Un nuevo meteorito marciano reabre el debate sobre la antigua existencia de vida en el planeta rojo.
Curiosity, Spirit, Opportunity y las sondas en órbita nos han enseñado, ya de una forma que podemos considerar casi definitiva, que el hoy día árido y frío Marte fue, tiempo atrás, capaz de ofrecer un ambiente adecuado para sustenta formas de vida, aunque siempre hablando de microrganismos. La siguiente e inevitable pregunta es si eso se tradujo necesariamente en su aparición, si en algún momento la vida existió como tal. La respuesta, sea positiva o negativa, resulta transcendental para comprender nuestros propios orígenes. Por ello en 2018 y 2020 sendas misiones de la ESA/Rusia y la NASA aterrizarán en el planeta con el objetivo concreto de buscar señales de su existencia, presente o pasada.
Hasta ahora, con la excepción de las Viking, que no ofrecieron resultados concluyentes, y esperando que estas misiones futuras se hagan realidad, la única forma de investigar realmente este posibilidad es con los meteroritos marcianos, claramente distinguibles de otros, así como del propio material de La Tierra y La Luna, por su composición química y las trazas de la atmósfera del planeta que encontramos en su interior. Fragmentos proyectados por grandes impactos ocurridos en Marte, algunos de los cuales, después de millones de años en órbita solar, terminaron por encontrarse con nuestro planeta, estos viajeros representan la mejor forma de adentrarse en su historia, ya que podemos aplicar en ellos las más avanzadas tecnologías de análisis que existen en los laboratorios terrestres. Son la mejor opción hasta que un día se haga realidad una misión para extraer muestras y llevarlas a La Tierra, tan deseada por los científicos planetarios.
Descubierto en el año 2000 por la Japanese Antarctic Research Expedition, Yamato 000593 (nombre que recibe por el glaciar donde se encontraba) forma parte de este tesoro planetario, un fragmento de Marte de unos 13 Kilográmos y cuyo análisis reveló que se formó en una corriente de lava marciana hace unos 1.300 Millones de años, expulsado al espacio por un impacto ocurrido hace 12 millones de años y precipitado sobre la Antártida en algún momento de hace unos 50.000 años, donde permaneció hasta ahora. El continente blanco es un lugar ideal para este tipo de búsquedas, no porque en lleguen más meteoritos que en otros lugares del planeta, sino porque sus condiciones ambientales hacen más sencillo su conservación y hallazgo.
Yamato 000593, además de mostrar claras evidencias de haber sido alterado por el agua, lo que refuerza la idea, ya ampliamente apoyada por los resultados de las diversas sondas, de un antiguo Marte donde esta tenía una amplia presencia, reabre el debate sobre la existencia de vida marciana, al menos en el pasado, al presentar 2 características asociadas de las arcillas que parecen sugerir, aunque no probar claramente, procesos biológicos detrás de su formación.
La primera de de ellos es una serie túneles y micro túneles que se abren paso a lo largo de Yamato 000593. Los micro-túneles observados muestran formas ondulantes, curvas, consistentes con texturas bioalteradas observados en los vidrios basálticos terrestres por los investigadores que estudian las interacciones de las bacterias con materiales parecidos en la Tierra.
La segunda es la presencia de esférulas de tamaño microscópico que se intercalan entre las capas que forman el meteorito, y son químicamente distintas de estas últimas, mostrando que están significativamente más enriquecidas de Carbono.
Los autores de este estudio señalan que no pueden excluir la posibilidad de que las regiones ricas en Carbono vistas en ambos casos pueden ser el producto de mecanismos abióticos. Sin embargo, las similitudes de textura y composición con muestras terrestres que han sido interpretados como de origen biológico, plantea la intrigante posibilidad de que las características de Marte se formaron de forma parecida. No es una afirmación, como ocurrió en el caso del polémico ALH8400, donde el anuncio del descubrimiento de fósiles de bacterias se mostró prematuro. Como remarcan los autores, es una posibilidad.
"Mientras que las misiones en Marte siguen arrojando luz sobre la historia del planeta, las únicas muestras disponibles para su estudio en la Tierra son los meteoritos marcianos", explicó Lauren White, del Jet Propulsion Laboratory y lider del equipo responsable de este estudio."En la Tierra, podemos utilizar múltiples técnicas analíticas para lograr una mirada más en profundidad y arrojar luz sobre la historia del planeta. Estas muestras ofrecen pistas sobre su habitabilidad pasada. Además, cuando el estudio de estos meteoritos se comparen con las observaciones robóticas realizadas actualmente en Marte, los misterios del pasado aparentemente más húmedo del planeta serán revelado".
Everett Gibson, otro de los implicados, remarca la importancia vital de disponer de estos fragmentos de origen marciano y lo dificil que es un análisis realmente en profundidad que no sea de forma directa:"La naturaleza y la distribución del carbono es una de las principales metas del Programa de Exploración de Marte. Dado que hemos constatado su existencia en varios meteoritos marcianos, no podemos exagerar la importancia de disponer de muestras de Marte disponibles para estudiar en laboratorios terrestres. Además, el pequeño tamaño de las características carbonosas dentro de Yamato 000593 presentaría grandes retos para cualquier intento de análisis a distancia por parte de misiones exploradoras". Nuevamente la necesidad de una misión a Marte que recoga y traiga muestras a La Tierra resulta evidente. Se pueden enviar ingenios muy complejos y capaces, como Curiosity, pero aunque su trabajo de análisis sea más que efectivo nunca podrán igualar el estudio que se puede realizar en un laboratorio terrestre equipado con las tecnologías más novedosas.
¿Llego la vida a surgir en Marte? Si es así hasta donde llegó en su camino evolutivo, está extinguida o sobrevive aún hoy día en algún lugar, quizás en el subsuelo? Y si no existió en ningún momento como se explica, ya que las condiciones ambientales y químicas parece que fueron las adecuadas durante largos periodos de tiempo? Que más necesita entonces para surgir, que nos falta por conocer? Sea cual sea la respuesta está es trascendental, ya que ambas plantearían preguntas igual de profundas sobre nosotros mismos. La búsqueda continúa.
Los microtúneles observados en los materiales arcilloso de Yamato 000593, cuya forma ondulada parece indicar la actividad de organismos microscópicos, como ocurre en las muestras terrestres, aunque también existen otras opciones no necesariamente biológicas.
En las areas marcadas con un círculo rojo y azul los analisis encontraron concentraciones de carbono que dobla la de las zonas circundantes, otro posible indicio de actividad biológica.
El meteorito Allan Hills 84001 presentaba estructuras ricas en carbono que fueron identificadas como fósiles, y presentado al mundo en 1996 como un descubrimiento transcendental. Sin embargo este se mostró prematura ya que nuevos estudios indicaban un proceso no biológico o consecuencia de la contaminación externa. La controversia, ahora renacida con Yamato 000593, continua.
La Antartida, con sus blancas y gélidas llanuras, es un lugar excepcional para encontrar meteoritos, de ahí las numerosas expediciones que se realizan para su búsqueda.
NASA Scientists Find Evidence of Water in Meteorite, Reviving Debate Over Life on Mars
viernes, febrero 28, 2014
jueves, febrero 27, 2014
En el amanecer de la era planetaria
La NASA anuncia el descubrimiento de 715 nuevos planetas en el análisis de los datos del telescopio espacial Kepler.
Vivimos una época extraodinaria, tanto que para muchos no lo es en absoluto. Y quizás este es el mejor signo de los tiempos, la fortuna de ser testigos de algo así con la sensación de ser lo más normal del mundo, a pesar de que en realidad hasta 1995 su simple existencia era pura hipótesis, y no eran pocos los astrónomos que pensaban que el Sistema Solar era algo único, una anomalía en el Universo, maravillosa, eso si, pero anomalía al fin y al cabo. Es teniendo en cuenta esta historia, no tan lejana en el tiempo como podemos imaginar, que hay que valorar anuncios como los realizados recientemente por los miembros del equipo del telescopio espacial Kepler.
715 nuevos planetas confirmados. Esto son datos ahora publicados, el resultado del análisis de los datos acumulados por el telescopio Kpeler con una nueva técnica conocida como "verificación por multiplicidad", y que elevan hasta los casi 1800 el total conocido. Un salto espectacular, y aún más interesante si se observa la naturaleza de estos mundos ahora descubiertos: El 95% son más pequeños que Neptuno, que tiene casi cuatro veces el tamaño de la Tierra, lo que representa un aumento sin prededentes en la cantidad de planetas de tamaño más similares a al nuestro (lo que se conocen como Mini-Neptunos y Super-Tierras). 4 de ellos tiene un diámetro por debajo de los 2.5 terrestres y se encuentran en la zona habitable de sus respectivas estrellas.
Aunque el telescopio Kepler dió por concluida la búsqueda de exoplanetas al fallarle de forma definitiva una de los 3 girsocopios que le quedaban y no poder ofrecer por tanto la fiabilidad que es necesaria en este tipo de misión, ya que hablamos de la detección de estos objetos por las increíblemente tenues variaciones luminosas que generan en sus respectivas estrellas al pasar por delante de ellas desde el punto de vista terrestre (lo que se llama tránsito), la cantidad de datos enviados en sus años de actividad máxima, y que abarcan 150.000 estrellas monitorizadas de forma constante, es tan enorme, que posiblemente muchos siguen escondidos en ellos, esperando ser descubiertos. Este era el caso de los 715 ahora anunciados.
La nueva técnixas ahora utilizada, la "verificación por multiplicidad" es básicamente estadística y de probabilidad: Los sistemas estelares binarios, que pueden generar falsas detecciones, son comunes, pero aquellos con 3 o más miembros no, por lo que si detectamos múltiples tránsitos en una misma estrella lo más probable es que sean planetas. Dado que Kepler observó centenares que presentan este comportamiento esto permite deducir que estamos ante planetas. De ahí que estos 715 nuevos mundos sean parte de sistemas múltiples, concentrados en 305 estrellas.
