Adentrándonos en los pozos de Marte.
¿Qué se esconde en el subsuelo marciano? Esa es una pregunta clave para la búsqueda de vida, ya que, si bien el ambiente en superficie es hoy día totalmente hostil, nada impide que por debajo, y protegido del mortal abrazo exterior, exista un ambiente algo más acogedor, aislado de la radiación y quizás con presencia de agua líquida. No es disparatado imaginar la hipotética vida marciana retrocediendo hacia las profundidades a medidas que el planeta moría, y que allí sobreviviera mucho más tiempo antes de extinguirse. O quizás siga ahí-
Una posibilidad emocionante, ya que existen entradas a ese otro mundo. Son antiguos canales de manga, ahora vacíos y cuyo techo, en algunos puntos, se terminó por venir abajo, abriendo una puerta al interior del planeta. Es algo que vemos en la Tierra, así como en La Luna, donde se les ve como una alternativa viable donde poner instalar algún tipo de asentamiento habitado, dada su mayor protección al ambiente exterior. Justo como ocurre en Marte, pero con el añadido del aparente pasado del planeta, más acogedor de lo que es hoy día.
No todos los pozos marcianos conducen hacia otro lugar, y son "solo" eso, pozos, pero otros podrían ser puertas a algo mayor, y por eso la sonda Mars Reconnaissance Orbiter tiene en su larga lista de objetivos intentar ver lo que se esconde en ellos. Nada sencillo dada la distancia y las condiciones de iluminación, pero su cámara HiRISE, la más potente jamás enviada a Marte, es capaz de eso y más, como nos demuestra con el más recientemente explorado.
Situado en la región de Tractus Fossae, muy influenciada por la antigua actividad volcánica de la cercana Tharsis, el protagonista de esta historia fue detectado primero por una panorámica de la llamada cámara de contexto de la MRO, que sirve precisamente para buscar objetivos interesantes, para que posteriormente la HiRISE pueda centrase en ellos de forma más precisa. Y eso es lo que hizo. "Afortunadamente, es lo suficientemente sensible como para ver cosas en este pozo oscuro", explica el miembro del equipo de la MRO, Ross Beyer. "Dado que HiRISE giró casi 30 grados para capturar esta imagen, podemos ver el áspero muro oriental. El fondo parece estar cubierto de arena suave y se inclina hacia el sureste". En principio no sea parecía ningún tipo de túnel, pero eso no descarta esa opción, ya que la imagen no llega a desvelar por completo la oscuridad reinante.
Sea cual sea la respuesta en esta caso concreto, lo cierto es que los pozos marcianos tiene un interés prioritario para los científicos, y son una meta clara para futuras misiones de exploración, robótica y, quizás más convenientes dado que el reto que representaría intentar descender en ellos sería complicada para las máquinas, humana. Quién sabe los secretos que podrían esconderse ahí abajo.
Pozos en La Luna (arriba) y Marte.
Antiguos túneles de lava en la Tierra. Si algo parecido se encontrara en Marte podría representar un lugar de potencial inmenso, tanto para la protección ante la radiación para futuros exploradores como para antiguo hogar de la última vida marciana.
Quizás algún día llegue el momento de entrar en ellos y encontrar la respuesta que tanto buscamos.
La NASA ilumina un oscuro pozo en una región volcánica de Marte
sábado, febrero 29, 2020
martes, febrero 25, 2020
Informe InSight
Se cumple un año de operaciones.
Se puede decir que estamos ante una misión "mutilada", ya que uno de los dos instrumentos principales, el que debía medir el calor interno del planeta, sigue resistiendo toda tentativa para colocarlo en posición por debajo de la superficie. Una lucha titánica, con todas las dificultades que implica un trabajo a distancia y en diferido, que hasta ahora está resultando infructuosa.
Pero eso no implica que la Mars Insight no esté trabajando y enviando datos. Bien la contrario, tanto el sismógrafo, el segundo de los "principales", como el resto de instrumentos, menos conocidos pero igualmente importantes, no han dejado desde hace un año de enviar más y más información, y con ella están mostrando un planeta rojo lejos del mundo muerto que podíamos imaginar, así como pistas sobre su pasado y registros de su meteorología. En resumen, un cúmulo de sorpresas que nos muestran lo lejos que estamos de entenderlo realmente y la necesidad de seguir con su exploración. Veamos algunas de ellas:
- Corazón palpitante: Uno de los grandes logros de Insight es haber mostrando que Marte es un mundo con notable actividad sísmica, a medio camino entre la Tierra y La Luna. Hasta más de 450 señales de sismos han llegado hasta el sensor SEIS, el mayor de ellos de magnitud 4.0, lo que no es espectacular pero si digno de mención. Como curiosidad pasaron unos meses hasta que se detectó el primero, y desde entonces se han sucedido una media de dos diarios, como si el aterrizaje hubiera ocurrido en un momento de extraña calma.
Marte no tiene placas tectónicas como la Tierra, pero sí regiones volcánicas que pueden causar seísmos. Un par de los más potentes estaban fuertemente vinculados a una de esas regiones, Cerberus Fossae, donde los científicos han observado deslizamientos de tierra recientes, que pueden estar relacionado con dicha actividad, así como fracturas en antiguos flujos de lava ahora solidificados y que son geológicamente jóvenes, unos 10 millones de años. "Se trata de la características tectónicas más joven del planeta", explica el geólogo planetario Matt Golombek, del JPL."El hecho de que veamos evidencia de temblores en esta región no es una sorpresa, pero es muy interesante!".
- Huellas magnéticas: Marte ya no tiene campo magnético global, pero si "fantasmas" de su existencia pasadas, rocas que fueron magnetizadas cuando existía y que ahora se encuentran bajo tierra. InSight cuenta con la capacidad de medir este eco, de los cuales se determinó que ese magnetismo residual es hasta 10 veces superior al que se había estimado por los datos de las sondas orbitales.
"Estamos combinando estos datos con lo que sabemos de sismología y geología para comprender las capas magnetizadas debajo de la sonda. ¿Qué tan fuertes o profundos tendrían que ser para que detectemos este campo?", explica Catherine Johnson,del Planetary Science Institute. Además, los científicos están intrigados por cómo cambian estas señales con el tiempo. Las medidas varían según el día y la noche. También tienden a pulsar alrededor de la medianoche. Todavía se están formando teorías sobre las causas de tales cambios, pero una posibilidad es que estén relacionadas con el viento solar que interactúa con la atmósfera marciana.
- En el viento: Dotada de sensores meteorológicos, la InSight está enviando partes diarios sobre el clima que la rodea, mucho más que cualquier misión anterior. Entre ellos está la presencia de miles de pequeños tornados, los que conocemos como DustDevil, más que en cualquier otro lugar del planeta donde hayamos puesto el pie.
En resumen, un año de actividad de esta misión, que incluso con el aparente fracaso de su sensor térmico está abriendo nuevas puertas a los secretos de Marte.
Estudiando la actividad sísmica de Marte.
Cerberus Fossae es una región donde se está detectando una fuerte actividad sísmica, y donde se han visto diversos deslizamientos de terreno que parecen estar relacionados con dicha actividad.
Fisuras cerca de Cerberus Fossae, cuya morfología apunta a la actividad tectónica.
