La gigante roja, con el brillo más bajo de las últimas décadas.
La constelación de Orión es posiblemente la más famosa y conocida de todas estas artificiales construcciones mentales que la Humanidad proyecta en el Firmamento. Y no es difícil entender el motivo, porque a diferencia de otras, cuya unión parece más forzada y necesita de la buena voluntad del observador, el cazador de la mitología griega se nos aparece de forma automática en nuestra mente. Su figura tan definida, con un cinturón de tres estrellas en línea en su centro, rodeada de otras cuatro de notable brillo. Todo ello magnificado con el hecho de que una de ellas tiene un color rojizo claramente apreciable para el ojo humano. En definitiva, un hermoso cuadro celeste.
Sin embargo la vida de las estrellas es compleja, y en último término también ellas llegan a su final, más o menos espectacular dependiendo de su masa. Y este es el caso de esa estrella rojiza ya mencionada, conocida como Betelgeuse, hermosa desde la distancia, pero que es en realidad la historia de una muerte inminente, hace tiempo dejó atrás su fase estable al agotar el hidrógeno interno, y que actualmente, hinchada hasta un tamaño centenares de veces al que tenía en el pasado, es un astro inestable que podría convertirse en supernova en cualquier momento.
Y recientemente estamos asistiendo a una de esas señales que nos recuerdan la naturaleza agoniza de lo que nos parece una hermosa estrella, ya que actualmente su brillo a disminuido de forma apreciable, alrededor de una magnitud, lo que es ciertamente mucho, y quedando muy cerca del resplandor de su vecina Aldebarán. Es habitual que este tipo de estrellas muestran variaciones de brillo, y seguramente terminará por recuperarse, pero la profundidad y duración de esta, la mayor en décadas, nos recuerda nuevamente que Betelgeuse es una estrella al final de su existencia, pulsando frenéticamente ante el caos interno que sufre.
Y cuando su corazón finalmente se detenga, se convertirá en una supernova que iluminará nuestros cielos, con un brillo espectacular, pero por suerte aún lo suficientemente lejos para quedar fuera de la zona letal, unos 50 años-luz alrededor de ella, donde cualquier hipotética vida quedará aniquilada ante la oleada de radiación. Puede ocurrir hoy, mañana o en unos cientos de miles de años. La escala de tiempo para estos eventos transcurre es diferente al de nuestra fugaz existencia. Pero cuando esto ocurra, será el evento astronómico más maravilloso que la Humanidad habrá presenciado.
Imaginando el brillo de Betelgeuse una vez convertida en supernova en nuestro firmamento
Betelgeuse es una supergigante roja, una estrella que una vez fuera de la secuencia principal se ha hinchado hasta adquirir dimensiones monstruosas, dentro de la cual cabrían las órbitas de la Tierra y Marte. Es la fase previa a la explosión.
Las fluctuaciones en su brillo son habituales, fruto de su naturaleza inestable, pero ahora afronta la disminución de brillo más notable en décadas.
Waiting for Betelgeuse: What’s Up with the Tempestuous Star?
Teniendo en cuenta que la luz de las estrellas lejanas tarda años en llegarnos a la tierra, podría haber estallado ya y todavía no nos ha llegado el efecto?
ResponderEliminarGracias y Felices Fiestas
Podría ser, si. Siempre miramos las estrellas en diferido, por decirlo de alguna forma.
ResponderEliminarFelices fiestas a ti también
497-98 años difieren lo que pasa allí de lo que vemos aquí, la relatividad einsteiniana del Tiempo, la luz de Betelgeuse es la que envío cuando en la Tierra Kepler no había nacido, año de gracia 1522.
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