"Hace cuatro años, Kepler comenzó una serie de anuncios, primero cientos y luego miles, de planetas candidatos, pero no eran más que eso, candidatos", explica el cintífico planetario Jack Lissauer."Ahora hemos desarrollado un proceso para verificar múltiples candidatos a granel para entregar planetas al por mayor, y lo hemos utilizado para dar a conocer una verdadera bonanza de nuevos mundos".
"El equipo de Kepler continúa sorprendiendo y nos excitan con sus resultados de búsqueda de planetas", dijo John Grunsfeld, administrador asociado del Directorio de Misiones Científicas de la NASA en Washington."El que estos nuevos planetas y sistemas solares se parezcan al nuestro nos anuncian un gran futuro para cuando tengamos al Telescopio Espacial James Webb en el espacio para caracterizar los nuevos mundos".Sin lugar a dudas, en nuestra búsqueda de nuevos mundos, y lo que es más importante para nosotros, nuevas Tierras, vivimos una época maravillosa, una que durante mucho tiempo y hasta hace apenas 2 décadas, pertenecía al terreno de la ciencia ficción. Y lo mejor posiblemente aún está por llegar.
En azul los mundos confirmados antes de este anuncio, en amarillo los ahora presentados. Todo un salto adelante, especialmente los de menor tamaño, precisamente los más importantes para nosotros.
Los sistemas triples o incluso más son poco comunes e inestables, por los que repetidos tránsitos en una misma estrella indican que estamos ante planetas.
La distribución de los planetas ahora confirmados.
Mundos sin fin.
Mundos sin fin (2).
Los 715 nuevos mundos de Kepler
Mega Discovery! 715 Alien Planets Confirmed Using A New Trick On Old Kepler Data
NASA's Kepler Mission Announces a Planet Bonanza
Vivimos una época extraodinaria, tanto que para muchos no lo es en absoluto. Y quizás este es el mejor signo de los tiempos, la fortuna de ser testigos de algo así con la sensación de ser lo más normal del mundo, a pesar de que en realidad hasta 1995 su simple existencia era pura hipótesis, y no eran pocos los astrónomos que pensaban que el Sistema Solar era algo único, una anomalía en el Universo, maravillosa, eso si, pero anomalía al fin y al cabo. Es teniendo en cuenta esta historia, no tan lejana en el tiempo como podemos imaginar, que hay que valorar anuncios como los realizados recientemente por los miembros del equipo del telescopio espacial Kepler.
715 nuevos planetas confirmados. Esto son datos ahora publicados, el resultado del análisis de los datos acumulados por el telescopio Kpeler con una nueva técnica conocida como "verificación por multiplicidad", y que elevan hasta los casi 1800 el total conocido. Un salto espectacular, y aún más interesante si se observa la naturaleza de estos mundos ahora descubiertos: El 95% son más pequeños que Neptuno, que tiene casi cuatro veces el tamaño de la Tierra, lo que representa un aumento sin prededentes en la cantidad de planetas de tamaño más similares a al nuestro (lo que se conocen como Mini-Neptunos y Super-Tierras). 4 de ellos tiene un diámetro por debajo de los 2.5 terrestres y se encuentran en la zona habitable de sus respectivas estrellas.
Aunque el telescopio Kepler dió por concluida la búsqueda de exoplanetas al fallarle de forma definitiva una de los 3 girsocopios que le quedaban y no poder ofrecer por tanto la fiabilidad que es necesaria en este tipo de misión, ya que hablamos de la detección de estos objetos por las increíblemente tenues variaciones luminosas que generan en sus respectivas estrellas al pasar por delante de ellas desde el punto de vista terrestre (lo que se llama tránsito), la cantidad de datos enviados en sus años de actividad máxima, y que abarcan 150.000 estrellas monitorizadas de forma constante, es tan enorme, que posiblemente muchos siguen escondidos en ellos, esperando ser descubiertos. Este era el caso de los 715 ahora anunciados.
La nueva técnixas ahora utilizada, la "verificación por multiplicidad" es básicamente estadística y de probabilidad: Los sistemas estelares binarios, que pueden generar falsas detecciones, son comunes, pero aquellos con 3 o más miembros no, por lo que si detectamos múltiples tránsitos en una misma estrella lo más probable es que sean planetas. Dado que Kepler observó centenares que presentan este comportamiento esto permite deducir que estamos ante planetas. De ahí que estos 715 nuevos mundos sean parte de sistemas múltiples, concentrados en 305 estrellas.
"Hace cuatro años, Kepler comenzó una serie de anuncios, primero cientos y luego miles, de planetas candidatos, pero no eran más que eso, candidatos", explica el cintífico planetario Jack Lissauer."Ahora hemos desarrollado un proceso para verificar múltiples candidatos a granel para entregar planetas al por mayor, y lo hemos utilizado para dar a conocer una verdadera bonanza de nuevos mundos".
"El equipo de Kepler continúa sorprendiendo y nos excitan con sus resultados de búsqueda de planetas", dijo John Grunsfeld, administrador asociado del Directorio de Misiones Científicas de la NASA en Washington."El que estos nuevos planetas y sistemas solares se parezcan al nuestro nos anuncian un gran futuro para cuando tengamos al Telescopio Espacial James Webb en el espacio para caracterizar los nuevos mundos".Sin lugar a dudas, en nuestra búsqueda de nuevos mundos, y lo que es más importante para nosotros, nuevas Tierras, vivimos una época maravillosa, una que durante mucho tiempo y hasta hace apenas 2 décadas, pertenecía al terreno de la ciencia ficción. Y lo mejor posiblemente aún está por llegar.
En azul los mundos confirmados antes de este anuncio, en amarillo los ahora presentados. Todo un salto adelante, especialmente los de menor tamaño, precisamente los más importantes para nosotros.
Los sistemas triples o incluso más son poco comunes e inestables, por los que repetidos tránsitos en una misma estrella indican que estamos ante planetas.
Los 715 nuevos mundos de Kepler
Mega Discovery! 715 Alien Planets Confirmed Using A New Trick On Old Kepler Data
NASA's Kepler Mission Announces a Planet Bonanza
miércoles, febrero 26, 2014
El vigilante espacial de Santorcaz
El radar experimental de la ESA detecta sus primeros objetos.
Si alguien cruza la pequeño pueblo de Santorcaz, a unos 30 Kilómetros de Madrid, quizás pueda observar una curiosa instalación, coronada con un extraña artilugio con forma cuadrada que parece apuntar de forma permanente hacia el cielo. Quién tenga la impresión es que se trata de una especie de radar puede estar contento de su intuición, pues le funciona perfectamente, ya que se trata precisamente de ello, aunque como su orientación indica no está pensado para controlar la velocidad del tráfico rodado, sino para monitorizar otro tipo de tráfico, más lejano pero con serias implicaciones para nuestra civilización, tan dependiente de los satélites artificiales: La basura espacial, la nube de restos de todo tipo y procedencia que rodea nuestro planeta.
Construido por la empresa española INDRA espacio y entregada a la ESA después de una serie de intensivos ensayos previstos, estamos ante un modelo de prueba equipado con tecnologías clave que permiten detectar fragmentos de basura espacial en órbita baja, lo que ayudará a avanzar en el desarrollo de un sistema radar con capacidad plena de operaciones, capaz de emitir alertas de colisión. Eso mejorará significativamente la seguridad de los satélites europeos en órbitas medias y bajas. Y de momento ya está rindiendo mejor incluso de lo esperado, siendo capaz de detectar objetos de aproximadamente un metro, dependiendo de su altitud y de otros factores.
Aun es una resolución demasiado baja para ser plenamente operativo, ya que para este tipo de operaciones es necesario ser capaz de detectar objetos de unos 10 centímetros, es suficiente para completar lo que no deja de ser el primer paso en el desarrollo de un sistema de vigilancia espacial europeo, refinando nuevas tecnologías y técnicas de detección.
"Durante las pruebas de aceptación nos dimos cuenta de que este radar tenía unas prestaciones excelentes", comenta Gian Maria Pinna, Responsable del Segmento de Tierra en la oficina del programa de la ESA para el Conocimiento del Medio Espacial (SSA), bajo cuyas política de datos funciona esta instalación."Antes de terminar la calibración del sistema, una tarea que llevará varios meses, ya somos capaces de detectar objetos más pequeños y más alejados de lo previsto. Un buen ejemplo es la detección del satélite Landsat-5, que presenta un diámetro de 3.6 metros a 537 kilómetros de altitud".
Tan efectivo que en Enero, cuando el equipo probaba el sistema realizando un seguimiento de la ISS, se llevaron una desconcertante sorpresa al detectar no solo esta sino también otro objeto a su lado. "Más tarde nos dimos cuenta de que habíamos presenciado cómo la nave de reabastecimiento Cygnus, mucho más pequeña, partía del complejo orbital". Igualmente se detectaron los satélites GOCE y Swarm, varios fragmentos de vehículos de lanzamiento y otros objetos de aproximadamente 1 metro de diámetro.
Lo que se conoce de forma genérica como "basura espacial", y que abarca desde satélites fuera de servicio hasta etapas de cohetes y pequeños fragmentos de todo tipo hasta partículas de pintura hasta restos de explosiones y pruebas militares (y hasta un guante y una caja de herramientas) se está convirtiendo en una serie preocupación, tanto para las agencias espaciales como para las empresas de lanzamiento y gestión de satélites. Las maniobras que en ocasiones debe hacer la ISS para esquivar amenazas y la colisión entre los satélites Iridium 33 y Cosmos 2251 recuerdan que, aunque aún lejos de estar ante el riesgo de vernos aislados del resto del Universo por nuestros propios desechos, el problema está ahí y no se puede ignorar durante mucho más tiempo.
