
India, Japan Plan to Jointly Explore the Moon
martes, noviembre 21, 2017
El mensajero que vino desde el abismo
Conociendo a Oumuamua, el primer viajero interestelar conocido.
El 19 de Octubre dejamos de estar solos en el Universo. No porque descubriéramos la señal de una civilización alienígena o signos de actividad biológica en algún planeta situado en otra estrella, algo que llevamos mucho esperando pero que nunca termina de llegar, sino porque ese día el telescopio Pan-STARRS de la isla de Maui en Hawai, detectó un tenue punto de luz desplazándose por el cielo nocturno. A primera vista no muy diferente a las otras detecciones de cuerpos cercanos a la Tierra, que indicaban el paso asteroides o cometas por nuestra vecindad, pero pronto quedó claro que este visitante era especial.
Su trayectoria y velocidad mostraron rápidamente que se trataba de un cuerpo desligado del Sol, destinado a no regresar jamás. Eso no era novedoso en el mundo de la astronomía, ya que el empujón gravitatorio de los gigantes del Sistema Solar Exterior, como Júpiter, pueden proyectar a un pequeño cuerpo celeste, asteroide o cometa, hacia las profundidades del espacio interestelar de forma definitiva. Pero en este caso había algo más, algo más trascendental: Su trayectoria de entrada indicaba que nunca estuvo sujeto al Sol, y que con toda probabilidad había llegado desde el espacio interestelar, sumergiéndose brevemente en nuestro pequeño reino solar antes de regresar a la oscura inmensidad de la que vino. Estábamos ante el primer visitante conocido llegado desde las estrellas.
Cuando fue detectado ya se encontraba en trayectoria de salida, después de sobrevolar el Sol el 9 de Septiembre y alcanzar el punto de mínima distancia a la Tierra el 14 de Octubre, 5 días antes de su detección. Inicialmente considerado un cometa, pronto se confirmó una total falta de actividad, sin señales de una estructura cometaria de ningún tipo. Lo que teníamos delante era un asteroide interestelar, que pronto recibió un nombre, Oumuamua, que en hawaiano significa "un mensajero de lejos que llega primero". Dada las circunstancia no podía ser más adecuado. Porque eso es precisamente lo que es, un mensajero que llega desde más allá de los limites de nuestro mundo, el primero que reconocemos como tal.
Pero este mensajero se estaba ya despidiendo de nosotros, y por tanto el tiempo para estudiarlo se agotaba. Por ello muchos de los grandes observatorios terrestres, como el Very Large Telescope y el Observatorio Europeo Austral, se pusieron en marcha. Una intensa campaña cuyos primeros resultados muestran que el recién llegado es diferente a cualquier cosa vista anteriormente. Y es que presentaba variaciones de su brillo por un factor de 10 a medida que giraba sobre si mismo, en una rotación estimada en unas 7,3 horas. Eso desveló que estábamos ante un asteroide con una forma más que extraña, diez veces más largo que ancho, lo que insinúa una historia extremadamente compleja.
Así podemos resumir que Oumuamua mide al menos 400 metros de longitud, es de naturaleza rocosa con notables cantidades de metal, sin rastro de hielo, relativamente denso y con forma de cigarro. Además tiene un color rojizo, seguramente como consecuencia de haber sido bombardeado por rayos cósmicos de alta energía durante los millones de años que ha estado navegando a través del espacio interestelar. Además parece ser completamente inerte, sin rastro alguna de polvo a su alrededor.¿Y de donde vino? Cálculos orbitales preliminares sugieren que el objeto se adentró en nuestro sistema planetario aproximadamente en la dirección en la que se encuentra la brillante estrella Vega, en la constelación septentrional de Lyra, aunque todo indica que no tiene relación alguna con ella, porque cuando estuvo en esa región, hace unos 300.000 años, Vega no estaba ahí. No debemos olvidar que la Galaxia es un río de estrellas en eterno movimiento.
Es probable, por tanto, que Oumuamua haya estado vagando a través de la Vía Láctea, independiente a cualquier sistema estelar, durante cientos de millones de años antes de su casual encuentro con el Sistema Solar. Un fugaz viaje por la luz antes de regresar a la oscuridad, ofreciendo una oportunidad única, en realidad la primera, de estudiar de cerca un viajero interestelar. Así se hizo desde la Tierra, y así se sigue haciendo desde telescopios orbitales como el Hubble y el Spitzer, que lo seguirán hasta donde sea posible, intentando definir así con mayor precisión su trayectoria y destino.
El mensajero de las estrellas es ya historia, aunque aún tardará años, en realidad siglos, en abandonar completamente el Sistema Solar. Pero deja abierta las puertas al descubrimiento de otros, que posiblemente no han dejado nunca de visitarnos pero hasta ahora habían pasado desapercibidos. Los avances en las tecnologías de rastreo, como es el caso del observatorio Pan-STARRS, promete una nueva era en este aspecto. Como concluye Olivier Hainaut, miembro del equipo de ESO, "ahora que hemos encontrado la primera roca interestelar, ¡nos estamos preparando para las próximas!".
Este diagrama muestra cómo, a lo largo de tres días del mes de octubre de 2017, el asteroide interestelar 'Oumuamua ha variado su brillo. El amplio rango del brillo se debe a la forma muy alargada de este objeto único, que rota cada 7,3 horas. Los diferentes puntos de colores representan las medidas hechas a través de diferentes filtros, que cubren la parte visible y del infrarrojo cercano del espectro.
El camino de Oumuamua. Su órbita hiperbólica está muy inclinada y, en su camino, no parece haber pasado cerca de ningún otro cuerpo del Sistema Solar.