A Year of Surprising Science From NASA's InSight Mars Mission
Se puede decir que estamos ante una misión "mutilada", ya que uno de los dos instrumentos principales, el que debía medir el calor interno del planeta, sigue resistiendo toda tentativa para colocarlo en posición por debajo de la superficie. Una lucha titánica, con todas las dificultades que implica un trabajo a distancia y en diferido, que hasta ahora está resultando infructuosa.
Pero eso no implica que la Mars Insight no esté trabajando y enviando datos. Bien la contrario, tanto el sismógrafo, el segundo de los "principales", como el resto de instrumentos, menos conocidos pero igualmente importantes, no han dejado desde hace un año de enviar más y más información, y con ella están mostrando un planeta rojo lejos del mundo muerto que podíamos imaginar, así como pistas sobre su pasado y registros de su meteorología. En resumen, un cúmulo de sorpresas que nos muestran lo lejos que estamos de entenderlo realmente y la necesidad de seguir con su exploración. Veamos algunas de ellas:
- Corazón palpitante: Uno de los grandes logros de Insight es haber mostrando que Marte es un mundo con notable actividad sísmica, a medio camino entre la Tierra y La Luna. Hasta más de 450 señales de sismos han llegado hasta el sensor SEIS, el mayor de ellos de magnitud 4.0, lo que no es espectacular pero si digno de mención. Como curiosidad pasaron unos meses hasta que se detectó el primero, y desde entonces se han sucedido una media de dos diarios, como si el aterrizaje hubiera ocurrido en un momento de extraña calma.
Marte no tiene placas tectónicas como la Tierra, pero sí regiones volcánicas que pueden causar seísmos. Un par de los más potentes estaban fuertemente vinculados a una de esas regiones, Cerberus Fossae, donde los científicos han observado deslizamientos de tierra recientes, que pueden estar relacionado con dicha actividad, así como fracturas en antiguos flujos de lava ahora solidificados y que son geológicamente jóvenes, unos 10 millones de años. "Se trata de la características tectónicas más joven del planeta", explica el geólogo planetario Matt Golombek, del JPL."El hecho de que veamos evidencia de temblores en esta región no es una sorpresa, pero es muy interesante!".
- Huellas magnéticas: Marte ya no tiene campo magnético global, pero si "fantasmas" de su existencia pasadas, rocas que fueron magnetizadas cuando existía y que ahora se encuentran bajo tierra. InSight cuenta con la capacidad de medir este eco, de los cuales se determinó que ese magnetismo residual es hasta 10 veces superior al que se había estimado por los datos de las sondas orbitales.
"Estamos combinando estos datos con lo que sabemos de sismología y geología para comprender las capas magnetizadas debajo de la sonda. ¿Qué tan fuertes o profundos tendrían que ser para que detectemos este campo?", explica Catherine Johnson,del Planetary Science Institute. Además, los científicos están intrigados por cómo cambian estas señales con el tiempo. Las medidas varían según el día y la noche. También tienden a pulsar alrededor de la medianoche. Todavía se están formando teorías sobre las causas de tales cambios, pero una posibilidad es que estén relacionadas con el viento solar que interactúa con la atmósfera marciana.
- En el viento: Dotada de sensores meteorológicos, la InSight está enviando partes diarios sobre el clima que la rodea, mucho más que cualquier misión anterior. Entre ellos está la presencia de miles de pequeños tornados, los que conocemos como DustDevil, más que en cualquier otro lugar del planeta donde hayamos puesto el pie.
En resumen, un año de actividad de esta misión, que incluso con el aparente fracaso de su sensor térmico está abriendo nuevas puertas a los secretos de Marte.
Estudiando la actividad sísmica de Marte.
Cerberus Fossae es una región donde se está detectando una fuerte actividad sísmica, y donde se han visto diversos deslizamientos de terreno que parecen estar relacionados con dicha actividad.
Fisuras cerca de Cerberus Fossae, cuya morfología apunta a la actividad tectónica.
A Year of Surprising Science From NASA's InSight Mars Mission
lunes, febrero 24, 2020
Navegando a toda vela
LightSail 2 cumple 8 meses en órbita enseñando valiosas lecciones para el futuro.
Los antiguos barcos de vela navegaban con la fuerza del viento, y en un futuro cercano quizás eso mismo se repita en el espacio. Puede parecer una idea excéntrica, pero es una realidad ya demostrada que la incidencia de luz solar sobre una superficie es capaz de generar cierta presión sobre ella, y que si se aprovecha bien un vehículo puede ir ganando velocidad con ella, cual vela marina inflada por los vientos oceánicos. Se las conoce como velas solares, y lejos de ser un simple proyecto, algunas de ellas ya han emprendido sus propios viajes por las oscuras aguas estelares.
La más reciente de ellas es la LightSail 2, construida por The Planetary Society y sin duda su proyecto más destacado, convertida en realidad después de superar la pérdida de su predecesora y que lleva en órbita terrestre 8 meses, con el objetivo de poner a prueba las capacidad de esta tecnología, sus ventajas y sus inconvenientes. Algo que es más que destacable teniendo en cuenta que hablamos de un proyecto privado.
¿Qué hemos aprendido de su experiencia? La más importante es que la órbita terrestre no es el lugar más adecuado para que las velas solares desarrollen sus actividades. La LightSail 2 se situó a unos 720 kilómetros, muy por encima de la posición de la ISS y la mayoría de satélites, por ejemplo, pero incluso así la fricción atmosférica sigue siendo lo suficientemente intensa para provocar que un vehículo de estas características vaya perdiendo altura paulatinamente, algo que ni el impulso generado por la luz solar sobre la vela puede compensar. La conclusión es que el ámbito ideal son órbitas mucho más altas o los viajes interplanetarios.
Evidentemente no es algo inesperado para los técnicos. Sabido es que la atmósfera terrestre se extiende miles de kilómetros más allá de la Tierra, aunque de forma tan tenue que no afecta realmente a las operaciones espaciales y solo se necesita pequeñas correcciones puntuales para compensarlo. La ISS, que se mueve mucho más cerca del planeta, es un ejemplo de ello. Pero una vela solar es tan sensible a cualquier fuerza externa que ese factor pesa mucho más. Ahora, gracias a LightSail 2, tenemos datos concretos que se podrán aplicar en diseños futuros para intentar aprovechar mejor el impulso de la luz para superar esta amenaza.
Otra lección apunta a los paneles solares, que dan energía a los sistemas de la nave. La LightSail 2 solo los tiene en uno de los lados de la vela, lo que generó problemas de producción de energía en algunos momentos. Curiosamente su predecesora, la malograda LightSail 1 si los tenía en ambos lados, pero en este caso se eliminaron en uno de los lados para incluir una serie de espejos reflectantes, usados para realizar mediciones láser desde tierra. Una necesidad técnica para realizar pruebas, pero que está complicando el trabajo de mantenerla activa de forma constante. Para el futuro se recomienda regresar a la configuración inicial.
No solo eso, ya que se han aprendido muchas lecciones sobre su manejo y funcionamiento. Lecciones que con toda seguridad serán muy tenidas en cuenta para las que le seguirán. Y es que las velas solares tienen mucho que decir en el futuro de la exploración espacial.
Navegando por las oscuras aguas del Universo.
