domingo, noviembre 01, 2020

Los fantasmas de la noche eterna

Un mundo como la Tierra vagando entre las estrellas.

Cuando pensamos en planetas, asumimos como algo normal que estén en órbita alrededor de una estrella, que forman parte de un sistema estelar más o menos amplio, y ciertamente esa es la realidad en la inmensa mayoría de los casos conocidos. Pero los modelos de formación planetaria también indica que no pocos deben flotar libres en el espacio interestelar, seguramente expulsados de su sistema planetario de origen en el inicio de su existencia por el caos gravitatorio y desplazamientos orbitales que deben ocurrir en esa fase temprana. 

Nuestro Sistema Solar no es una excepción, y se cree que los gigantes exteriores, desde Júpiter hasta Neptuno, no orbitan al Sol en la misma región donde nacieron. Se desplazaron durante su juventud, y quizás provocaron la expulsión de algún planeta ahora perdido, tan lejos que seguimos sin descubrirlo (como el hipotético planeta 9) o directamente lanzado hacia las estrellas. No es una suposición, ya que estos últimos años se han descubierto varios de ellos, todos gigantes. Las tinieblas son un lugar concurrido.

Descubrirlos no es sencillo. No reflejan ninguna luz de su Sol, porque no tienen ninguno, y por tanto pueden ser casi tan gélidos como el espacio que los rodea, a no ser que sea tan grande que aún emita algo de radiación infrarroja acumulada durante su formación. Y por eso mismo técnicas como el tránsito o el movimiento orbital tampoco sirven. Son como fantasmas. La única forma efectiva para encontrarlos es con las llamadas microlentes gravitatorias, en que el paso de un planeta invisible por delante de una estrella vista desde la Tierra, provoca un pico del resplandor de esta última, ya que provoca un "efecto lupa" cósmico.

Y es gracias a ello que ahora hemos encontrado, o al menos es candidato a ello, el planeta errante más pequeño conocido, de la masa de la tierra o puede que incluso inferior, acercándose a la de Marte. Con la denominación técnica de OGLE-2016-BLG-1928 (en referencia al proyecto polaco de observación celeste OGLE), provocó un evento de unos 42 minutos, realmente fugaz a escala cósmica, lo que permitió deducir su pequeño tamaño. Igualmente se descartó que estuviera cerca de cualquier estrella conocida y que formara parte de su sistema planetario. Eso dejó un único escenario plausible, la de un planeta desligado de cualquier sistema y que flota libre en la galaxia.

El descubrimiento resulta interesante porque las actuales teorías sobre la expulsión de planetas de sistemas estelares, especialmente durante sus turbulentos inicios, indica que la mayoría deberían ser de tipo terrestre, más pequeños que nuestro planeta. El hallazgo refuerza esta idea, tan difícil de comprobar dada la dificultad intrínseca para encontrarlos, y con ello se abre un escenario donde existen otras Tierras, que no tuvieron la oportunidad de vivir bajo la cálida luz de un Sol, y ahora vagan por el océano estelar, congeladas en el tiempo, cubiertas por un manto eterno de oscuridad que durará hasta el final de los tiempos y bajo un cielo siempre lleno de estrellas. Una de ellas, quizás, la que un día la vio nacer.

El efecto de microlente gravitatoria que permitió este descubrimiento. El planeta errante cruzó por delate de una estrella de fondo, provocando un aumento en su resplandor.

Una galaxia llena de mundo perdidos.

Ahí fuera, en las tinieblas, viajan mundos sumidos en una noche eterna, que permanecerán congelados y silenciosos hasta el fin de los tiempos. Solo podemos imaginar como sería poner el pie en uno de ellos y mirar hacia Firmamento.

An Earth-sized rogue planet discovered in the Milky Way

No hay comentarios:

Publicar un comentario