Esta combinación de imágenes muy profundas muestra al asteroide interestelar en el centro de la imagen. Está rodeado de senderos de estrellas débiles que dejan su rastro, dado que los telescopios lo seguían en su desplazamiento. Esta imagen fue creada mediante la combinación de varias imágenes del Very Large Telescope de ESO y el telescopio Gemini Sur. El objeto aparece como una fuente puntual, sin polvo circundante.
El viaje de Oumuamua.
Observaciones de ESO muestran que el primer asteroide interestelar no se parece a nada visto antes
El 19 de Octubre dejamos de estar solos en el Universo. No porque descubriéramos la señal de una civilización alienígena o signos de actividad biológica en algún planeta situado en otra estrella, algo que llevamos mucho esperando pero que nunca termina de llegar, sino porque ese día el telescopio Pan-STARRS de la isla de Maui en Hawai, detectó un tenue punto de luz desplazándose por el cielo nocturno. A primera vista no muy diferente a las otras detecciones de cuerpos cercanos a la Tierra, que indicaban el paso asteroides o cometas por nuestra vecindad, pero pronto quedó claro que este visitante era especial.
Su trayectoria y velocidad mostraron rápidamente que se trataba de un cuerpo desligado del Sol, destinado a no regresar jamás. Eso no era novedoso en el mundo de la astronomía, ya que el empujón gravitatorio de los gigantes del Sistema Solar Exterior, como Júpiter, pueden proyectar a un pequeño cuerpo celeste, asteroide o cometa, hacia las profundidades del espacio interestelar de forma definitiva. Pero en este caso había algo más, algo más trascendental: Su trayectoria de entrada indicaba que nunca estuvo sujeto al Sol, y que con toda probabilidad había llegado desde el espacio interestelar, sumergiéndose brevemente en nuestro pequeño reino solar antes de regresar a la oscura inmensidad de la que vino. Estábamos ante el primer visitante conocido llegado desde las estrellas.
Cuando fue detectado ya se encontraba en trayectoria de salida, después de sobrevolar el Sol el 9 de Septiembre y alcanzar el punto de mínima distancia a la Tierra el 14 de Octubre, 5 días antes de su detección. Inicialmente considerado un cometa, pronto se confirmó una total falta de actividad, sin señales de una estructura cometaria de ningún tipo. Lo que teníamos delante era un asteroide interestelar, que pronto recibió un nombre, Oumuamua, que en hawaiano significa "un mensajero de lejos que llega primero". Dada las circunstancia no podía ser más adecuado. Porque eso es precisamente lo que es, un mensajero que llega desde más allá de los limites de nuestro mundo, el primero que reconocemos como tal.
Pero este mensajero se estaba ya despidiendo de nosotros, y por tanto el tiempo para estudiarlo se agotaba. Por ello muchos de los grandes observatorios terrestres, como el Very Large Telescope y el Observatorio Europeo Austral, se pusieron en marcha. Una intensa campaña cuyos primeros resultados muestran que el recién llegado es diferente a cualquier cosa vista anteriormente. Y es que presentaba variaciones de su brillo por un factor de 10 a medida que giraba sobre si mismo, en una rotación estimada en unas 7,3 horas. Eso desveló que estábamos ante un asteroide con una forma más que extraña, diez veces más largo que ancho, lo que insinúa una historia extremadamente compleja.
Así podemos resumir que Oumuamua mide al menos 400 metros de longitud, es de naturaleza rocosa con notables cantidades de metal, sin rastro de hielo, relativamente denso y con forma de cigarro. Además tiene un color rojizo, seguramente como consecuencia de haber sido bombardeado por rayos cósmicos de alta energía durante los millones de años que ha estado navegando a través del espacio interestelar. Además parece ser completamente inerte, sin rastro alguna de polvo a su alrededor.¿Y de donde vino? Cálculos orbitales preliminares sugieren que el objeto se adentró en nuestro sistema planetario aproximadamente en la dirección en la que se encuentra la brillante estrella Vega, en la constelación septentrional de Lyra, aunque todo indica que no tiene relación alguna con ella, porque cuando estuvo en esa región, hace unos 300.000 años, Vega no estaba ahí. No debemos olvidar que la Galaxia es un río de estrellas en eterno movimiento.
Es probable, por tanto, que Oumuamua haya estado vagando a través de la Vía Láctea, independiente a cualquier sistema estelar, durante cientos de millones de años antes de su casual encuentro con el Sistema Solar. Un fugaz viaje por la luz antes de regresar a la oscuridad, ofreciendo una oportunidad única, en realidad la primera, de estudiar de cerca un viajero interestelar. Así se hizo desde la Tierra, y así se sigue haciendo desde telescopios orbitales como el Hubble y el Spitzer, que lo seguirán hasta donde sea posible, intentando definir así con mayor precisión su trayectoria y destino.
El mensajero de las estrellas es ya historia, aunque aún tardará años, en realidad siglos, en abandonar completamente el Sistema Solar. Pero deja abierta las puertas al descubrimiento de otros, que posiblemente no han dejado nunca de visitarnos pero hasta ahora habían pasado desapercibidos. Los avances en las tecnologías de rastreo, como es el caso del observatorio Pan-STARRS, promete una nueva era en este aspecto. Como concluye Olivier Hainaut, miembro del equipo de ESO, "ahora que hemos encontrado la primera roca interestelar, ¡nos estamos preparando para las próximas!".
