La exploración de otros mundos por parte de las sondas interplanetarias abarca numeroso niveles de observación. Hay que los datos claros y evidentes, otros que necesitan un trabajo extra de trabajo para sacarlos a la luz, y unos que simple y llanamente son tan tenues que terminan pasando inadvertidos en el mar de información. Por eso todo lo enviado, todo lo reunido a lo largo de los años por una misión exitosa, se sigue estudiando mucho más allá de su final físico, explorador una y otra vez por nuevas técnicas y tecnologías que van surgiendo con el tiempo. Los científicos saben que no es extraño encontrar sorpresas, realizar nuevos descubrimientos. Es más habitual de lo que imaginamos, y la ya desaparecida Galileo no es una excepción.
Mientras estuvo en órbita joviana pasaron desapercibidos a sus ojos, pero ahora, años después del final de su misión, un equipo científico liderados por Xianzhe Jia, del departamento de Ciencias del Clima y el Espacio en la Universidad de Michigan en Ann Arbor, han revelado que dos de sus instrumentos captaron la huella de las famosas plumas de Europa, los géisers que se cree emergen desde la helada superficie de esta luna. Fueron datos muy tenues, que solo aplicándoles los más recientes modelos podía adquirir un sentido, especialmente gracias a los hallazgos de la Cassini, cuyas observaciones de Encélado ofrecieron una clara guía que seguir.
En el momento del sobrevuelo de 1997, a unas 200 kilómetros sobre la superficie, el equipo de Galileo nunca sospechó que la sonda rozó una pluma que surgía de la luna helada. Cuando Jia y su equipo examinaron la información recopilada durante dicho sobrevuelo los datos del magnetómetro de alta resolución mostraron algo extraño. Basándose en lo que los científicos aprendieron de Encélado, sabían que material expulsado se ioniza y deja un señal característica en el campo magnético.Y es lo que vieron en Europa, una curva magnética breve y localizada que nunca se había explicado.
A todo esto se le sumó la información de las ondas de plasma, que junto con los magnéticos, fueron introducidos en un nuevo modelado 3D desarrollado por su equipo en la Universidad de Michigan, que simuló las interacciones del plasma con los cuerpos del Sistema solar. El ingrediente final fue la información del Hubble que sugería las dimensiones de las potenciales plumas. El resultado que surgió de todo ello, en forma de una pluma simulada, coincidía con los datos de Galileo.
Todo ello parece reforzar como nunca antes, la idea de que esta luna presenta una actividad del mismo tipo que Encélado, aunque quizás menos intensa."Ahora parece haber demasiadas líneas de evidencia para descartar su presencia en Europa", explica Robert Pappalardo, científico del proyecto Europa Clipper en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California."Este resultado hace que las plumas parezcan ser mucho más reales y, para mi, es un punto de inflexión. Ya no son blips inciertos en una imagen lejana". Aunque con dos décadas de retraso, la Galileo quizás acaba de impulsar forma definitiva la exploración de esta luna, ofreciendo a futuras sondas como Europa Clipper la confirmación definitiva de que existen en ellas ventanas a su interior, por la que podrían analizar de forma directa su océano subterráneo en busca de vida.
Quizás si nos hubiéramos dado cuenta en su momento, las misiones a Júpiter y Europa ahora proyectadas se habrían convertido en una realidad mucho antes, pero simplemente entonces no sabíamos lo suficiente para apreciar su tenue huella. La idea misma de que podrían existir géisers activos en estas heladas lunas nos era desconocida. Ahora, 21 años después, finalmente su mensaje nos alcanzó.
Representado los datos magnéticos y de plasma bajo la luz de esta nueva simulación. Las líneas del campo magnético (azul) muestran cómo la pluma interactúa con el flujo ambiental del plasma de Júpiter. Los colores rojos muestran áreas más densas de plasma.
Old Data Reveal New Evidence of Europa Plumes
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