Desvelando el origen de nuestra galaxia.
El proyecto Gaia nació con la idea de levantar un mapa tridimensional de la Vía Láctea, que entre otras ventajas podría permitir a los astrónomos, a partir de las características, trayectoria y velocidad de millones de estrellas, moverse a través del tiempo, hacia el futuro pero también hacia un pasado remoto, hacia sus mismos orígenes. No resulta extraño que este telescopio espacial generara tantas expectativas, y a día de hoy se puede decir que cumplidas. Sus descargas de datos son la base de numerosos descubrimientos, y lo seguirán siendo en mucho tiempo.
Uno de estos últimos, liderado por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), nos lleva a los posibles acontecimientos que dieron forma a la Vía Láctea tan y como la conocemos."Hemos analizado y comparado con modelos teóricos la distribución de colores y magnitudes (brillo) de estrellas en la Vía Láctea, diferenciando entre varias componentes: El denominado halo estelar (una estructura esférica que rodea a las galaxias espirales) y el disco grueso (estrellas pertenecientes al disco de nuestra Galaxia, pero a cierta altura)", señala Carme Gallart, investigadora y primera autora de este artículo. El resultado permite hacernos una idea de lo que ocurrió en esos inicios turbulentos.
Anteriormente ya se había descubierto que el halo galáctico parecía estar compuesto por dos poblaciones estelares diferenciadas, unas más azuladas que otras (lo que está relacionado con su contenido en metales), de tonos rojizos. El movimiento de estas primeras, claramente diferenciado de las otras, permitió identificarla como las antiguas habitantes de una galaxia ahora desaparecida, absorbida por la progenitora de la Vía Láctea después de impactar contra ella. Se la conoce como Gaia-Encélado, aunque hasta ahora no sabíamos demasiado.
"El análisis de los datos de Gaia nos ha permitido obtener la distribución de edades de las estrellas de ambas componentes y ha mostrado que ambas están formadas por estrellas igualmente viejas, con una edad promedio mayor que la del disco grueso", indica el investigador del IAC y coautor del trabajo Chris Brook.¿Qué diferencia una de la otra? "La pieza final del puzle la proporcionó la cantidad de metales (elementos que no son ni hidrógeno ni helio) que poseen las estrellas de una y otra componente", explica Tomás Ruiz Lara, investigador del IAC y otro de los autores del artículo. "Las estrellas de la componente azul contienen una cantidad menor de metales que las de la componente roja". Estos hallazgos, sumados a predicciones de simulaciones cosmológicas, también analizadas en el estudio, permitieron completar la historia de la formación de la Vía Láctea.
Todo nos lleva a un escenario plausible: Hace 13.000 millones de años se empezaron a formar estrellas en una galaxia enana llamada Gaia-Encélado y otra, que sería el progenitor principal de nuestra Galaxia, unas cuatro veces más masivo y con mayor cantidad de metales. Hace 10 mil millones de años esta última sufrió la colisión frontal de la segunda, fusionándose en una sola, aunque sería más justo decir que Encélado fue devorada. Como consecuencia, algunas de las estrellas de ambos sistemas adquirieron movimientos caóticos fruto del caos gravitatorio, pasando a formar parte de lo que hoy llamados el halo de la Vía Láctea. Tras ello, se sucedieron violentos brotes de formación estelar hasta hace 6.000 millones de años, cuando el gas se asentó en el disco de nuestra galaxia dando lugar al conocido como disco fino.
"Hasta ahora, tanto las predicciones cosmológicas como la observación de galaxias espirales lejanas similares a la Vía Láctea indicaban que esta fase violenta de fusión de estructuras menores era frecuente". Ahora, se ha conseguido ofrecer una imagen de como fue dicho proceso en nuestra galaxia, desvelando así las primeras etapas de nuestra historia cósmica, cuando dos galaxias, cada una con su propia historia, dejaron de existir para dar paso a lo que se convirtió en nuestro hogar en el Universo.
El proceso de impacto y fusión que dieron lugar a la Vía Láctea, y que aún tiene su huella en la existencia de dos poblaciones de estrellas claramente diferenciadas por metalicidad (cantidad de elementos más complejos que el hidrógeno y el helio) en su halo exterior.