El radar de Santorcaz forma parte del esfuerzo que se está realizando para intentar afrontar esta situación. Ya se han realizado avances, como las maniobras que ahora realizan los satélites geostacionarios ya fuera de servicio, que se desplazan hacia una órbita de "aparcamiento" para no ser una amenaza para los demás, o el desarrollo de tecnologías que un día puedan ser capaces de limpiar la órbita baja, como la red magnética de la JAXA (Agencia espacial japonesa). Unos primeros pasos, tímidos pero esperanzadores, para evitar que décadas de falta de previsión y cuidado en este aspecto un día puedan convertirse una infranqueable frontera crada por nosotros mismos.
Seguimiento de objetos en órbita desde las cercanias de Madrid.
Oficinas del programa de la ESA para el Conocimiento del Medio Espacial (SSA).
Nuestra intensa actividad espacial hace que La Tierra esté actualmente rodeada de miles de objetos, en parte satélites en servicio, pero también de restos de todo tipo.
El radar de vigilancia espacial de la ESA detecta sus primeros objetos
Si alguien cruza la pequeño pueblo de Santorcaz, a unos 30 Kilómetros de Madrid, quizás pueda observar una curiosa instalación, coronada con un extraña artilugio con forma cuadrada que parece apuntar de forma permanente hacia el cielo. Quién tenga la impresión es que se trata de una especie de radar puede estar contento de su intuición, pues le funciona perfectamente, ya que se trata precisamente de ello, aunque como su orientación indica no está pensado para controlar la velocidad del tráfico rodado, sino para monitorizar otro tipo de tráfico, más lejano pero con serias implicaciones para nuestra civilización, tan dependiente de los satélites artificiales: La basura espacial, la nube de restos de todo tipo y procedencia que rodea nuestro planeta.
Construido por la empresa española INDRA espacio y entregada a la ESA después de una serie de intensivos ensayos previstos, estamos ante un modelo de prueba equipado con tecnologías clave que permiten detectar fragmentos de basura espacial en órbita baja, lo que ayudará a avanzar en el desarrollo de un sistema radar con capacidad plena de operaciones, capaz de emitir alertas de colisión. Eso mejorará significativamente la seguridad de los satélites europeos en órbitas medias y bajas. Y de momento ya está rindiendo mejor incluso de lo esperado, siendo capaz de detectar objetos de aproximadamente un metro, dependiendo de su altitud y de otros factores.
Aun es una resolución demasiado baja para ser plenamente operativo, ya que para este tipo de operaciones es necesario ser capaz de detectar objetos de unos 10 centímetros, es suficiente para completar lo que no deja de ser el primer paso en el desarrollo de un sistema de vigilancia espacial europeo, refinando nuevas tecnologías y técnicas de detección.
"Durante las pruebas de aceptación nos dimos cuenta de que este radar tenía unas prestaciones excelentes", comenta Gian Maria Pinna, Responsable del Segmento de Tierra en la oficina del programa de la ESA para el Conocimiento del Medio Espacial (SSA), bajo cuyas política de datos funciona esta instalación."Antes de terminar la calibración del sistema, una tarea que llevará varios meses, ya somos capaces de detectar objetos más pequeños y más alejados de lo previsto. Un buen ejemplo es la detección del satélite Landsat-5, que presenta un diámetro de 3.6 metros a 537 kilómetros de altitud".
Tan efectivo que en Enero, cuando el equipo probaba el sistema realizando un seguimiento de la ISS, se llevaron una desconcertante sorpresa al detectar no solo esta sino también otro objeto a su lado. "Más tarde nos dimos cuenta de que habíamos presenciado cómo la nave de reabastecimiento Cygnus, mucho más pequeña, partía del complejo orbital". Igualmente se detectaron los satélites GOCE y Swarm, varios fragmentos de vehículos de lanzamiento y otros objetos de aproximadamente 1 metro de diámetro.
Lo que se conoce de forma genérica como "basura espacial", y que abarca desde satélites fuera de servicio hasta etapas de cohetes y pequeños fragmentos de todo tipo hasta partículas de pintura hasta restos de explosiones y pruebas militares (y hasta un guante y una caja de herramientas) se está convirtiendo en una serie preocupación, tanto para las agencias espaciales como para las empresas de lanzamiento y gestión de satélites. Las maniobras que en ocasiones debe hacer la ISS para esquivar amenazas y la colisión entre los satélites Iridium 33 y Cosmos 2251 recuerdan que, aunque aún lejos de estar ante el riesgo de vernos aislados del resto del Universo por nuestros propios desechos, el problema está ahí y no se puede ignorar durante mucho más tiempo.
El radar de Santorcaz forma parte del esfuerzo que se está realizando para intentar afrontar esta situación. Ya se han realizado avances, como las maniobras que ahora realizan los satélites geostacionarios ya fuera de servicio, que se desplazan hacia una órbita de "aparcamiento" para no ser una amenaza para los demás, o el desarrollo de tecnologías que un día puedan ser capaces de limpiar la órbita baja, como la red magnética de la JAXA (Agencia espacial japonesa). Unos primeros pasos, tímidos pero esperanzadores, para evitar que décadas de falta de previsión y cuidado en este aspecto un día puedan convertirse una infranqueable frontera crada por nosotros mismos.
Seguimiento de objetos en órbita desde las cercanias de Madrid.
Oficinas del programa de la ESA para el Conocimiento del Medio Espacial (SSA).
Nuestra intensa actividad espacial hace que La Tierra esté actualmente rodeada de miles de objetos, en parte satélites en servicio, pero también de restos de todo tipo.
El radar de vigilancia espacial de la ESA detecta sus primeros objetos
martes, febrero 25, 2014
Luces desde La Luna
Presentado el mayor y más brillante impacto registrado en nuestro satélite desde el inicio del seguimiento de este tipo de eventos.
La Tierra recibe cada día una cantidad aproximada de 33 Toneladas de material en forma de meteoroides, que en su inmensa mayoría se volatilizan en las capas altas de la atmósfera sin que lleguemos a darnos cuenta de su presencia, más allá de poder observar en una noche clara alguna estrella fugaz. Solo cuando los objetos son de mayor tamaño su caída pueden generar bólidos notablemente espectaculares, de los que los acontecimientos de Cheliábinsk son un ejemplo extremo. A pesar de ello podemos decir que estamos bastante bien protegidos de estos viajeros interplanetarios. Algo que no puede decirse de La Luna.
Carente de una atmósfera digna de tal nombre, cualquier pequeño objeto que cae sobre ella alcanza intacto la superficie, generando, cuando tiene un mínimo de tamaño, velocidad, o ambas cosas al mismo tiempo, destellos lo suficientemente brillantes para ser detectados desde La Tierra. Aunque no hay Oxigeno que pueda alimentar una explosión tal y como la conocemos, estos impactos golpean el suelo con tanta energía cinética que provocan la fusión de las rocas y la expulsión de gases calientes, dando lugar a estos estallidos de luz. Unos fenómenos violentos y espectaculares que desde hace unos años están siendo monitorizados por una serie de telescopios automáticos. Entre ellos el Automated Lunar and Meteor Observatory (ALaMO) de la NASA, que el 17 de Marzo de 2013 detectó el que era mayor impacto registrado desde el inicio de estas actividades de vigilancia.
Un récord que duró poco, ya que el 11 de Septiembre del mismo año algo mucho mayor golpeó La Luna, quedando registrado por telescopios españoles del Proyecto MIDAS (acrónimo en inglés de Sistema de Detección y Análisis de Impactos en la Luna). Así lo publicó recientemente la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, en un artículo conjunto del Prof. Madiedo y del Dr. José Luis Oritz, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC)
El impacto generó un destello tan brillante que pudo observarse a simple vista, y se prolongó durante 8 segundos, lo que lo convierte en el más longevo e intenso registrado. La energía implicada fue equivalente a la detonación de unas 15 toneladas de TNT, lo que significa que fue al menos tres veces más potente que el ocurrido 17 de Marzo de 2013. El análisis de todos estos datos han permitido calcular a Madiedo y Ortiz que el meteroide responsable tenía una masa de unos 400 Kilogramos, un diámetro comprendido entre 0,6 y 1,4 metros, y que su velocidad en el momento de impactar en Mare Nubium (Mar de las Nubes) era de unos 60.000 Kilómetros/Hora.
La observación de este tipo de eventos es importante por varios motivos. Por un lado, en una época en que la exploración de la superficie lunar parece estar a punto de recibir un nuevo impulso con la llegada de nuevos "jugadores", es importante tener un registro de cuantos, donde y con que magnitud estos viajeros planetarios llegan a la superficie. Por otro la ausencia de atmósfera convierte a nuestro satélite en un lugar perfecto para tener una referencia de cuantos golpean también nuestro planeta."Nuestros telescopios continuarán observando la Luna como nuestras cámaras de meteoros vigilan la atmósfera de la Tierra", dijo Madiedo y Ortiz en un comunicado de prensa. "De esta manera esperamos poder identificar grupos de rocas que puedan dar lugar a eventos de impacto comunes a ambos cuerpos planetarios.También queremos saber su punto de origen".
El rostro lunar está lleno de grandes cráteres, presentes en los llamados mares, geologicamente más jóvenes, e incluso tenemos las crónicas de Gervasio de Canterbury en 1178, donde parece describirse lo que algunos astrónomos identifican como el gran impacto en La Luna que formó el cráter Giordano Bruno (aunque otros tantos lo ponen en duda). Todo esto, más estas colisiones ahora observadas, hacen pensar que algún día, tarde o temprano, seremos testigos de algo mucho mayor. Solo nos queda esperar y mantener la vigilancia.
