Sacando a la luz lo último que vio Rosetta antes de perder el contacto con ella.
Una misión interplanetaria no termina cuando una sonda llega al final de su vida, sino que se extiende mucho más allá, tanto como el total de datos enviados por ella siguen ofreciendo nueva información y descubrimientos, en ocasiones porque el total es tan inmenso que se necesitan años para estudiarlos por completo, y en otras porque el desarrollo de nuevas técnicas permite llegar a detalles que eran invisibles tiempo atrás. En cierta forma cada sonda vale por dos, una real, y otra virtual. Y esta última, a diferencia de su hermana física, es prácticamente inmortal.
Una de las que tuvimos que despedirnos recientemente fue Rosetta, que una vez completada su misión con un éxito sin paliativos y con la energía disponible descendiendo imparablemente a medida que el cometa Churyumov-Gerasimenko, al que acompañaba en su viaje, se alejaba del Sol, se la envió en un último viaje hacia la misma superficie. No fue un impacto como tal, ya que la gravedad del cometa era mínima y la velocidad de aproximación igualmente pequeña, semejante a su compañera Philae, pero una vez ocurrió el contacto la señal se perdió para siempre. Simplemente su antena no quedó orientada de forma adecuada (hubiera sido una suerte extrema que así fuera), y Rosetta inició así su sueño eterno.
Pero no lo hizo en silencio, sino enviando todo tipo de información durante el descenso, incluida imágenes.Una en concreto se presentó al gran público como la última enviada antes del final, pero eso no era del todo cierto. Era la última completa, pero por el camino quedó otra posterior, escondida en últimos paquetes de telemetría recibida, incompleta y por ello no reconocida como tal por el software de procesamiento automático. Se mantuvo en el limbo hasta que recientemente los científicos que analizan dichos datos pudieron reconstruir esa última visión antes del fin.
La causa de todo ello es la forma en que trabajaba Rosetta. Su sistema dividía las imágenes en paquetes de
telemetría antes de su transmisión a la Tierra. En el
caso de esta última y hasta ahora desconocida imágen, con un peso de 23.048 bytes por imagen, se dividió en seis
paquetes para su envío, tal como se había hecho con las anteriores. Pero el tiempo se agotó antes. Las comunicaciones se interrumpieron cuando solo se habían enviado tres, 12.228 bytes en total: Poco más de la mitad. Por eso no era reconocida como tal.
Hasta ahora, cuando además se sacó partido a otra característica de la forma en que Rosetta trataba este tipo de información, más concretamente el hecho de que estos datos no se enviaban píxel a píxel, sino capa a capa, añadiendo cada nueva capa un mayor nivel de detalle. Se podría decir que sus imágenes se construían como si se pintara un cuadro, primero con una base muy simple y poco detallada, y sucesivamente, se añadían las 5 capas que le daban su aspecto definitivo. En el caso que nos ocupa el cuadro se quedó a la mitad, o más exactamente al 53%, sin el principio ni el final del conjunto (de ahí su no identificación inicial), pero suficiente para que ahora se haya podido dar forma a lo que pudo ver la sonda justo antes del final.
No es la mejor imágen de la larga historia de Rosetta, porque no estaba completa y porque la cámara no estaba diseñada para observaciones tan cercana, del orden de metros. Pero es realmente la última. Lo último que pudo ver antes de cerrar los ojos para siempre. Y nos lo entrega de forma póstuma, más allá de su propio final. Ciertamente una misión nunca termina del todo. Virtualmente, en el mar de datos que dejaron atrás, los viajeros estelares vivirán para siempre.
Los últimos momentos de Rosetta en contexto. En amarillo la última imágen completa, la que se presentó como la final, tomada a una altura de 24.7±1.5 metros, en rojo esta nueva ahora presentada, cuando la sonda se encontraba ya a solo 19.5±1.5 metros.
Las dos últimas imágenes y el punto donde Rosetta tocó la superficie. La imágen sobre la que la sonda está representada se tomó cuando se encontraba a 331 metros de altura.
!Sorpresa! Una última imagen de Rosetta
viernes, septiembre 29, 2017
jueves, septiembre 28, 2017
El viajero del fuego
La Parker Solar Probe se "prueba" por primera vez su futuro escudo térmico.
El 31 de Julio de 2018 la Humanidad, como el Ícaro de la mitología, iniciará su vuelo para intentar rozar el Sol. O al menos entrar de lleno en su atmósfera exterior, aproximándonos más de lo que jamás lo hemos hecho a nuestra estrella, y quizás más de lo que nunca haremos de nuevo en un futuro previsible. Un viaje al centro de nuestro Sistema Solar, a través del calor más inimaginable, entrando donde nunca nadie había soñado hacerlo y que hasta hace poco no disponía de la tecnología necesaria para lograrlo. Todo para intentar comprender mejor como funciona, iluminar (nunca mejor dicho) los puntos oscuros que aún se nos escapan.
No es dificil entender que su escudo térmico, el escudo que protegerá a la sonda durante los momentos de máxima aproximación al Sol, esos 11,5 centímetros que la separarán de la completa incineración, de los más de 1.300 grados Centígrados que soportará cuando se situé a poco más de 5 Millones de Kilómetros de la superficie solar, es la clave de todo. Si este resiste lo que nuestra estrella le lance, la misión será un éxito. No olvidemos que literalmente entrará en la Corona, la región donde se desencadenan algunas de las grandes tormentas que azotan la Tierra y que tan letales pueden resultar para los sistemas electrónicos y de comunicación en que se asientan las bases de nuestra civilización. De ahí el interés por alcanzar la fuente última donde nacen y entender lo que las desata. De ahí su importancia.
Y con el momento del despegue a menos de un año vista, el pasado 25 de Septiembre la NASA abrió sus puertas a los medios para presentar a la Parker Solar Probe. Una ocasión especial, ya que 4 días antes, el día 21, se había instalado por primera vez y de forma temporal el oscuro y revolucionario escudo que la protegerá en su camino a través del Sol. Fue una oportunidad única de verla ya completa, con este crítico sistema de protección incluido, que no se repetirá hasta poco antes del lanzamiento, cuando se instale de nuevo, esta ves de forma ya definitiva. Será el momento en que este moderno Ícaro iniciará su vuelo hacia el Sol, esta vez con el escudo que le falto al desdichado hijo de Dédalo.
El viajero solar recibe su escudo.
Una misión para tocar el Sol.
La primera misión espacial al Sol recibe su poderoso escudo térmico
El 31 de Julio de 2018 la Humanidad, como el Ícaro de la mitología, iniciará su vuelo para intentar rozar el Sol. O al menos entrar de lleno en su atmósfera exterior, aproximándonos más de lo que jamás lo hemos hecho a nuestra estrella, y quizás más de lo que nunca haremos de nuevo en un futuro previsible. Un viaje al centro de nuestro Sistema Solar, a través del calor más inimaginable, entrando donde nunca nadie había soñado hacerlo y que hasta hace poco no disponía de la tecnología necesaria para lograrlo. Todo para intentar comprender mejor como funciona, iluminar (nunca mejor dicho) los puntos oscuros que aún se nos escapan.
No es dificil entender que su escudo térmico, el escudo que protegerá a la sonda durante los momentos de máxima aproximación al Sol, esos 11,5 centímetros que la separarán de la completa incineración, de los más de 1.300 grados Centígrados que soportará cuando se situé a poco más de 5 Millones de Kilómetros de la superficie solar, es la clave de todo. Si este resiste lo que nuestra estrella le lance, la misión será un éxito. No olvidemos que literalmente entrará en la Corona, la región donde se desencadenan algunas de las grandes tormentas que azotan la Tierra y que tan letales pueden resultar para los sistemas electrónicos y de comunicación en que se asientan las bases de nuestra civilización. De ahí el interés por alcanzar la fuente última donde nacen y entender lo que las desata. De ahí su importancia.
Y con el momento del despegue a menos de un año vista, el pasado 25 de Septiembre la NASA abrió sus puertas a los medios para presentar a la Parker Solar Probe. Una ocasión especial, ya que 4 días antes, el día 21, se había instalado por primera vez y de forma temporal el oscuro y revolucionario escudo que la protegerá en su camino a través del Sol. Fue una oportunidad única de verla ya completa, con este crítico sistema de protección incluido, que no se repetirá hasta poco antes del lanzamiento, cuando se instale de nuevo, esta ves de forma ya definitiva. Será el momento en que este moderno Ícaro iniciará su vuelo hacia el Sol, esta vez con el escudo que le falto al desdichado hijo de Dédalo.
NASA’s Parker Solar Probe will be the first-ever mission to "touch" the sun. Learn more at: https://t.co/CxFAHPc3RT @NASASun @ParkerSunProbe pic.twitter.com/8hZb0tgPjy— NASA360 (@NASA360) 25 de setembre de 2017
La primera misión espacial al Sol recibe su poderoso escudo térmico
miércoles, septiembre 27, 2017
El vuelo de Osiris
OSIRIS-Rex completa su sobrevuelo de nuestro planeta.
Tal como estaba previsto y calculado, se aproximó hasta casi rozar la Tierra, pasando sobre la vertical de la Antártida, apenas 17.000 Kilómetros por encima de la superficie, más cerca que la mayoría de satélites de comunicación y meteorológicos, habitualmente situados en la más lejana órbita geoestacionaria. No fue una aproximación gratuita, sino una maniobra clave para dar a la sonda la velocidad y la trayectoria necesaria para poder alcanzar el asteroide Bennu. Y en este aspecto su visita logró aquello que buscaba. Ya se encuentra en camino hacia su meta soñada. En 2023 regresará, y esta vez con muestras de su objetivo.
Pero no fue tan simple, ya que el equipo de misión no desaprovechó la oportunidad de poner a prueba algunos de sus instrumentos, tomando imágenes y datos espectrales de nuestro planeta. Especialmente útil estos últimos, que desvelaron información sobre la composición química de la atmósfera, ya que así se pudo comprobar su eficacia y saber hasta que punto serán capaces de hacer lo mismo cuando estén cerca de su meta final. La Tierra fue durante su sobrevuelo un magnífico campo de pruebas. Y los resultados mostraron que las "armas" de OSIRIS-Rex está lista para el futuro que les espera.
Este fue el caso de la MapCam, parte del conjunto de cámaras que forman OCAMS (OSIRIS-REx Camera Suite), y que inmortalizó a nuestro planeta desde 170.000 Kilómetros de distancia, pocas horas antes del encuentro. Aunque no está diseñada para fotografiar cuerpos tan brillantes, ya que su objetivo es el oscuro asteroide Bennu, una exposición de apenas 3 milesimas de segundo le permitió hacerlo sin quedar cegada. Su nitidez pese a todo es sin duda un buen augurio.