Desvelado el nacimiento de la Vía Láctea
miércoles, julio 31, 2019
sábado, julio 27, 2019
La nueva ola marciana
Así es la nueva flota de exploradores que partirá hacia Marte el próximo año.
En 2020 se abre una nueva ventana de lanzamiento entre La Tierra y el planeta rojo, denominación que indica que la posición de ambos es la adecuada como para que un vehículo puede pasar de uno a otro mediante una orbita de transferencia, la forma más efectiva, así como más económica, de realizar dicho viaje, al menos con la tecnología que disponemos actualmente. El gran "pero" es que solo se abre una vez cada 26 meses, por lo que en ocasiones podemos asistir a una notable concentración de misiones para su lanzamiento, y más cuando Marte es un objetivo actualmente tan prioritario.
El próximo año será una de ellos, con 4 misiones en la línea de salida. Después de la pérdida de Opportunity la actual flota marciana había quedado algo disminuida, pero si todo va bien en 2020 verá de nueva una nueva generación inicia su camino hacia el planeta rojo. Lejos de perder impulso, 2019 será un año de pausa ante la nueva tormenta que se avecina. Veamos a los 4 protagonistas de la futura nueva ola de exploradores.
1) Mars 2020: Aún sin un nombre oficial, que sigue en proceso se selección, es sin lugar a dudas la nueva joya de la corona de la NASA. Hermano de Curiosity en su estructura, su instrumental estará centrado en la búsqueda de biomarcadores, rastros químicos de antigua vida marciana. También recogerá muestra para su futura recuperación, y lo que más destaca desde un punto de vista mediático, un pequeño helicóptero capaz de desplazarse por el tenue aire marciano, y que una vez separado del rover iniciará su propia aventura, siguiéndolo en su avance como si fuera un explorador abriendo camino. Debería llegar a Marte en Febrero de 2021.
2) Rosalind Franklin: Si el rover de la NASA aún no tiene un nombre, no se puede decir lo mismo del que enviará la ESA, la segunda parte de la misión Exomars, cuya parte orbital ya se encuentra en Marte desde hace más de un año. Al igual que su contrapartida norteamericana, buscará señales de vida, pero a diferencia de este, no solo pasadas, sino también presentes, gracias a su capacidad de extraer y analizar muestras situadas hasta a 2 metros de profundidad, donde cualquier hipotética actividad biológica estaría protegida del duro ambiente exterior. Llegará también en Febrero de 2021.
3) HX-1: China quiere extender su exploración más allá de La Luna, por que dará el salto a Marte con su propia y, para ser la primera vez que lo intenta, ambiciosa. Lejos de ir paso a paso, como con La Luna, el gigante asiático apunta alto con una misión compleja, que incluye una sonda orbital, un módulo de aterrizaje y un rover de superficie, relativamente pequeño pero el doble de masivo que los dos Yutu lunares.
4) Hope: Los países islámicos nunca han abordado seriamente la exploración interplanetaria, pero eso cambiará en 2020 con la primera sonda de dicho origen. Los Emiratos Árabes Unidos sorprendió al mundo anunciando su intención de lanzar una misión a Marte, y con el tiempo se ha convertido en una realidad, en colaboración que Japón, que ofrecerá uno de sus cohetes lanzaderas para ponerlo en camino. Una vez en órbita marciana estudiará su atmósfera. Llegará a principios de 2021.
Si todas consiguen llegar a su destino y alcanzar sus diversos objetivos de una pieza, la población de exploradores robóticos pasará de las 8 actuales hasta las 12, 13 se contamos a las dos integrantes de la misión China de forma separara. La nueva ola se dispone a llevar, junto con los veteranos ya presentes, la exploración marciana a un nuevo y trascendental nivel.
El rover ExoMars, ahora conocido como Rosalind Franklin, es la segunda parte de esta ambiciosa misión europeo-rusa. Con ella quizás lleguen respuestas sobre la hipotética vida que pudo haber, o sigue existiendo, en el planeta rojo.
El mundo árabe afrontará su primera misión interplanetaria con Hope, protagonizado por los Emiratos Árabes Unidos con la colaboración de Japón.
Siguiendo la estela de sus éxitos en la Luna, China hace la gran apuesta por Marte, en una misión realmente ambiciosa, con una sonda orbital y un rover de superficie. Se sabe poco de el, excepto que, en conjunto, llevará 13 instrumentos científicos.