Here's What We've Learned So Far from LightSail 2
Los antiguos barcos de vela navegaban con la fuerza del viento, y en un futuro cercano quizás eso mismo se repita en el espacio. Puede parecer una idea excéntrica, pero es una realidad ya demostrada que la incidencia de luz solar sobre una superficie es capaz de generar cierta presión sobre ella, y que si se aprovecha bien un vehículo puede ir ganando velocidad con ella, cual vela marina inflada por los vientos oceánicos. Se las conoce como velas solares, y lejos de ser un simple proyecto, algunas de ellas ya han emprendido sus propios viajes por las oscuras aguas estelares.
La más reciente de ellas es la LightSail 2, construida por The Planetary Society y sin duda su proyecto más destacado, convertida en realidad después de superar la pérdida de su predecesora y que lleva en órbita terrestre 8 meses, con el objetivo de poner a prueba las capacidad de esta tecnología, sus ventajas y sus inconvenientes. Algo que es más que destacable teniendo en cuenta que hablamos de un proyecto privado.
¿Qué hemos aprendido de su experiencia? La más importante es que la órbita terrestre no es el lugar más adecuado para que las velas solares desarrollen sus actividades. La LightSail 2 se situó a unos 720 kilómetros, muy por encima de la posición de la ISS y la mayoría de satélites, por ejemplo, pero incluso así la fricción atmosférica sigue siendo lo suficientemente intensa para provocar que un vehículo de estas características vaya perdiendo altura paulatinamente, algo que ni el impulso generado por la luz solar sobre la vela puede compensar. La conclusión es que el ámbito ideal son órbitas mucho más altas o los viajes interplanetarios.
Evidentemente no es algo inesperado para los técnicos. Sabido es que la atmósfera terrestre se extiende miles de kilómetros más allá de la Tierra, aunque de forma tan tenue que no afecta realmente a las operaciones espaciales y solo se necesita pequeñas correcciones puntuales para compensarlo. La ISS, que se mueve mucho más cerca del planeta, es un ejemplo de ello. Pero una vela solar es tan sensible a cualquier fuerza externa que ese factor pesa mucho más. Ahora, gracias a LightSail 2, tenemos datos concretos que se podrán aplicar en diseños futuros para intentar aprovechar mejor el impulso de la luz para superar esta amenaza.
Otra lección apunta a los paneles solares, que dan energía a los sistemas de la nave. La LightSail 2 solo los tiene en uno de los lados de la vela, lo que generó problemas de producción de energía en algunos momentos. Curiosamente su predecesora, la malograda LightSail 1 si los tenía en ambos lados, pero en este caso se eliminaron en uno de los lados para incluir una serie de espejos reflectantes, usados para realizar mediciones láser desde tierra. Una necesidad técnica para realizar pruebas, pero que está complicando el trabajo de mantenerla activa de forma constante. Para el futuro se recomienda regresar a la configuración inicial.
No solo eso, ya que se han aprendido muchas lecciones sobre su manejo y funcionamiento. Lecciones que con toda seguridad serán muy tenidas en cuenta para las que le seguirán. Y es que las velas solares tienen mucho que decir en el futuro de la exploración espacial.
Navegando por las oscuras aguas del Universo.
Here's What We've Learned So Far from LightSail 2
sábado, febrero 22, 2020
Rompiendo una maldición
Luz verde para la construcción de la sonda MMX.
¿Cómo adquirió Marte sus dos pequeñas lunas? Son antiguos asteroides, capturados por la gravedad marciana en algún momento de su pasado lejano? O quizás son restos del propio planeta, fragmentos expulsados por algún gran impacto que permanecieron en órbita, en lugar de caer de nuevo o perderse en el espacio profundo? Es una pregunta importante, porque en ambos casos representan una increíble oportunidad para los científicos. Si es lo primero, son un ejemplo de como estos cuerpos pudieron llevar agua y materia orgánica a nuestro mundo. Si es lo segundo, representarían cápsulas del tiempo del Marte antiguo, quizás incluso con más potencial que si las buscamos en el actual.
En ambos casos son objetivos de primer orden, hasta ahora eclipsados, quizás de forma injusta, por el propio planeta, y que tuvieron encima la mala suerte de ver como los únicos tres intentos de visitarlas, de la mano de sondas rusas, fracasaban de forma absoluta. La MMX, de la Agencia Espacial Japonesa, busca superar esta maldición con una ambiciosa misión para no solo estudiarlas sino incluso extraer muestras de la mayor de ellas, Fobos, para llevarlas a la Tierra para su análisis. Y recientemente acaba de recibir luz verde para el desarrollo y construcción de su hardware y software, es decir, finalmente deja el plano teórico y abre las puertas al mundo real.
La MMX tiene marcado el año 2024 como fecha de lanzamiento y visitará tanto Fobos como Deimos, siendo esta primera de estas dos lunas la elegida para el aterrizaje, tanto por ser considerada la científicamente mas interesante como por ser más sencillo encontrar un lugar adecuado dado su mayor tamaño. Una vez llegue se posará durante varias horas para recolectar una muestra de al menos 10 gramos y como mínimo a 2 cm por debajo de la superficie. Una vez concluida iniciará su viaje de regreso a casa. Empezará entonces el largo proceso de estudio para encontrar la respuesta definitiva, y con un poco de suerte finalmente quede atrás la maldición que lleva persiguiendo a las lunas de Marte.
El plan previsto de la misión MMX, que buscará aterrizar y extraer muestras de Fobos.
Las sondas soviéticas Fobos 1 y 2 eran un ambicioso programa soviético para explorar esta luna, pero ambas fracasaron. La primera no logró llegar a Marte, y de la se perdió el contacto después de su entrada en órbita. La MMX deberá superar esta maldición.
Rumbo a Marte, pero esta vez con la mirada puesta en sus dos pequeñas lunas.
MMX Mission to proceed to the development phase!
¿Cómo adquirió Marte sus dos pequeñas lunas? Son antiguos asteroides, capturados por la gravedad marciana en algún momento de su pasado lejano? O quizás son restos del propio planeta, fragmentos expulsados por algún gran impacto que permanecieron en órbita, en lugar de caer de nuevo o perderse en el espacio profundo? Es una pregunta importante, porque en ambos casos representan una increíble oportunidad para los científicos. Si es lo primero, son un ejemplo de como estos cuerpos pudieron llevar agua y materia orgánica a nuestro mundo. Si es lo segundo, representarían cápsulas del tiempo del Marte antiguo, quizás incluso con más potencial que si las buscamos en el actual.
En ambos casos son objetivos de primer orden, hasta ahora eclipsados, quizás de forma injusta, por el propio planeta, y que tuvieron encima la mala suerte de ver como los únicos tres intentos de visitarlas, de la mano de sondas rusas, fracasaban de forma absoluta. La MMX, de la Agencia Espacial Japonesa, busca superar esta maldición con una ambiciosa misión para no solo estudiarlas sino incluso extraer muestras de la mayor de ellas, Fobos, para llevarlas a la Tierra para su análisis. Y recientemente acaba de recibir luz verde para el desarrollo y construcción de su hardware y software, es decir, finalmente deja el plano teórico y abre las puertas al mundo real.