También OTES, el espectrómetro de emisión termal, y OVIRS, el espectrómetro en infrarrojo y luz visible, dieron buenas muestras de sus capacidades, ofreciendo una amplia gama de datos sobre temperaturas y concentraciones de gases atmosféricos. Si en lugar de ser la Tierra fuera otro planeta, habríamos entendido enseguida que estamos ante un planeta con una más que probable presencia de actividad biológica. Como con MapCam, ambas demostraron estar en perfecta forma.
La visita de OSIRIS-Rex culminó, por tanto, con un éxito completo. Logró el empuje que necesitaba, utilizando la Tierra como una onda gravitatoria, y al mismo tiempo sus instrumentos aprovecharon para ponerse a prueba y dar la tranquilidad de saber que funcionan a la perfección. Fue un magnífico regreso al mundo que la vio nacer, el último antes de iniciar su salto definitivo hacia la oscuridad. Que tengas un buen viaje, pequeña sonda, nos vemos de nuevo en 2023.
Los datos de OTES. Los picos y valles muestran diferencias en la absorción de la energía solar, debido a diferentes sustancias (vapor de agua, dióxido de carbono, metano y ozono) en la atmósfera terrestre. También proporcionan información de temperatura para diferentes alturas en la atmósfera. Las curvas suaves de color rojo y azul muestran las temperaturas de la superficie del océano y la estratosfera sin dicha absorción.
Los datos de OVIRS. Las fluctuaciones son causadas por la absorción de la luz solar debido a la presencia de vapor de agua, dióxido de carbono y oxígeno. La curva roja suave es el espectro del Sol y muestra como se observaría si estos elementos no estuvieran presentes en la atmósfera.
La Tierra y La Luna desde 1.185.000 kilómetros visto por la NavCam 1.
PolyCam (centro), MapCam (izquierda), y SamCam (al fondo a la derecha), las tres cámaras que conforman OCAMS.
OSIRIS-Rex pasó muy cerca de nosotros, más cerca que muchos de los satélites que actualmente se encuentran en servicio alrededor de la Tierra.
OSIRIS-REx Views the Earth During Flyby
Tal como estaba previsto y calculado, se aproximó hasta casi rozar la Tierra, pasando sobre la vertical de la Antártida, apenas 17.000 Kilómetros por encima de la superficie, más cerca que la mayoría de satélites de comunicación y meteorológicos, habitualmente situados en la más lejana órbita geoestacionaria. No fue una aproximación gratuita, sino una maniobra clave para dar a la sonda la velocidad y la trayectoria necesaria para poder alcanzar el asteroide Bennu. Y en este aspecto su visita logró aquello que buscaba. Ya se encuentra en camino hacia su meta soñada. En 2023 regresará, y esta vez con muestras de su objetivo.
Pero no fue tan simple, ya que el equipo de misión no desaprovechó la oportunidad de poner a prueba algunos de sus instrumentos, tomando imágenes y datos espectrales de nuestro planeta. Especialmente útil estos últimos, que desvelaron información sobre la composición química de la atmósfera, ya que así se pudo comprobar su eficacia y saber hasta que punto serán capaces de hacer lo mismo cuando estén cerca de su meta final. La Tierra fue durante su sobrevuelo un magnífico campo de pruebas. Y los resultados mostraron que las "armas" de OSIRIS-Rex está lista para el futuro que les espera.
Este fue el caso de la MapCam, parte del conjunto de cámaras que forman OCAMS (OSIRIS-REx Camera Suite), y que inmortalizó a nuestro planeta desde 170.000 Kilómetros de distancia, pocas horas antes del encuentro. Aunque no está diseñada para fotografiar cuerpos tan brillantes, ya que su objetivo es el oscuro asteroide Bennu, una exposición de apenas 3 milesimas de segundo le permitió hacerlo sin quedar cegada. Su nitidez pese a todo es sin duda un buen augurio.
También OTES, el espectrómetro de emisión termal, y OVIRS, el espectrómetro en infrarrojo y luz visible, dieron buenas muestras de sus capacidades, ofreciendo una amplia gama de datos sobre temperaturas y concentraciones de gases atmosféricos. Si en lugar de ser la Tierra fuera otro planeta, habríamos entendido enseguida que estamos ante un planeta con una más que probable presencia de actividad biológica. Como con MapCam, ambas demostraron estar en perfecta forma.
La visita de OSIRIS-Rex culminó, por tanto, con un éxito completo. Logró el empuje que necesitaba, utilizando la Tierra como una onda gravitatoria, y al mismo tiempo sus instrumentos aprovecharon para ponerse a prueba y dar la tranquilidad de saber que funcionan a la perfección. Fue un magnífico regreso al mundo que la vio nacer, el último antes de iniciar su salto definitivo hacia la oscuridad. Que tengas un buen viaje, pequeña sonda, nos vemos de nuevo en 2023.
Los datos de OTES. Los picos y valles muestran diferencias en la absorción de la energía solar, debido a diferentes sustancias (vapor de agua, dióxido de carbono, metano y ozono) en la atmósfera terrestre. También proporcionan información de temperatura para diferentes alturas en la atmósfera. Las curvas suaves de color rojo y azul muestran las temperaturas de la superficie del océano y la estratosfera sin dicha absorción.
Los datos de OVIRS. Las fluctuaciones son causadas por la absorción de la luz solar debido a la presencia de vapor de agua, dióxido de carbono y oxígeno. La curva roja suave es el espectro del Sol y muestra como se observaría si estos elementos no estuvieran presentes en la atmósfera.
La Tierra y La Luna desde 1.185.000 kilómetros visto por la NavCam 1.
PolyCam (centro), MapCam (izquierda), y SamCam (al fondo a la derecha), las tres cámaras que conforman OCAMS.
OSIRIS-Rex pasó muy cerca de nosotros, más cerca que muchos de los satélites que actualmente se encuentran en servicio alrededor de la Tierra.
OSIRIS-REx Views the Earth During Flyby
martes, septiembre 26, 2017
El último viaje de SMART-1
Localizando el punto de impacto de esta pequeña sonda lunar.
Aunque La Luna fue el terreno de juego de norteamericanos y soviéticos durante varias décadas, y actualmente parece destinada a serlo de China y su creciente programa espacial, otras potencias, aunque de forma más discreta, han puesto también su grano de arena en la exploración de nuestro satélite. Este es el caso de la Agencia Espacial Europa, una relativamente recién llegada al siempre desafiante reto de alcanzar otros mundos, de momento "solo" Venus y Marte, pero que en el futuro se ampliará a Mercurio y Júpiter. Sin los grandes titulares de la NASA, aunque tampoco con su capacidad de conectar con el gran público debido a una política de comunicación dudosa, la ESA sigue dando pasos adelante.
Y la pequeña SMART-1 fue uno de los primeros. En 2003 se convirtió en la primera sonda europea en alcanzar la órbita lunar, y la segunda en utilizar un propulsor iónico después de Deep Space 1 de la NASA. Probar la eficacia de este sistema para misiones interplanetarias era precisamente su objetivo principal, además de testear su instrumentación miniaturizada. A pesar de su carácter de prueba tecnológica también ofreció más que notables resultados científicos, aunque su vida fu limitada. Orbitar La Luna, con su irregular campo gravitatorio, no es sencillo y una sonda debe hacer un notable esfuerzo de corrección de trayectoria para compensarlo. Eso implica un gran gasto de combustible, que en el caso de la SMART-1, que no dejaba de ser un vehículo muy pequeño (1 metro de longitud, con 367 kg de masa en el lanzamiento, combustible incluido), terminó sellando su destino al cabo de 2 años.
El 3 de septiembre de 2006, tal como estaba planeado, la SMART-1 se precipitó contra ella a gran velocidad, a unos 2 kilómetros por segundo, y generó un destello que pudo ser observado desde la Tierra, ademas de una pluma de materia lunar cuya composición química pudo ser estudiada mediante métodos espectroscópico. Fue su último servicio a la ciencia. Y también el principio de un enigma, porque en ese momento no existía otra sonda en órbita que pudiera haberla visto estrellarse y saber así exactamente donde. La Lunar Reconnaissance Orbiter no llegaría hasta 3 años después, en 2009. Y desde entonces, de la mano de sus increíblemente detallas imágenes, encontrar su lugar de descanso definitivo fue una pequeña obsesión para muchos astrónomos europeos, especialmente aquellos que participaron directamente en ella.
Finalmente, 11 años después de su desaparición, la búsqueda parece haber terminado de la mano de Phil Stooke, de la Western University, Ontario, que encontró lo que todos los indicios señalan como el punto de impacto de la pequeña sonda. Y viendo las imágenes es evidente que sus últimos instantes fueron complejos, entre otras cosas por el bajo angulo con el que se precipitó hacia la superficie. Lo que vemos es un surco lineal en la superficie, de unos 4 metros de ancho y 20 metros de largo, que atraviesa un pequeño cráter preexistente. Podemos imaginar a la pequeña SMART-1 abriendo el suelo en su impacto supersónico, cruzando de un lado a otro de ese pequeño cráter, para seguir su destructivo camino unos metros más. Una escena sin duda espectacular.
Con ello se cierra la historia de la SMART-1, y permitirá además a los que en su momento estudiaron los efectos de su colisión comparar lo que se esperaba encontrar con lo que encontró finalmente. Y quizás, algún día, futuros exploradores humanos puedan visitar su alargada tumba.
El resplandor del impacto de SMART-1, captado por Canada-France-Hawaii Telescope.
La desaparición de la señal de la sonda, seguido por el radio-telescopio JIVE de Hobart, Tasmania.
La pequeña SMART-1, el primer vuelo de Europa a La Luna.
‘Crash Scene Investigation’ reveals resting place of SMART-1 impact
Localizado dónde impactó hace 11 años la primera misión lunar europea
Aunque La Luna fue el terreno de juego de norteamericanos y soviéticos durante varias décadas, y actualmente parece destinada a serlo de China y su creciente programa espacial, otras potencias, aunque de forma más discreta, han puesto también su grano de arena en la exploración de nuestro satélite. Este es el caso de la Agencia Espacial Europa, una relativamente recién llegada al siempre desafiante reto de alcanzar otros mundos, de momento "solo" Venus y Marte, pero que en el futuro se ampliará a Mercurio y Júpiter. Sin los grandes titulares de la NASA, aunque tampoco con su capacidad de conectar con el gran público debido a una política de comunicación dudosa, la ESA sigue dando pasos adelante.