El sucesor de Curiosity, heredero de su experiencia y tecnología, pero con su propio destino, la búsqueda de rastros químicos de la vida. También guardará muestras para su futura recolección, pondrá a prueba tecnología para extraer oxígeno del suelo marciano, y lo que es más llamativo, transportará un pequeño helicóptero que lo seguirá en su avance con pequeños saltos adelante.
4 Mars Missions Are One Year Away from Launching to the Red Planet in July 2020
jueves, julio 25, 2019
Volando con la luz
Desplegada la vela solar LightSail 2.
En 2010 la JAXA, la agencia espacial japonesa, hizo historia al lanzar la primera vela solar plenamente operativa, Ikaros, con la cual se realizó el primer viaje interplanetario utilizando esta tecnología de impulsión, siendo capaz de alcanzar Venus. Fue un éxito extraordinario, seguido, ese mismo año, del menos ambicioso NanoSail-D, de la NASA. Parecía que estábamos al inicio de una nueva era en este aspecto, pero desde entonces este tipo de ingenio espacial había permanecido en el limbo, sin nuevas noticias. Hasta ahora.
Ha sido de la mano de una organización privada, la Planetary Society (entre cuyos fundadores estuvo Carl Sagan), y las aportaciones de sus socios, como la vela solar acaba de regresar a primera línea. En órbita desde hace varia semanas, fue este pasado 23 de Julio cuando la pequeña LightSail 2 recibió la orden de proceder al despliegue completo de la finísima y reflectante membrana que conforma la vela en si mismo. Cuando termino, los 32 metros cuadrados que la conforman se habían extendido completamente, cual antiguo barco, que desplegaba las velas para navegar.
Una comparativa para nada casual, ya que se asienta en el mismo concepto. Las terrestres utilizaban la presión del viento para moverse, las solar utilizan la presión de la propia luz para coger impulso. Uno diminuto, casi imperceptible, pero que en el vacío del espacio, sin resistencia alguna, puede terminar generando, por acumulación, una aceleración contante y, lo que es más importante, permanente y sin gasto de combustible. Debería tener un papel en el futuro de la exploración interplanetaria.
El objetivo de LightSail 2 es más limitado, aunque igualmente importante. Demostrar la utilidad de esta tecnología también en órbita terrestre, algo que intentará hacer los próximos meses.¿Veremos algún día a los pequeños cubesats utilizando grandes velas para volar con la luz para alcanzar su órbita? Y exploradores interplanetarios volando por el océano espacial como los antiguos barcos navegaban por los océanos de la Tierra, rumbo a nuevos horizontes? Es difícil no soñar con ello.
Despliegue de la vela solar. Un pequeño paso para un cubesat, un gran paso para esta nueva tecnología de propulsión.
El mundo desde una vela.
La pequeña pero enorme LightSail 2.
Drama In Low-Earth Orbit As LightSail2 Deploys Its Sails
En 2010 la JAXA, la agencia espacial japonesa, hizo historia al lanzar la primera vela solar plenamente operativa, Ikaros, con la cual se realizó el primer viaje interplanetario utilizando esta tecnología de impulsión, siendo capaz de alcanzar Venus. Fue un éxito extraordinario, seguido, ese mismo año, del menos ambicioso NanoSail-D, de la NASA. Parecía que estábamos al inicio de una nueva era en este aspecto, pero desde entonces este tipo de ingenio espacial había permanecido en el limbo, sin nuevas noticias. Hasta ahora.
Ha sido de la mano de una organización privada, la Planetary Society (entre cuyos fundadores estuvo Carl Sagan), y las aportaciones de sus socios, como la vela solar acaba de regresar a primera línea. En órbita desde hace varia semanas, fue este pasado 23 de Julio cuando la pequeña LightSail 2 recibió la orden de proceder al despliegue completo de la finísima y reflectante membrana que conforma la vela en si mismo. Cuando termino, los 32 metros cuadrados que la conforman se habían extendido completamente, cual antiguo barco, que desplegaba las velas para navegar.