La MMX tiene marcado el año 2024 como fecha de lanzamiento y visitará tanto Fobos como Deimos, siendo esta primera de estas dos lunas la elegida para el aterrizaje, tanto por ser considerada la científicamente mas interesante como por ser más sencillo encontrar un lugar adecuado dado su mayor tamaño. Una vez llegue se posará durante varias horas para recolectar una muestra de al menos 10 gramos y como mínimo a 2 cm por debajo de la superficie. Una vez concluida iniciará su viaje de regreso a casa. Empezará entonces el largo proceso de estudio para encontrar la respuesta definitiva, y con un poco de suerte finalmente quede atrás la maldición que lleva persiguiendo a las lunas de Marte.
El plan previsto de la misión MMX, que buscará aterrizar y extraer muestras de Fobos.
Las sondas soviéticas Fobos 1 y 2 eran un ambicioso programa soviético para explorar esta luna, pero ambas fracasaron. La primera no logró llegar a Marte, y de la se perdió el contacto después de su entrada en órbita. La MMX deberá superar esta maldición.
MMX Mission to proceed to the development phase!
miércoles, febrero 19, 2020
El despertar de un nuevo explorador
Solar Orbiter envía sus primeros datos.
Está viviendo sus primeros días en el espacio, en una fase donde se esta desplegándose poco a poco, primero los paneles solares, y después sus diversos instrumentos científicos, todo ello sin prisas, siguiendo el plan por su equipo en tierra y que debe terminar con la sonda plenamente operativa. Es un momento crítico para toda misión, donde el vehículo debe realizar todos los pasos por si mismo y sin posibilidad de arreglo si algo sale mal. Y es que aunque parezca que las preocupaciones se han terminado una vez completado el lanzamiento, en realidad es solo el principio.
Uno de los pasos más críticos para la Solar Orbiter, lanzada el pasado 10 de Febrero, era el despliegue de su largo brazo de más de 4 metros de longitud, dado que es allí donde encuentran tres de los cuatro instrumentos que deben realizar mediciones "in situ", es decir tomar datos del ambiente que rodea a la sonda. Perderlos no llevaría al fracaso de la misión, pero si que la dejará parcialmente mutilada a la hora de cumplir sus objetivos, y por ello era uno de esos momentos donde solo queda cruzar los dedos. Por fortuna, y por el buen diseño del mecanismo de despliegue, todo se sucedió sin problemas. Y los dos sensores del magnetómetro (MAG), situados en el brazo, y que habían sido activados 21 horas después del despegue, atestiguaron el éxito.
Estos registraron datos antes, durante y después del despliegue, permitiendo a los científicos comprender la influencia de la propia sonda en las mediciones."Los datos que recibimos muestran cómo el campo magnético disminuye desde la vecindad de la Solar Orbiter hasta el lugar donde se despliegan finalmente los instrumentos", explica Tim Horbury, investigador principal de este instrumento."Esta es una confirmación independiente de que el brazo realmente se desplegó y que los instrumentos, de hecho, proporcionarán mediciones científicas precisas en el futuro".
Hasta Abril La Solar Orbiter irá desplegando todo su potencial, compuesto de 4 instrumentos que miden el ambiente alrededor de la sonda y 6 que observarán al Sol a distancia. La combinación de todos ellos, de esta exploración a corta y larga distancia, es la clave de su enorme potencial.
El largo brazo de la Solar Orbiter, ahora desplegado, y que contiene 3 de los instrumentos dedicados a medir el ambiente que rodea a la sonda.
Primera parada, Venus.
First Solar Orbiter instrument sends measurements
Está viviendo sus primeros días en el espacio, en una fase donde se esta desplegándose poco a poco, primero los paneles solares, y después sus diversos instrumentos científicos, todo ello sin prisas, siguiendo el plan por su equipo en tierra y que debe terminar con la sonda plenamente operativa. Es un momento crítico para toda misión, donde el vehículo debe realizar todos los pasos por si mismo y sin posibilidad de arreglo si algo sale mal. Y es que aunque parezca que las preocupaciones se han terminado una vez completado el lanzamiento, en realidad es solo el principio.
Uno de los pasos más críticos para la Solar Orbiter, lanzada el pasado 10 de Febrero, era el despliegue de su largo brazo de más de 4 metros de longitud, dado que es allí donde encuentran tres de los cuatro instrumentos que deben realizar mediciones "in situ", es decir tomar datos del ambiente que rodea a la sonda. Perderlos no llevaría al fracaso de la misión, pero si que la dejará parcialmente mutilada a la hora de cumplir sus objetivos, y por ello era uno de esos momentos donde solo queda cruzar los dedos. Por fortuna, y por el buen diseño del mecanismo de despliegue, todo se sucedió sin problemas. Y los dos sensores del magnetómetro (MAG), situados en el brazo, y que habían sido activados 21 horas después del despegue, atestiguaron el éxito.
Estos registraron datos antes, durante y después del despliegue, permitiendo a los científicos comprender la influencia de la propia sonda en las mediciones."Los datos que recibimos muestran cómo el campo magnético disminuye desde la vecindad de la Solar Orbiter hasta el lugar donde se despliegan finalmente los instrumentos", explica Tim Horbury, investigador principal de este instrumento."Esta es una confirmación independiente de que el brazo realmente se desplegó y que los instrumentos, de hecho, proporcionarán mediciones científicas precisas en el futuro".
Hasta Abril La Solar Orbiter irá desplegando todo su potencial, compuesto de 4 instrumentos que miden el ambiente alrededor de la sonda y 6 que observarán al Sol a distancia. La combinación de todos ellos, de esta exploración a corta y larga distancia, es la clave de su enorme potencial.
El largo brazo de la Solar Orbiter, ahora desplegado, y que contiene 3 de los instrumentos dedicados a medir el ambiente que rodea a la sonda.
First Solar Orbiter instrument sends measurements
sábado, febrero 15, 2020
El rojizo fantasma de una estrella agonizante
La debilitada Betelgeuse a todo detalle.
Es uno de los eventos que más está dando que hablar entre los astrónomos de todo el mundo, tanto desde el mundo profesional como para cualquier aficionado que levante los ojos hacia el firmamento, ya que sus cambios son perceptibles a simple vista. Nada menos que unas disminución del su brillo de un 36%, claramente perceptible para cualquiera acostumbrado a su rojizo resplandor. Que le está ocurriendo? Aunque es una estrella variable, que presenta picos y valles en su resplandor de forma habitual, no se tiene constancia de un cambio tan extremo como el actual. Un misterio que estamos intentando resolver.
Uno de los últimos en hacerlo ha sido equipo liderado por Miguel Montargès, astrónomo de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, que desde Diciembre llevan observando a Betelgeuse con el Very Large Telescope (Cerro Paranal, Chile) para comprender lo que está sucediendo. Y entre los resultados de su trabajo está lo que quizás es una de las imágenes más detalladas jamás logradas de esta estrella, obtenida mediante el instrumento SPHERE, que en conjunción con otras tomadas antes permite tener ante nosotros un "antes y después" bastante revelador.