Vídeo del impacto, a partir de 3:01. El resplandor de mantiene durante 8 segundos, mucho más que la inmensa mayoría de estos eventos registrados los últimos años, lo que delata que estamos ante una colisión de notable magnitud.
La evolución del destello originado por la colisión. Cada imágen está separada por 0.1 segundos.
El mayor impacto de una roca contra la Luna origina un cráter de 40 metros de diámetro
Watch a Car-Sized Asteroid Slam Into the Moon
La Tierra recibe cada día una cantidad aproximada de 33 Toneladas de material en forma de meteoroides, que en su inmensa mayoría se volatilizan en las capas altas de la atmósfera sin que lleguemos a darnos cuenta de su presencia, más allá de poder observar en una noche clara alguna estrella fugaz. Solo cuando los objetos son de mayor tamaño su caída pueden generar bólidos notablemente espectaculares, de los que los acontecimientos de Cheliábinsk son un ejemplo extremo. A pesar de ello podemos decir que estamos bastante bien protegidos de estos viajeros interplanetarios. Algo que no puede decirse de La Luna.
Carente de una atmósfera digna de tal nombre, cualquier pequeño objeto que cae sobre ella alcanza intacto la superficie, generando, cuando tiene un mínimo de tamaño, velocidad, o ambas cosas al mismo tiempo, destellos lo suficientemente brillantes para ser detectados desde La Tierra. Aunque no hay Oxigeno que pueda alimentar una explosión tal y como la conocemos, estos impactos golpean el suelo con tanta energía cinética que provocan la fusión de las rocas y la expulsión de gases calientes, dando lugar a estos estallidos de luz. Unos fenómenos violentos y espectaculares que desde hace unos años están siendo monitorizados por una serie de telescopios automáticos. Entre ellos el Automated Lunar and Meteor Observatory (ALaMO) de la NASA, que el 17 de Marzo de 2013 detectó el que era mayor impacto registrado desde el inicio de estas actividades de vigilancia.
Un récord que duró poco, ya que el 11 de Septiembre del mismo año algo mucho mayor golpeó La Luna, quedando registrado por telescopios españoles del Proyecto MIDAS (acrónimo en inglés de Sistema de Detección y Análisis de Impactos en la Luna). Así lo publicó recientemente la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, en un artículo conjunto del Prof. Madiedo y del Dr. José Luis Oritz, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC)
El impacto generó un destello tan brillante que pudo observarse a simple vista, y se prolongó durante 8 segundos, lo que lo convierte en el más longevo e intenso registrado. La energía implicada fue equivalente a la detonación de unas 15 toneladas de TNT, lo que significa que fue al menos tres veces más potente que el ocurrido 17 de Marzo de 2013. El análisis de todos estos datos han permitido calcular a Madiedo y Ortiz que el meteroide responsable tenía una masa de unos 400 Kilogramos, un diámetro comprendido entre 0,6 y 1,4 metros, y que su velocidad en el momento de impactar en Mare Nubium (Mar de las Nubes) era de unos 60.000 Kilómetros/Hora.
La observación de este tipo de eventos es importante por varios motivos. Por un lado, en una época en que la exploración de la superficie lunar parece estar a punto de recibir un nuevo impulso con la llegada de nuevos "jugadores", es importante tener un registro de cuantos, donde y con que magnitud estos viajeros planetarios llegan a la superficie. Por otro la ausencia de atmósfera convierte a nuestro satélite en un lugar perfecto para tener una referencia de cuantos golpean también nuestro planeta."Nuestros telescopios continuarán observando la Luna como nuestras cámaras de meteoros vigilan la atmósfera de la Tierra", dijo Madiedo y Ortiz en un comunicado de prensa. "De esta manera esperamos poder identificar grupos de rocas que puedan dar lugar a eventos de impacto comunes a ambos cuerpos planetarios.También queremos saber su punto de origen".
El rostro lunar está lleno de grandes cráteres, presentes en los llamados mares, geologicamente más jóvenes, e incluso tenemos las crónicas de Gervasio de Canterbury en 1178, donde parece describirse lo que algunos astrónomos identifican como el gran impacto en La Luna que formó el cráter Giordano Bruno (aunque otros tantos lo ponen en duda). Todo esto, más estas colisiones ahora observadas, hacen pensar que algún día, tarde o temprano, seremos testigos de algo mucho mayor. Solo nos queda esperar y mantener la vigilancia.
La evolución del destello originado por la colisión. Cada imágen está separada por 0.1 segundos.
El mayor impacto de una roca contra la Luna origina un cráter de 40 metros de diámetro
Watch a Car-Sized Asteroid Slam Into the Moon
lunes, febrero 24, 2014
El gigante veloz
Spitzer capa la enorme onda de choque de Kappa Cassiopeiae.
Formamos parte de un gran río de estrellas, la Vía Láctea, donde todas ellas, incluida el Sol, que lo hace a una velocidad aproximada de 251 Kilómetros/Hora, siguen su camino alrededor del centro galáctico. Sin embargo hay algunas que parecen completamente desligadas de sus hermanas de viaje, moviéndose a velocidades tan extremas que se las conoce como "estrellas fugitivas", ya que parecen estar desligadas de la gravedad común y destinadas a perderse en algún momento en el océano intergaláctico.
Kappa Cassiopeiae es una de estas "fugitivas", una estrella supergigante 420.000 veces más brillante que el Sol, con 40 veces su masa y una temperatura externa de unos 24.000 K. Un coloso que se desplaza a unos 1.100 kilómetros por segundo con respecto a sus vecinas, lo que la convierte en una auténtico proyectil cósmico. Y en su vertiginoso camino genera una espectacular onda de choque, que se forma allí donde los campos magnéticos y el viento de partículas (lo que aquí conocemos como viento solar) que fluye de ella colisionan con el gas y polvo que de forma difusa llena el espacio entre las estrellas. Aunque invisible a nuestros ojos, no escapa de la visión infrarroja del telescopio espacial Spitzer, que nos ofrece una espectacular visión de como esta estrella (y por extensión, de cualquiera) afecta a su vecindad.
Normalmente casi invisibles cuando se trata de estrellas de movimientos "lentos" (como el Sol), la enorme magnitud de Kappa Cassiopeiae y su no menos espectacular velocidad hace que esta resulte de visión clara, destacando por encima de todo su tamaño, ya que se forma a 4 años-luz de distancia, o lo que es lo mismo, aproximadamente la que separa al Sol de la estrella más cercana, Próxima Centauri. Aunque es evidente que estando implicadas magnitudes tan poderosas el resultado tenía que ser igualmente colosal lo cierto es que no por ello resulta menos impresionante.
Uno de los detalles destacables son los filamentos que parece cruzar la onda de choque. Algunos astrónomos han sugerido que estos pueden delatar las características del campo magnético que corre a lo largo de nuestra galaxia, completamente invisibles por sí mismos pero que encuentros como este permiten revelar un poco de su estructura, ya que interactúan con el polvo circundante y el gas.
El motivo último de la existencia de las estrellas fugitivas sigue siendo objeto de estudio, aunque los encuentros cercanos dentro de cúmulos estelares densos o la explosión en SuperNova de uno de los miembros de un sistema binario parecen estar detrás de muchas de ellas. Como ocurre con un avión supersónico o un gran barco navegando a toda velocidad por el mar, estos proyectiles cósmicos generan una espectacular onda por delante de ellas, mientras siguen avanzando hacia su destino final, en muchos casos más allá de los límites de la galaxia de la que un día formaron parte.
Spitzer, un telescopio espacial infrarrojo que ya superó su vida útil activa en 2009, con el agotamiento de su refrigerante, pero desde entonces sigue realizando una gran aportación a la astronomía con la conocida como Spitzer Warm Mission, en la que el telescopio se enfría pasivamente.
Otros ejemplos de "estrellas fugitivas".
Un símil para entender mejor a este tipo de astros: Un barco que se mueve rápidamente generando una onda de choque en el agua por delante de el.
The Shocking Behavior of a Speedy Star
Formamos parte de un gran río de estrellas, la Vía Láctea, donde todas ellas, incluida el Sol, que lo hace a una velocidad aproximada de 251 Kilómetros/Hora, siguen su camino alrededor del centro galáctico. Sin embargo hay algunas que parecen completamente desligadas de sus hermanas de viaje, moviéndose a velocidades tan extremas que se las conoce como "estrellas fugitivas", ya que parecen estar desligadas de la gravedad común y destinadas a perderse en algún momento en el océano intergaláctico.
Kappa Cassiopeiae es una de estas "fugitivas", una estrella supergigante 420.000 veces más brillante que el Sol, con 40 veces su masa y una temperatura externa de unos 24.000 K. Un coloso que se desplaza a unos 1.100 kilómetros por segundo con respecto a sus vecinas, lo que la convierte en una auténtico proyectil cósmico. Y en su vertiginoso camino genera una espectacular onda de choque, que se forma allí donde los campos magnéticos y el viento de partículas (lo que aquí conocemos como viento solar) que fluye de ella colisionan con el gas y polvo que de forma difusa llena el espacio entre las estrellas. Aunque invisible a nuestros ojos, no escapa de la visión infrarroja del telescopio espacial Spitzer, que nos ofrece una espectacular visión de como esta estrella (y por extensión, de cualquiera) afecta a su vecindad.
Normalmente casi invisibles cuando se trata de estrellas de movimientos "lentos" (como el Sol), la enorme magnitud de Kappa Cassiopeiae y su no menos espectacular velocidad hace que esta resulte de visión clara, destacando por encima de todo su tamaño, ya que se forma a 4 años-luz de distancia, o lo que es lo mismo, aproximadamente la que separa al Sol de la estrella más cercana, Próxima Centauri. Aunque es evidente que estando implicadas magnitudes tan poderosas el resultado tenía que ser igualmente colosal lo cierto es que no por ello resulta menos impresionante.