Una comparativa para nada casual, ya que se asienta en el mismo concepto. Las terrestres utilizaban la presión del viento para moverse, las solar utilizan la presión de la propia luz para coger impulso. Uno diminuto, casi imperceptible, pero que en el vacío del espacio, sin resistencia alguna, puede terminar generando, por acumulación, una aceleración contante y, lo que es más importante, permanente y sin gasto de combustible. Debería tener un papel en el futuro de la exploración interplanetaria.
El objetivo de LightSail 2 es más limitado, aunque igualmente importante. Demostrar la utilidad de esta tecnología también en órbita terrestre, algo que intentará hacer los próximos meses.¿Veremos algún día a los pequeños cubesats utilizando grandes velas para volar con la luz para alcanzar su órbita? Y exploradores interplanetarios volando por el océano espacial como los antiguos barcos navegaban por los océanos de la Tierra, rumbo a nuevos horizontes? Es difícil no soñar con ello.
Despliegue de la vela solar. Un pequeño paso para un cubesat, un gran paso para esta nueva tecnología de propulsión.
El mundo desde una vela.
La pequeña pero enorme LightSail 2.
Drama In Low-Earth Orbit As LightSail2 Deploys Its Sails
miércoles, julio 24, 2019
En las orillas de la nada
Mapeando el gran vacío.
El Universo no es un lugar homogéneo. Lejos de observar un mar más o menos igualitario de galaxias, extendiéndose hasta el horizonte mismo de la creación, su masa se concentra en regiones concretas, en un proceso de acreacción de materia que se acelera a medida que esta aumenta, y con ella su tirón gravitatorio. Y por lo mismo, se van generando grandes vacíos, zonas donde apenas quedan habitantes, como desiertos cada vez más abandonados a media que las diferencias se acentúan. Nuestra Galaxia, y las que la acompañan formando el Grupo Local, no es una excepción. Vivimos bajo el tirón de las grandes urbes cósmicas, que determinan nuestro movimiento incluso más que la propia expansión del Universo.
Aunque no lo percibimos directamente, ya que desde nuestra actual posición se encuentra al otro lado del núcleo de la Vía Láctea, vivimos en la misma frontera que separa la gran ciudad de Virgo, y más allá el misterioso Gran Atractor, de un inmenso desierto cósmico, llamado Vacío Local por razones evidentes. Una región colosal donde apenas queda nada, arrastrada por la voracidad de las regiones vecinas. En cierta forma es como si fuéramos las últimas ciudades habitadas antes de la nada, viviendo en el filo de la oscuridad eterna.
La existencia del Vacío Local está ampliamente aceptada, desde que se detectara por primera vez en 1987, aunque poco estudiada debido a que está oculta a nuestros ojos por el corazón de nuestra galaxia. Ahora, un nuevo estudio liderado por el mismo que descubrió el vacío, Brent Tully, de la Universidad de Hawái, y Richard Fisher, astrofísico del National Radio Astronomy Observatory, han dado forma a este misterio, a partir del registro del movimiento de unas 18.000 galaxias, de cuyas trayectorias se puede intuir el tirón gravitatorio que reciben, y de este punto donde se sitúan las mayores concentraciones de masa.
Las galaxias tienden a moverse hacia las áreas más densas, atraídas por su tirón gravitatorio, mientras se alejan de las regiones menos pobladas. Así, la desviación en el movimiento y velocidad de nuestro Grupo Local con respecto a la expansión cósmica se debe, al menos la mitad a una combinación del tirón gravitacional del Cúmulo de Virgo, mientras el Vacío Local se sigue expandiendo junto con el mismo Universo. Ese mismo vacío que, como un oscuro océano en cuyas orillas habitamos, nos llama desde el otro lado.
Un mapa del enorme vacío que se extiende por nuestro vecindario cósmico
martes, julio 23, 2019
De la India a La Luna
A la segunda fue la vencida. Después de un aplazamiento de varios días debido a problemas técnicos durante la carga de combustible del lanzador GSLV Mk III, la sucesora de la primera misión interplanetaria de la India iniciaba su largo camino hacia nuestro satélite, donde afrontará toda una serie de desafíos, ya que a diferencia de su predecesora, aquí estamos ante un explorador realmente complejo, con un orbitador, un módulo de aterrizaje y un rover. Sea casualidad o no, sigue el camino de su gran rival, China, que también está protagonizando una serie de alunizajes con diversos vehículos. Si las misiones chinas son dobles, la Chandrayaan 2 será un explorador triple.