Y la pequeña SMART-1 fue uno de los primeros. En 2003 se convirtió en la primera sonda europea en alcanzar la órbita lunar, y la segunda en utilizar un propulsor iónico después de Deep Space 1 de la NASA. Probar la eficacia de este sistema para misiones interplanetarias era precisamente su objetivo principal, además de testear su instrumentación miniaturizada. A pesar de su carácter de prueba tecnológica también ofreció más que notables resultados científicos, aunque su vida fu limitada. Orbitar La Luna, con su irregular campo gravitatorio, no es sencillo y una sonda debe hacer un notable esfuerzo de corrección de trayectoria para compensarlo. Eso implica un gran gasto de combustible, que en el caso de la SMART-1, que no dejaba de ser un vehículo muy pequeño (1 metro de longitud, con 367 kg de masa en el lanzamiento, combustible incluido), terminó sellando su destino al cabo de 2 años.
El 3 de septiembre de 2006, tal como estaba planeado, la SMART-1 se precipitó contra ella a gran velocidad, a unos 2 kilómetros por segundo, y generó un destello que pudo ser observado desde la Tierra, ademas de una pluma de materia lunar cuya composición química pudo ser estudiada mediante métodos espectroscópico. Fue su último servicio a la ciencia. Y también el principio de un enigma, porque en ese momento no existía otra sonda en órbita que pudiera haberla visto estrellarse y saber así exactamente donde. La Lunar Reconnaissance Orbiter no llegaría hasta 3 años después, en 2009. Y desde entonces, de la mano de sus increíblemente detallas imágenes, encontrar su lugar de descanso definitivo fue una pequeña obsesión para muchos astrónomos europeos, especialmente aquellos que participaron directamente en ella.
Finalmente, 11 años después de su desaparición, la búsqueda parece haber terminado de la mano de Phil Stooke, de la Western University, Ontario, que encontró lo que todos los indicios señalan como el punto de impacto de la pequeña sonda. Y viendo las imágenes es evidente que sus últimos instantes fueron complejos, entre otras cosas por el bajo angulo con el que se precipitó hacia la superficie. Lo que vemos es un surco lineal en la superficie, de unos 4 metros de ancho y 20 metros de largo, que atraviesa un pequeño cráter preexistente. Podemos imaginar a la pequeña SMART-1 abriendo el suelo en su impacto supersónico, cruzando de un lado a otro de ese pequeño cráter, para seguir su destructivo camino unos metros más. Una escena sin duda espectacular.
Con ello se cierra la historia de la SMART-1, y permitirá además a los que en su momento estudiaron los efectos de su colisión comparar lo que se esperaba encontrar con lo que encontró finalmente. Y quizás, algún día, futuros exploradores humanos puedan visitar su alargada tumba.
El resplandor del impacto de SMART-1, captado por Canada-France-Hawaii Telescope.
La desaparición de la señal de la sonda, seguido por el radio-telescopio JIVE de Hobart, Tasmania.
La pequeña SMART-1, el primer vuelo de Europa a La Luna.
‘Crash Scene Investigation’ reveals resting place of SMART-1 impact
Localizado dónde impactó hace 11 años la primera misión lunar europea
lunes, septiembre 25, 2017
En horizontes cada vez más cercanos
Juno completa su 8º sobrevuelo de Júpiter.
Cassini ya no está entre nosotros, y con su desaparición la frontera de nuestra exploración interplanetaria está hoy más cerca de lo que estuvo durante una década. Están la New Horizons y las veteranas Voyager, pero son casos particulares, una apuntando a un vuelo transcendental aunque fugaz por el pequeño MU69, y las sondas hermanas inmersas en la oscuridad, tomando datos de su entorno. Pero en lo que respecta a los planetas del Sistema Solar, hoy nuestros horizontes se han encogido notablemente.
Juno marca ahora nuestros límites exteriores, nuestra sonda planetaria más lejana. Con la perdida de Cassini, solo la tenemos a ella para seguir recibiendo imágenes de las maravillas que existen más allá de Marte, ahora mismo el lugar donde centramos la mayor parte de nuestro interés. Y llega de una cámara relativamente modesta, una inclusión con las vistas puestas al gran público, más que por una petición expresa de su equipo científico. Podemos estar contentos de que así fuera, es dificil imaginarla ahora sin sus increíbles vistas de Júpiter.
Y recientemente, con su 8º sobrevuelo científico del planeta, completado el pasado 1 de Septiembre, Juno nos impresionó de nuevo. Tomadas desde solo 7.776 Kilómetros, la panorámica ofrecida, combinación de diversas imágenes, es una de las más cercanas jamás logradas del planeta. Es dificil no imaginar como podría haber sido de estar dotada de un sistema óptico a la altura, como el de la New Horizons, la Mars Reconnaissance Orbiter o la ya desaparecida Cassini. Pero eso es algo que pudo ser y no fue. En su lugar tenemos a la modesta JunoCam, y podemos estar contentos de sus resultados. Gracias a ella podemos sentir de verdad lo que es explorar otro mundo.
Pero Juno también se acabará más pronto que tarde. Y ese día nuestras fronteras se reducirán de nuevo. Será algo temporal, ya que al menos dos nuevas sondas, 3 si las ambiciones chinas se hacen realidad, regresarán al gigante joviano la próxima década. Saturno deberá seguir esperando, al igual que los soñados gigantes helados, Urano y Neptuno, apenas desvelados por el único y fugaz paso de la Voyager 2, aunque llegará el día que regresemos. Como las olas del mar cuando rompen en la costa, la exploración interplanetaria avanza y retrocede. Y ahora vivimos una época de retroceso. Deberemos tener paciencia, y cuando Juno nos deje estar preparados para cruzar el desierto que se abrirá ante nosotros. Porque al final las olas siempre regresan.
Juno es ahora nuestro más lejano enviado al reino de los mundos gigantes. Sus imágenes serán las últimas que tengamos de ellos en bastante tiempo. Al menos hasta principios de la década de los 20.
La pequeña JunoCam, nuestra última ventana al Sistema Solar exterior. Pese a su relativa sencillez está específicamente diseñada para sobrevivir a las inmersiones de la sonda en los campos de radiación de Júpiter, al menos un tiempo.
Como las olas del mar, la exploración interplanetaria avanza y retrocede. Y después de haber alcanzado un pico máximo los próximos años esta retrocederá. Pero en el horizonte un nuevo amanecer se aproxima.
Soaring Over Jupiter
Cassini ya no está entre nosotros, y con su desaparición la frontera de nuestra exploración interplanetaria está hoy más cerca de lo que estuvo durante una década. Están la New Horizons y las veteranas Voyager, pero son casos particulares, una apuntando a un vuelo transcendental aunque fugaz por el pequeño MU69, y las sondas hermanas inmersas en la oscuridad, tomando datos de su entorno. Pero en lo que respecta a los planetas del Sistema Solar, hoy nuestros horizontes se han encogido notablemente.
Juno marca ahora nuestros límites exteriores, nuestra sonda planetaria más lejana. Con la perdida de Cassini, solo la tenemos a ella para seguir recibiendo imágenes de las maravillas que existen más allá de Marte, ahora mismo el lugar donde centramos la mayor parte de nuestro interés. Y llega de una cámara relativamente modesta, una inclusión con las vistas puestas al gran público, más que por una petición expresa de su equipo científico. Podemos estar contentos de que así fuera, es dificil imaginarla ahora sin sus increíbles vistas de Júpiter.
Y recientemente, con su 8º sobrevuelo científico del planeta, completado el pasado 1 de Septiembre, Juno nos impresionó de nuevo. Tomadas desde solo 7.776 Kilómetros, la panorámica ofrecida, combinación de diversas imágenes, es una de las más cercanas jamás logradas del planeta. Es dificil no imaginar como podría haber sido de estar dotada de un sistema óptico a la altura, como el de la New Horizons, la Mars Reconnaissance Orbiter o la ya desaparecida Cassini. Pero eso es algo que pudo ser y no fue. En su lugar tenemos a la modesta JunoCam, y podemos estar contentos de sus resultados. Gracias a ella podemos sentir de verdad lo que es explorar otro mundo.
Pero Juno también se acabará más pronto que tarde. Y ese día nuestras fronteras se reducirán de nuevo. Será algo temporal, ya que al menos dos nuevas sondas, 3 si las ambiciones chinas se hacen realidad, regresarán al gigante joviano la próxima década. Saturno deberá seguir esperando, al igual que los soñados gigantes helados, Urano y Neptuno, apenas desvelados por el único y fugaz paso de la Voyager 2, aunque llegará el día que regresemos. Como las olas del mar cuando rompen en la costa, la exploración interplanetaria avanza y retrocede. Y ahora vivimos una época de retroceso. Deberemos tener paciencia, y cuando Juno nos deje estar preparados para cruzar el desierto que se abrirá ante nosotros. Porque al final las olas siempre regresan.
La pequeña JunoCam, nuestra última ventana al Sistema Solar exterior. Pese a su relativa sencillez está específicamente diseñada para sobrevivir a las inmersiones de la sonda en los campos de radiación de Júpiter, al menos un tiempo.
Como las olas del mar, la exploración interplanetaria avanza y retrocede. Y después de haber alcanzado un pico máximo los próximos años esta retrocederá. Pero en el horizonte un nuevo amanecer se aproxima.
Soaring Over Jupiter
domingo, septiembre 24, 2017
Post Vintage (244): La frontera entre dos destinos
Definiendo la "Zona de Venus" alrededor de las estrellas.
Un planeta cuyo tamaño se aproxime al terrestre dentro de lo que definimos como "zona habitable" de otra estrella podría ser facilmente considerado como un firme candidato a mundo habitable, a una "nueva Tierra" en el sentido de disponer de condiciones aptas para la vida tal y como la conocemos. Sin embargo, si giramos la mirada hacia nuestro propio Sistema Solar vemos que las cosas no son tan sencillas, ya que en el encontramos dos casi idénticos en su diámetro, ambos situados en lo que podríamos considerar zona habitable del Sol, pero opuestos como el día y la noche en sus condiciones ambientales.
Así son La Tierra y Venus, mundos hermanos en tamaño, pero que son como los Dr. Jekyll y Mr. Hyde del reino de los planetas. Uno es un oasis para la vida, el otro uno de los lugares más hostiles a ella. Uno mantiene una temperatura moderada, capaz de sustentar el agua en todos sus estados, el otro en lo más parecido a un enorme horno planetario, con presiones enormes y nubes de ácido sulfúrico. Posiblemente, y hay indicios en Venus que señalan en esa dirección, tuvieron en sus primeras etapas de existencia una evolución atmosférica parecida, siendo hermanos también en este aspecto. Puede que incluso este último tuviera océanos y, llevando la especulación un paso más allá, incluso se dieran en los primeros pasos de la vida. Pero en algún momento algo cambió de forma fatal, desatándose un efecto invernadero fuera de control que lo transformó en lo que es hoy.