Este diagrama muestra cómo, a lo largo de tres días del mes de octubre de 2017, el asteroide interestelar 'Oumuamua ha variado su brillo. El amplio rango del brillo se debe a la forma muy alargada de este objeto único, que rota cada 7,3 horas. Los diferentes puntos de colores representan las medidas hechas a través de diferentes filtros, que cubren la parte visible y del infrarrojo cercano del espectro.
El camino de Oumuamua. Su órbita hiperbólica está muy inclinada y, en su camino, no parece haber pasado cerca de ningún otro cuerpo del Sistema Solar.
Esta combinación de imágenes muy profundas muestra al asteroide interestelar en el centro de la imagen. Está rodeado de senderos de estrellas débiles que dejan su rastro, dado que los telescopios lo seguían en su desplazamiento. Esta imagen fue creada mediante la combinación de varias imágenes del Very Large Telescope de ESO y el telescopio Gemini Sur. El objeto aparece como una fuente puntual, sin polvo circundante.
Observaciones de ESO muestran que el primer asteroide interestelar no se parece a nada visto antes
lunes, noviembre 20, 2017
Un deseo entre estrellas fugaces
Observando un meteoro desde la ISS.
Se las conoce popularmente como "estrellas fugaces" o "lluvia de estrellas" cuando se manifiestan en forma conjunta, ya que a los ojos de nuestros antepasados lejanos parecía que realmente eran estrellas que caían desde el Firmamento sobre el mundo. Hoy día nuestra visión es totalmente diferente, sabemos que habitamos un planeta que orbita una estrella, a la que llamamos Sol, y que las estrellas que vemos en la noche son igualmente otros Soles, solo que situadas mucho más lejos y por lo cual solo podemos verlas como puntos de luz. Pero las palabras suelen tener una vida más larga que el significado que contenían inicialmente, como fósiles que permanecen mucho más allá de la especie a la cual pertenecía, y hoy día, como muchas otras, la expresión "estrella fugaz" y variantes sigue vigente para hablar de los meteoros más tenues, aquellos que resplandecen durante un instante antes de evaporarse, y que por tanto realmente tiene una vida fugaz ante nuestros ojos.
Tanto desde la Tierra como desde el cielo, ya que la ISS es una plataforma perfecta que permite captarlas desde "el otro lado". Así lo hizo el astronauta de la ESA Paolo Nespoli, que mientra tomaba imágenes del exterior captó la incineración de un pequeño meteoro, que dejó un rastro de luz claramente visible aunque de corta duración. Se estima que la pequeña roca espacial responsable, posiblemente no mucho mayor que un grano de arena, se movía a unos 40 Kilómetros/Segundo, lo que es una velocidad notablemente alta para lo que suele ser la media habitual, que se mueve alrededor de los 20 Kilómetros/Segundo.
No es la primera vez que las cámaras de la ISS captan a estos recién llegados, que se evaporan en nuestra atmósfera en un fugaz pero hermoso trazo de luz, pero cada uno de esos momentos son dignos de verse. Y, siguiendo la tradición, pedir un deseo: Que algún día verlas de esta forma se convierta en una maravillosa normalidad, porque eso significará que finalmente hemos iniciado realmente nuestro viaje hacia las estrellas. Y esta vez hacia las de verdad.
Secuencia completa del meteoro, captado mientras la ISS se movía desde el Océano Atlántico sur hasta Kazajstán, y que aquí se hace visible en los segundos 7-8.
Cada cosa con su nombre. Aunque siempre hay lugar para términos más románticos.
Meteoroide cayendo a la Tierra, visto desde la Estación Espacial
Se las conoce popularmente como "estrellas fugaces" o "lluvia de estrellas" cuando se manifiestan en forma conjunta, ya que a los ojos de nuestros antepasados lejanos parecía que realmente eran estrellas que caían desde el Firmamento sobre el mundo. Hoy día nuestra visión es totalmente diferente, sabemos que habitamos un planeta que orbita una estrella, a la que llamamos Sol, y que las estrellas que vemos en la noche son igualmente otros Soles, solo que situadas mucho más lejos y por lo cual solo podemos verlas como puntos de luz. Pero las palabras suelen tener una vida más larga que el significado que contenían inicialmente, como fósiles que permanecen mucho más allá de la especie a la cual pertenecía, y hoy día, como muchas otras, la expresión "estrella fugaz" y variantes sigue vigente para hablar de los meteoros más tenues, aquellos que resplandecen durante un instante antes de evaporarse, y que por tanto realmente tiene una vida fugaz ante nuestros ojos.
Tanto desde la Tierra como desde el cielo, ya que la ISS es una plataforma perfecta que permite captarlas desde "el otro lado". Así lo hizo el astronauta de la ESA Paolo Nespoli, que mientra tomaba imágenes del exterior captó la incineración de un pequeño meteoro, que dejó un rastro de luz claramente visible aunque de corta duración. Se estima que la pequeña roca espacial responsable, posiblemente no mucho mayor que un grano de arena, se movía a unos 40 Kilómetros/Segundo, lo que es una velocidad notablemente alta para lo que suele ser la media habitual, que se mueve alrededor de los 20 Kilómetros/Segundo.
No es la primera vez que las cámaras de la ISS captan a estos recién llegados, que se evaporan en nuestra atmósfera en un fugaz pero hermoso trazo de luz, pero cada uno de esos momentos son dignos de verse. Y, siguiendo la tradición, pedir un deseo: Que algún día verlas de esta forma se convierta en una maravillosa normalidad, porque eso significará que finalmente hemos iniciado realmente nuestro viaje hacia las estrellas. Y esta vez hacia las de verdad.
Cada cosa con su nombre. Aunque siempre hay lugar para términos más románticos.