¿Es la señal de que está a punto de convertirse en supernova? Ciertamente algún día ocurrirá, de eso no hay duda, es cuestión de tiempo, pero ahora mismo no parece que sea la hipótesis preferida para explica su actual situación: "Los dos escenarios que estamos barajando son un enfriamiento de la superficie debido a una actividad estelar excepcional o una eyección de polvo hacia nosotros”, indica Montargès."Por supuesto, nuestro conocimiento sobre las supergigantes rojas sigue siendo incompleto y este es un trabajo en desarrollo, por lo que todavía podemos llevarnos alguna sorpresa".
No debemos subestimar la idea de una nube de polvo, ya que este tipo de estrellas, al final de su vida, son una fuente bien conocida de partículas. "En astronomía escuchamos mucho la frase 'somos polvo de estrellas', pero ¿de dónde viene exactamente ese polvo?", se pregunta Emily Cannon, estudiante de doctorado de la Universidad Católica de Lovaina que trabaja con las imágenes de SPHERE."A lo largo de su vida, estrellas supergigantes rojas como Betelgeuse crean y expulsan grandes cantidades de material incluso antes de explotar como supernovas. La tecnología moderna nos ha permitido estudiar estos objetos, a cientos de años luz de distancia, con un detalle sin precedentes, lo que nos ha dado la oportunidad de desentrañar el misterio de qué es lo que desencadena su pérdida de masa".
Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que no debemos olvidarnos nunca de Betelgeuse y que al mirar su atenuado resplandor rojizo estamos observando la agonía de un gigante, que un día, ahora o dentro de miles de años, llenará nuestro cielo nocturno con la última y cegadora luz de su final.
El antes y el después, que permite apreciar cambios claros en su brillo, e incluso en su forma. Algo está ocurriendo en este estrella de constelación de Orión.
El rio de polvo que surge de esta estrella agonizante.
Somos polvo de estrellas, algo que parece evidente observando a Betelgeuse.
Un telescopio de ESO ve la tenue superficie de Betelgeuse
Es uno de los eventos que más está dando que hablar entre los astrónomos de todo el mundo, tanto desde el mundo profesional como para cualquier aficionado que levante los ojos hacia el firmamento, ya que sus cambios son perceptibles a simple vista. Nada menos que unas disminución del su brillo de un 36%, claramente perceptible para cualquiera acostumbrado a su rojizo resplandor. Que le está ocurriendo? Aunque es una estrella variable, que presenta picos y valles en su resplandor de forma habitual, no se tiene constancia de un cambio tan extremo como el actual. Un misterio que estamos intentando resolver.
Uno de los últimos en hacerlo ha sido equipo liderado por Miguel Montargès, astrónomo de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, que desde Diciembre llevan observando a Betelgeuse con el Very Large Telescope (Cerro Paranal, Chile) para comprender lo que está sucediendo. Y entre los resultados de su trabajo está lo que quizás es una de las imágenes más detalladas jamás logradas de esta estrella, obtenida mediante el instrumento SPHERE, que en conjunción con otras tomadas antes permite tener ante nosotros un "antes y después" bastante revelador.
¿Es la señal de que está a punto de convertirse en supernova? Ciertamente algún día ocurrirá, de eso no hay duda, es cuestión de tiempo, pero ahora mismo no parece que sea la hipótesis preferida para explica su actual situación: "Los dos escenarios que estamos barajando son un enfriamiento de la superficie debido a una actividad estelar excepcional o una eyección de polvo hacia nosotros”, indica Montargès."Por supuesto, nuestro conocimiento sobre las supergigantes rojas sigue siendo incompleto y este es un trabajo en desarrollo, por lo que todavía podemos llevarnos alguna sorpresa".
No debemos subestimar la idea de una nube de polvo, ya que este tipo de estrellas, al final de su vida, son una fuente bien conocida de partículas. "En astronomía escuchamos mucho la frase 'somos polvo de estrellas', pero ¿de dónde viene exactamente ese polvo?", se pregunta Emily Cannon, estudiante de doctorado de la Universidad Católica de Lovaina que trabaja con las imágenes de SPHERE."A lo largo de su vida, estrellas supergigantes rojas como Betelgeuse crean y expulsan grandes cantidades de material incluso antes de explotar como supernovas. La tecnología moderna nos ha permitido estudiar estos objetos, a cientos de años luz de distancia, con un detalle sin precedentes, lo que nos ha dado la oportunidad de desentrañar el misterio de qué es lo que desencadena su pérdida de masa".
Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que no debemos olvidarnos nunca de Betelgeuse y que al mirar su atenuado resplandor rojizo estamos observando la agonía de un gigante, que un día, ahora o dentro de miles de años, llenará nuestro cielo nocturno con la última y cegadora luz de su final.
El antes y el después, que permite apreciar cambios claros en su brillo, e incluso en su forma. Algo está ocurriendo en este estrella de constelación de Orión.
El rio de polvo que surge de esta estrella agonizante.
Somos polvo de estrellas, algo que parece evidente observando a Betelgeuse.
Un telescopio de ESO ve la tenue superficie de Betelgeuse
viernes, febrero 14, 2020
Un asteroide binario a las puertas de casa
Descubriendo una luna en un asteroide que nos visitó recientemente
El mundo de los habitantes más pequeños del Sistema Solar es tan inmenso como variado, lejos de esa idea, ya desterrada, de que son simples "rocas" espaciales. Bien al contrario, existen de todo tipo, tamaño, forma y composición, muchos viviendo en solitario, otros formando sólidas parejas que comparten su existencia quizás desde los albores mismos de nuestro sistema planetario. Y es uno de estos últimos los que nos visitó por sorpresa hace unos días.
El asteroide 2020 BX12 fue descubierto por el sistema de observación ATLAS, en Mauna Loa, Hawaii, apenas unos días antes de que realizara su máxima aproximación a la Tierra, que ocurrió a principios de Febrero, cuando se situó a unos 4 millones de Kilómetros de nuestro planeta, una distancia aparentemente enorme, pero que a escala planetaria es muy poco, y con potencial para aproximarse mucho más en el futuro. En todo caso no existía peligro alguno en esta ocasión, y su visita fue por encima de todo una oportunidad de estudiarlo mediante radar, una técnica que para cuerpos tan pequeños da mejores resultados que las observaciones ópticas.
El radiotelescopio de Arecibo fue el encargado de escanearlo, proyectando hacia el visitante ondas de radio y captando el eco resultante, lo que permitió revelar algunas de sus características, como la forma, el tamaño, periodo de rotación o características superficiales. Sin embargo había algo más, una sorpresa inesperada, y es que 2020 BX12 no venía solo. Se descubría así que era un asteroide binario, con un cuerpo mayor, de unos 165 metros, descubierto en primer lugar, y un acompañante o satélite más esquivo, de unos 70 metros, y con un periodo orbital que hace pensar que existe un anclaje de marea, tardando este último lo mismo en completar una vuelta alrededor de su compañero que este en rotar sobre si mismo. Un escenario parecido al de la Tierra y La Luna.
Un descubrimiento sin duda curioso, que nos recuerda lo sorprendentes que pueden ser estos pequeños cuerpos celestes, que tanto deseamos conocer de cerca y al mismo tiempo tememos que se acerquen demasiado a nosotros.
El aparentemente esférico 2020 BX12 y su acompañante, que podríamos considerar una luna. El mayor brillo de este último es resultado de su velocidad y rotación, que le hace reflejar las ondas de radio de forma más intensa.
La órbita de esta pareja de visitantes.