La causa más probable es el mismo Sol, que desde su nacimiento ha ido aumentado su luminosidad de forma gradual. Venus estaba demasiado cerca para asumir este factor y su sistema climático finalmente colapso ante esta realidad. Por tanto, si esto es así, ¿donde se encuentra la frontera entre una zona auténticamente habitable y lo que podríamos llamar una "Zona de Venus", allí donde es más probable que cualquier exomundo de tamaño terrestre se parezca más a este último que a nuestra canica azul? En una época donde se están descubriendo infinidad de planetas en otras estrellas, pero donde nuestra capacidad de observación, al menos de momento, está casi limitada a deducir su masa y diámetro, y con ello, a partir de la distancia a su estrella, imaginar sus posibles condiciones climáticas, esto resulta especialmente importante, y por ello un equipo de astrónomos, liderados por Stephen Kane, de la Francisco State University, ofrecen ahora una posible respuesta.
Utilizando la cantidad de energía estelar que recibe un planeta Kane y su equipo definieron los límites interiores y exteriores de la "Zona de Venus". Allí donde la atmósfera experimentaría un efecto invernadero desbocado de los gases de invernadero como podemos ver en Venus, correspondería al límite exterior, y que en nuestro Sistema Solar se situaría justo por dentro de la órbita terrestre. El punto en que la atmósfera del planeta sería completamente erosionada por el viento solar marcaría el límite interior.
Con esta nueva definición, si los astrónomos descubren un planeta similar en tamaño al nuestro, pero ubicado dentro de los límites que conforman la zona de Venus, eso podría indicar que probablemente es más similar a este último que a La Tierra. Los futuros telescopios que están en camino deberán ser capaces de obtener datos de las atmósferas de estos exoplanetas, ayudando a confirmar si son Venus o Tierras. Si lo que se descubre es que, efectivamente, todos ellos tienen efectos de invernadero fuera de control, se demostrará de forma casi definitiva que la distancia de un planeta a su estrella es un factor determinante para su evolución atmosférica, lo que ayudará también a comprender mejor la historia entre Venus y La Tierra.
La ubicación de la "Zona de Venus", el área alrededor de una estrella en la que un planeta es probable que presente las condiciones atmosféricas y de superficie similares. La zona se expresa en términos de la cantidad de energía solar que recibe en relación con la energía solar recibida por la Tierra.
Venus y La Tierra, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde del Sistema Solar, casi idénticos en tamaño, con condiciones ambientales que pudieron ser parecidas en sus inicios. Pero algo fue terriblemente mal con el primero.
Astronomers pinpoint 'Venus Zone' around stars
Astrónomos describen una “zona de Venus”
Un planeta cuyo tamaño se aproxime al terrestre dentro de lo que definimos como "zona habitable" de otra estrella podría ser facilmente considerado como un firme candidato a mundo habitable, a una "nueva Tierra" en el sentido de disponer de condiciones aptas para la vida tal y como la conocemos. Sin embargo, si giramos la mirada hacia nuestro propio Sistema Solar vemos que las cosas no son tan sencillas, ya que en el encontramos dos casi idénticos en su diámetro, ambos situados en lo que podríamos considerar zona habitable del Sol, pero opuestos como el día y la noche en sus condiciones ambientales.
Así son La Tierra y Venus, mundos hermanos en tamaño, pero que son como los Dr. Jekyll y Mr. Hyde del reino de los planetas. Uno es un oasis para la vida, el otro uno de los lugares más hostiles a ella. Uno mantiene una temperatura moderada, capaz de sustentar el agua en todos sus estados, el otro en lo más parecido a un enorme horno planetario, con presiones enormes y nubes de ácido sulfúrico. Posiblemente, y hay indicios en Venus que señalan en esa dirección, tuvieron en sus primeras etapas de existencia una evolución atmosférica parecida, siendo hermanos también en este aspecto. Puede que incluso este último tuviera océanos y, llevando la especulación un paso más allá, incluso se dieran en los primeros pasos de la vida. Pero en algún momento algo cambió de forma fatal, desatándose un efecto invernadero fuera de control que lo transformó en lo que es hoy.
La causa más probable es el mismo Sol, que desde su nacimiento ha ido aumentado su luminosidad de forma gradual. Venus estaba demasiado cerca para asumir este factor y su sistema climático finalmente colapso ante esta realidad. Por tanto, si esto es así, ¿donde se encuentra la frontera entre una zona auténticamente habitable y lo que podríamos llamar una "Zona de Venus", allí donde es más probable que cualquier exomundo de tamaño terrestre se parezca más a este último que a nuestra canica azul? En una época donde se están descubriendo infinidad de planetas en otras estrellas, pero donde nuestra capacidad de observación, al menos de momento, está casi limitada a deducir su masa y diámetro, y con ello, a partir de la distancia a su estrella, imaginar sus posibles condiciones climáticas, esto resulta especialmente importante, y por ello un equipo de astrónomos, liderados por Stephen Kane, de la Francisco State University, ofrecen ahora una posible respuesta.
Utilizando la cantidad de energía estelar que recibe un planeta Kane y su equipo definieron los límites interiores y exteriores de la "Zona de Venus". Allí donde la atmósfera experimentaría un efecto invernadero desbocado de los gases de invernadero como podemos ver en Venus, correspondería al límite exterior, y que en nuestro Sistema Solar se situaría justo por dentro de la órbita terrestre. El punto en que la atmósfera del planeta sería completamente erosionada por el viento solar marcaría el límite interior.
Con esta nueva definición, si los astrónomos descubren un planeta similar en tamaño al nuestro, pero ubicado dentro de los límites que conforman la zona de Venus, eso podría indicar que probablemente es más similar a este último que a La Tierra. Los futuros telescopios que están en camino deberán ser capaces de obtener datos de las atmósferas de estos exoplanetas, ayudando a confirmar si son Venus o Tierras. Si lo que se descubre es que, efectivamente, todos ellos tienen efectos de invernadero fuera de control, se demostrará de forma casi definitiva que la distancia de un planeta a su estrella es un factor determinante para su evolución atmosférica, lo que ayudará también a comprender mejor la historia entre Venus y La Tierra.
La ubicación de la "Zona de Venus", el área alrededor de una estrella en la que un planeta es probable que presente las condiciones atmosféricas y de superficie similares. La zona se expresa en términos de la cantidad de energía solar que recibe en relación con la energía solar recibida por la Tierra.
Venus y La Tierra, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde del Sistema Solar, casi idénticos en tamaño, con condiciones ambientales que pudieron ser parecidas en sus inicios. Pero algo fue terriblemente mal con el primero.
Astronomers pinpoint 'Venus Zone' around stars
Astrónomos describen una “zona de Venus”
viernes, septiembre 22, 2017
Maravillas cerca de casa
Hubble nos desvela un cuerpo único en el Sistema Solar, un asteroide doble que se comporta como un cometa.
288P no es un nombre muy impresionante. En realidad no deja de ser una denominación técnica a falta de un nombre como tal, y hasta hace poco no era nada destacable, aparentemente solo un habitante más del cinturón de asteroides que se extiende entre las órbitas de Marte y Júpiter. Pero en el Sistema Solar nunca podemos dar nunca nada por sentado, ya que suele sorprendernos siempre con algo diferente a lo esperado, como ocurrió en Plutón, y eso se aplica también al protagonista de esta historia. Como bien descubrieron los astrónomos que, en Septiembre de 2016, decidieron aprovechar un momento de especial cercanía a la Tierra para estudiarlo en detalle.
Y es que lo que encontraron no dejó de ser una sorpresa, ya que 288P no era un único asteroide, sino en realidad dos del mismo tamaño y masa orbitando uno alrededor del otro a una distancia de unos 100 Kilómetros. Y aunque esto no es extraño, si lo fue que detectaron en ambos una fuerte actividad."Detectamos indicaciones fuertes de la sublimación del hielo de agua, debido al aumento de la radiación solar, similar a cómo se crea la cola de un cometa", explica Jessica Agarwal, del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar, Alemania. Un cometa doble, una increíble maravilla de la naturaleza.
288P tiene un interés extra, y es que forma parte de una pequeña y enigmática familia, los llamados cometas del cinturón principal, asteroides que presentan cierta actividad cometaria, de los que se conocen muy pocos ejemplares."El hielo superficial no puede sobrevivir en el cinturón de asteroides para la edad del Sistema Solar, pero puede ser protegido durante miles de millones de años por un manto de polvo refractario", explica Agarwal. Se les considera clave para entender de la formación y evolución de todo el Sistema Solar, y preguntas como el origen último del agua que cubre buena parte de la superficie terrestre. Son extraños, únicos, y 288P lo es más que ningún otro. Como cometa lo es, pero también como asteroide, ya que es un ejemplar doble también único, tanto por sus tamaños y massa parecidas, así como por la distancia que separa a ambos.
Y si todo esto parece poco, un punto extra de singularidad: El equipo liderado por Agarwal llegó a la conclusión de que 288P ha existido como un sistema binario por sólo unos 5000 años."El escenario de formación más probable es una ruptura debido a la rotación rápida. Después de eso, los dos fragmentos pueden haber sido movidos más lejos por la actividad de sublimación". Bienvenidos a una nueva maravilla del Sistema Solar. Es nuestro hogar, y como podemos ver y una vez, aún estamos lejos de conocerlo en todo su esplendor.
Un viaje alrededor del asteroide/cometa sobre 288P.
Maravillas del Sistema Solar.
Hubble discovers a unique type of object in the Solar System
288P no es un nombre muy impresionante. En realidad no deja de ser una denominación técnica a falta de un nombre como tal, y hasta hace poco no era nada destacable, aparentemente solo un habitante más del cinturón de asteroides que se extiende entre las órbitas de Marte y Júpiter. Pero en el Sistema Solar nunca podemos dar nunca nada por sentado, ya que suele sorprendernos siempre con algo diferente a lo esperado, como ocurrió en Plutón, y eso se aplica también al protagonista de esta historia. Como bien descubrieron los astrónomos que, en Septiembre de 2016, decidieron aprovechar un momento de especial cercanía a la Tierra para estudiarlo en detalle.
Y es que lo que encontraron no dejó de ser una sorpresa, ya que 288P no era un único asteroide, sino en realidad dos del mismo tamaño y masa orbitando uno alrededor del otro a una distancia de unos 100 Kilómetros. Y aunque esto no es extraño, si lo fue que detectaron en ambos una fuerte actividad."Detectamos indicaciones fuertes de la sublimación del hielo de agua, debido al aumento de la radiación solar, similar a cómo se crea la cola de un cometa", explica Jessica Agarwal, del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar, Alemania. Un cometa doble, una increíble maravilla de la naturaleza.
