martes, diciembre 10, 2019

El fantasma perdido

Se cumplen 20 años de la pérdida de la Polar Lander.

Nada es más agradable que hablar de éxitos, de triunfales aterrizajes en otro mundo y de hazañas de exploración que llegaron a buen puerto. Sin embargo, como sabemos, el camino del éxito se construye con los restos del fracaso, y en eso Marte tiene un amplio historial, aunque el décadas recientes hayan predominado los primeros de forma clara. Una época en general triunfal, especialmente para la NASA, que nació de las lecciones de un pasado menos luminoso.

La Mars Polar Lander, junto con la Mars Climate Orbiter, representó un gran esfuerzo para la agencia espacial estadounidense, un proyecto costoso y muy ambiciosos que quería, en 1998, seguir la senda abierta por el éxito, hasta cierto punto inesperado, por la Mars Pathfinder. Una apuesta para dar un salto adelante en la exploración del planeta rojo, pero que estuvo a punto de representar su final. La catastrófica pérdida de ambos puso patas arriba el programa marciano, haciendo abandonar todo gran proyecto, dejando a la NASA casi fuera de combate. El renacimiento llegaría en forma de sondas más modestas, como la Mars Odissey, y los igualmente modestos rovers Spirit y Opportunity. Solo con Curiosity llegaríamos de nuevo a este punto perdido 20 años antes.

Mientras que la causa de la pérdida de la Mars Climate Orbiter se terminó conociendo, sacando a la luz uno de los errores de planificación más ridículos de la historia, el destino de la Mars Polar Lander sigue sin ser conocido pasadas 2 décadas. Y en el sentido literal, ya que ni la Mars Surveyor ni la potente Mars Reconnaissance Orbiter, cuyos sistemas ópticos rastrearon la región hacia donde se dirigió en su descenso, la encontraron de forma definitiva, más allá de pistas no confirmadas. Aún hoy sigue siendo sin ser encontrada.

Que le pudo ocurrir después de que se cortaran las comunicaciones 10 minutos antes del momento previsto del contacto con la superficie sigue sin explicarse, aunque hoy día se considera probable que una falsa señal hiciera que sus impulsores se apagaran mucho antes de lo que deberían hacerlo, y se terminara estrellando como un meteorito, desintegrándose casi por completo. Aunque la señal de tal evento debería haber dejado un rastro visible, que no es el caso de momento. La búsqueda continúa.

Sería la Mars Phoenix la que tomaría el testigo, llevando algunos de los instrumentos que en su momento se perdieron. De ahí en nombre, como el ave mitológica que moría para renacer de sus cenizas, y que no fue elegido por casualidad. Que se recordara de esta forma tantos años después es un testimonio de que la gran herida causada en el corazón de todos aquellos que vivieron y participaron en ese proyecto. Una herida solo terminará de curarse del todo el día que sus restos sean encontrados. Hasta que ese día llegue seguirá siendo un fantasma incapaz de descansar en paz.

La Mars Polar Lander, cuyo fracaso retraso la exploración de Marte varias décadas.

La Phoenix, cuyo nombre es honor de la sonda perdida, y que lograría alcanzar el éxito donde esta última fracaso.

Veinte años sin noticias de la Mars Polar Lander

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