Uno de los detalles destacables son los filamentos que parece cruzar la onda de choque. Algunos astrónomos han sugerido que estos pueden delatar las características del campo magnético que corre a lo largo de nuestra galaxia, completamente invisibles por sí mismos pero que encuentros como este permiten revelar un poco de su estructura, ya que interactúan con el polvo circundante y el gas.
El motivo último de la existencia de las estrellas fugitivas sigue siendo objeto de estudio, aunque los encuentros cercanos dentro de cúmulos estelares densos o la explosión en SuperNova de uno de los miembros de un sistema binario parecen estar detrás de muchas de ellas. Como ocurre con un avión supersónico o un gran barco navegando a toda velocidad por el mar, estos proyectiles cósmicos generan una espectacular onda por delante de ellas, mientras siguen avanzando hacia su destino final, en muchos casos más allá de los límites de la galaxia de la que un día formaron parte.
Spitzer, un telescopio espacial infrarrojo que ya superó su vida útil activa en 2009, con el agotamiento de su refrigerante, pero desde entonces sigue realizando una gran aportación a la astronomía con la conocida como Spitzer Warm Mission, en la que el telescopio se enfría pasivamente.
Un símil para entender mejor a este tipo de astros: Un barco que se mueve rápidamente generando una onda de choque en el agua por delante de el.
The Shocking Behavior of a Speedy Star
domingo, febrero 23, 2014
Post Vintage (82): Un mundo entre fuerzas opuestas
¿Y si la Tierra dejara de girar?
Nuestra mundo gira sobre si mismo a velocidades que llegan a los 1.667 Kilómetros/Hora en el ecuador, aunque nosotros no tenemos esa sensación, no notamos dicho movimiento por el mismo motivo que no lo notamos cuando viajamos en coche, tren o avión. El resultado es que La Tierra no es totalmente esférica, sino ligeramente elipsoidal, siendo en el ecuador 21 Kilómetros mas ancha que no en los Polos. Puede parecer poca cosa, pero estamos hablando de una diferencia de altura que es más del doble de la del monte Everest.
¿Y si esta se detuviera? De ser algo repentino no quedaría nadie vivo para preocuparse de ello, y posiblemente ni el propio planeta sobreviviría, despedazado por la inercia resultante, así que imaginemos que ocurre de forma más lenta, a lo largo de varias décadas. El resultado sería un mundo muy diferente al que conocemos. Sin rotación afrontaríamos un cambio radical del rostro de La Tierra, que terminaría, según los modelos presentados por Witold Fraczek, del Application Prototype Lab, dividida en tres zonas bien diferenciadas, con dos grandes océanos y un único continente que se extendería a la largo de todo el Ecuador, como un cinturón de tierras emergidas rodeando un mundo acuático. El motivo de esta transformación nos lleva nuevamente al mundo "real".
Su rápida rotación deforma el planeta, y eso incluye a los Océanos, que también se elevan en el ecuador por el mismo motivo, hasta el punto de que los mares ecuatoriales se encuentran unos 8 Kilómetros por encima de sus equivalente polares. Pero sin ella, con la gravedad convertida en la única fuerza que dictara sus normar, las aguas oceánicas migrarían hacia las zonas polares, allí donde esta es más intensa, mientras que nuevas tierras ecuatoriales irían emergiendo. Cuando el proceso terminara el Himborazo (Ecuador) y el Kilimanjaro (Tanzania) se elevarían 13.615 y 12.786 Metros por encima del nivel del mar, conviertiéndose en los puntos más altos del globo.
El proceso empezaría por las regiones polares y las aguas irían avanzando lenta pero imparablemente hacia latitudes más bajas, lo que daría tiempo para que la población pudiera escapar de un destino atroz. Al menos la que hubiera sobrevivido al caos climático y los devastadores terremotos que acompañaría el proceso, el primero debido sobretodo a la desaparición de los patrones de circulación atmosférica que tienen en la rotación terrestre su motor, y el segundo por la recolocación de las placas tectónicas. Posiblemente el lento avance las aguas sería, en un primer momento, lo menos traumático de todo.
Cuando todo terminara La Tierra sería un mundo totalmente diferente al que conocemos, y no solo por el cambio radical en la distribución de las tierras emergidas. Lo que quedara de la Humanidad tendría que hacer frente a un medio mucho menos acogedor del que conocieron. La lucha por la supervivencia, lejos de terminar una vez el planeta se estabilizara de nuevo, no habría hecho sino comenzar.
La velocidad de rotación, que es de 1670 Kilómetros/Hora, se va reduciendo lentamente hasta los Polos, donde es 0.
La Tierra, al igual que el resto de los planetas y grandes satélites, tiene una forma esférica debido al efecto de su propia gravedad, pero la velocidad a la que gira sobre si misma hace que esté ligeramente deformada, del orden de un 0.33%, por lo que alguien situado en uno de los Polos está 21 Kilómetros más cerca del centro del planeta que alguien situado en el Ecuador.
Fruto de todo ello la fuerza del campo gravitatorio es más intenso en las zonas polares y se va debilitando hasta llegar al Ecuador, donde llega a su nivel más bajo...lógicamente el agua debería desplazarse hacia estas primeras, pero la fuerza centrífuga generada por la rotación terrestre actua como contrapeso y lleva a los Océanos a un estado de equilibrio.
La atmósfera terrestre se rige por un complejo sistema, que tiene en el efecto generado por la rotación terrestre uno de sus motores principales gracias al llamado efecto Coriolis...tanto directamente, al impulsar los vientos hacia el Oeste en el Ecuador, como indirectamente, al limitar las horas de luz y oscuridad, y con ello la cantidad de energía térmica recibida en cada momento en cada zona del planeta.
El nacimiento de un nuevo mundo. Cuando todo terminara, La Antartida, Siberia, Canada y parte de los EEUU, así como parte de Argentina y Chile estarían bajo las aguas, al igual que casi toda Europa, de la que solo se mantendría sobre als aguas partes de la península Iberica, Italia y Grecia. En el lado contrario nuevas tierras, hasta ese momento parte del fondo oceánico, saldrían a la superficie. Debido a la diferencia entre la capacidad de un Hemisferio y otro, habría una diferencia de 1.5 Kilómetros en el nivel de las aguas de los nuevos océanos Austral y Boreal.
Modeling the absence of centrifugal force
Nuestra mundo gira sobre si mismo a velocidades que llegan a los 1.667 Kilómetros/Hora en el ecuador, aunque nosotros no tenemos esa sensación, no notamos dicho movimiento por el mismo motivo que no lo notamos cuando viajamos en coche, tren o avión. El resultado es que La Tierra no es totalmente esférica, sino ligeramente elipsoidal, siendo en el ecuador 21 Kilómetros mas ancha que no en los Polos. Puede parecer poca cosa, pero estamos hablando de una diferencia de altura que es más del doble de la del monte Everest.
¿Y si esta se detuviera? De ser algo repentino no quedaría nadie vivo para preocuparse de ello, y posiblemente ni el propio planeta sobreviviría, despedazado por la inercia resultante, así que imaginemos que ocurre de forma más lenta, a lo largo de varias décadas. El resultado sería un mundo muy diferente al que conocemos. Sin rotación afrontaríamos un cambio radical del rostro de La Tierra, que terminaría, según los modelos presentados por Witold Fraczek, del Application Prototype Lab, dividida en tres zonas bien diferenciadas, con dos grandes océanos y un único continente que se extendería a la largo de todo el Ecuador, como un cinturón de tierras emergidas rodeando un mundo acuático. El motivo de esta transformación nos lleva nuevamente al mundo "real".
Su rápida rotación deforma el planeta, y eso incluye a los Océanos, que también se elevan en el ecuador por el mismo motivo, hasta el punto de que los mares ecuatoriales se encuentran unos 8 Kilómetros por encima de sus equivalente polares. Pero sin ella, con la gravedad convertida en la única fuerza que dictara sus normar, las aguas oceánicas migrarían hacia las zonas polares, allí donde esta es más intensa, mientras que nuevas tierras ecuatoriales irían emergiendo. Cuando el proceso terminara el Himborazo (Ecuador) y el Kilimanjaro (Tanzania) se elevarían 13.615 y 12.786 Metros por encima del nivel del mar, conviertiéndose en los puntos más altos del globo.
El proceso empezaría por las regiones polares y las aguas irían avanzando lenta pero imparablemente hacia latitudes más bajas, lo que daría tiempo para que la población pudiera escapar de un destino atroz. Al menos la que hubiera sobrevivido al caos climático y los devastadores terremotos que acompañaría el proceso, el primero debido sobretodo a la desaparición de los patrones de circulación atmosférica que tienen en la rotación terrestre su motor, y el segundo por la recolocación de las placas tectónicas. Posiblemente el lento avance las aguas sería, en un primer momento, lo menos traumático de todo.
Cuando todo terminara La Tierra sería un mundo totalmente diferente al que conocemos, y no solo por el cambio radical en la distribución de las tierras emergidas. Lo que quedara de la Humanidad tendría que hacer frente a un medio mucho menos acogedor del que conocieron. La lucha por la supervivencia, lejos de terminar una vez el planeta se estabilizara de nuevo, no habría hecho sino comenzar.
La velocidad de rotación, que es de 1670 Kilómetros/Hora, se va reduciendo lentamente hasta los Polos, donde es 0.
La Tierra, al igual que el resto de los planetas y grandes satélites, tiene una forma esférica debido al efecto de su propia gravedad, pero la velocidad a la que gira sobre si misma hace que esté ligeramente deformada, del orden de un 0.33%, por lo que alguien situado en uno de los Polos está 21 Kilómetros más cerca del centro del planeta que alguien situado en el Ecuador.