288P tiene un interés extra, y es que forma parte de una pequeña y enigmática familia, los llamados cometas del cinturón principal, asteroides que presentan cierta actividad cometaria, de los que se conocen muy pocos ejemplares."El hielo superficial no puede sobrevivir en el cinturón de asteroides para la edad del Sistema Solar, pero puede ser protegido durante miles de millones de años por un manto de polvo refractario", explica Agarwal. Se les considera clave para entender de la formación y evolución de todo el Sistema Solar, y preguntas como el origen último del agua que cubre buena parte de la superficie terrestre. Son extraños, únicos, y 288P lo es más que ningún otro. Como cometa lo es, pero también como asteroide, ya que es un ejemplar doble también único, tanto por sus tamaños y massa parecidas, así como por la distancia que separa a ambos.
Y si todo esto parece poco, un punto extra de singularidad: El equipo liderado por Agarwal llegó a la conclusión de que 288P ha existido como un sistema binario por sólo unos 5000 años."El escenario de formación más probable es una ruptura debido a la rotación rápida. Después de eso, los dos fragmentos pueden haber sido movidos más lejos por la actividad de sublimación". Bienvenidos a una nueva maravilla del Sistema Solar. Es nuestro hogar, y como podemos ver y una vez, aún estamos lejos de conocerlo en todo su esplendor.
Hubble discovers a unique type of object in the Solar System
jueves, septiembre 21, 2017
Un día en la frontera
Así es la vida actual de las veteranas Voyager.
A miles de millones de Kilómetros, más allá de las órbitas de Neptuno y la mayor parte de los KBO conocidos, no existe el día y la noche, la luz y la oscuridad. En su lugar se extiende un mar de tinieblas, levemente iluminado por un Sol que a esas distancia ya apenas pude esconder su naturaleza como una estrella más de la galaxia. Sigue siendo resplandeciente, puede que incluso suficiente para deslumbrarte si lo miraras directamente, pero es ya un punto de luz en la distancia, cada vez menos diferente a todas las demás. Es el reino que conforma la frontera final del Sistema Solar, no físicamente, ya que la Nube de Oort aún se encuentra más lejos, pero si donde el viento solar finalmente se detiene. A un lado nuestro hogar. Al otro el espacio interestelar. Tan lejos, tan cerca.
Este es el hogar de las Voyager, la 1 y la 2, sondas gemelas que llevan 40 años en activo, la primera ya al otro lado, la segunda a punto de llegar, y en conjunto están actualmente enviando datos diarios y simultáneos desde ambos lados de la frontera. Y ambos con los mismos 4 instrumentos en activo, que les permite explorar los campos magnéticos, las partículas energéticas cargadas y las ondas de radio de baja frecuencia de su entorno. Una situación que cambiará en los próximos años, cuanto la Voyager 2 siga el camino de su hermana y entre también ella en el espacio interestelar. Y cuando eso pasaremos a tener dos exploradoras enviando datos desde más allá de los límites. Una misión increíble que no deja de reinventarse para afrontar nuevos retos. Pero de momento, ahora mismo, viven entre un mundo y otro.
"Las Voyager están buscando nuestro lugar:¿Cómo interactúa el Sistema Solar con el resto de la galaxia y cómo nos afecta?", se pregunta Eric Christian, del Goddard Space Flight Center de la NASA, y que formó parte de su equipo científico."Si algo encarna el espíritu de descubrimiento, eso son las Voyager". Y con motivo. Sin dejar de trabajar y enviar datos de su entorno, la Voyager 1, fuera de la protección de la Heliopausa y avanzando a unos 1,4 millones de Kilómetros al día, está develando ahora mismo detalles hasta ahora poco o nada conocidos, como el hecho de que nuestro Sistema Solar se mueve actualmente no a través del vacío casi completo, sino través de nubes de partículas, conocidas popularmente como "pelusa" cósmica."Estamos en el interior de una burbuja donde explotaron varias supernovas. Es increíble estar viajando a través de eso. Casi te haría sentir insignificante, si no hubiera tantas cosas que aprender aquí".
Día a día las Voyager no dejan de enviar paquetes de datos, información recibida por la Deep Space Network de la NASA, aunque deben competir en tiempo con el resto de misiones en activo. El objetivo actual es intentar recibir hasta 16 horas al día de datos en tiempo real. Cuando más lejos están, cuanto más tenue es su señal, más crece el interés en ellas. Nunca han dejando de generarlo, pero ahora están avanzado en territorio desconocido.
Ambas seguirán enviando datos hasta como mínimo 2025, límite estimando para que sus cada vez más gastados Generador termoeléctrico de radioisótopos sean aún capaces de suministrar la energía necesaria para mantener al menos un instrumento en activo. Y más allá, una vez caiga el silencio, y si no ocurre alguna colisión catastróficas, seguirán adelante en su viaje eterno alrededor del centro de la Vía Láctea. Aunque ese momento aún queda a algunos años de distancia. De momento, y día a día, un pequeño susurro sigue llegando desde la oscuridad.
En el filo del Sistema Solar.
El largo y eterno viaje de las Voyager, desde la Tierra a los gigantes gaseosos y helados, y de estos al océano interestelar.
A Day in the Life of NASA's Voyagers
A miles de millones de Kilómetros, más allá de las órbitas de Neptuno y la mayor parte de los KBO conocidos, no existe el día y la noche, la luz y la oscuridad. En su lugar se extiende un mar de tinieblas, levemente iluminado por un Sol que a esas distancia ya apenas pude esconder su naturaleza como una estrella más de la galaxia. Sigue siendo resplandeciente, puede que incluso suficiente para deslumbrarte si lo miraras directamente, pero es ya un punto de luz en la distancia, cada vez menos diferente a todas las demás. Es el reino que conforma la frontera final del Sistema Solar, no físicamente, ya que la Nube de Oort aún se encuentra más lejos, pero si donde el viento solar finalmente se detiene. A un lado nuestro hogar. Al otro el espacio interestelar. Tan lejos, tan cerca.
Este es el hogar de las Voyager, la 1 y la 2, sondas gemelas que llevan 40 años en activo, la primera ya al otro lado, la segunda a punto de llegar, y en conjunto están actualmente enviando datos diarios y simultáneos desde ambos lados de la frontera. Y ambos con los mismos 4 instrumentos en activo, que les permite explorar los campos magnéticos, las partículas energéticas cargadas y las ondas de radio de baja frecuencia de su entorno. Una situación que cambiará en los próximos años, cuanto la Voyager 2 siga el camino de su hermana y entre también ella en el espacio interestelar. Y cuando eso pasaremos a tener dos exploradoras enviando datos desde más allá de los límites. Una misión increíble que no deja de reinventarse para afrontar nuevos retos. Pero de momento, ahora mismo, viven entre un mundo y otro.
"Las Voyager están buscando nuestro lugar:¿Cómo interactúa el Sistema Solar con el resto de la galaxia y cómo nos afecta?", se pregunta Eric Christian, del Goddard Space Flight Center de la NASA, y que formó parte de su equipo científico."Si algo encarna el espíritu de descubrimiento, eso son las Voyager". Y con motivo. Sin dejar de trabajar y enviar datos de su entorno, la Voyager 1, fuera de la protección de la Heliopausa y avanzando a unos 1,4 millones de Kilómetros al día, está develando ahora mismo detalles hasta ahora poco o nada conocidos, como el hecho de que nuestro Sistema Solar se mueve actualmente no a través del vacío casi completo, sino través de nubes de partículas, conocidas popularmente como "pelusa" cósmica."Estamos en el interior de una burbuja donde explotaron varias supernovas. Es increíble estar viajando a través de eso. Casi te haría sentir insignificante, si no hubiera tantas cosas que aprender aquí".
Día a día las Voyager no dejan de enviar paquetes de datos, información recibida por la Deep Space Network de la NASA, aunque deben competir en tiempo con el resto de misiones en activo. El objetivo actual es intentar recibir hasta 16 horas al día de datos en tiempo real. Cuando más lejos están, cuanto más tenue es su señal, más crece el interés en ellas. Nunca han dejando de generarlo, pero ahora están avanzado en territorio desconocido.
Ambas seguirán enviando datos hasta como mínimo 2025, límite estimando para que sus cada vez más gastados Generador termoeléctrico de radioisótopos sean aún capaces de suministrar la energía necesaria para mantener al menos un instrumento en activo. Y más allá, una vez caiga el silencio, y si no ocurre alguna colisión catastróficas, seguirán adelante en su viaje eterno alrededor del centro de la Vía Láctea. Aunque ese momento aún queda a algunos años de distancia. De momento, y día a día, un pequeño susurro sigue llegando desde la oscuridad.
A Day in the Life of NASA's Voyagers
miércoles, septiembre 20, 2017
Al inicio de la gran odisea
Se cumplen 40 años de la primera imagen de la Tierra y La Luna juntas en la inmensidad.
El 5 de Septiembre de 1977 despegaba una sonda destinada a tocar las estrellas, de cruzar la frontera final y ser el primer enviado de la Humanidad en alcanzar el espacio interestelar. Nadie pensaba en algo así cuando la Voyager 1 iniciaba de forma accidentada, con problemas en su cohete lanzador que la dejaron cerca del fracaso, su viaje hacia los gigantes exteriores. Júpiter y Saturno eran sus principales y únicos objetivos, ya que nadie pensaba, por mucho que se hicieran todos los esfuerzos técnicos imaginables para asegurar su supervivencia a largo plazo, en que 4 décadas después seguirá en activo, y que habría alcanzado y superado la heliopausa aún con suficiente capacidad científica para enviarnos los primeros datos jamás tomaos desde el reino de las estrellas, más allá de donde alcanza la reparación del Sol.
Hablar de la Voyager 1 es hablar de una leyenda. No solo por sus logros posteriores y actuales, ya que desde casi el inicio de su viaje alcanzó hitos para la historia. Y el primero de ellos llegó hace 40 años. Un 18 de Septiembre de 1977, apenas 13 días después de su despegue. Fue entonces cuando, ya a 11.66 millones de Kilómetros de distancia, miró hacia atrás y tomó la primera fotografía de la historia con nuestro mundo y su compañera de viaje juntas en la oscuridad. Existían otras anteriores, pero siempre había sido desde la órbita terrestre, o aquellas tomadas en órbita lunar. Nunca lejos de ellas, nunca desde la distancia. Hasta ese día. Y como una curiosidad del destino, justo sobre la vertical del Everest.
Fueron en realidad 3 tomas, cada una de ellas utilizando un filtro de color diferente, y después combinadas en el centro de procesamiento de imágenes Jet Propulsion Laboratory. Tuvo que retocarse ligeramente la luminosidad, ya que la Tierra es mucho más brillante de La Luna, ya que los océanos y las nubes tiene una capacidad de reflejar la luz solar mayor que la gris y polvorienta superficie selenita. Por ella, manteniendo el resplandor real de nuestro planeta, se magnificó por un facto de 3 el lunar, para permitir así verlos claramente a ambos. Unas pequeñas concesiones que no quitan transcendencia y belleza a la escena.