El despegue, ocurrido a las 9.13 GMT de este pasado 22 de Julio, desde Centro Espacial Satish Dhawan, tuvo lugar sin mayores problemas, y 16 minutos después la masiva Chandrayaan 2, de más de 3 toneladas de masa, era puesta en órbita. Es el inicio de un viaje complicado, ya que desde su órbita actual (170 x 39.120 Kilómetros) y a lo largo de los próximos 23 días, una serie de encendidos irán alejando de la Tierra el punto de máxima distancia, hasta que sea capturada por la gravedad lunar. Entonces llegará la separación del módulo de aterrizaje, que irá descendiendo hasta alcanzar el momento crítico, cuando afrontará el intento de alunizaje, previsto para el 7 de Septiembre. De lograrlo, India se añadiría a la hasta ahora selecta lista de naciones que han tocado la superficie lunar.
La Chandrayaan 2, cuyo orbitador se espera que tenga una vida mínima de 1 año (aunque eso suele ser siempre un cálculo pesimista que es habitual superar) y sus enviados a la superficie, módulo y rover, al menos un día lunar (14 días), deberá tomar el testigo de su predecesora, profundizando en los campos que esta última abrió en su momento. Así se espera que cartografíe la topografía de La Luna, investigue la mineralogía y las abundancias de diverso elementales, explore la exosfera lunar y busque firmas de hidroxilo y hielo de agua. Abordando todo esto desde 3 frentes, órbita y superficie, en lugar de uno solo, debería llegar mucho más lejos. El tiempo dirá.
Un nuevo participante entra así de lleno en la carrera por La Luna, que ya hace tiempo dejó de ser terreno vedado para cualquiera que no fuera la NASA o la desaparecida URSS. China, Japón, Israel, Europa, diversas empresas privadas, y ahora La India están llamando a sus puertas de forma cada vez más insistente. Hace año parecía que solo los EEUU podrían afrontar el regreso. Ahora esto ya no parece tan claro. Quién serán los primeros en pisar de nuevo la superficie lunar tiene ahora, más que nunca, las opciones abiertas. Y eso es una gran noticia.
La Chandrayaan 2 en configuración de crucero.
Los tres componentes de esta misión: La sonda orbital Chandrayaan 2, el módulo Vikram y el rover Pragyan.
El despliegue del rover.
Liftoff! India Launches Ambitious Mission to Land at the Moon's South Pole
viernes, julio 19, 2019
Puertas a La Luna y más allá
Muchos son los proyectos espaciales que se asoman ya en el horizonte, aún lejano pero ya no situados en un futuro muy distante. De todos ello uno destaca sobre todos los demás, ya que implica dar un salto adelante que hasta ahora parecía aún tierra de sueños. Colocar una estación orbital en órbita lunar, que sirviera de apoyo a futuras misiones a la superficie, al mismo tiempo que se convirtiera en un punto de repostaje para viajes aún más lejanos, es una idea que lleva dando vueltas en el mundo de los sueños, casi tan antiguo como la exploración espacial. Pero recientemente dejó de ser simple imaginación para convertirse en un proyecto real. Su nombre, estación Gateway.
Fruto de un esfuerzo multinacional, que busca dar el siguiente paso después de la ISS, la Gateway deberá ir siendo ensamblada a lo largo de la próxima década. No será un proyecto rápido, ya que hablamos de la órbita terrestre, sino de trasladar sus componentes, módulo a módulo, hasta la Luna. Un esfuerzo sin duda titánico, pero que si no se tuerce con los ya conocidos giros de la política internacional que tanto afecta a estas empresas conjuntas, promete llevar a la Humanidad a dar ese paso más allá de la Tierra que no se daba desde los Apolo. Y esta vez, definitivo.
Se lleva trabajando en ello ya desde hace tiempo, y poco a poco los detalles se van clarificando. El más reciente de ellos, fruto del trabajo conjunto entre planificadores de la NASA y la ESA, ha sido establecer que tipo de órbita deberá seguir, cual es la que concentra las mayores ventajas, tanto a la hora de construirla como en accesibilidad, energía necesaria para alcanzarla y cobertura de comunicaciones. La ganadora es la que se conoce "órbita de halo casi rectilínea" (NRHO), una órbita muy excéntrica, que en su punto más cercano, pasará 3000 km de la superficie lunar y en su punto más lejano, se alejará 70.000 km, con una duración de cada órbita de siete días. Este período se eligió para limitar el número de eclipses.