Fruto de todo ello la fuerza del campo gravitatorio es más intenso en las zonas polares y se va debilitando hasta llegar al Ecuador, donde llega a su nivel más bajo...lógicamente el agua debería desplazarse hacia estas primeras, pero la fuerza centrífuga generada por la rotación terrestre actua como contrapeso y lleva a los Océanos a un estado de equilibrio.
La atmósfera terrestre se rige por un complejo sistema, que tiene en el efecto generado por la rotación terrestre uno de sus motores principales gracias al llamado efecto Coriolis...tanto directamente, al impulsar los vientos hacia el Oeste en el Ecuador, como indirectamente, al limitar las horas de luz y oscuridad, y con ello la cantidad de energía térmica recibida en cada momento en cada zona del planeta.
El nacimiento de un nuevo mundo. Cuando todo terminara, La Antartida, Siberia, Canada y parte de los EEUU, así como parte de Argentina y Chile estarían bajo las aguas, al igual que casi toda Europa, de la que solo se mantendría sobre als aguas partes de la península Iberica, Italia y Grecia. En el lado contrario nuevas tierras, hasta ese momento parte del fondo oceánico, saldrían a la superficie. Debido a la diferencia entre la capacidad de un Hemisferio y otro, habría una diferencia de 1.5 Kilómetros en el nivel de las aguas de los nuevos océanos Austral y Boreal.
Modeling the absence of centrifugal force
sábado, febrero 22, 2014
El baile de 100.000 pequeños mundos
Los asteroides nos pueden parecer poco menos que simples y aburridas rocas espaciales, que no deberían tener mayor importancia para nosotros, solo tenidos en cuenta como potenciales amenazas para nuestro planeta, así como, quizás en un futuro a medio y largo plazo, objetos de explotación minera. Sin embargo están lejos de de ser homogéneos, recordando que en realidad nos encontramos ante una gran familia de cuerpos celestes fraccionada en diversos grupos, cada uno de ellos mostrando claras diferencias de composición que delatan una historia para nada tan lineal y previsible como nuestra primera impresión puede hacernos pensar.
En 2008, un grupo de astrónomos dirigido por Alex Parker hizo un estudio de la distribución y extensión de cada una de las familias de asteroides a partir de los datos del Sloan Digital Sky Survey, buscando diferenciar con diversos colores la diversidad de composición y tamaño relativo de hasta 100.000 de ellos, un amplio trabajo que ahora finalmente muestra sus resultados. Así, la conocida como familia de Vesta o Vestoides, considerados fragmentos de este último y que constituyen el 6% del total del Cinturón de Asteroides, se muestran en tonos verdes, mientras que los conocidos como de Clase-C (condritas carbonáceas) lo están en azulados. Más allá, con tonos rojizos, encontramos a los Troyanos, que siguen y preceden a Júpiter en su viaje alrededor del Sol, atrapados en los Puntos de Lagrange L4 y L5 de este planeta.
El resultado es un viaje casi hipnótico, hacia el corazón del reino de los asteroides, sobrecogedor en su belleza y fascinante por lo que nos dice de su compleja naturaleza, mucho más de lo que solemos imaginar sobre estas "simples rocas". En ellos, más que en ningún otro lugar del Sistema Solar, se encuentran los registros de su pasado, de los procesos que le dieron forma y, en definitiva, puede que muchas de las respuestas sobre nuestros orígenes.
Painted Stone: Asteroids in the Sloan Digital Sky Survey
An Incredible Visualization of Asteroids from the Sloan Digital Sky Survey
viernes, febrero 21, 2014
Detectives marcianos
Mars Reconnaissance Orbiter observó a Opportunity como parte de la campaña de estudio de la misteriosa "Pinnacle Island".
Fue durante semanas el gran objetivo de su equipo científico, tomando datos e imágenes, superando las dificultades de estudiar algo tan pequeño cuando tu brazo robótico, a causa del inevitable paso del tiempo, tiene su movilidad muy limitada y es el propio vehículo el que, paso a paso y con mucha paciencia, debe ser colocado en una posición adecuada para lograr colocar sobre el tanto la cámara de visión microscópica como el APSX, en este último caso aún más dificil al necesitar un contacto directo. Por todo ello su estudio se extendió tanto tiempo antes de que se pudiera dar por concluido.
Opportunity no fue, pero, el único que participó en esta inesperado y afortunado descubrimiento, ya que desde varios cientos de Kilómetros por encima de la superficie, la Mars Reconnaissance Orbiter y su potente cámara HiRISE (High Resolution Imaging Science Experiment) también pusieron su gran de arena, no observando directamente el objetivo, lo que evidentemente era imposible por su pequeño tamaño, sino de forma indirecta, observando los terrenos circundantes a la búsqueda de cualquier señal que permitiera explicar el origen de Pinnacle Island, cuya sorprendente aparición en una zona ya fotografiada anteriormente por el rover generó tantas preguntas como posibles explicaciones. Y una de ellas era que hubiera ocurrido un impacto meteórico relativamente cerca, y que esta extraña piedra de corazón rojo y blanco formara parte del material eyectado en el proceso.
Nunca fue una opción a la que se diera muchas posibilidades de ser real, ya que hablariamos de una coincidencia extraodinara, incluso más que la vivida en su aterrizaje, cuando después de rebotar varias decenas de veces en la superficie quedó finalmente parado dentro de un pequeño cráter a pocos metros de estratos rocosos extremadamente interesantes. Se estima que cada año ocurren en Marte varios centenares de eventos meteóricos de este tipo, pero si tenemos en cuenta que su extensión total es el equivalente a todas las tierras emergidas de nuestro planeta resulta evidente lo dificil, por no decir casi imposible, que algo así ocurra justo al lado.
Pero en ciencia hay que poner a prueba e ir descartándo todas las posibles respuesta para encontrar finalmente la verdad, y por ello el equipo de la Mars Reconnaissance Orbiter decidió planificar una nueva observación de la zona donde se encuentra Opportunity, conocida como Murray Ridge, en Solander Point, para buscar cualquier señal de cambio, en especial algún pequeño cráter en las cercanías del rover que antes no estuviera y que se puediera relacionar, por tanto, con la aparición de Pinnacle Island. Las imágenes se tomaron el 14 de Febrero, cuando Opportunity aún se encontraba al lado de esta última, y los resultados, como era previsible, fueron negativos, lo que permitió descartar definitivamente esta hipótesis.
Poco después se resolvía definitivamente su origen, como fruto de la acción de una de sus ruedas. Como vemos, lejos de lo que algunos puedan pensar, esta resolución llegó poco después de buscar y descartar todas las otras opciones, fruto de un amplio trabajo "detectivesco" que implicó tanto al propio rover como a uno de sus compañeros orbitales.
Opportunity (flecha roja) y sus huellas (flechas azules) en las laderas de Solander Point, donde permanece desde hace varios meses a la espera de que pase en Invierno. Ninguna señal de algún cráter reciente aparecía en ella, lo que permitió descartar esta opción.
Mars Reconnaissance Orbiter, un valioso compañero de viaje para los vehículos de superficie.
"Elemental, querida roca"
NASA Mars Orbiter Views Opportunity Rover on Ridge
Fue durante semanas el gran objetivo de su equipo científico, tomando datos e imágenes, superando las dificultades de estudiar algo tan pequeño cuando tu brazo robótico, a causa del inevitable paso del tiempo, tiene su movilidad muy limitada y es el propio vehículo el que, paso a paso y con mucha paciencia, debe ser colocado en una posición adecuada para lograr colocar sobre el tanto la cámara de visión microscópica como el APSX, en este último caso aún más dificil al necesitar un contacto directo. Por todo ello su estudio se extendió tanto tiempo antes de que se pudiera dar por concluido.
Opportunity no fue, pero, el único que participó en esta inesperado y afortunado descubrimiento, ya que desde varios cientos de Kilómetros por encima de la superficie, la Mars Reconnaissance Orbiter y su potente cámara HiRISE (High Resolution Imaging Science Experiment) también pusieron su gran de arena, no observando directamente el objetivo, lo que evidentemente era imposible por su pequeño tamaño, sino de forma indirecta, observando los terrenos circundantes a la búsqueda de cualquier señal que permitiera explicar el origen de Pinnacle Island, cuya sorprendente aparición en una zona ya fotografiada anteriormente por el rover generó tantas preguntas como posibles explicaciones. Y una de ellas era que hubiera ocurrido un impacto meteórico relativamente cerca, y que esta extraña piedra de corazón rojo y blanco formara parte del material eyectado en el proceso.
Nunca fue una opción a la que se diera muchas posibilidades de ser real, ya que hablariamos de una coincidencia extraodinara, incluso más que la vivida en su aterrizaje, cuando después de rebotar varias decenas de veces en la superficie quedó finalmente parado dentro de un pequeño cráter a pocos metros de estratos rocosos extremadamente interesantes. Se estima que cada año ocurren en Marte varios centenares de eventos meteóricos de este tipo, pero si tenemos en cuenta que su extensión total es el equivalente a todas las tierras emergidas de nuestro planeta resulta evidente lo dificil, por no decir casi imposible, que algo así ocurra justo al lado.
Pero en ciencia hay que poner a prueba e ir descartándo todas las posibles respuesta para encontrar finalmente la verdad, y por ello el equipo de la Mars Reconnaissance Orbiter decidió planificar una nueva observación de la zona donde se encuentra Opportunity, conocida como Murray Ridge, en Solander Point, para buscar cualquier señal de cambio, en especial algún pequeño cráter en las cercanías del rover que antes no estuviera y que se puediera relacionar, por tanto, con la aparición de Pinnacle Island. Las imágenes se tomaron el 14 de Febrero, cuando Opportunity aún se encontraba al lado de esta última, y los resultados, como era previsible, fueron negativos, lo que permitió descartar definitivamente esta hipótesis.
