¿Hasta que punto sería la Tierra considerado un mundo potencialmente habitable vista desde la distancia?
Estamos en un momento crítico de nuestra historia. Miles y miles de nuevos mundos están saliendo a la luz, mostrando que la Vía Láctea esta llena de ellos, planetas por todas partes, de todo tipo y tamaño. Ahora puede parecernos lógico que así sea, pero hasta la década de los 90 no sabíamos realmente si éramos una rareza cósmica o solo uno más de infinitos sistemas planetarios. En muy poco tiempo hemos dado un salto adelante de auténtico vértigo. Y otros están por venir.
Una vez retiramos el velo de nuestros ojos y nos asomamos a este mar planetario sin fin, la siguiente e inevitable pregunta era si existían otras "tierras", otros mundos como el nuestro, donde la vida podría haber hecho también acto de presencia. Es posiblemente la más trascendental de las preguntas, y ser capaces de dar con una respuesta definitiva, un momento que marcará un antes y un después en nuestra historia.
Estamos en los albores de una nueva generación de observatorios espaciales y terrestres, ingenios que serán capaces de detectar y analizar las atmósferas de estos exoplanetas para buscar signos de actividad biológica en su composición. La terrestre un ejemplo de ello. No nació tal como la conocemos. En realidad la atmósfera primigenia nada tenía que ver con la actual, sino que la vida la fue transformado. Eso mismo, la "huella" de su presencia es lo que buscaremos en el futuro. Pero antes hay que saber donde buscar, elegir los objetivos más adecuados para una tarea que sera ardua.
Eso lo llevamos haciendo desde los albores de esta nueva era. Buscamos exoplanetas, sobretodo con el método del tránsito, que puedan cumplir una serie de condiciones, como su masa y tamaño, posible composición, distancia a su estrella y el tipo espectral de esta última, que permitan intuir las condiciones ambientales allí existentes.¿Pero hasta que punto es fiable este sistema? Para ello cambiemos la perspectiva, imaginemos que somos miembros de una civilización alienigena que buscamos otros mundos igual que hacemos nosotros, con los mismos métodos y centrándonos en los mismos parámetros. Y una de esos lejanos explanetas que estudiaran se encontrara en una lejana y amarilla estrella de clase G2. ¿Como clasificarían a la Tierra? Que % de habitabilidad le otorgarían, siendo 0 un mundo muerto y 100 totalmente habitable?
Seguramente todos diríamos que el 100%.¿Como podría ser de otra forma, si es un oasis de vida, y siempre hemos aprendido que se encuentra a la distancia perfecta del Sol, que tiene el tamaño perfecto, la composición ideal y todo lo que puede pedir un mundo para ser habitable? Sin embargo esa es una valoración subjetiva, basada en el hecho de que es el planeta donde vivimos. La realidad no es tan perfecta. Para nuestros imaginarios extraterrestres, la Tierra estaría muy arriba en esta escala, estaría seguramente en la lista de objetivos prioritarios de estudio, pero quedaría lejos del 100. En realidad "solo" alcanzaría el 82%.
Así lo explica en un reciente artículo, Rory Barnes y su equipo del
"Virtual Planetary Laboratory" de la Universidad de Washington, y que es el resultado de crear un índice de habitabilidad, destinado a clasificar los planetas que observamos cuando transitan por delante de su estrella.
En el se utilizan utilizan factores como la distancia a su estrella, el tamaño del planeta, la naturaleza de la estrella, y el comportamiento de otros planetas en el mismo sistema estelar. Todo ello para intentar "actualizar" el concepto de la zona habitable, esa región del espacio, alrededor de una estrella, en el que un planeta no está demasiado cerca como para que el agua se evapore, ni tan lejos como para que se congele. Es el lugar donde se dirigen todas las miradas cuando se descubre un nuevo mundo en la astronomía actual. Si está fuera, posiblemente no es habitable, si está dentro tiene muchas opciones de que lo sea.
Pero las cosas no son tan claras como parece. Si aplicamos el concepto de zona habitable a nuestro Sistema Solar, evidentemente la Tierra está dentro de ella. Pero Venus y Marte también, y sabemos hasta que punto son hostiles a la vida, especialmente en el primer caso. Por otro lado los lugares más prometedores para encontrarla en el Sistema Solar más allá de nuestro planeta son lugares como Europa, Encélado o Titán, completamente alejados de esa zona ideal. Está claro que es imperfecta y necesita actualizarse.
Con este objetivo en mente, el equipo de Rory Barnes se ha centrado no sólo en la distancia entre el planeta y la estrella, si no también en su equilibrio de energía: La energía que recibe el planeta, su albedo (la cantidad de energía que refleja de vuelta al espacio, de tal modo que un planeta con un albedo muy alto podría estar más cerca de su estrella y aun así ser habitable, mientras que un planeta con un albedo bajo podría tolerar estar a una distancia mucho mayor), y la excentricidad de su órbita.
En resumen, un índice de habitabilidad "mejorado" donde se pueden introducir todos los datos que tengamos de un exoplaneta (todos aquellos que hayamos obtenido por observación) para poder clasificarlo y determinar su potencial. Con miles de objetivos, ser capaces de centrarnos en aquellos con más opciones será clave en nuestra búsqueda.
¿Y que se obtiene si se aplica a la Tierra estos parámetros? 82%, un índice alto pero no definitivo. Al contrario de lo que nos dice el sentido común, desde la distancia y estimándolo solo a partir de elementos observables, nuestro planeta no parece un lugar tan seguro para la vida como sabemos que es en realidad. Toda una lección a tener en cuenta. Para los astrónomos alienigenas, sería un candidato serio para ser habitable, pero quizás solo una más dentro de una lista de candidatos igual de firmes. Evidente mente si fueran capaces de analizar su atmósfera verían al instante la huella biológica, y si estuvieran a menos de 70 años-luz, el aumento exponencial en las emisiones en ciertas secuencias del espectro delatarían la presencia de una civilización tecnológica. Pero quizás se tomarían su tiempo mientras exploran candidatos más firmes, antes de pasar a la Tierra. El mundo al 82% debería esperar un poco a que llegara su turno.
La Tierra y La Luna desde la órbita de Mercurio, fotografiadas por la sonda MESSENGER. Sabemos que el primero es un mundo habitable. Hemos nacido en el. Pero desde la distancia quizás las cosas no están tan claras.
La "zona de habitabilidad" es la zona mágica para cualquier buscador de planetas habitables, allí donde la distancia parece ser la adecuada para que puedan existir temperaturas tolerables y agua líquida. Sin embargo Venus y Marte también entran ella y sabemos de sus condiciones. Es evidente que intervienen otros factores que podrían determinar la habitabilidad de un mundo sin la imperiosa necesidad de encontrarse confinado en dicha región, y la falta de ella en otros que si se encuentran en su interior. Actualizaros es el objetivo de este nuevo estudio.
El James Webb es un ejemplo de la nueva generación de observatorios, espaciales y terrestres, que están llamando a las puertas, y que serán capaces de estudiar exoplanetas de forma lo suficientemente profunda como para detectar las huellas químicas de la vida. Pero para ello hay que seleccionar bien los objetivos, de ahí que sea tan importante delimitar los factores claves que determinan su naturaleza ambiental.
Earth From Afar Would Look Only 82% Right For Life
Vista desde lejos, la Tierra no parecería 100% habitable
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