Meteoroide cayendo a la Tierra, visto desde la Estación Espacial
domingo, noviembre 19, 2017
Post Vintage (250): Días de agua y fuego
Mars Express nos acerca a las espectaculares inundaciones que sacudieron esta región volcánica.
Ya veterana pero aún plenamente operativa, la sonda europea Mars Express nos regala cada cierto tiempo imágenes espectaculares que nada deben envidiar a las de sus compañeras de la NASA. Este es el caso de las últimas publicadas, tomadas por su cámara estéreo de alta resolución el 12 de Julio, justo al sur de la desembocadura del conocido como Minio Vallis. La región es parte de la desembocadura del sistema de canales de Mangala Valles, y está situado en la parte suroeste de la protuberancia de Tharsis, hogar de varios volcanes, entre ellos el Olympus Mons, el mayor de todo el Sistema Solar. En ella encontramos las huellas de colosales avenidas de agua, que en algún momento del pasado remoto recorrieron la región con una fuerza inimaginable.
Su proximidad a estos colosos de fuego no es casual, ya que probablemente jugaron un papel importante en la creación de estos canales, que fueron tallados por los grandes volúmenes de agua que una vez por aquí fluyeron, liberadas de su prisión de hielo subterráneo por la llegada del magma que formó Tharsis. Una inundación quizás tan colosal como fugaz, pero que dejó una huella que aún permanece claramente visible. Por ejemplo, vemos un canal desembocando en el interior del cráter de 28 kilómetros de ancho en la parte inferior, formando por un caudal de agua tal que literalmente consiguió romper su borde y precipitarse hacia el interior. La escena, sin lugar a dudas, debió ser espectacular.
Pero un golpe más duro encajó en que vemos, deformado hasta casi perder su identidad, en el centro de la escena: Se llenó de agua y sedimentos y posteriormente fue erosionado nuevamente.El "terreno caótico" formado a su alrededor lo forman bloques aislados de material de la superficie, que terminaron colocados de forma caótica durante la liberación de agua del subsuelo y el colapso posterior. Un poco más arriba vemos otro cráter totalmente lleno de sedimentos, hasta el punto que solo lo que queda de su contorno nos permite aún identificarlo como tal. Finalmente, avanzando en sentido contrario a lo que fue la inundación (o inundaciones, ya que se produjeron más de un episodio de este tipo) llegamos al profundo canal que encauzó el flujo de agua hacia este región, con paredes interiores que muestran capas, terrazas e islas cuyas formas fueron esculpidas por la corriente.
Mangala Valles se estima que se han creado durante la era Hesperian, hace unos 3500 millones de años, con episodios tanto de actividad volcánica como de inundaciones probabilidades que se siguieron produciendo quizás tan recientemente como hace unos pocos cientos de millones de años. Fueron días de agua y fuego, donde la furia de Tharsis se manifestó tanto con mares de roca fundida, sino también en forma de muros de agua, cuya terrible fuerza aún resuena en estas imágenes.
Mapa topográfico de Mangala Valles.
Recreacción en 3D del cráter que hemos visto en el centro de la imagen, que se vio cubierto por el flujo de agua, cubierto de sedimentos y erosionado.
Los volcanes e Tharsis, que descansan sobre un gigantesco abultamiento creada por la acumulación de las sucesivas oleadas de magma, tan grande que deformó al propio planeta. Su actividad posiblemente fue acompañada de grandes avenidas de agua, a causa del hielo subterráneo fundido por ellas.
Flash floods in Mangala Valles
Ya veterana pero aún plenamente operativa, la sonda europea Mars Express nos regala cada cierto tiempo imágenes espectaculares que nada deben envidiar a las de sus compañeras de la NASA. Este es el caso de las últimas publicadas, tomadas por su cámara estéreo de alta resolución el 12 de Julio, justo al sur de la desembocadura del conocido como Minio Vallis. La región es parte de la desembocadura del sistema de canales de Mangala Valles, y está situado en la parte suroeste de la protuberancia de Tharsis, hogar de varios volcanes, entre ellos el Olympus Mons, el mayor de todo el Sistema Solar. En ella encontramos las huellas de colosales avenidas de agua, que en algún momento del pasado remoto recorrieron la región con una fuerza inimaginable.
Su proximidad a estos colosos de fuego no es casual, ya que probablemente jugaron un papel importante en la creación de estos canales, que fueron tallados por los grandes volúmenes de agua que una vez por aquí fluyeron, liberadas de su prisión de hielo subterráneo por la llegada del magma que formó Tharsis. Una inundación quizás tan colosal como fugaz, pero que dejó una huella que aún permanece claramente visible. Por ejemplo, vemos un canal desembocando en el interior del cráter de 28 kilómetros de ancho en la parte inferior, formando por un caudal de agua tal que literalmente consiguió romper su borde y precipitarse hacia el interior. La escena, sin lugar a dudas, debió ser espectacular.
Pero un golpe más duro encajó en que vemos, deformado hasta casi perder su identidad, en el centro de la escena: Se llenó de agua y sedimentos y posteriormente fue erosionado nuevamente.El "terreno caótico" formado a su alrededor lo forman bloques aislados de material de la superficie, que terminaron colocados de forma caótica durante la liberación de agua del subsuelo y el colapso posterior. Un poco más arriba vemos otro cráter totalmente lleno de sedimentos, hasta el punto que solo lo que queda de su contorno nos permite aún identificarlo como tal. Finalmente, avanzando en sentido contrario a lo que fue la inundación (o inundaciones, ya que se produjeron más de un episodio de este tipo) llegamos al profundo canal que encauzó el flujo de agua hacia este región, con paredes interiores que muestran capas, terrazas e islas cuyas formas fueron esculpidas por la corriente.
