jueves, enero 02, 2020

Postales de despedida

El primer cometa interestelar inicia su viaje sin retorno a las estrellas.

No es el primer ni será el última, ya que podemos estar seguros que infinidad de ellos nos visitado hasta ahora y seguirán haciéndolo en el futuro. Incluso es posible que actualmente los haya a nuestro alrededor, simplemente demasiado lejos y tenues para ser vistos. Por tanto la definición "primero" hay que entenderá bajo un concepto puramente humano, de ser el primero que hemos identificado, con una seguridad casi absoluta, como tal. De ahí su importancia. Es pequeño y no parece diferenciarse, ni en comportamiento ni en composición, de los cometas "autóctonos", pero el saber que proviene de otra estrella, de otro Sol, lo hace realmente especial.

El cometa Borisov, descubierto en su trayecto de aproximación, y cuya velocidad lo hace estar completamente desligado del Sistema Solar, realizó su sobrevuelo del Sol a principios de Diciembre. Un encuentro del que no se estaba seguro de su supervivencia, dado que los últimos cálculos han permitido determinar que es diminuto, apenas unos cientos de metros, con seguridad por debajo del medio kilómetro. Pero lo hizo, y ahora se encuentra ya de regreso a la oscuridad de donde vino. Y es al Hubble al que debemos esto, gracias a las imágenes que nos está ofreciendo de este acontecimiento, antes y después.

"El Hubble nos da el probable límite superior del tamaño del núcleo de Borisov, que es la parte realmente importante del cometa", explica Jewitt, profesor de ciencias planetarias y astronomía de la UCLA. "Sorprendentemente, nuestras imágenes del Hubble muestran que su núcleo es 15 veces más pequeño de lo que las investigaciones anteriores sugirieron que podría ser. Muestran que el radio es más pequeño del medio kilómetro. Conocer el tamaño es potencialmente útil para comenzar a estimar qué tan común tales objetos pueden ser en el Sistema Solar y nuestra galaxia. Borisov es el primer cometa interestelar conocido, y nos gustaría saber cuántos otros hay".

Tamaño, composición y comportamiento son los mismos que los "nuestros", lo que lejos de ser una decepción para los que esperaban algo diferente, resulta intrigante, ya que implica que los mismos procesos que dieron forma a nuestro Sistema Solar, y con ello a nosotros mismos, se dieron en otras estrellas. Y el no sabernos especiales es una puerta abierta a posibilidades infinitas.

A mediados de 2020, el cometa ya habrá sobrepasado la órbita de Júpiter, y lentamente se irá apagando de nuevo, a medida que la disminución de la luz solar haga que las temperaturas bajen cada vez más, hasta dormirse de nuevo, quizás para siempre, quizás hasta el día en que se aproxime a otra estrella.

El antes y después del encuentro de Borilov con el Sol, con las imágenes coloreadas de azul para distinguir mejor los detalles. La franja blanca que vemos en la fotografía de la derecha es la galaxia 2MASX J10500165-0152029.

El fugaz viaje de Borilov por nuestro sistema planeta, tan rápido (unos 170.000 kilómetros/hora) que el Sol no puede atraparlo, solo alterar ligeramente su trayectoria.

Interstellar Comet 2I/Borisov Swings Past Sun

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