Poco después se resolvía definitivamente su origen, como fruto de la acción de una de sus ruedas. Como vemos, lejos de lo que algunos puedan pensar, esta resolución llegó poco después de buscar y descartar todas las otras opciones, fruto de un amplio trabajo "detectivesco" que implicó tanto al propio rover como a uno de sus compañeros orbitales.
Opportunity (flecha roja) y sus huellas (flechas azules) en las laderas de Solander Point, donde permanece desde hace varios meses a la espera de que pase en Invierno. Ninguna señal de algún cráter reciente aparecía en ella, lo que permitió descartar esta opción.
NASA Mars Orbiter Views Opportunity Rover on Ridge
jueves, febrero 20, 2014
Por suaves caminos
"Después de que pasáramos por encima de la duna, comenzamos a conducir en un terreno que se parece a lo que esperábamos a partir de los datos orbitales. Hay menos rocas afiladas, muchas de ellos están sueltas, y en la mayoría de los lugares hay un poco de arena" explica Jim Erickson, del JPL. Buenas noticias para un vehículo tan pesado a la que un suelo más duro y exigente de lo esperado había puesto en una situación ni mucho menos peligrosa pero si preocupante de cara al futuro que aún tiene por delante, cuando quedó patente que sus grandes ruedas de aluminio estaban acumulando un mayor daño del previsto, en especial durante los últimos meses, cuando inció su viaje hacia Aeolis Mons desde Yellowknife Bay.
Desde que se detectó esta situación potencialmente peligrosa se estuvo buscando, con ayuda de las imágenes de la Mars Reconniassance Orbiter, rutas alternativas que mostraran un terreno menos agresivo, sin impedir por ello alcanzar sus futuros objetivos científicos. Y esta se encontró en
A pesar de esta nueva ruta los objetivos de la misión siguen siendo los mismos: Una serie de paradas científica a lo largo del viaje como plan a corto plazo, y la futura investigación de las faldas del Aeolis Mons, donde los minerales relacionados con la presencia de agua se han detectado desde la órbita. Por todo ello no será siempre posible esquivar los terrenos más complicados, por lo que Curiosity realizó recientemente, como parte de la puesta a prueba de nuevas técnicas de conducción desarrolladas y probadas en La Tierra, el primer desplazamiento de largo recorrido conduciendo marcha atrás, que podrían ayudar a disminuir los daños en sus ruedas cuando, tarde o temprano, afronte de nuevo terrenos llenos de rocas afiladas.
"Hemos cambiado nuestro enfoque para llegar a las laderas de Aeolis Mons, evaluando diferentes rutas posibles y diferentes puntos de entrada a la zona de destino", dijo Erickson. "No hay ruta una perfecta, tenemos que pensar en la mejor de las imperfectas". Gale es un lugar extraño, complejo y lleno de lugares dignos de estudio, como se demostró con los descubrimientos realizados apenas se aterrizó en el, demostrando que su elección por delante de otros puntos de planeta no estaba equivocada. Pero nadie dijo que nos ofrecería sus tesoros facilmente.
La nueva ruta de Curiosity, desde Dingo Gap, hasta su próximo objetivo científico, Kimberley, una intersección de diversos estratos rocosos.
Curiosity Adds Reverse Driving for Wheel Protection
miércoles, febrero 19, 2014
Una visión en conjunto
Sabemos que vivimos todos en un mismo mundo, somos conscientes de ser todos habitantes de un pequeño y azulado planeta perdido en la oscuridad, pero la mayor parte del tiempo esa maravillosa sensación permanece olvidada en nuestras mentes, perdida bajo un océano de pensamientos y preocupaciones más mundadas. Al fin y al cabo no deja de ser un concepto, una idea, ya que carecemos de una visión global, de la posibilidad de vernos desde la distancia.Tenemos inumerables imágenes que nos ofrecen esta posibilidad, que nos hacen sentir una sensación parecida pero nunca igual. Por maravillosas que sean, por detalladas que resulten, nada puede remplazar a tus propios ojos.
Unos pocos hombres y mujeres han tenido la posibilidad de viajar al espacio y ver a La Tierra como un todo, y para todos ellos fue una experiencia casi mística, hasta cierto punto una "iluminación" que les cambió para siempre. Regresaron con la sensación de haber entendido, quizás por primera vez en toda su extensión, lo que somos y el lugar que ocupamos en el Universo, y así como la necesidad de proteger a este pequeño planeta, de momento nuestro único hogar.
Las palabras, incluso acompañadas por imágenes de aquello que vieron, posiblemente no son suficientes para transmitir esta visión de conjunto, ese sentimiento de ser un solo pueblo, una sola civilización, una sola especie del que, a pesar de todo lo que hemos avanzado, seguimos careciendo y que tantas problemas habría evitado de estar más presente. Quizás en unos siglos, cuando la Humanidad se haya expandido más allá de La Tierra, este llegará por si mismo, como una consecuencia lógica de nuestro viaje hacia las estrellas. Pero de momento, aunque solo sea de una forma superficial, dejemos que los testimonios de estos elegidos nos hagan sentido nuevamente parte de un todo. Aunque solo sea por unos minutos.
OVERVIEW – Visión de Conjunto
martes, febrero 18, 2014
Una estrella llamada Gaia
Fotografiando a este telescopio espacial desde La Tierra como apoyo a su misión.
Poder conocer la posición exacta de una sonda una vez se aleja definitivamente no es algo sencillo, aunque gracias a sus emisiones de radio es posible hacer un calculo aproximado, complementado por las propias observaciones del ingenio espacial, especialmente de la posición de ciertas estrellas de referencia que permite extrapolar su trayectoria. Un conjunto de datos que permite tener una referencia lo suficientemente clara para aquellos que deben dirigirla a sus respectivos objetivos, algo que suelen hacer con notable acierto, como hemos sido testigos en numerables ocasiones. Pero no por ello deja de ser uno de los grandes desafíos de los vuelos interplanetarios.
El telescopio espacial Gaia, situado actualmente en el Punto de Lagrange L2, a 1.5 Millones de Kilómetros de La Tierra, no necesita ya tales ajustes de trayectoria, una vez en órbita alrededor de esta zona donde las diversas fuerzas gravitatorios interaccionan entre ellas para generar un punto de estabilidad de valor incalculable para este tipo de observatorios celestes. Pero a pesar de ello, y como consecuencia de su misión de cartografía estelar, necesita determinar la ubicación de las estrellas con un grado de precisión extraordinario, el equivalente al que sería necesario para detectar desde nuestro planeta una moneda de Euro posada sobre la superficie de la Luna. Lo que implica que debe señalarse con tremenda exactitud su posición a cada momento, incluso más que en el caso de las sondas.
Pero Gaia goza de la ventaja de estar relativamente cerca de nosotros y que su propia configuración, como es el gran parasol, con un diámetro de unos 10 Metros, refleja la suficiente luz para hacer posible verlo directamente. No es sencillo, ya que su brillo es 1.000.000 de veces más débil que el límite observable por el ojo humano, pero aún así está al alcance de los observatorios terrestres, lo que permite que una red de pequeños y medianos telescopios lo este monitorizando a diario para determinar su posición en el firmamento. Estos datos se envían al Centro de Operaciones Espaciales de la ESA para reconstruir su posición y desplazamiento, con una precisión de 150 metros y 2.5 mm/s respectivamente.
Un ejemplo de este esfuerzo desde tierra, no tan conocido como debería, son estas 2 imágenes, tomadas con un intervalo de 6.5 minutos el pasado día 23 de enero desde Observatorio Austral Europeo. A pesar de ser extremadamente tenue, como podemos ver si lo comparamos con las estrellas que aparecen de fondo, brilla lo suficiente para verlo con claridad. Estas y muchas otras fotografías son una de las columnas básicas sobre las que se asienta esta misión, destinada a revolucionar nuestro conocimiento del pasado y presente de las Vía Láctea, creando un mapa tridimensional de 1000 millones de estrellas. Sin ellas el trabajo sería mucho más complicado.
Gaia, un pequeño observatorio muy lejos de nosotros, pero al mismo tiempo tan cerca como para poder verlo directamente, en especial gracias al gran parasol que protege a sus sensibles instrumentos de la luz solar, reflejando la suficiente como para convertir a este telescopio en una tenue estrella.
¿Donde está Gaia?
Poder conocer la posición exacta de una sonda una vez se aleja definitivamente no es algo sencillo, aunque gracias a sus emisiones de radio es posible hacer un calculo aproximado, complementado por las propias observaciones del ingenio espacial, especialmente de la posición de ciertas estrellas de referencia que permite extrapolar su trayectoria. Un conjunto de datos que permite tener una referencia lo suficientemente clara para aquellos que deben dirigirla a sus respectivos objetivos, algo que suelen hacer con notable acierto, como hemos sido testigos en numerables ocasiones. Pero no por ello deja de ser uno de los grandes desafíos de los vuelos interplanetarios.
El telescopio espacial Gaia, situado actualmente en el Punto de Lagrange L2, a 1.5 Millones de Kilómetros de La Tierra, no necesita ya tales ajustes de trayectoria, una vez en órbita alrededor de esta zona donde las diversas fuerzas gravitatorios interaccionan entre ellas para generar un punto de estabilidad de valor incalculable para este tipo de observatorios celestes. Pero a pesar de ello, y como consecuencia de su misión de cartografía estelar, necesita determinar la ubicación de las estrellas con un grado de precisión extraordinario, el equivalente al que sería necesario para detectar desde nuestro planeta una moneda de Euro posada sobre la superficie de la Luna. Lo que implica que debe señalarse con tremenda exactitud su posición a cada momento, incluso más que en el caso de las sondas.