Mangala Valles se estima que se han creado durante la era Hesperian, hace unos 3500 millones de años, con episodios tanto de actividad volcánica como de inundaciones probabilidades que se siguieron produciendo quizás tan recientemente como hace unos pocos cientos de millones de años. Fueron días de agua y fuego, donde la furia de Tharsis se manifestó tanto con mares de roca fundida, sino también en forma de muros de agua, cuya terrible fuerza aún resuena en estas imágenes.
Recreacción en 3D del cráter que hemos visto en el centro de la imagen, que se vio cubierto por el flujo de agua, cubierto de sedimentos y erosionado.
Los volcanes e Tharsis, que descansan sobre un gigantesco abultamiento creada por la acumulación de las sucesivas oleadas de magma, tan grande que deformó al propio planeta. Su actividad posiblemente fue acompañada de grandes avenidas de agua, a causa del hielo subterráneo fundido por ellas.
Flash floods in Mangala Valles
viernes, noviembre 17, 2017
Música estelar
Enviar canciones a otro planeta, una curiosa iniciativa del Festival Sonar.
Lograr que la gente levante los ojos al firmamento, que se interese por el Universo en el que vive, que sueñe con otros mundos y realidades, no es sencillo. La parte más "académica" de la astronomía puede hacerse pesada al común de los mortales, y saber transmitirla es algo que no está al alcance de todos. Esa era precisamente el caballo de batalla de Carl Sagan, bajar la ciencia del Olimpo y ponerla al nivel y alcance de todos, aunque fuera simplificando el mensaje. Creía que si esta no era capaz de comunicar, de hacerse entender fuera de sus cerrados círculos habituales, habría fracasado en su principal propósito. Y no le faltaba razón.
Muchos son los caminos por el cual se puede ascender a la cima del conocimiento, algunos más duros y escarpados, otros más sencillos y accesibles, y algunos imaginativos y capaces de relacionar elementos aparentemente sin relación, pero todos igual de válidos para ganarnos el corazón de la gente.Y en esto último camino se enmarca una curiosa pero sin duda interesante iniciativa liderada por el Festival Sonar (Internacional de Música Avanzada y Arte Multimedia), para celebrar su 25º aniversario: El envío de canciones creadas especialmente por artistas implicados el festival a una a la conocida como Estrella de Luyten, a 12,4 años-luz, y que está acompañado por exoplaneta conocido potencialmente habitable, GJ273b.
En total 33 piezas de música de 10 segundos de duración cada una, cuya transmisión se inició los días 16, 17 y 18 de octubre de 2017, desde la antena de la Asociación Científica Europea de Radares de Dispersión Incoherente (EISCAT, por sus siglas en inglés) ubicada en Tromsø, Noruega, y que afrontará su segunda fase de emisión en Abril de 2018. "Ante el reto único de comunicarse con una posible inteligencia extraterrestre, las respuestas de los artistas han sido imaginativas y muy variadas. Desde propuestas de carácter poético hasta músicas matemáticas pensadas para ser fácilmente descifrables, pasando por propuestas más políticas que intentan dar una imagen de lo que somos como humanidad, sin ahorrar la crítica a cómo estamos destruyendo nuestro propio planeta", apuntan desde el Sónar.
Una iniciativa que cuanta con la colaboración de instituciones como el de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC), cuyo director Ignasi Ribas, comenta: "Estamos siendo testigos de un aumento exponencial en nuestro conocimiento de los sistemas planetarios en el universo y ahora conocemos unos 10 exoplanetas que podrían ser adecuados para albergar vida. Por supuesto, no tenemos idea de si la vida ha prosperado en la superficie de esos planetas y si tales formas de vida han desarrollado inteligencia. Pero en IEEC estamos emocionados de participar en el experimento de enviar un mensaje intencional al planeta cercano potencialmente habitable como GJ273b y esperar una respuesta. Si eso sucediera dentro de 25 años, sin duda sería alucinante".
Por encima de todo es una iniciativa que busca conectar con el público del Sonar, con esa gente "de la calle", de un sector de la población en su mayor parte bastante joven que quizás vive desconectado del Universo que se extiende sobre sus cabezas, y en los que quizás, solo quizás, puede que esta conexión entre la música y la astronomía haga despertar su interés. Nada a perder y mucho que ganar. El conocimiento y el saber es como escalar una montaña, se pueden seguir diversas rutas pero al final todos nos encontramos en la cima.
Música a las estrellas.
El objetivo de esta emisión, un mundo situado a 12.4 años-luz. Una (improbable) respuesta llegaría dentro de 25 años, condiciendo con el 50º aniversario del Sonar, lo que evidentemente no es una casualidad, sino algo buscado por los organizadores de esta iniciativa.
El Sónar envía 33 canciones a un exoplaneta potencialmente habitable
Lograr que la gente levante los ojos al firmamento, que se interese por el Universo en el que vive, que sueñe con otros mundos y realidades, no es sencillo. La parte más "académica" de la astronomía puede hacerse pesada al común de los mortales, y saber transmitirla es algo que no está al alcance de todos. Esa era precisamente el caballo de batalla de Carl Sagan, bajar la ciencia del Olimpo y ponerla al nivel y alcance de todos, aunque fuera simplificando el mensaje. Creía que si esta no era capaz de comunicar, de hacerse entender fuera de sus cerrados círculos habituales, habría fracasado en su principal propósito. Y no le faltaba razón.
