lunes, febrero 24, 2020

Navegando a toda vela

LightSail 2 cumple 8 meses en órbita enseñando valiosas lecciones para el futuro.

Los antiguos barcos de vela navegaban con la fuerza del viento, y en un futuro cercano quizás eso mismo se repita en el espacio. Puede parecer una idea excéntrica, pero es una realidad ya demostrada que la incidencia de luz solar sobre una superficie es capaz de generar cierta presión sobre ella, y que si se aprovecha bien un vehículo puede ir ganando velocidad con ella, cual vela marina inflada por los vientos oceánicos. Se las conoce como velas solares, y lejos de ser un simple proyecto, algunas de ellas ya han emprendido sus propios viajes por las oscuras aguas estelares.

La más reciente de ellas es la LightSail 2, construida por The Planetary Society y sin duda su proyecto más destacado, convertida en realidad después de superar la pérdida de su predecesora y que lleva en órbita terrestre 8 meses, con el objetivo de poner a prueba las capacidad de esta tecnología, sus ventajas y sus inconvenientes. Algo que es más que destacable teniendo en cuenta que hablamos de un proyecto privado.

¿Qué hemos aprendido de su experiencia? La más importante es que la órbita terrestre no es el lugar más adecuado para que las velas solares desarrollen sus actividades. La LightSail 2 se situó a unos 720 kilómetros, muy por encima de la posición de la ISS y la mayoría de satélites, por ejemplo, pero incluso así la fricción atmosférica sigue siendo lo suficientemente intensa para provocar que un vehículo de estas características vaya perdiendo altura paulatinamente, algo que ni el impulso generado por la luz solar sobre la vela puede compensar. La conclusión es que el ámbito ideal son órbitas mucho más altas o los viajes interplanetarios.

Evidentemente no es algo inesperado para los técnicos. Sabido es que la atmósfera terrestre se extiende miles de kilómetros más allá de la Tierra, aunque de forma tan tenue que no afecta realmente a las operaciones espaciales y solo se necesita pequeñas correcciones puntuales para compensarlo. La ISS, que se mueve mucho más cerca del planeta, es un ejemplo de ello. Pero una vela solar es tan sensible a cualquier fuerza externa que ese factor pesa mucho más. Ahora, gracias a LightSail 2, tenemos datos concretos que se podrán aplicar en diseños futuros para intentar aprovechar mejor el impulso de la luz para superar esta amenaza.

Otra lección apunta a los paneles solares, que dan energía a los sistemas de la nave. La LightSail 2 solo los tiene en uno de los lados de la vela, lo que generó problemas de producción de energía en algunos momentos. Curiosamente su predecesora, la malograda LightSail 1 si los tenía en ambos lados, pero en este caso se eliminaron en uno de los lados para incluir una serie de espejos reflectantes, usados para realizar mediciones láser desde tierra. Una necesidad técnica para realizar pruebas, pero que está complicando el trabajo de mantenerla activa de forma constante. Para el futuro se recomienda regresar a la configuración inicial.

No solo eso, ya que se han aprendido muchas lecciones sobre su manejo y funcionamiento. Lecciones que con toda seguridad serán muy tenidas en cuenta para las que le seguirán. Y es que las velas solares tienen mucho que decir en el futuro de la exploración espacial.

Navegando por las oscuras aguas del Universo.

Here's What We've Learned So Far from LightSail 2 

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