Pero Gaia goza de la ventaja de estar relativamente cerca de nosotros y que su propia configuración, como es el gran parasol, con un diámetro de unos 10 Metros, refleja la suficiente luz para hacer posible verlo directamente. No es sencillo, ya que su brillo es 1.000.000 de veces más débil que el límite observable por el ojo humano, pero aún así está al alcance de los observatorios terrestres, lo que permite que una red de pequeños y medianos telescopios lo este monitorizando a diario para determinar su posición en el firmamento. Estos datos se envían al Centro de Operaciones Espaciales de la ESA para reconstruir su posición y desplazamiento, con una precisión de 150 metros y 2.5 mm/s respectivamente.
Un ejemplo de este esfuerzo desde tierra, no tan conocido como debería, son estas 2 imágenes, tomadas con un intervalo de 6.5 minutos el pasado día 23 de enero desde Observatorio Austral Europeo. A pesar de ser extremadamente tenue, como podemos ver si lo comparamos con las estrellas que aparecen de fondo, brilla lo suficiente para verlo con claridad. Estas y muchas otras fotografías son una de las columnas básicas sobre las que se asienta esta misión, destinada a revolucionar nuestro conocimiento del pasado y presente de las Vía Láctea, creando un mapa tridimensional de 1000 millones de estrellas. Sin ellas el trabajo sería mucho más complicado.
Gaia, un pequeño observatorio muy lejos de nosotros, pero al mismo tiempo tan cerca como para poder verlo directamente, en especial gracias al gran parasol que protege a sus sensibles instrumentos de la luz solar, reflejando la suficiente como para convertir a este telescopio en una tenue estrella.
¿Donde está Gaia?
lunes, febrero 17, 2014
Pequeñas rocas misteriosas
Opportunity concluye el estudio de Pinnacle Island resolviendo su punto de origen.
Posiblemente nadie podría imaginar que en el 10º aniversario de su llegada a Marte una pequeña roca, de apenas 4 Centímetros de diámetro, se convertiría en la gran protagonista, tanto para los científicos de la misión como para algunos medios de comunicación, incluidas algunas delirantes conspiranoias que han tenido más peso en estos últimos que las informaciones serias. Motivos no faltaron para tanta atención, ya que no solo tenía un aspecto realmente curioso (bordes blancos con un centro rojizo) sino que apareció repentinamente cuando imágenes anteriores de la misma zona no mostraban nada. Incluso gente como John Callas y Steve Squyres no dejaron de sorprenderse.
Por todo ello las últimas semanas Opportunity estuvo completamente centrado en la conocida como Pinnacle Island, tomándose su tiempo, ya que tanto el pequeño tamaño del objetivo como las limitaciones en la movilidad de su brazo robótico hizo de la toma de imágenes detalladas con su cámara de visión microscópica y su análisis con el APXS (Alpha particle X-ray spectrometer) una tarea lenta y laboriosa. Una campaña que finalmente se dió por concluida recientemente.
En lo que respecta a su composición los datos del APXS revelaron altos niveles de elementos como el Manganeso y el Azufre, lo que sugiere que estos ingredientes, que son solubles en agua, fueron concentrados en esta roca por esta última:"Pudo haber ocurrido justo bajo la superficie hace relativamente poco tiempo, o pudo haber sucedido a mayor profundidad bajo tierra hace mucho tiempo y luego, por casualidad, la erosión removió el material sobre ella y la hizo accesible a nuestras ruedas", explicó Ray Arvidson, científico de la misión. Quizás nuevos estudios basados en estos mismos datos ofrezcan en el futuro nueva luz sobre el tema.
Pero donde si parece haberse resuelto el misterio es en su origen. Y la explicación que inicialmente se dio por más probable, y que señalaba que el propio rover, al maniobrar (una de sus ruedas no puede cambiar de orientación como las otras, por lo que al girar "barre" el terreno) la había movido de su posición original, era la correcta. "Una vez que movimos a Opportunity una corta distancia, después de inspeccionarla, pudimos ver otra roca volcada directamente cuesta arriba que tenía el mismo aspecto inusual. Nos desplazamos sobre ella. Podemos ver el rastro. De aquí provino Pinnacle Island".
Tal como le ocurrió a Spirit, cuya rueda ya fuera de servicio, al ser arrastrada por el rover, dejó al descubierto un gran depósitos de sales directamente relacionada con el agua, haciendo así su mayor descubrimiento, Opportunity, también gracias a una rueda con su capacidad de maniobra reducida (aunque aún operativa), hizo una de sus hallazgos más notables. Un curioso destino en común.
Con lo peor del Invierno ya superado (el Solsticio ocurrió este pasado 14 de Febrero), con los niveles de energía en aumento, y con episodios de limpieza de paneles solares por parte de ráfagas de viento que han acelerado el proceso, Opportunity sigue ahora su camino, con el objetivo se aproximarse al que parece su nuevo objetivo, un borde salpicado de piedras conocido Escarpadura McClure-Beverlin. Detrás queda ya una pequeña roca, de corazón blanco y rojo, que tanto dió que hablar y que seguramente seguirá haciéndolo a medida que se analicen los datos con mayor profundidad.
El principio del misterio: Pinnacle Island aparece de la nada.
Pinnacle Island (parte inferior izquierda) y su punto de origen, en la parte superior. Opportunity maniobró sobre esta última, como revelan las profundas huellas dejadas en la zona, y la rueda delantera derecha, inmóvil, golpeó y rompió la roca original cuando el rover giró.
El próximo objetivo de Opportunity, McClure-Beverlin, en honor a los ingenieros Jack Beverlin y Bill McClure, quienes el 14 de febrero de 1969 salvaron poniendo el peligro sus vidas, la segunda misión exitosa de la NASA a Marte, la Mariner 6, cuando el vehículo de lanzamiento tuvo problemas de presión en la plataforma de lanzamiento.
El camino de Opportunity hasta su encuentro con Pinnacle Island.
Mars Rover Heads Uphill After Solving 'Doughnut' Riddle
Posiblemente nadie podría imaginar que en el 10º aniversario de su llegada a Marte una pequeña roca, de apenas 4 Centímetros de diámetro, se convertiría en la gran protagonista, tanto para los científicos de la misión como para algunos medios de comunicación, incluidas algunas delirantes conspiranoias que han tenido más peso en estos últimos que las informaciones serias. Motivos no faltaron para tanta atención, ya que no solo tenía un aspecto realmente curioso (bordes blancos con un centro rojizo) sino que apareció repentinamente cuando imágenes anteriores de la misma zona no mostraban nada. Incluso gente como John Callas y Steve Squyres no dejaron de sorprenderse.
Por todo ello las últimas semanas Opportunity estuvo completamente centrado en la conocida como Pinnacle Island, tomándose su tiempo, ya que tanto el pequeño tamaño del objetivo como las limitaciones en la movilidad de su brazo robótico hizo de la toma de imágenes detalladas con su cámara de visión microscópica y su análisis con el APXS (Alpha particle X-ray spectrometer) una tarea lenta y laboriosa. Una campaña que finalmente se dió por concluida recientemente.
En lo que respecta a su composición los datos del APXS revelaron altos niveles de elementos como el Manganeso y el Azufre, lo que sugiere que estos ingredientes, que son solubles en agua, fueron concentrados en esta roca por esta última:"Pudo haber ocurrido justo bajo la superficie hace relativamente poco tiempo, o pudo haber sucedido a mayor profundidad bajo tierra hace mucho tiempo y luego, por casualidad, la erosión removió el material sobre ella y la hizo accesible a nuestras ruedas", explicó Ray Arvidson, científico de la misión. Quizás nuevos estudios basados en estos mismos datos ofrezcan en el futuro nueva luz sobre el tema.
Pero donde si parece haberse resuelto el misterio es en su origen. Y la explicación que inicialmente se dio por más probable, y que señalaba que el propio rover, al maniobrar (una de sus ruedas no puede cambiar de orientación como las otras, por lo que al girar "barre" el terreno) la había movido de su posición original, era la correcta. "Una vez que movimos a Opportunity una corta distancia, después de inspeccionarla, pudimos ver otra roca volcada directamente cuesta arriba que tenía el mismo aspecto inusual. Nos desplazamos sobre ella. Podemos ver el rastro. De aquí provino Pinnacle Island".
Tal como le ocurrió a Spirit, cuya rueda ya fuera de servicio, al ser arrastrada por el rover, dejó al descubierto un gran depósitos de sales directamente relacionada con el agua, haciendo así su mayor descubrimiento, Opportunity, también gracias a una rueda con su capacidad de maniobra reducida (aunque aún operativa), hizo una de sus hallazgos más notables. Un curioso destino en común.
Con lo peor del Invierno ya superado (el Solsticio ocurrió este pasado 14 de Febrero), con los niveles de energía en aumento, y con episodios de limpieza de paneles solares por parte de ráfagas de viento que han acelerado el proceso, Opportunity sigue ahora su camino, con el objetivo se aproximarse al que parece su nuevo objetivo, un borde salpicado de piedras conocido Escarpadura McClure-Beverlin. Detrás queda ya una pequeña roca, de corazón blanco y rojo, que tanto dió que hablar y que seguramente seguirá haciéndolo a medida que se analicen los datos con mayor profundidad.
El principio del misterio: Pinnacle Island aparece de la nada.
Pinnacle Island (parte inferior izquierda) y su punto de origen, en la parte superior. Opportunity maniobró sobre esta última, como revelan las profundas huellas dejadas en la zona, y la rueda delantera derecha, inmóvil, golpeó y rompió la roca original cuando el rover giró.
El próximo objetivo de Opportunity, McClure-Beverlin, en honor a los ingenieros Jack Beverlin y Bill McClure, quienes el 14 de febrero de 1969 salvaron poniendo el peligro sus vidas, la segunda misión exitosa de la NASA a Marte, la Mariner 6, cuando el vehículo de lanzamiento tuvo problemas de presión en la plataforma de lanzamiento.
El camino de Opportunity hasta su encuentro con Pinnacle Island.
Mars Rover Heads Uphill After Solving 'Doughnut' Riddle