Muchos son los caminos por el cual se puede ascender a la cima del conocimiento, algunos más duros y escarpados, otros más sencillos y accesibles, y algunos imaginativos y capaces de relacionar elementos aparentemente sin relación, pero todos igual de válidos para ganarnos el corazón de la gente.Y en esto último camino se enmarca una curiosa pero sin duda interesante iniciativa liderada por el Festival Sonar (Internacional de Música Avanzada y Arte Multimedia), para celebrar su 25º aniversario: El envío de canciones creadas especialmente por artistas implicados el festival a una a la conocida como Estrella de Luyten, a 12,4 años-luz, y que está acompañado por exoplaneta conocido potencialmente habitable, GJ273b.
En total 33 piezas de música de 10 segundos de duración cada una, cuya transmisión se inició los días 16, 17 y 18 de octubre de 2017, desde la antena de la Asociación Científica Europea de Radares de Dispersión Incoherente (EISCAT, por sus siglas en inglés) ubicada en Tromsø, Noruega, y que afrontará su segunda fase de emisión en Abril de 2018. "Ante el reto único de comunicarse con una posible inteligencia extraterrestre, las respuestas de los artistas han sido imaginativas y muy variadas. Desde propuestas de carácter poético hasta músicas matemáticas pensadas para ser fácilmente descifrables, pasando por propuestas más políticas que intentan dar una imagen de lo que somos como humanidad, sin ahorrar la crítica a cómo estamos destruyendo nuestro propio planeta", apuntan desde el Sónar.
Una iniciativa que cuanta con la colaboración de instituciones como el de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC), cuyo director Ignasi Ribas, comenta: "Estamos siendo testigos de un aumento exponencial en nuestro conocimiento de los sistemas planetarios en el universo y ahora conocemos unos 10 exoplanetas que podrían ser adecuados para albergar vida. Por supuesto, no tenemos idea de si la vida ha prosperado en la superficie de esos planetas y si tales formas de vida han desarrollado inteligencia. Pero en IEEC estamos emocionados de participar en el experimento de enviar un mensaje intencional al planeta cercano potencialmente habitable como GJ273b y esperar una respuesta. Si eso sucediera dentro de 25 años, sin duda sería alucinante".
Por encima de todo es una iniciativa que busca conectar con el público del Sonar, con esa gente "de la calle", de un sector de la población en su mayor parte bastante joven que quizás vive desconectado del Universo que se extiende sobre sus cabezas, y en los que quizás, solo quizás, puede que esta conexión entre la música y la astronomía haga despertar su interés. Nada a perder y mucho que ganar. El conocimiento y el saber es como escalar una montaña, se pueden seguir diversas rutas pero al final todos nos encontramos en la cima.
El objetivo de esta emisión, un mundo situado a 12.4 años-luz. Una (improbable) respuesta llegaría dentro de 25 años, condiciendo con el 50º aniversario del Sonar, lo que evidentemente no es una casualidad, sino algo buscado por los organizadores de esta iniciativa.
El Sónar envía 33 canciones a un exoplaneta potencialmente habitable
jueves, noviembre 16, 2017
La maravilla de lo cotidiano
Ross 128 b, un nuevo mundo potencialmente habitable cerca de La Tierra.
Ya no son casi noticia que se descubran planetas en otras estrellas, y de la misma manera cada vez es menor sorprendente encontrar algunos con tamaños parecidos al nuestro, y dentro de estos últimos que se encuentren dentro de la llamada zona habitable de su Sol, allí donde es posible, aunque no necesariamente inevitable, que algunos puedan desarrollar temperaturas superficiales adecuadas para el manteniente de agua líquida. Hace apenas un par de décadas esto era impensable, y los primeros hallazgos estuvieron rodeados de una inmensa expectación. Eran otros tiempos, más emocionantes, pero sin lugar a dudas mucho peores. La misma (relativa) indiferencia con que ahora recibimos estos hallazgos son, paradójicamente, un ejemplo de lo mucho que hemos progresado.
Porque dichos descubrimientos no cesan, el numero de mundos crece exponencialmente, y cada vez vemos que los mundos rocosos como el nuestro son una norma, no una excepción. El Universo está lleno de otras Tierras, aunque seguramente la inmensa mayoría son páramos sin vida, donde algunas circunstancias se pusieron en su contra. Nuestra vecino Venus es un ejemplo que las cosas no son tan sencillas.
Ross 128 b es el más reciente de esos mundos "parecidos a la Tierra" que hemos encontrado en esta transcendental búsqueda, y aunque es otro más de la ya larga lista, también tiene sus detalles que le hace único y hasta intrigante por sus posibilidades. Entre ellas que tiene el mismo tamaño que el nuestro, que se encuentra a una distancia adecuada como para poder disfrutar de temperaturas medias similares a las terrestres, y que su estrella, Ross 128, aunque es una débil enano roja, famosas por sus repentinas llamaradas que bañan a cualquier mundo que las orbite con oleadas de radiación ultravioleta y de rayos X, parece un astro mucho más tranquilo que sus hermanas estelares. Algo que sin duda aumenta de forma exponencial sus posibilidades.
Gracias a los datos de HARPS (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher), un equipo de astrónomos descubrió que Ross 128 b orbita 20 veces más cerca de su estrella que la distancia a la que la Tierra orbita del Sol, pero dado que esta es mucho más tenue que esta última, recibe sólo 1,38 veces más radiación que nosotros. Como resultado, se estima que su temperatura de equilibrio se encuentra entre los -60 y los 20° C.Suficiente como para que sus descubridores lo consideren un mundo "templado", aunque aún no está claro si está realmente dentro de la zona de habitabilidad. En todo caso será un objetivo de estudio de primera clase para los futuros observatorios astronómicos, especialmente a la hora de buscar y analizar posibles atmósferas.