Ninguna órbita lunar del todo estable, y necesitará pequeños ajustes periódicos para mantenerla en su posición, pero esta desventaja es superada ampliamente por las ventajas. Para escapar de la fuerza gravitacional de la Tierra se necesita una gran cantidad de energía, y para aterrizar en la Luna tenemos que reducir la velocidad al perder esa misma energía. Podemos ahorrar algo de esta energía dejando partes de la nave en órbita, llevando solo lo que necesitamos a la superficie lunar. Gateway actuará como un puesto de preparación, desde donde se pueden dejar, recoger y ensamblar las partes.
Después del despegue, solo se necesitará una maniobra moderada para reducir la velocidad de para encontrarse con ella, y desde ahí se transportará a la gente, los robots y la infraestructura a la superficie cuando pase por su punto más cercano, lo que ocurrirá aproximadamente cada siete días. Del mismo modo, se abrirá una ventana de transferencia cada siete días para el viaje de regreso.
Gateway será, de completarse, una pieza fundamental para nuestro regreso a La Luna y cualquier aspiración a destinos más lejanos. La próxima década promete ser ajetreado en las vecindades de nuestro satélite.
La futura Gateway, como la ISS construida a partir de ir ensamblado módulo.
Una puerta a La Luna y más allá.
Angelic halo orbit chosen for humankinds first_lunar_outpost
miércoles, julio 17, 2019
El gran triunfo de la Hayabusa 2
Recoletadas las primeras muestras jamás logradas del interior de un asteroide.
Debía ser una aventura extraordinaria, lleno de grandes momentos, grandes desafíos y, si se lograba alcanzar todos los objetivos, una de las misiones espaciales más importante de la última década. Y ciertamente los integrantes de la agencia espacial japonesa puedes estar muy satisfechos, eufóricos se podría decir, ya que su segunda aventura a uno de estos pequeños cuerpos celestes, lejos del camino de obstáculos y sueños a medio cumplir que fue la primer Hayabusa, es un éxito completo. El legado de esta última esta en buenas manos.
Fue este 11 de Julio cuanto Hayabusa 2 tocó de nuevo la superficie de Ryugu, pero esta vez no en un punto aleatorio, sino en un lugar muy concreto, el cráter creado por el SCI (Small Carry-on Impactor), la carga explosiva lanzada por la sonda el pasado 5 de Abril y que con éxito creó una ventana a las capas internas del asteroide, lugares más protegidos del dura ambiente exterior que los materiales más superficiales, y que por tanto deben conservarse más inalterados desde los primeros tiempos del Sistema Solar. En definitiva, se buscaba acceder a una cápsula del tiempo, donde esperaba muestras de los orígenes. Y este tesoro ya está en manos de la sonda japonesa.
En Diciembre de 2019 se pondrá punto final a esta aventura, y con el material bien protegidos en recipientes protectores la Hayabusa 2 iniciará su camino de regreso a la Tierra. En Diciembre de 2020 una cápsula conteniendo todo ese tesoro aterrizará suavemente en nuestro planeta, siendo rápidamente recuperada y enviada a las instalaciones de la JAXA para iniciar su análisis. Será el final de esta ambiciosa misión, pero no de la sonda propiamente dicha. A diferencia de la primera Hayabusa, que se desintegró en la atmosfera, su sucesora tendrá una vida más allá.
Y es que con aún 30 kilogramos de combustible para sus impulsores, seguirá su viaje y intentará alcanzar otro asteroide y estudiarlo. El primer candidato es 2001 WR1, que forma parte de los llamados NEO, cuerpos cuyas órbitas los sitúan en ocasiones muy cerca de nuestro planeta. Si lo consigue, en un encuentro previsto para 2023, pondrá un broche de oro a su maravillosa aventura. Aunque eso, como se suele decir, ya es otra historia.
Momentos de euforia para el equipo de la Hayabusa 2.
