miércoles, diciembre 16, 2015

Una ventana siempre abierta al planeta azul

El observatorio DSCOVR nos sigue maravillando con sus imágenes de la Tierra.

Lanzado el 11 de febrero de este mismo año 2015, viajó durante 4 meses hasta un lugar privilegiado para cualquier observatorio solar, el punto de Lagrange 1, donde el equilibro gravitatorio entre el Sol y la Tierra genera una situación tal que permite a un objeto permanecer en ese lugar (en realidad orbitando a su alrededor como si existiera un objetivo físico), estático con respecto a nuestro planeta, a pesar de que los 1.5 millones de Kilómetros en dirección a nuestra estrella deberían, si este curioso juego gravitatorio no existiera, hacer que se desplazara en órbita solar y algo más rápido, por lo que nos terminaría dejando atrás. Exactamente lo mismo, pero en sentido opuesto, ocurre en el L2. Son una plataforma natural deseada por cualquier telescopio espacial por razones evidentes.

Sin embargo DSCOVR (Observatorio Climático desde el Espacio Profundo) no mira hacia el exterior, hacia el Sol como hacen otros desde esa misma zona. Su objetivo se encuentra en dirección opuesta: La Tierra. Observarla de forma continua, sacando partido a que desde L1 nuestro planeta se ve siempre en fase llena, y estudiar como el viento vientos solar afecta al clima terrestre, además de monitorizar la posición, densidad y extensión de su cobertura nubosa y los cambios en las concentraciones de partículas de polvo que viajan por la atmósfera. Y para ello toma imágenes cada 2 horas, y nos envía rápidamente para que los científicos puedan general mapas globales y casi en tiempo real de las condiciones a escala planetaria. Y el que vemos aquí es un maravilloso ejemplo de ella

Los satélites meteorológicos o de estudio de la Tierra hacen algo parecido, pero ninguno puede ofrecer una visión tan global, profunda y constante en el tiempo. Su cámara EPIC (Earth Polychromatic Imaging Camera) toma mediciones en longitudes de onda visible, infrarroja cercana y ultravioleta de todo el hemisferio diurno terrestre, del amanecer hasta el atardecer. Esto ofrece grandes posibilidades. Por ejemplo, con el ultravioleta  se puede seguir el movimiento del Sahara viaja hacia el oeste a través del Atlántico desde el amanecer hasta el atardecer. Y combinando dos frecuencias determinar la altura y la ubicación de las nubes durante el día mediante la comparación de imágenes, permite hacer un cálculo del balance energético de nuestro planeta.

En esto último, pero, el instrumento clave es Nistar (National Institute of Standards and Technology Advanced Radiometer) que mide la cantidad total de energía solar que refleja la Tierra, así como el calor emitido por nuestro planeta, llenando un vacío, gracias a su visión en conjunto, que dejan otros satélites de observación. Incluso con el valor de los datos que aún abarcan menos de un año, la energía reflejada muestra claros patrones, dependiendo de que parte del planeta esté a la vista o del momento del año, que determina, por ejemplo, si la Antártida está iluminada por el Sol o sumergida en las sombras de la noche polar. Todo ello, con el tiempo, podría ayudar a los científicos a estudiar la forma en que el de la energía solar de vuelta al espacio puede afectar el cambio climático de la Tierra, cuyo balance actualmente positivo (absorbe mas calor del que emite de nuevo espacio) nos indica el actual estado de aumento gradual de las temperaturas.

Pero aún más importante, nos ofrece una mirada a nuestro planeta única, la de una canica azul en la oscuridad, tan compleja como delicada. Sus imágenes diarias, más allá de su valor científico, son una llamada de atención, un recordatorio de que solo tenemos un hogar, y que es nuestra obligación cuidarlo. No tanto por el propio planeta, que a lo largo de su historia sobrevivió y se recupero de cosas infinitamente peores que lo peor de le pueda hacer la Humanidad, sino por nosotros mismos. Porque la Tierra se recuperó de grandes cataclismos, desde impactos de asteroides a colosales erupciones volcánicas o eras glaciares, pero innumerables especies se quedaron en el camino antes de ello. Y eso vale también para nosotros.

Un día en la vida de la Tierra.

Las 10 frecuencias del espectro que EPIC puede captar proporciona datos sobre la superficie y la atmósfera de la Tierra. Por ejemplo, el canal ultravioleta de 388 nanómetros  permite a los científicos estudiar la energía reflejada por las hojas y las nubes de hielo, una medida importante en los estudios del clima.

El punto de Lagrange 1 es una posición ideal para estudiar el Sol. O para mirar directamente a la Tierra y verla en fase llena de forma continua.

DSCOVR, el vigilante de la Tierra.

NASA Studies High Clouds, Saharan Dust from EPIC View

Imágenes diarias desde DSCOVR

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