Y una última curiosidad. Actualmente Ross 128 se encuentra a 11 años luz, pero en 79.000 años, una eternidad para un humano pero un parpadeo para el Universo, esta pequeña estrella se convertirá en la estrella más cercana a nosotros, incluso más que Próxima Centauri. Y Ross 128 b el exoplaneta más próximo a la Tierra. Si en ese futuro distante nos hemos expandido más allá del Sistema Solar, hacia las aguas interestelares, sus hipotéticos habitantes, quizás colonizadores humanos, podrán señalar una brillante estrella amarilla a las nuevas generaciones y decirles que sus antepasados que de ahí vinieron sus lejanos antepasados.
Ciertamente estos descubrimientos ya no son noticia. Y es maravilloso que así sea.
Conociendo un poco más a este nuevo miembro de la creciente familia de los exoplanetas.
Un viaje desde los cielos terrestres hasta Ross 128 b.
Descubierto el mundo templado más cercano orbitando una estrella tranquila
Ya no son casi noticia que se descubran planetas en otras estrellas, y de la misma manera cada vez es menor sorprendente encontrar algunos con tamaños parecidos al nuestro, y dentro de estos últimos que se encuentren dentro de la llamada zona habitable de su Sol, allí donde es posible, aunque no necesariamente inevitable, que algunos puedan desarrollar temperaturas superficiales adecuadas para el manteniente de agua líquida. Hace apenas un par de décadas esto era impensable, y los primeros hallazgos estuvieron rodeados de una inmensa expectación. Eran otros tiempos, más emocionantes, pero sin lugar a dudas mucho peores. La misma (relativa) indiferencia con que ahora recibimos estos hallazgos son, paradójicamente, un ejemplo de lo mucho que hemos progresado.
Porque dichos descubrimientos no cesan, el numero de mundos crece exponencialmente, y cada vez vemos que los mundos rocosos como el nuestro son una norma, no una excepción. El Universo está lleno de otras Tierras, aunque seguramente la inmensa mayoría son páramos sin vida, donde algunas circunstancias se pusieron en su contra. Nuestra vecino Venus es un ejemplo que las cosas no son tan sencillas.
Ross 128 b es el más reciente de esos mundos "parecidos a la Tierra" que hemos encontrado en esta transcendental búsqueda, y aunque es otro más de la ya larga lista, también tiene sus detalles que le hace único y hasta intrigante por sus posibilidades. Entre ellas que tiene el mismo tamaño que el nuestro, que se encuentra a una distancia adecuada como para poder disfrutar de temperaturas medias similares a las terrestres, y que su estrella, Ross 128, aunque es una débil enano roja, famosas por sus repentinas llamaradas que bañan a cualquier mundo que las orbite con oleadas de radiación ultravioleta y de rayos X, parece un astro mucho más tranquilo que sus hermanas estelares. Algo que sin duda aumenta de forma exponencial sus posibilidades.
Gracias a los datos de HARPS (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher), un equipo de astrónomos descubrió que Ross 128 b orbita 20 veces más cerca de su estrella que la distancia a la que la Tierra orbita del Sol, pero dado que esta es mucho más tenue que esta última, recibe sólo 1,38 veces más radiación que nosotros. Como resultado, se estima que su temperatura de equilibrio se encuentra entre los -60 y los 20° C.Suficiente como para que sus descubridores lo consideren un mundo "templado", aunque aún no está claro si está realmente dentro de la zona de habitabilidad. En todo caso será un objetivo de estudio de primera clase para los futuros observatorios astronómicos, especialmente a la hora de buscar y analizar posibles atmósferas.
Y una última curiosidad. Actualmente Ross 128 se encuentra a 11 años luz, pero en 79.000 años, una eternidad para un humano pero un parpadeo para el Universo, esta pequeña estrella se convertirá en la estrella más cercana a nosotros, incluso más que Próxima Centauri. Y Ross 128 b el exoplaneta más próximo a la Tierra. Si en ese futuro distante nos hemos expandido más allá del Sistema Solar, hacia las aguas interestelares, sus hipotéticos habitantes, quizás colonizadores humanos, podrán señalar una brillante estrella amarilla a las nuevas generaciones y decirles que sus antepasados que de ahí vinieron sus lejanos antepasados.
Ciertamente estos descubrimientos ya no son noticia. Y es maravilloso que así sea.
Descubierto el mundo templado más cercano orbitando una estrella tranquila
miércoles, noviembre 15, 2017
El vuelo del navegante
Iniciadas las pruebas en vuelo supersónico del futuro paracaídas del rover 2020.
Aterrizar en Marte es extremadamente complicado, más que hacerlo en la Tierra o La Luna. Tiene atmósfera, pero ni es lo suficientemente densa como para que un paracaídas sea suficiente para frenar lo necesario para tocar tierra suavemente ni lo suficientemente tenue como para poder dejarse "caer" sin mayor problema, como ocurre con un vehículo lunar. Está en un punto medio en el peor sentido de la palabra, y por ello cada sonda que quiere ser enviada a la superficie debe ser todo un ejercicio de complejidad tecnológica y precisión en las maniobras. El fatal destino de la Schiaparelli, o mirando más atrás, de la Mars Polar Lander, nos recuerdan esta dura realidad.
Por ello todo aterrizaje llega después de años de estudios, diseños y pruebas. Ni tan solo eso asegura el éxito, pero es lo único que podemos hacer. Se hace lo mejor posible. Y en este esfuerzo se enmarca la más reciente y espectacular prueba de vuelo realizada recientemente, protagonizada por un modelo del paracaídas que está destinado a frenar al próximo gran rover marciano, que en 2020 se adentrarán en la atmósfera marciana a 5.4 kilómetros por segundo. Será su misión reducir tan carrera enloquecida hasta ponerlo a una velocidad subsónica, que dará paso a las siguientes maniobras de frenado, esta vez ya mediante con retroimpulsores.