La orbita de 2001 WR1, posible nuevo objetivo de la sonda una vez las muestras hayan sido enviadas a la Tierra.
Hayabusa 2 is the First Spacecraft to Sample the Inside of an Asteroid
Debía ser una aventura extraordinaria, lleno de grandes momentos, grandes desafíos y, si se lograba alcanzar todos los objetivos, una de las misiones espaciales más importante de la última década. Y ciertamente los integrantes de la agencia espacial japonesa puedes estar muy satisfechos, eufóricos se podría decir, ya que su segunda aventura a uno de estos pequeños cuerpos celestes, lejos del camino de obstáculos y sueños a medio cumplir que fue la primer Hayabusa, es un éxito completo. El legado de esta última esta en buenas manos.
Fue este 11 de Julio cuanto Hayabusa 2 tocó de nuevo la superficie de Ryugu, pero esta vez no en un punto aleatorio, sino en un lugar muy concreto, el cráter creado por el SCI (Small Carry-on Impactor), la carga explosiva lanzada por la sonda el pasado 5 de Abril y que con éxito creó una ventana a las capas internas del asteroide, lugares más protegidos del dura ambiente exterior que los materiales más superficiales, y que por tanto deben conservarse más inalterados desde los primeros tiempos del Sistema Solar. En definitiva, se buscaba acceder a una cápsula del tiempo, donde esperaba muestras de los orígenes. Y este tesoro ya está en manos de la sonda japonesa.
En Diciembre de 2019 se pondrá punto final a esta aventura, y con el material bien protegidos en recipientes protectores la Hayabusa 2 iniciará su camino de regreso a la Tierra. En Diciembre de 2020 una cápsula conteniendo todo ese tesoro aterrizará suavemente en nuestro planeta, siendo rápidamente recuperada y enviada a las instalaciones de la JAXA para iniciar su análisis. Será el final de esta ambiciosa misión, pero no de la sonda propiamente dicha. A diferencia de la primera Hayabusa, que se desintegró en la atmosfera, su sucesora tendrá una vida más allá.
Y es que con aún 30 kilogramos de combustible para sus impulsores, seguirá su viaje y intentará alcanzar otro asteroide y estudiarlo. El primer candidato es 2001 WR1, que forma parte de los llamados NEO, cuerpos cuyas órbitas los sitúan en ocasiones muy cerca de nuestro planeta. Si lo consigue, en un encuentro previsto para 2023, pondrá un broche de oro a su maravillosa aventura. Aunque eso, como se suele decir, ya es otra historia.
Momentos de euforia para el equipo de la Hayabusa 2.
La orbita de 2001 WR1, posible nuevo objetivo de la sonda una vez las muestras hayan sido enviadas a la Tierra.
Hayabusa 2 is the First Spacecraft to Sample the Inside of an Asteroid
martes, julio 16, 2019
Los colores del ayer
Aprendido de la antigua Tierra para buscar vida en otros planetas.
En 1990, la sonda Galileo estudió nuestro planeta en detalle, durante el primero de los dos sobrevuelos que realizó sobre nosotros para adquirir la trayectoria y velocidad necesarias para su viaje. Este proyecto, propuesto por Carl Sagan, fue diseñado para afinar futuras búsquedas de vida extraterrestre, al mostrar a los científicos qué "firmas biológicas" delatarían la presencia de vida. Y ciertamente cumplió su trabajo, revelando múltiples signos, incluido el llamado "borde rojo", un salto en el reflejo a longitudes correspondiente del infrarrojo cercano.
Este tipo de emisiones es una firma de la vegetación: La clorofila pigmentada absorbe la mayor parte de la luz visible pero es transparente a longitudes de onda más largas, por lo que las plantas devuelven esa parte del espectro electromagnético al espacio. Por tanto detectar el borde rojo en otros mundos, en otras estrellas, implicaría la existencia de vegetación tal y como la conocemos. Sería diferente en sus formas, pero igual en su base última. Mirando a la Tierra podemos aprender que buscar en el firmamento.