El asteroide Ida y su pequeña luna Dactyl, visto por la sonda Galileo en 1993, y que fue el primer ejemplo conocido de asteroides con lunas.
Discovery Announcement of Binary System 2020 BX12
El mundo de los habitantes más pequeños del Sistema Solar es tan inmenso como variado, lejos de esa idea, ya desterrada, de que son simples "rocas" espaciales. Bien al contrario, existen de todo tipo, tamaño, forma y composición, muchos viviendo en solitario, otros formando sólidas parejas que comparten su existencia quizás desde los albores mismos de nuestro sistema planetario. Y es uno de estos últimos los que nos visitó por sorpresa hace unos días.
El asteroide 2020 BX12 fue descubierto por el sistema de observación ATLAS, en Mauna Loa, Hawaii, apenas unos días antes de que realizara su máxima aproximación a la Tierra, que ocurrió a principios de Febrero, cuando se situó a unos 4 millones de Kilómetros de nuestro planeta, una distancia aparentemente enorme, pero que a escala planetaria es muy poco, y con potencial para aproximarse mucho más en el futuro. En todo caso no existía peligro alguno en esta ocasión, y su visita fue por encima de todo una oportunidad de estudiarlo mediante radar, una técnica que para cuerpos tan pequeños da mejores resultados que las observaciones ópticas.
El radiotelescopio de Arecibo fue el encargado de escanearlo, proyectando hacia el visitante ondas de radio y captando el eco resultante, lo que permitió revelar algunas de sus características, como la forma, el tamaño, periodo de rotación o características superficiales. Sin embargo había algo más, una sorpresa inesperada, y es que 2020 BX12 no venía solo. Se descubría así que era un asteroide binario, con un cuerpo mayor, de unos 165 metros, descubierto en primer lugar, y un acompañante o satélite más esquivo, de unos 70 metros, y con un periodo orbital que hace pensar que existe un anclaje de marea, tardando este último lo mismo en completar una vuelta alrededor de su compañero que este en rotar sobre si mismo. Un escenario parecido al de la Tierra y La Luna.
Un descubrimiento sin duda curioso, que nos recuerda lo sorprendentes que pueden ser estos pequeños cuerpos celestes, que tanto deseamos conocer de cerca y al mismo tiempo tememos que se acerquen demasiado a nosotros.
El aparentemente esférico 2020 BX12 y su acompañante, que podríamos considerar una luna. El mayor brillo de este último es resultado de su velocidad y rotación, que le hace reflejar las ondas de radio de forma más intensa.
La órbita de esta pareja de visitantes.
El asteroide Ida y su pequeña luna Dactyl, visto por la sonda Galileo en 1993, y que fue el primer ejemplo conocido de asteroides con lunas.
Discovery Announcement of Binary System 2020 BX12
jueves, febrero 13, 2020
Regresando al punto azul pálido
Visitando la imagen más icónica de la exploración espacial.
El 14 de Febrero de 1990, poco antes de que sus cámaras fueran desconectadas de forma definitiva, la Voyager 1 miró por ultima vez hacia el Sistema Solar, que ahora quedaba ya atrás, y realizó una serie de fotografías "en familia", aprovechando que su trayectoria lo llevaba muy por encima del plano de la eclíptica, donde habitan los planetas. De entre ellas la famosa imagen "un punto azul pálido", que mostraba la Tierra desde más de 6.000 millones de kilómetros de distancia, tan diminuta que no ocupaba ni un píxel para los ojos de la Voyager, y rodeada de un inmenso más de oscuridad. Una lección para todos.
Ahora, para celebrar el 30ª aniversario de este momento memorable, y sacando partido de los avances en las técnicas de procesamiento de imágenes así como los avances tecnológicos en el campo audiovisual, se acaba de publicar una nueva versión "actualizada", más clara y definida que nunca, y que nos permite revisitar esta escena mítica.
Han pasado 3 décadas desde que fue tomada, y sigue conservando todo su magia, ahora fortalecida por las nuevas tecnologías. Y su mensaje, al igual que antaño, sigue siendo tan claro y necesario como entonces.
La posición de la Voyager 1 cuando realizó las fotografías que conforman este mítico retrato en familia. La Tierra estaba en lo más profundo del pozo de luz solar, lo que hace aún más meritorio que fuera capaz de captarla.
La imagen original, ahora mejorada y mucho más clara.
'Pale Blue Dot' Revisited
miércoles, febrero 12, 2020
Un punto cargado de sueños
Captando a la Solar Orbiter rumbo a las profundidades del espacio.
La ESA (Agencia Espacial Europea) tiene, al igual que la NASA, su propia red de rastreo del firmamento, en busca de posibles amenazas, pequeños asteroides que pasen cerca de nuestro mundo y puedan representar una peligro a medio y largo plazo. Forma parte del esfuerzo global para intentar descubrir y mapear a todos estos molestos vecinos que nos rodean, aunque en ocasiones nos ofrece curiosos "extras", no buscados de forma intencionada, pero por eso mismo recibidos como un regalo que merece nuestra atención.
El lanzamiento más reciente de una sonda interplanetaria fue la Solar Orbiter, ya en camino hacia su destino, y 20 horas después de que despegara, el telescopio Schmidt, en Calar Alto, España, que forma parte de esta red de caza de asteroides, la captaba en su trayectoria de salida, a unos 310.000 Kilómetros de nuestro planeta y pocas horas de superar la órbita de La Luna y ya en camino hacia Venus, donde deberá realizar su primera asistencia gravitatoria.
No es más que un tenue punto de luz, 250.000 veces más débil de lo que podemos ver a simple vista, alejándose hacia la oscuridad. Pero en ese punto viajan años de trabajo, miles de sueños cumplidos y innumerables esperanzas para el futuro. La mejor definición posible de lo que representa la exploración espacial.
La ESA (Agencia Espacial Europea) tiene, al igual que la NASA, su propia red de rastreo del firmamento, en busca de posibles amenazas, pequeños asteroides que pasen cerca de nuestro mundo y puedan representar una peligro a medio y largo plazo. Forma parte del esfuerzo global para intentar descubrir y mapear a todos estos molestos vecinos que nos rodean, aunque en ocasiones nos ofrece curiosos "extras", no buscados de forma intencionada, pero por eso mismo recibidos como un regalo que merece nuestra atención.
El lanzamiento más reciente de una sonda interplanetaria fue la Solar Orbiter, ya en camino hacia su destino, y 20 horas después de que despegara, el telescopio Schmidt, en Calar Alto, España, que forma parte de esta red de caza de asteroides, la captaba en su trayectoria de salida, a unos 310.000 Kilómetros de nuestro planeta y pocas horas de superar la órbita de La Luna y ya en camino hacia Venus, donde deberá realizar su primera asistencia gravitatoria.
No es más que un tenue punto de luz, 250.000 veces más débil de lo que podemos ver a simple vista, alejándose hacia la oscuridad. Pero en ese punto viajan años de trabajo, miles de sueños cumplidos y innumerables esperanzas para el futuro. La mejor definición posible de lo que representa la exploración espacial.