Y para avanza hacia su diseño final, un cohete Black Brant IX despegaba el pasado Octubre desde las instalaciones del Goddard Space Flight Center's Wallops Flight Facility, transportando lo que se conoce como ASPIRE (Advanced Supersonic Parachute Inflation Research Experiment), una estructura cilíndrica que contenía el paracaídas supersónico, el mecanismo de despliegue y los instrumentos y cámaras para registrar todo lo que ocurriera. Después de alcanzar los 51 kilómetros de altura se inició el viaje de regreso. 42 segundos más tarde, a una altitud de 42 kilómetros y una velocidad de 1,8 veces la velocidad del sonido, se cumplieron las condiciones idóneas para la prueba, allí donde la densidad del aire era la que se encontrará una vez dentro de la atmósfera marciana, y el paracaídas se desplegó con éxito, para finalmente amerizar en el Atlántico.
El paracaídas probado durante este primer vuelo fue casi una copia exacta del utilizado en el exitoso aterrizaje de Curiosity, en 2012. Las pruebas que están por venir evaluarán el rendimiento de una versión reforzada que también podría utilizarse en futuras misiones a Marte, generándose en el proceso una enorme cantidad de información técnica que será utilizada para avanzar hacia el diseño definitivo del que en 2020 volará a través de los rojos cielos marcianos, guiando al nuevo explorador hacia su destino. Y en esta ocasión también imágenes, que ofrecen una visión aproximada de lo que veremos cuando se despliegue contra los cielos, gracias a que una de las cámaras que registrarán esos momentos críticos estará apuntando hacia arriba, ofreciendo una visión inédita de los famosos 7 minutos de terror, el lapso del tiempo en que toda sonda que intente aterrizaje en Marte se juega el ser o no ser.
El Black Brant IX despegando desde las instalaciones delWallops Flight Facility, el pasado 4 de Octubre.
La primera prueba de vuelo supersónico del futuro paracaídas del rover Mars 2020.
NASA's Mars 2020 Mission Performs First Supersonic Parachute Test
Aterrizar en Marte es extremadamente complicado, más que hacerlo en la Tierra o La Luna. Tiene atmósfera, pero ni es lo suficientemente densa como para que un paracaídas sea suficiente para frenar lo necesario para tocar tierra suavemente ni lo suficientemente tenue como para poder dejarse "caer" sin mayor problema, como ocurre con un vehículo lunar. Está en un punto medio en el peor sentido de la palabra, y por ello cada sonda que quiere ser enviada a la superficie debe ser todo un ejercicio de complejidad tecnológica y precisión en las maniobras. El fatal destino de la Schiaparelli, o mirando más atrás, de la Mars Polar Lander, nos recuerdan esta dura realidad.
Por ello todo aterrizaje llega después de años de estudios, diseños y pruebas. Ni tan solo eso asegura el éxito, pero es lo único que podemos hacer. Se hace lo mejor posible. Y en este esfuerzo se enmarca la más reciente y espectacular prueba de vuelo realizada recientemente, protagonizada por un modelo del paracaídas que está destinado a frenar al próximo gran rover marciano, que en 2020 se adentrarán en la atmósfera marciana a 5.4 kilómetros por segundo. Será su misión reducir tan carrera enloquecida hasta ponerlo a una velocidad subsónica, que dará paso a las siguientes maniobras de frenado, esta vez ya mediante con retroimpulsores.
Y para avanza hacia su diseño final, un cohete Black Brant IX despegaba el pasado Octubre desde las instalaciones del Goddard Space Flight Center's Wallops Flight Facility, transportando lo que se conoce como ASPIRE (Advanced Supersonic Parachute Inflation Research Experiment), una estructura cilíndrica que contenía el paracaídas supersónico, el mecanismo de despliegue y los instrumentos y cámaras para registrar todo lo que ocurriera. Después de alcanzar los 51 kilómetros de altura se inició el viaje de regreso. 42 segundos más tarde, a una altitud de 42 kilómetros y una velocidad de 1,8 veces la velocidad del sonido, se cumplieron las condiciones idóneas para la prueba, allí donde la densidad del aire era la que se encontrará una vez dentro de la atmósfera marciana, y el paracaídas se desplegó con éxito, para finalmente amerizar en el Atlántico.
El paracaídas probado durante este primer vuelo fue casi una copia exacta del utilizado en el exitoso aterrizaje de Curiosity, en 2012. Las pruebas que están por venir evaluarán el rendimiento de una versión reforzada que también podría utilizarse en futuras misiones a Marte, generándose en el proceso una enorme cantidad de información técnica que será utilizada para avanzar hacia el diseño definitivo del que en 2020 volará a través de los rojos cielos marcianos, guiando al nuevo explorador hacia su destino. Y en esta ocasión también imágenes, que ofrecen una visión aproximada de lo que veremos cuando se despliegue contra los cielos, gracias a que una de las cámaras que registrarán esos momentos críticos estará apuntando hacia arriba, ofreciendo una visión inédita de los famosos 7 minutos de terror, el lapso del tiempo en que toda sonda que intente aterrizaje en Marte se juega el ser o no ser.
El Black Brant IX despegando desde las instalaciones delWallops Flight Facility, el pasado 4 de Octubre.
NASA's Mars 2020 Mission Performs First Supersonic Parachute Test