lunes, octubre 26, 2015

Una blanca Estrella de la Muerte

El telescopio espacial Kepler capta a una Enana Blanca destruyendo un pequeño planeta.

La "Estrella de la Muerte" de StarWars es uno de los mayores iconos de la ciencia ficción de las últimas décadas, y en su Universo de ficción, el arma más destructiva jamás creada, capaz de vaporizar mundos enteros en un instante. No resulta extraño que el Imperio, así de malos son, intentaran construir no una sino dos de ellas, aunque quizás, en un acto de consideración con sus pobres adversarios rebeldes, dotándolas con los suficientes, estúpidos y evidentes puntos débiles como para darles la oportunidad de acabar con ellas. En el fondo el Emperador era un trozo de pan.

En nuestro Universo no existen ingenios del tamaño de una gran luna, pero tampoco los necesita, ya que de por sí dispone de fuerzas que dejarían a un monstruo así como un simple juego de artificio. Quasars, Supernovas o destellos de Rayos Gamma son solo algunos ejemplos, pero no es necesario ir a niveles tan elevados, ya que incluso una pequeña enana blanca, los restos del núcleo de lo que una vez fue una estrella de tipo solar, pueden sembrar de destrucción todo aquellos que la rodea, y enviar al olvido a cualquier cuerpo errante que cometiera el error de aproximarse demasiado.

WD 1145+017, en la constelación de Virgo, es una de estas pequeñas asesinas. Así lo descubrió recientemente el telescopio Kepler, cuando al detectar la presencia de un pequeño planeta alrededor de esta antigua estrella, encontró evidencias en su curva luminosa (es decir, la forma en que, al pasar por delante de ella vista desde la Tierra, eclipsa la luz estelar) de que se estaba, literalmente, haciendo pedazos, posiblemente por las tremendas fuerzas de marea gravitatorias generadas por la enana blanca que está sufriendo.

Este hallazgo puede responder definitivamente a uno de los enigmas que rodean a las enanas blancas. A causa de su intensa gravedad se suele esperar que sus superficies sean químicamente puros, cubiertas únicamente con elementos ligeros, Helio e Hidrógeno. Pero durante años, los investigadores han encontrado pruebas de que algunas están "contaminadas" con trazas de elementos más pesados, como Calcio, Silicio, Magnesio y Hierro. Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que la fuente de esta contaminación eran asteroides o pequeños planetas destrozados por su campo gravitatorio. "Durante la última década hemos sospechado que las enanas blancas se alimentan de los restos de objetos rocosos, y este resultado puede ser el arma humeante que estamos buscando", explica Fergal Mullally,de la misión Kepler.

Un pequeño cuerpo celeste, resto de una antigua estrella, apenas con el tamaño de la Tierra y capaz de vaporizar mundos cercanos. Ciertamente el Imperio sabía lo que debía imitar y como hacerlo. Aunque, afortunadamente para los rebeldes, no lo suficiente.
 
La curva de luz generada por este pequeño planeta durante su tránsito delante de la enana blanca. En rojo es lo que debería ser en caso de ser un cuerpo sólido, pero la realidad, en azul, es bien diferente, dotándolo del aspecto de un cometa, posiblemente la cola de restos arrancados por las mareas gravitatorias, y posteriormente empujados lejos por la presión de la radiación estelar.

Las Enanas Blancas pueden tener la masa del Sol, pero concentrada en un cuerpo del tamaño de la Tierra, tan densa que una pequeña cucharada de su materia pesaría varias toneladas. Aunque no tiene ya reacciones de fusión, están tan calientes que pueden seguir brillando durante miles de millones de años. El estado final, la Enana Negra, tarda tanto tiempo en llegar que en teoría aún ninguna llegó hasta este punto desde el nacimiento de Universo.

La masa de una estrella marca su destino final, más energético y catastrófico cuanto mayor es. Para las de tipo solar este es algo menos traumático, aunque al final emergerá una Enana Blanca, un pequeño cuerpo no tan inofensivo como parece.

Estrellas de la muerte a mi.... 

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