domingo, noviembre 27, 2011

Más allá de las imágenes

Las imágenes son la parte más espectacular de cualquier misión espacial, la que nos permite soñar que pisar otros mundos, y aquella que llega de forma más al gran público, en ocasiones para crítica de ciertos sectores, que no entienden de que puede servir "fotografíar rocas". Sin embargo, como sabemos, estas son solo una parte del total de la información que se envía a La Tierra, y normalmente ni tan solo es, desde el punto de vista científico, la más revelantes...

Si hace unos días podíamos observar, en un post anterior, la cara oculta de la Luna en una panorámica a alta resolución, ahora volvemos a ese lado de nuestro satélite, para verlo de una forma algo diferente pero mucho más revelador sobre su torturado rostro: A partir de los datos enviados por el altímetro laser de la Lunar Reconnaissance Orbiter.

Conocido como LOLA (Lunar Orbiter Laser Altimeter), este instrumento lanza una serie de disparos laser (cada uno de ellos divididos en 5 por el Diffractive Optical Element o DOE) contra la superficie, y el posterior reflejo permite extraer muchísima información, posiblemente más que de las propias imágenes, como la elevación (a partir el tiempo de retorno), la rugosidad (a partir del grado dispersión) y el brillo (midiendo los niveles de energía) del terreno...

La imagen, resultado pués del trabajo de LOLA, nos muestra la orografía de la cara oculta, es decir las irregularidades del terreno, marcadas en diferentes colores...Azules y Verdes las zonas más profundas, Naranjas, Rojas y Blancas las más elevadas. El resultado es realmente revelador, y nos enseña el rostro de esa parte de La Luna mucho mejor que la de cualquier fotografía.

De todo el conjunto destaca la enorme mancha azulada situada en la parte inferior del disco lunar, y que corresponde a la Aitken, una cuenca de impacto de 2500 Kilómetros de diámetro y 12 de profundidad, la segunda mayor del Sistema Solar...si en las imágenes ópticas esta resulta poco visible, con este mapa topográfico se revela con toda su espectacularidad.

Todo un ejemplo de que no siempre (y, de hecho, relativamente pocas veces) lo que vemos con nuestros ojos es el mejor camino para conocer un lugar lejano, por no hablar ya de otro mundo.


El funcionamiento de LOLA, con el que la Lunar Reconnaissance Orbiter mide la orografía selenita.

A Colorful Side of the Moon

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