Así empezó su odisea, mirando a casa, y con ello dándonos una visión del hogar que no habíamos tenido hasta entonces, ofreciendo como nunca antes habíamos tenido la sensación de ser un punto en la inmensidad. Uno pequeño, azulado y pese a todo maravilloso.
El despegue de la Voyager 1.Problemas con el encendido de la segunda etapa del cohete Titan IIIE hicieron temer lo peor, aunque al final la etapa superior Centauro fue capaz de compensar el impulso que faltaba. A ella debemos todo lo que la Voyager 1 consiguió posteriormente.
En 1990 la Voyager 1 miró de nuevo a la Tierra. 13 años y seis mil millones de kilómetros después, ahora era apenas un píxel de luz, un tenue punto azul en la inmensidad.
Long Way From Home
El 5 de Septiembre de 1977 despegaba una sonda destinada a tocar las estrellas, de cruzar la frontera final y ser el primer enviado de la Humanidad en alcanzar el espacio interestelar. Nadie pensaba en algo así cuando la Voyager 1 iniciaba de forma accidentada, con problemas en su cohete lanzador que la dejaron cerca del fracaso, su viaje hacia los gigantes exteriores. Júpiter y Saturno eran sus principales y únicos objetivos, ya que nadie pensaba, por mucho que se hicieran todos los esfuerzos técnicos imaginables para asegurar su supervivencia a largo plazo, en que 4 décadas después seguirá en activo, y que habría alcanzado y superado la heliopausa aún con suficiente capacidad científica para enviarnos los primeros datos jamás tomaos desde el reino de las estrellas, más allá de donde alcanza la reparación del Sol.
Hablar de la Voyager 1 es hablar de una leyenda. No solo por sus logros posteriores y actuales, ya que desde casi el inicio de su viaje alcanzó hitos para la historia. Y el primero de ellos llegó hace 40 años. Un 18 de Septiembre de 1977, apenas 13 días después de su despegue. Fue entonces cuando, ya a 11.66 millones de Kilómetros de distancia, miró hacia atrás y tomó la primera fotografía de la historia con nuestro mundo y su compañera de viaje juntas en la oscuridad. Existían otras anteriores, pero siempre había sido desde la órbita terrestre, o aquellas tomadas en órbita lunar. Nunca lejos de ellas, nunca desde la distancia. Hasta ese día. Y como una curiosidad del destino, justo sobre la vertical del Everest.
Fueron en realidad 3 tomas, cada una de ellas utilizando un filtro de color diferente, y después combinadas en el centro de procesamiento de imágenes Jet Propulsion Laboratory. Tuvo que retocarse ligeramente la luminosidad, ya que la Tierra es mucho más brillante de La Luna, ya que los océanos y las nubes tiene una capacidad de reflejar la luz solar mayor que la gris y polvorienta superficie selenita. Por ella, manteniendo el resplandor real de nuestro planeta, se magnificó por un facto de 3 el lunar, para permitir así verlos claramente a ambos. Unas pequeñas concesiones que no quitan transcendencia y belleza a la escena.
Así empezó su odisea, mirando a casa, y con ello dándonos una visión del hogar que no habíamos tenido hasta entonces, ofreciendo como nunca antes habíamos tenido la sensación de ser un punto en la inmensidad. Uno pequeño, azulado y pese a todo maravilloso.
El despegue de la Voyager 1.Problemas con el encendido de la segunda etapa del cohete Titan IIIE hicieron temer lo peor, aunque al final la etapa superior Centauro fue capaz de compensar el impulso que faltaba. A ella debemos todo lo que la Voyager 1 consiguió posteriormente.
En 1990 la Voyager 1 miró de nuevo a la Tierra. 13 años y seis mil millones de kilómetros después, ahora era apenas un píxel de luz, un tenue punto azul en la inmensidad.
Long Way From Home
martes, septiembre 19, 2017
Un último destello de gloria
Cassini sobrevivió más tiempo de lo esperado a su entrada en la atmósfera de Saturno.
Tuvo una vida brillante, y su final no pudo ser menos. A lo largo de los 13 años que se mantuvo en activo no dejó de sorprendernos, siempre moviéndose más allá de todas las expectativas, superando las diversas pruebas a las que se iba enfrentando, desde adentrarse en las plumas de Encélado hasta rozar el borde externo de los anillos o adentrarse en el espacio entre estos y el planeta, en algunos casos cruzando directamente a través del más interno de ellos. Y su final no podía ser menos. Ni tan solo en sus últimos momentos dejó se superar nuestros sueños.
Cuando Cassini se adentró en las capas altas de la atmósfera, quizás escuchando de nuevo lo que era estar rodeada de sonidos, lo hizo a una enorme velocidad 123,000 km/h, y sobretodo en un ángulo complicado, con la intención de tener la antena principal apuntando a La Tierra en todo momento y así transmitir en tiempo real lo que sus instrumentos iban registrando. No era sencillo mantenerse estable ante la creciente fricción atmosférica, y sus estabilizadores debería alcanzar su plena potencia un minuto después de la entrada, momento en que finalmente cedería a la presión y comenzaría a girar fuera de control, desintegrándose rápidamente. Y así ocurrió, pero como sabemos ahora la sonda no se rindió tan facilmente a su destino.
En sus días finales se estableció el momento en que la señal se perdería, cuando Cassini ya no podría resistir y desaparecería en el olvido: A las 11: 5:16 GMT, aproximadamente 1 minuto después de su entrada atmosférica. Pero ese momento pasó y la señal con los datos seguían llegando. Pasarían otros 30 eternos segundos hasta que finalmente llegara el silenció. La sonda aguantó más de lo esperado, seguramente por un mejor rendimiento de los impulsores, que aguantaron el tirón hasta superar en esos 30 segundos esa línea de no retorno. Incluso su temperatura interna se mantuvo estable en todo momento, hasta el mismísimo final. Todo un reconocimiento al espléndido trabajo realizado por todos aquellos que participaron en su diseño y construcción.
Cassini nació para ser grande, fue grande y murió como un grande. Su gloriosa misión terminó con una última luz igualmente gloriosa, recordando a todos, en esos momentos de despedida, cuan maravillosa había sido. Y en nuestros corazones, seguirá siendo por siempre.
Un final resplandeciente para una vida que nos iluminó con sus maravillas.
'It Went Perfectly': Cassini Saturn Probe Was a Pro to the Very End
Tuvo una vida brillante, y su final no pudo ser menos. A lo largo de los 13 años que se mantuvo en activo no dejó de sorprendernos, siempre moviéndose más allá de todas las expectativas, superando las diversas pruebas a las que se iba enfrentando, desde adentrarse en las plumas de Encélado hasta rozar el borde externo de los anillos o adentrarse en el espacio entre estos y el planeta, en algunos casos cruzando directamente a través del más interno de ellos. Y su final no podía ser menos. Ni tan solo en sus últimos momentos dejó se superar nuestros sueños.
Cuando Cassini se adentró en las capas altas de la atmósfera, quizás escuchando de nuevo lo que era estar rodeada de sonidos, lo hizo a una enorme velocidad 123,000 km/h, y sobretodo en un ángulo complicado, con la intención de tener la antena principal apuntando a La Tierra en todo momento y así transmitir en tiempo real lo que sus instrumentos iban registrando. No era sencillo mantenerse estable ante la creciente fricción atmosférica, y sus estabilizadores debería alcanzar su plena potencia un minuto después de la entrada, momento en que finalmente cedería a la presión y comenzaría a girar fuera de control, desintegrándose rápidamente. Y así ocurrió, pero como sabemos ahora la sonda no se rindió tan facilmente a su destino.
En sus días finales se estableció el momento en que la señal se perdería, cuando Cassini ya no podría resistir y desaparecería en el olvido: A las 11: 5:16 GMT, aproximadamente 1 minuto después de su entrada atmosférica. Pero ese momento pasó y la señal con los datos seguían llegando. Pasarían otros 30 eternos segundos hasta que finalmente llegara el silenció. La sonda aguantó más de lo esperado, seguramente por un mejor rendimiento de los impulsores, que aguantaron el tirón hasta superar en esos 30 segundos esa línea de no retorno. Incluso su temperatura interna se mantuvo estable en todo momento, hasta el mismísimo final. Todo un reconocimiento al espléndido trabajo realizado por todos aquellos que participaron en su diseño y construcción.
Cassini nació para ser grande, fue grande y murió como un grande. Su gloriosa misión terminó con una última luz igualmente gloriosa, recordando a todos, en esos momentos de despedida, cuan maravillosa había sido. Y en nuestros corazones, seguirá siendo por siempre.
Un final resplandeciente para una vida que nos iluminó con sus maravillas.
'It Went Perfectly': Cassini Saturn Probe Was a Pro to the Very End
lunes, septiembre 18, 2017
Cassini en números
Recapitulando todo lo logrado por esta sonda.
Cassini ya es historia. Sus restos se encuentran ya en las profundidades de Saturno, y con el tiempo su circulación atmosférica los dispersará por todo el planeta, del que formará parte para siempre. Es tiempo de recordar todo lo por ella lograda, el mejor homenaje que le podemos hacer a quién nos acompañó durante 13 años llenos de maravillas y descubrimientos que han reescrito para siempre lo que sabemos de este mundo singular, dejando el camino abierto para que futuras exploradoras se adentren a través de las puertas por ella abierta.
Fue una misión colosal a todos los efectos, una de las más ambicionas de la historia, y para captar mejor todo ello pongamos en números los grandes hitos de Cassini:
- 453.048: El número de imágenes tomadas. Su cámara principal (Imaging Science Subsystem) utilizaba diversos filtros espectrales rojos, verdes y azules para realizar múltiples tomas, que después se combinaban para formar imágenes compuestas, aquellas que visualmente tanto nos asombraron. También disponía de varios espectrómetros y el radar, que le permitieron develar la oculta superficie de Titán.
- 635: La cantidad de datos, en gigabytes, que nos envió a lo largo de estos años.
- 1.430: La distancia media, en millones de Kilómetros, a la que se encontraba de La Tierra.
- 83: Los minutos que tardaba la señal de Cassini en llegarnos durante su viaje final.
- 294: El número de órbitas completadas.
- 2: Los océanos descubiertos. Cassini confirmó que tanto Titán como Encélado son el hogar de grandes masas de agua líquida subterráneas. Muchos científicos creen ahora que La Tierra se parecía a Titán antes de que la vida se formara, y que tanto este como Encélado podían ser el hogar de formas de vida microbiana. Precisamente para proteger a ambos de una futura colisión, se decidió des integrarla contra Saturno.