Farewell, #SolarOrbiter 👋— ESA's Solar Orbiter (@ESASolarOrbiter) February 11, 2020
ESA asteroid experts spotted the satellite moving across the sky 👇 last night, 20 hours after launch, from @CalarAltoObs in Spain. The mission is on its way to its 1st #Venus flyby, scheduled in December #WeAreAllSolarOrbitershttps://t.co/VksT4k3g5g pic.twitter.com/KeK8KKU49R
Buen viaje!!!
martes, febrero 11, 2020
Viaje a la luz
La Solar Orbiter inicia su aventura
La nueva aventura hacia la luz cegadora del Sol, como si fuera un Ícaro moderna, acaba de empezar. Esta pasado 10 de Febrero se lanzaba desde Cabo Cañaveral, y a bordo de un cohete Atlas V411, esta ambiciosa misión de la Agencia Espacial Europea, que con colaboración de la NASA, aspira a llevar un paso más allá lo que sabemos de nuestra estrella, cuyos mecanismos de funcionamiento, en especial en lo que respecta a las tormentas solares, siguen rodeadas de enigmas. Junto con la Parker deberíamos ser capaces de solucionar a algunos de ellos.
"Durante los próximos dos años, la Solar Orbiter realizará sobrevuelos de asistencia gravitatoria con la Tierra y Venus que lo colocarán en una órbita altamente elíptica alrededor del Sol. El último sobrevuelo lo arrojará fuera del plano eclíptico (que es donde orbitan los planetas) y elevará la inclinación de la sonda para proporcionar nuevas vistas de las regiones polares inexploradas de nuestra estrella", explica Daniel Müller, científico del proyecto.
Será un viaje complicado, en el que deberá lidiar con condiciones todo menos amistosas, como explica Sylvain Lodiot, mánager de la misión: "Operar una sonda cerca del Sol es un desafío enorme. Nuestro equipo tendrá que asegurar la orientación continua y precisa del escudo para evitar el daño potencial de la radiación y el flujo térmico. Al mismo tiempo, tendremos que garantizar una respuesta rápida y flexible a las solicitudes de los científicos para adaptar las operaciones de sus instrumentos de acuerdo con las observaciones más recientes".
El Sol, al mismo tiempo resplandeciente y envuelto en sombras, recibirá finalmente la atención que se merece, y con este exitoso lanzamiento se pone en marcha la mayor campaña de exploración in situ jamás realizada, con dos ingenios espaciales trabajando simultáneamente en esta transcendental tarea. El corazón que da la vida a nuestro mundo, y en un futuro inimaginablemente distante la muerte, está finalmente en el centro de atención.
Comienza la aventura
#SolarOrbiter - we hear you!— ESA Operations (@esaoperations) February 10, 2020
We have acquisition of signal. Our New Norica tracking station has locked on to #SolarOrbiter. Transmission coming in loud and clear.#AOS✅#LoudAndClear〰️#Estrack📡 pic.twitter.com/vLRmHBc113
Captando la señal de la Solar Orbiter después de lanzamiento. Con ello se confirmaba que estaba en perfecto estado después del lanzamiento y con sus sistemas en perfecto estado.
El largo viaje de la Solar Orbiter, con múltiples encuentros con Venus.
Al encuentro de una cercana estrella.
Solar Orbiter y Parker, dos sondas y un destino.
Liftoff for Solar Orbiter, ESA's mission to face the Sun up close
Solar Orbiter y Parker, dos sondas y un destino.
Liftoff for Solar Orbiter, ESA's mission to face the Sun up close
viernes, febrero 07, 2020
A la caza de las fugaces
Buscando meteoros en los cielos marcianos.
La Mars Insight sigue en activo, y aunque su sensor de calor sigue luchado para intentar adentrarse en el suelo del planeta, el que registra la actividad sísmica ya hace tiempo que está reuniendo datos, revelando ya que Marte es un mundo activo, lejos de la palpitante Tierra, pero también el lugar geológicamente muerto que podíamos imaginar no hace tanto. Pero es una tarea que necesita mucha precisión, y especialmente saber y cuantificar todos los factores que se esconden detrás de los seísmos marcianos.
Uno de esos factores son los impactos de meteoritos, capaces de generar ondas que se propagan a grandes distancias, y detectables por la Mars Insight incluso si el impacto ocurrió muy lejos, a cientos o miles de kilómetros. Y en con la idea de tener una estimación aproximada de la cantidad de meteoros que se adentran en la atmósfera marciana y alcanzan la superficie, se está utilizando la Cámara de Contexto, que tenía como objetivo precisamente dar un contexto a la zona donde se depositaron los dos instrumentos principales, para observar el cielo nocturno.
La composición aquí presentada, que ensambla una serie de imágenes individuales, permite ver un firmamento cargado de eventos relevantes, además de mostrar lo difícil de esta tarea. No es lo que verían nuestros ojos, tanto por la larga exposición de las tomas como por la sensibilidad de la cámara, sino algo mucho más rico (y molesto), que abarca desde el mismo "ruido" generado por ser tomas de larga exposición, hasta las propias estrellas y el impacto de los rayos cósmicos (las trazas brillantes y puntos oscuros) en la lente. Las estrellas fugaces están ausente, pero no es extraño que así sea, ya que la cámara no está diseñada para ello, su punto de visión es hacia el horizonte y, al fin y al cabo, siempre se necesita algo de suerte, de momento esquiva.
No es la primera vez que un explorador marciano mira hacia el cielo. Bien al contrario, es una hermosa práctica que vimos en los ya desaparecidos Spirit y Opportunity, pero si es la primera vez que se hace con la idea de cazar estrellas fugaces, algo que si consiguió Curiosity, aunque de pura casualidad.
Los tiempos de caza están contados, ya que la temporada de tormentas de polvo está cada vez más cerca y la Cámara de Contexto, que está fija en su posición y está diseñada más para ver la superficie que no fijarse en el cielo, pronto no podrá ver las estrellas tan cerca del horizonte. No olvidemos cual era su misión inicial. Pero hasta que ese día llegue seguirá intentándolo.
La Cámara de Contexto estaba diseñada para observar a los instrumentos instalados en la superficie, ya que era necesario para tener claro la fiabilidad de los datos reunidos. Está fija en su posición, por lo que estas observaciones se centran en la parte del cielo que es aquí visible, lo que limita las posibilidades. Así y todo el resultado es notable.
Los casos de observaciones astronómicas desde Marte se han hecho, afortunadamente, más habituales gracias a las últimas misiones robóticas presentes en la superficie, como la espectacular visión de sus lunas o posibles meteoros por parte de Spirit.
This picture is from Mars. It's probably not what you think.
miércoles, febrero 05, 2020
Mirando las estrellas
CHEOPS abre los ojos.
Una vez lanzado, en órbita terrestre o en viajes más lejanos, si algo falla en su despliegue suele representar el final de una misión que representó años de trabajos y sueños ahora perdidos. Es la dura vida de cualquier equipo humano detrás de una misión espacial, el momento cargado de tensión en que el ingenio, ya fuera de nuestro alcance directo, debe funcionar como un reloj en todos sus aspecto para afrontar, ahora si, su viaje. Todo puede ser fatal, incluso algo tan simple como una cubierta protectora que no se abre correctamente.
