viernes, agosto 16, 2019

Una luna cometaria

La inesperada compañera del cometa Churyumov-Gerasimenko.

Se cumplen 5 años de la llegada de la sonda Rosetta a su ansiado objetivo, al que acompañó después en su travesía por las cercanías del Sol, testimonio directo de la espectacular transformación a medida que despertaba de su largo sueño. Inmensas erupciones de polvo sacudieron a este viajero estelar, y una inmensa nube de partículas lo rodeo, formando lo que desde la distancia vemos como la brillante "cabeza" del cometa, la Coma. Los instrumentos de la sonda literalmente se saturaron de la cantidad de partículas presentes, y en una sola imagen de la cámara OSIRIS llegaron a captar cientos y cientos de ellas, algunas diminutas, otras no tanto. Y en ocasiones fragmentos mayores.

Tal es la cantidad de información reunida que incluso hoy se sigue analizando, y en parte con la ayuda de aficionados de todo el mundo, que sigue estudiando con pasión las imágenes puestas a su disposición en los archivos de la misión, buscando detalles que, por la misma inmensidad de los datos acumulados, se les haya pasado a los expertos. Y eso es lo que hizo hace unos meses por el astrofotógrafo Jacint Roger, detectando en imágenes tomadas el 21 de Octubre de 2015 la presencia de algo que estaba moviéndose junto con el cometa, girando a su alrededor como una pequeña luna.

Una última definición no muy alejada de la realidad, porque eso es precisamente lo que los científicos de la ESA creen que estamos viendo ahora, un pequeño fragmento, de unos 4 metros de diámetro, en órbita alrededor del cometa, posiblemente expulsado por la creciente actividad del momento y que, lejos de perderse en el espacio, quedó anclado temporalmente a su tenue abrazo gravitatorio. No es extraído que la investigadora Julia Marín-Yaseli de la Parra lo bautizara como "Churymoon".

Al explorar más imágenes de Rosetta se ha visto que este objeto pasó las primeras 12 horas tras su expulsión en un trayecto orbital alrededor de 67P/C-G a una distancia de entre 2,4 y 3,9 km del centro del cometa. Después, el fragmento atravesó una parte de la coma, lo que dificultó el seguimiento preciso de su recorrido. No obstante, observaciones posteriores al otro lado de la coma confirman una detección coherente con la órbita del fragmento, lo que indica que su desplazamiento alrededor del cometa duró como mínimo hasta el 23 de octubre de 2015.

Han pasado 5 años desde que se iniciara esa corta pero intensa aventura, ofreciendo imágenes que ya tienen un lugar en la historia. Rosetta (y Philae) nos dejó un legado inmenso, tanto que aún hoy seguimos explorando ese cofre del tesoro que nos envió desde las estrellas, uno del que parece que aún no hemos extraído todo lo que contiene.

Rosetta, la sonda que nos mostró las maravillas de un cometa como nunca podríamos haber soñado.

Una compañera inesperada

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