- 3: El número de misiones completadas. El viaje comenzó en 1997 y llegó a Saturno en 2004. Completó su primera misión de cuatro años, y en 2008 recibió su primera extensión, conocida como Equinox. Finalmente, en 2010, comenzó su tercera y definitiva, la Solstice, dentro de la cual se incluye sus últimos viajes a través de la parte interna de los anillos.
- 1: Los aterrizajes realizados. Aunque Hyugens era una sonda propia, con sus propios objetivos y equipo, formaba parte del proyecto y su éxito en posarse en Titán debe también ser anotado como suyo. No en vano el nombre oficial de la misión era Cassini-Huygens.
- 2.950: La cantidad de combustible, en Kilogramos, utilizado a lo largo de estos 13 años. Cassini fue cargada con 2.978 kg, por lo que apenas quedaban unos 28 en sus ya casi exhaustos depósitos, demasiado poco teniendo en cuenta el constante gasto que su intensa actividad, tanto estudiando Saturno como sus numerosas lunas, para haber podido sobrevivir mucho más tiempo. De ahí la decisión de destruirla.
- 3.260: Su presupuesto en millones de Dólares, de los cuales 2600 fueron aportados por la NASA y el resto de Europa.
- 5.712: La masa de la sonda Cassini cuando fue lanzada, lo que incluye sus depósitos llenos y la sonda Hyugens.
- 2.125: Su masa durante los últimos días, ya con sus reservas de combustible casi agotadas y sin la presencia de Hyugens.
- 12: El número total de sus instrumentos científicos, que incluían el espectrómetro infrarrojo compuesto (CIRS), la cámara principal (ISS), el espectrógrafo de imágenes ultravioleta (UVIS), el espectrómetro de mapeo visual e infrarrojo (VIMS), el radar de imagen (RADAR), radiociencia (RSS) y el espectrómetro de plasma.
- 2.5: Los millones de comandos ejecutados por su ordenador central.
- 162: Los sobrevuelos completados de las lunas de Saturno. Titán concentró la mayor parte de ellos, tanto por interés científico como por razones técnicas, ya que su campo gravitatorio fue utilizado por sus técnicos de vuelo para ajustar las diversas trayectorias. Encélado fue la segunda más visitada por razones evidentes.
- 6: Las lunas descubiertas.
- 360: El número de encendidos de sus propulsores realizados.
- 3948: Los estudios científicos publicados a partir de todo los datos enviados por Cassini.
-27: Los países participantes. Aunque Cassini fue una misión de la NASA, tenía detrás de ella una amplia colaboración internacional. Especialmente importante la llegada desde Europa, cuya parte más famosa fue la Hyugens, que lograría el primer aterrizaje humano en Titán.
Lo que significó Cassini va más allá de los simples números, pero estos ayudan a tener una idea básica de todo lo que representó y todo el inmenso trabajo que lo hizo posible.
Cassini antes del lanzamiento, con la Hyugens, oculta detrás de su escudo térmico. Casi 6 Toneladas de masa, que quedará reducida a algo más de 2 justo antes de su final.
Entrar en órbita, así como toda la intensa actividad realizada a lo largo de estos últimos 13 años, implicó un gasto de combustible que a la larga drenó sus reservas. Era el reloj que marcaba su tiempo de vida.
Las 3 misiones de Cassini, la inicial de 4 años y sus dos posteriores extensiones, y los sobrevuelos realizadas sobre las diversas lunas. Titán y Encélado concentran la mayor parte.
Las lunas de Saturno son como un Sistema Solar en miniatura, con todo tipo de mundos. Cassini dedicó buena parte de su existencia a su estudio, con los increíbles Titán y Encélado los primeros de la lista.
Cassini estaba equipada con los mejores instrumentos de la década de los 90. Fue un esfuerzo colosal que dio los mejores frutos.
NASA's Cassini Mission to Saturn: By the Numbers
Cassini ya es historia. Sus restos se encuentran ya en las profundidades de Saturno, y con el tiempo su circulación atmosférica los dispersará por todo el planeta, del que formará parte para siempre. Es tiempo de recordar todo lo por ella lograda, el mejor homenaje que le podemos hacer a quién nos acompañó durante 13 años llenos de maravillas y descubrimientos que han reescrito para siempre lo que sabemos de este mundo singular, dejando el camino abierto para que futuras exploradoras se adentren a través de las puertas por ella abierta.
Fue una misión colosal a todos los efectos, una de las más ambicionas de la historia, y para captar mejor todo ello pongamos en números los grandes hitos de Cassini:
- 453.048: El número de imágenes tomadas. Su cámara principal (Imaging Science Subsystem) utilizaba diversos filtros espectrales rojos, verdes y azules para realizar múltiples tomas, que después se combinaban para formar imágenes compuestas, aquellas que visualmente tanto nos asombraron. También disponía de varios espectrómetros y el radar, que le permitieron develar la oculta superficie de Titán.
- 635: La cantidad de datos, en gigabytes, que nos envió a lo largo de estos años.
- 1.430: La distancia media, en millones de Kilómetros, a la que se encontraba de La Tierra.
- 83: Los minutos que tardaba la señal de Cassini en llegarnos durante su viaje final.
- 294: El número de órbitas completadas.
- 2: Los océanos descubiertos. Cassini confirmó que tanto Titán como Encélado son el hogar de grandes masas de agua líquida subterráneas. Muchos científicos creen ahora que La Tierra se parecía a Titán antes de que la vida se formara, y que tanto este como Encélado podían ser el hogar de formas de vida microbiana. Precisamente para proteger a ambos de una futura colisión, se decidió des integrarla contra Saturno.
- 3: El número de misiones completadas. El viaje comenzó en 1997 y llegó a Saturno en 2004. Completó su primera misión de cuatro años, y en 2008 recibió su primera extensión, conocida como Equinox. Finalmente, en 2010, comenzó su tercera y definitiva, la Solstice, dentro de la cual se incluye sus últimos viajes a través de la parte interna de los anillos.
- 1: Los aterrizajes realizados. Aunque Hyugens era una sonda propia, con sus propios objetivos y equipo, formaba parte del proyecto y su éxito en posarse en Titán debe también ser anotado como suyo. No en vano el nombre oficial de la misión era Cassini-Huygens.
- 2.950: La cantidad de combustible, en Kilogramos, utilizado a lo largo de estos 13 años. Cassini fue cargada con 2.978 kg, por lo que apenas quedaban unos 28 en sus ya casi exhaustos depósitos, demasiado poco teniendo en cuenta el constante gasto que su intensa actividad, tanto estudiando Saturno como sus numerosas lunas, para haber podido sobrevivir mucho más tiempo. De ahí la decisión de destruirla.
- 3.260: Su presupuesto en millones de Dólares, de los cuales 2600 fueron aportados por la NASA y el resto de Europa.
- 5.712: La masa de la sonda Cassini cuando fue lanzada, lo que incluye sus depósitos llenos y la sonda Hyugens.
- 2.125: Su masa durante los últimos días, ya con sus reservas de combustible casi agotadas y sin la presencia de Hyugens.
- 12: El número total de sus instrumentos científicos, que incluían el espectrómetro infrarrojo compuesto (CIRS), la cámara principal (ISS), el espectrógrafo de imágenes ultravioleta (UVIS), el espectrómetro de mapeo visual e infrarrojo (VIMS), el radar de imagen (RADAR), radiociencia (RSS) y el espectrómetro de plasma.
- 2.5: Los millones de comandos ejecutados por su ordenador central.
- 162: Los sobrevuelos completados de las lunas de Saturno. Titán concentró la mayor parte de ellos, tanto por interés científico como por razones técnicas, ya que su campo gravitatorio fue utilizado por sus técnicos de vuelo para ajustar las diversas trayectorias. Encélado fue la segunda más visitada por razones evidentes.
- 6: Las lunas descubiertas.
- 360: El número de encendidos de sus propulsores realizados.
- 3948: Los estudios científicos publicados a partir de todo los datos enviados por Cassini.
-27: Los países participantes. Aunque Cassini fue una misión de la NASA, tenía detrás de ella una amplia colaboración internacional. Especialmente importante la llegada desde Europa, cuya parte más famosa fue la Hyugens, que lograría el primer aterrizaje humano en Titán.
Lo que significó Cassini va más allá de los simples números, pero estos ayudan a tener una idea básica de todo lo que representó y todo el inmenso trabajo que lo hizo posible.
Cassini antes del lanzamiento, con la Hyugens, oculta detrás de su escudo térmico. Casi 6 Toneladas de masa, que quedará reducida a algo más de 2 justo antes de su final.
Entrar en órbita, así como toda la intensa actividad realizada a lo largo de estos últimos 13 años, implicó un gasto de combustible que a la larga drenó sus reservas. Era el reloj que marcaba su tiempo de vida.
Las 3 misiones de Cassini, la inicial de 4 años y sus dos posteriores extensiones, y los sobrevuelos realizadas sobre las diversas lunas. Titán y Encélado concentran la mayor parte.
Las lunas de Saturno son como un Sistema Solar en miniatura, con todo tipo de mundos. Cassini dedicó buena parte de su existencia a su estudio, con los increíbles Titán y Encélado los primeros de la lista.
Cassini estaba equipada con los mejores instrumentos de la década de los 90. Fue un esfuerzo colosal que dio los mejores frutos.
NASA's Cassini Mission to Saturn: By the Numbers
domingo, septiembre 17, 2017
Post Vintage (243): En la tenue frontera entre la realidad y la fantasía
¿Restos fósiles en algunas imágenes de Curiosity?
Marte es el escenario perfecto para la pareidolia, la tendencia de nuestra mente a reconocer erróneamente formas reconocibles en nuestro entorno. La mística que rodea al planeta rojo desde los albores de la astronomía moderna, visto durante tanto tiempo como posible hogar de civilizaciones alienígenas, presentas o pasadas, hacen que sea casi incontables las personas que, desde el altavoces de la red, afirman haber encontrado todo tipo los objetos, ruinas, organismos o cosas aún mas exóticas al observar las fotografías tomadas por los diversos exploradores allí enviados. Un examen crítico es suficiente para apreciar el error, pero el deseo de que sea verdad muchas veces se suele anteponer a la realidad.
Sin embargo cuando esto llega de la mano de una geobióloga de prestigio, con un razonamiento y estudio detrás de sus conclusiones con cierta solidez, no se puede hacer otra cosa que prestarle una justa atención. Al fin y al cabo lo que ahora presenta Nora Noffke, de la Universidad de Old Dominion en Virginia, no es descabellado teniendo en cuenta los recientes descubrimientos de Curiosity, con evidencias claras de que en Gale existió un medio ambiente adecuado para la vida durante un tiempo geológico extensos. Según ella existen posibles (que no seguras) señales de actividad biológica fosilizadas en rocas observadas en Yellowknife Bay, en el lecho de un lago seco denominado Gillespie, y que se cree era escenario de inundaciones estacionales.
