Recientemente Venus se convirtió en el centro de interés no solo de los astrónomos, sino del público en general. Y no es para menos, ya que el descubrimiento de fosfina en la atmósfera del planeta, un elemento principalmente asociado a la vida y del que no conocemos procesos no biológicos capaces de producirlo en cantidades tan significativas como las anunciadas por sus descubridores, convirtió de repente este mundo infernal en un inesperado candidato biológico. No se debe, sin embargo, dar nada por hecho. Las mediciones están al límite de la capacidad de detección, y la incertidumbre es grande.
En cualquier otra circunstancia eso implicaría años de discusión, puesto que no hay ninguna misión interplanetaria en desarrollo que tenga actualmente a este planeta en su punto de mira, al menos en un futuro reciente. Marte, como un potente imán, nos sigue atrayendo con mayor fuerza. Pero el destino parece haberse puesto de nuestro lado por una vez, ya que si existe una sonda en camino. No en camino a Venus, sino a Mercurio, pero que tiene previsto dos sobrevuelos del primer para ajustar su trayectoria para alcanzar el segundo. En todo este ruido mediático nos habíamos olvidado de la BepiColombo.
Será este 15 de Octubre cuando la misión europea-japonesa pase cerca de Venus, a unos 10.663 kilómetros de distancia. No debería haber sido más que un sobrevuelo técnico, donde se tomarían datos, pero más para poner a prueba sus instrumentos que para realizar una auténtica campaña de exploración. Pero ahora las cosas han cambiado, y esta visita adquiere una gran transcendencia. ¿Nos dará dar una respuesta a la presencia de fosfina? la clave podría estar en MERTIS (Mercury Radiometer and Thermal Infrared Spectrometer).
Diseñado para analizar la composición de la superficie de Mercurio, MERTIS podría ser capaz de detectar la fosfina atmosférica, si que es que esta existe realmente, eliminando cualquier duda, que siguen estando presente pese a todo. Estaríamos hablando de una detección en el mismo límite de su capacidad de detección, por lo que una negativa no sería definitiva. Es más, en Agosto de 2021se aproximará mucho más, apenas a 550 kilómetros por encima de su capa de nubes, por las que las opciones de detección serán incluso mejores. El 15 de Octubre marca la primera de las dos oportunidades que tenemos.
Pero si BepiColombo verifica que hay fosfina en la atmósfera de Venus se abrirían un abanico de posibilidades. No significaría automáticamente que existe un proceso biológico detrás de su presencia, pero si representaría la confirmación de que una reacción química que no podemos explicar fácilmente está ocurriendo en un lugar donde no debería ocurrir. Si la causa resulta ser el resultado de un proceso químico previamente desconocido, posiblemente único, sería interesante. Si resultara ser causado por algún tipo de vida, significaría que no estamos solos en el universo. Y lo aprenderíamos en el lugar más inesperado. Las posibilidades quizás son muy pequeñas realmente, pero que no sean cero es lo que lo hace tan emocionante.
MERTIS, la clave para intentar dar una respuesta al misterio venusiano, diseñado para estudiar Mercurio, pero que tendrá ahora una tremenda responsabilidad antes de tiempo.
Pensando en este asunto. La vida en venus es algo en extremo improbable, eso lo tenemos muy claro si lo comparamos con lo que sabemos de lo que requiere la vida en nuestro planeta para florecer, pero si por alguna circunstancia se descubriera que si hay vida en venus, aun bacteriana, las implicaciones para nuestra busqueda de vida en el universo se eleva a un nivel exponencial. Si en un sistema solar como hay millones, la vida surge en 2 planetas de manera independiente (y en uno de ellos en un ambiente extremadamente hostil) redefine completamente donde buscar la vida. y que las probabilidades de que aparezca en los sistemas muy pero muy altas.
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