Ese fue el momento crítico que recientemente afrontó el pequeño telescopio explorador de exomundos CHEOPS (CHaracterising ExOPlanets Satellite), lanzado el pasado 18 de Diciembre en un vuelo sin fallos, y que ahora, ya instalado en una órbita situada a unos 700 kilómetros de altura, abrió por primera vez sus ojos para mirar el estrellado firmamento al que no dejará de observar los próximos años. Era una operación delicada por parte de un mecanismo perfectamente diseñado para realizar semejante tarea, pero como por desgracia hemos aprendido, el riesgo nunca se consigue reducir a cero, por lo que supéralo representa un tremendo alivio para su equipo en tierra. Llega la hora de ponerse a trabajar.
CHEOPS no es un descubridor de mundos, como era Kepler, sino un explorador de aquellos ya conocidos en estrellas cercanas, especialmente aquellos cuyas masas los sitúan entre ser una "supertierra" y un Neptuno. Su misión es profundizar en ellos, lograr mediciones más precisas y determinar con una precisión nunca antes alcanzada el tamaño de cada uno de ellos, lo que a su vez permitirá tener una idea más precisa sobre sus posibles condiciones. Así se prepara el camino para los verdaderos cazadores de mundos del futuro, que sabrán mejor donde se sitúan las mejores opciones.
El lanzamiento de CHEOPS.
Conociendo un poco mejor a este pequeño explorador de mundos.
Cheops opens its eye to the sky
Una vez lanzado, en órbita terrestre o en viajes más lejanos, si algo falla en su despliegue suele representar el final de una misión que representó años de trabajos y sueños ahora perdidos. Es la dura vida de cualquier equipo humano detrás de una misión espacial, el momento cargado de tensión en que el ingenio, ya fuera de nuestro alcance directo, debe funcionar como un reloj en todos sus aspecto para afrontar, ahora si, su viaje. Todo puede ser fatal, incluso algo tan simple como una cubierta protectora que no se abre correctamente.
Ese fue el momento crítico que recientemente afrontó el pequeño telescopio explorador de exomundos CHEOPS (CHaracterising ExOPlanets Satellite), lanzado el pasado 18 de Diciembre en un vuelo sin fallos, y que ahora, ya instalado en una órbita situada a unos 700 kilómetros de altura, abrió por primera vez sus ojos para mirar el estrellado firmamento al que no dejará de observar los próximos años. Era una operación delicada por parte de un mecanismo perfectamente diseñado para realizar semejante tarea, pero como por desgracia hemos aprendido, el riesgo nunca se consigue reducir a cero, por lo que supéralo representa un tremendo alivio para su equipo en tierra. Llega la hora de ponerse a trabajar.
CHEOPS no es un descubridor de mundos, como era Kepler, sino un explorador de aquellos ya conocidos en estrellas cercanas, especialmente aquellos cuyas masas los sitúan entre ser una "supertierra" y un Neptuno. Su misión es profundizar en ellos, lograr mediciones más precisas y determinar con una precisión nunca antes alcanzada el tamaño de cada uno de ellos, lo que a su vez permitirá tener una idea más precisa sobre sus posibles condiciones. Así se prepara el camino para los verdaderos cazadores de mundos del futuro, que sabrán mejor donde se sitúan las mejores opciones.
Cheops opens its eye to the sky
sábado, febrero 01, 2020
El silencio que se acerca
Recuperando a la Voyager 2.
Nada es más frustrante para los ingenieros espaciales que la dura realidad de tener que trabajar a distancia. Y cuando esta se encuentra tan lejos que se nos antoja inmensa, más allá de los límites de la influencia del Sol, y las comunicaciones necesitan horas para completar su viaje de ella a nosotros y viceversa, las cosas se complican.
Así es tratar con las Voyager, las sondas en activo más lejanas de las que dispone la Humanidad. Y el pasado 28 de Enero fue precisamente la Voyager 2 nos dio un pequeño susto, cuando, después de realizar una maniobra de giro sobre si misma para ajustar la posición de uno de sus instrumentos, algo fue mal y se activó su modo de protección, lo que significa la automática desconexión de todos sus instrumentos y equipos no esenciales, reduciendo las comunicaciones a los envíos de telemetría. A partir de estos datos, y con la inmensa lentitud que implica esperar horas para cada respuesta, los técnicos de la NASA iniciaron el camino para recuperarla, algo que afortunadamente parece ir por buen camino.
La causa última de esta situación fue un retraso en completar la maniobra de giro que implico que otro sistema de la sonda se activara cuando aún no había terminado esta primera. Es decir, dos sistemas trabajando mismo tiempo, lo que demasiado para sus menguantes capacidades energéticas. De ahí que saltara su protección ante un bajón peligroso de unos niveles de energía cada vez más limitados. Y esto nos recuerda la precaria situación de la Voyager 2, que debe hacer equilibrios para mantenerse en activo y evitar congelarse de forma definitiva, administrando lo que le ofrece su Generador Termoeléctrico de Radioisótopos, cada vez más desgastado y que pierde un 4% de su poder cada año.
Un recordatorio que estos exploradores de las estrellas están viviendo una última y gloriosa etapa, mientras su corazón, agotado, cada vez late con menor fuerza. Esta vez la Voyager 2 se recuperará, pero tarde o temprano, en unos pocos años o quizás menos, el telón de esta maravillosa obra caerá de forma definitiva. El silencio definitivo se aproxima.
Nada es más frustrante para los ingenieros espaciales que la dura realidad de tener que trabajar a distancia. Y cuando esta se encuentra tan lejos que se nos antoja inmensa, más allá de los límites de la influencia del Sol, y las comunicaciones necesitan horas para completar su viaje de ella a nosotros y viceversa, las cosas se complican.
Así es tratar con las Voyager, las sondas en activo más lejanas de las que dispone la Humanidad. Y el pasado 28 de Enero fue precisamente la Voyager 2 nos dio un pequeño susto, cuando, después de realizar una maniobra de giro sobre si misma para ajustar la posición de uno de sus instrumentos, algo fue mal y se activó su modo de protección, lo que significa la automática desconexión de todos sus instrumentos y equipos no esenciales, reduciendo las comunicaciones a los envíos de telemetría. A partir de estos datos, y con la inmensa lentitud que implica esperar horas para cada respuesta, los técnicos de la NASA iniciaron el camino para recuperarla, algo que afortunadamente parece ir por buen camino.
La causa última de esta situación fue un retraso en completar la maniobra de giro que implico que otro sistema de la sonda se activara cuando aún no había terminado esta primera. Es decir, dos sistemas trabajando mismo tiempo, lo que demasiado para sus menguantes capacidades energéticas. De ahí que saltara su protección ante un bajón peligroso de unos niveles de energía cada vez más limitados. Y esto nos recuerda la precaria situación de la Voyager 2, que debe hacer equilibrios para mantenerse en activo y evitar congelarse de forma definitiva, administrando lo que le ofrece su Generador Termoeléctrico de Radioisótopos, cada vez más desgastado y que pierde un 4% de su poder cada año.
Un recordatorio que estos exploradores de las estrellas están viviendo una última y gloriosa etapa, mientras su corazón, agotado, cada vez late con menor fuerza. Esta vez la Voyager 2 se recuperará, pero tarde o temprano, en unos pocos años o quizás menos, el telón de esta maravillosa obra caerá de forma definitiva. El silencio definitivo se aproxima.
Camino al olvido, pero que nunca será olvidada.