En La Tierra, los científicos han estudiado restos fósiles que forman estructuras conocidas como MISS (microbially-induced sedimentary structures), que se suelen encontrar en entornos de aguas pocos profundas, como lagos o zonas costeras de todo el mundo. Este tipo de fósiles también se han localizado en las rocas terrestres más antiguas, algunas de ellas, en Australia Occidental) que poseen más de 3.480 millones años. Y es aquí donde Nofflke detalla las sorprendentes similitudes morfológicas entre las estructuras sedimentarias de Marte fotografiadas en el afloramiento Gillespie y las estructuras microbianas de nuestro planeta."En una imagen, vi algo que me parecía muy familiar. Así que me tomé mi tiempo para examinarlo mejor, lo que significa que pasé varias semanas investigando ciertas imágenes centímetro a centímetro, dibujos, bocetos, y comparándolos con los datos de las estructuras terrestres. Y he trabajado en este área durante 20 años, así que sabía qué buscar".
Los patrones de distribución de las MISS varían dependiendo del lugar donde se encuentran, y los encontrados en Gillespie son consistentes con las estructuras microbianas encontradas en ambientes similares terrestres. Además estas últimas cambian de un modo específico con el tiempo. Cómo se forman los tapetes microbianos, crecen, se secan, se agrietan y vuelven a crecer, hace que se conviertan en estructuras específicas asociadas con dichos ambientes. Aquí, de nuevo, Noffke encontró que el patrón de distribución de las rocas marcianas corresponden con estructuras microbianas de La Tierra que han cambiado con el tiempo.
Noffke no afirma en ningún momento que este sea su origen, señalando que solo plantea una hipótesis a partir de lo observado, "pero si las estructuras marcianas no son de origen biológico, entonces las similitudes en la morfología y en los patrones de distribución con respecto a La Tierra serían extraordinariamente coincidentes".
El equipo científico de Curiosity, evidentemente, también se dieron cuenta de tales estructuras, pero sus conclusiones fueren totalmente opuestas. "Realmente no vimos nada que no se puede explicar por los procesos naturales de transporte fluvial, y la naturaleza de las rocas sugirió que se trataba de una piedra arenisca fluvial", explica Ashwin Vasavada. "Tenemos varios miembros de nuestro equipo que siempre están dispuestos para descubrir cosas que puedan ser causadas por procesos biológicos, pero sentíamos que no había ninguna razón para explorar esa opción en ese lugar",agregó."Se redujo a nada excepcional, desde nuestro punto de vista no era más que una consecuencia de la erosión de esta piedra arenisca". En su lugar Curiosity extrajo muestras de una capa de material fino llamada Sheepbed, situada directamente por debajo de Gillespie y perteneciente también a Yellowknife Bay, encontrado evidencias de antiguos entornos biológicamente adecuados para la vida y detectando las primeras señales de materia orgánica, aunque en ese momento aún había dudas de si era indígena o contaminación terrestre de los instrumentos.
¿Cual es la explicación más plausible? Las dos se apoyan en el estudio y análisis cuidadosa de las imágenes disponibles, aunque ciertamente Noffke parece haber dedicado más tiempo y realizado una exploración más completa, incluida comparaciones entre ambos mundos. Sin embargo dar una respuesta definitiva, aunque podría ofrecer evidencias que reforzaran una de ellas, está fuera del alcance de Curiosity. En La Tierra, los científicos confirman la naturaleza biológica de las estructuras microbianas en los sedimentos mediante la búsqueda de texturas microscópicas específicas, método que consiste en cortar las rocas en rodajas extremadamente finas y estudiarlas bajo un microscopio, algo que solo podría realizarse, a menos que fuéramos capaces de adaptar la tecnología necesaria en una sonda enviada a Marte, con una misión de retorno de muestras a La Tierra, precisamente aquello por lo que suspiran tantos astrobiólogos.
De momento solo nos queda comparar imágenes, buscar en ellas con atención, presentar hipótesis y esperar el día en que seamos capaces de realizar, sea directamente en Marte o en laboratorios terrestres, los análisis profundos de rocas marcianas que serían necesarios para responder a estas y otras incógnitas. Pero sin dejarnos arrastrar por lo que quisiéramos ver, a riesgo de cruzar la tenue frontera que separa la exploración planetaria sería de la fantasía. Aunque ciertamente no es sencillo, ni para la mente más racional, abstraerse de ella completamente.
Comparación entre estructuras terrestres creadas por la actividad bacteriana encontrados en Australia y las observadas por Curiosity. ¿Son también estructuras de origen biológico o por el contrario puramente geológicas, fruto de la antigua actividad fluvial?
This Curiosity Image Suggests Microbial Life Once Existed On Mars
Marte es el escenario perfecto para la pareidolia, la tendencia de nuestra mente a reconocer erróneamente formas reconocibles en nuestro entorno. La mística que rodea al planeta rojo desde los albores de la astronomía moderna, visto durante tanto tiempo como posible hogar de civilizaciones alienígenas, presentas o pasadas, hacen que sea casi incontables las personas que, desde el altavoces de la red, afirman haber encontrado todo tipo los objetos, ruinas, organismos o cosas aún mas exóticas al observar las fotografías tomadas por los diversos exploradores allí enviados. Un examen crítico es suficiente para apreciar el error, pero el deseo de que sea verdad muchas veces se suele anteponer a la realidad.
Sin embargo cuando esto llega de la mano de una geobióloga de prestigio, con un razonamiento y estudio detrás de sus conclusiones con cierta solidez, no se puede hacer otra cosa que prestarle una justa atención. Al fin y al cabo lo que ahora presenta Nora Noffke, de la Universidad de Old Dominion en Virginia, no es descabellado teniendo en cuenta los recientes descubrimientos de Curiosity, con evidencias claras de que en Gale existió un medio ambiente adecuado para la vida durante un tiempo geológico extensos. Según ella existen posibles (que no seguras) señales de actividad biológica fosilizadas en rocas observadas en Yellowknife Bay, en el lecho de un lago seco denominado Gillespie, y que se cree era escenario de inundaciones estacionales.
En La Tierra, los científicos han estudiado restos fósiles que forman estructuras conocidas como MISS (microbially-induced sedimentary structures), que se suelen encontrar en entornos de aguas pocos profundas, como lagos o zonas costeras de todo el mundo. Este tipo de fósiles también se han localizado en las rocas terrestres más antiguas, algunas de ellas, en Australia Occidental) que poseen más de 3.480 millones años. Y es aquí donde Nofflke detalla las sorprendentes similitudes morfológicas entre las estructuras sedimentarias de Marte fotografiadas en el afloramiento Gillespie y las estructuras microbianas de nuestro planeta."En una imagen, vi algo que me parecía muy familiar. Así que me tomé mi tiempo para examinarlo mejor, lo que significa que pasé varias semanas investigando ciertas imágenes centímetro a centímetro, dibujos, bocetos, y comparándolos con los datos de las estructuras terrestres. Y he trabajado en este área durante 20 años, así que sabía qué buscar".
Los patrones de distribución de las MISS varían dependiendo del lugar donde se encuentran, y los encontrados en Gillespie son consistentes con las estructuras microbianas encontradas en ambientes similares terrestres. Además estas últimas cambian de un modo específico con el tiempo. Cómo se forman los tapetes microbianos, crecen, se secan, se agrietan y vuelven a crecer, hace que se conviertan en estructuras específicas asociadas con dichos ambientes. Aquí, de nuevo, Noffke encontró que el patrón de distribución de las rocas marcianas corresponden con estructuras microbianas de La Tierra que han cambiado con el tiempo.
Noffke no afirma en ningún momento que este sea su origen, señalando que solo plantea una hipótesis a partir de lo observado, "pero si las estructuras marcianas no son de origen biológico, entonces las similitudes en la morfología y en los patrones de distribución con respecto a La Tierra serían extraordinariamente coincidentes".
El equipo científico de Curiosity, evidentemente, también se dieron cuenta de tales estructuras, pero sus conclusiones fueren totalmente opuestas. "Realmente no vimos nada que no se puede explicar por los procesos naturales de transporte fluvial, y la naturaleza de las rocas sugirió que se trataba de una piedra arenisca fluvial", explica Ashwin Vasavada. "Tenemos varios miembros de nuestro equipo que siempre están dispuestos para descubrir cosas que puedan ser causadas por procesos biológicos, pero sentíamos que no había ninguna razón para explorar esa opción en ese lugar",agregó."Se redujo a nada excepcional, desde nuestro punto de vista no era más que una consecuencia de la erosión de esta piedra arenisca". En su lugar Curiosity extrajo muestras de una capa de material fino llamada Sheepbed, situada directamente por debajo de Gillespie y perteneciente también a Yellowknife Bay, encontrado evidencias de antiguos entornos biológicamente adecuados para la vida y detectando las primeras señales de materia orgánica, aunque en ese momento aún había dudas de si era indígena o contaminación terrestre de los instrumentos.
¿Cual es la explicación más plausible? Las dos se apoyan en el estudio y análisis cuidadosa de las imágenes disponibles, aunque ciertamente Noffke parece haber dedicado más tiempo y realizado una exploración más completa, incluida comparaciones entre ambos mundos. Sin embargo dar una respuesta definitiva, aunque podría ofrecer evidencias que reforzaran una de ellas, está fuera del alcance de Curiosity. En La Tierra, los científicos confirman la naturaleza biológica de las estructuras microbianas en los sedimentos mediante la búsqueda de texturas microscópicas específicas, método que consiste en cortar las rocas en rodajas extremadamente finas y estudiarlas bajo un microscopio, algo que solo podría realizarse, a menos que fuéramos capaces de adaptar la tecnología necesaria en una sonda enviada a Marte, con una misión de retorno de muestras a La Tierra, precisamente aquello por lo que suspiran tantos astrobiólogos.
De momento solo nos queda comparar imágenes, buscar en ellas con atención, presentar hipótesis y esperar el día en que seamos capaces de realizar, sea directamente en Marte o en laboratorios terrestres, los análisis profundos de rocas marcianas que serían necesarios para responder a estas y otras incógnitas. Pero sin dejarnos arrastrar por lo que quisiéramos ver, a riesgo de cruzar la tenue frontera que separa la exploración planetaria sería de la fantasía. Aunque ciertamente no es sencillo, ni para la mente más racional, abstraerse de ella completamente.
Comparación entre estructuras terrestres creadas por la actividad bacteriana encontrados en Australia y las observadas por Curiosity. ¿Son también estructuras de origen biológico o por el contrario puramente geológicas, fruto de la antigua actividad fluvial?
This Curiosity Image Suggests Microbial Life Once Existed On Mars