Sin embargo no siempre la Tierra "brillo" de la forma en que la vio la Galileo, ya que las plantas, lo que nosotros conocemos como tales, solo han existido desde hace unos 500 millones de años, lo que implica aproximadamente 3.000 millones de años después del origen de la vida. Los colores terrestres fueron, durante la mayor parte de su existencia, muy diferentes."Si un extraterrestre hubiera usado el color para observar si nuestra Tierra tenía vida, hubiera visto colores muy diferentes a lo largo de la historia de nuestro planeta, retrocediendo miles de millones de años, cuando diferentes formas de vida dominaron la superficie ", explica Lisa Kaltenegger, directora de Cornell University. Instituto Carl Sagan.
Por ejemplo, las firmas espectrales causadas por los líquenes, una asociación simbiótica que involucra hongos y algas, podía ser observadas hace unos 1.200 millones de años. (En aquel entonces, los tonos verdes terrestres se habrían extendido desde la salvia hasta la menta).Y las cianobacterias fotosintéticas en los océanos podría haber generado su propio "borde rojo", quizás incluso antes, hace 2 mil millones o 3 mil millones de años. Por ello se están generando modelos que abarca todas estas opciones, recreando muchos en todos los estados conocidos de su evolución, y desde mundos apenas habitados hasta otras parecidos a Dagoba, el ficticio hogar de Yoda.
El objetivo es claro, tener una imagen de como la vida en la Tierra dejaría su huella en un observador externo, pero no solo la que conocemos y domina nuestro mundo, que apenas abarca el 10% de su existencia, sino también de aquellas "otras Tierras", que un día fueron. Y que quizás, solo quizás, existen en otros soles.
La Galileo nos mostró como detectar las señales de la vida cuando sobrevoló la Tierra, ofreciendo así un ejemplo para el futuro, pero limitado. Nuestro planeta ha ido cambiando mucho a lo largo de las eras, y su aspecto actual es relativamente reciente. Y eso se debe tener en cuenta en la búsqueda en otros mundos.
Earth's Changing Colors Could Help Us Find Alien Life
En 1990, la sonda Galileo estudió nuestro planeta en detalle, durante el primero de los dos sobrevuelos que realizó sobre nosotros para adquirir la trayectoria y velocidad necesarias para su viaje. Este proyecto, propuesto por Carl Sagan, fue diseñado para afinar futuras búsquedas de vida extraterrestre, al mostrar a los científicos qué "firmas biológicas" delatarían la presencia de vida. Y ciertamente cumplió su trabajo, revelando múltiples signos, incluido el llamado "borde rojo", un salto en el reflejo a longitudes correspondiente del infrarrojo cercano.
Este tipo de emisiones es una firma de la vegetación: La clorofila pigmentada absorbe la mayor parte de la luz visible pero es transparente a longitudes de onda más largas, por lo que las plantas devuelven esa parte del espectro electromagnético al espacio. Por tanto detectar el borde rojo en otros mundos, en otras estrellas, implicaría la existencia de vegetación tal y como la conocemos. Sería diferente en sus formas, pero igual en su base última. Mirando a la Tierra podemos aprender que buscar en el firmamento.
Sin embargo no siempre la Tierra "brillo" de la forma en que la vio la Galileo, ya que las plantas, lo que nosotros conocemos como tales, solo han existido desde hace unos 500 millones de años, lo que implica aproximadamente 3.000 millones de años después del origen de la vida. Los colores terrestres fueron, durante la mayor parte de su existencia, muy diferentes."Si un extraterrestre hubiera usado el color para observar si nuestra Tierra tenía vida, hubiera visto colores muy diferentes a lo largo de la historia de nuestro planeta, retrocediendo miles de millones de años, cuando diferentes formas de vida dominaron la superficie ", explica Lisa Kaltenegger, directora de Cornell University. Instituto Carl Sagan.
Por ejemplo, las firmas espectrales causadas por los líquenes, una asociación simbiótica que involucra hongos y algas, podía ser observadas hace unos 1.200 millones de años. (En aquel entonces, los tonos verdes terrestres se habrían extendido desde la salvia hasta la menta).Y las cianobacterias fotosintéticas en los océanos podría haber generado su propio "borde rojo", quizás incluso antes, hace 2 mil millones o 3 mil millones de años. Por ello se están generando modelos que abarca todas estas opciones, recreando muchos en todos los estados conocidos de su evolución, y desde mundos apenas habitados hasta otras parecidos a Dagoba, el ficticio hogar de Yoda.
El objetivo es claro, tener una imagen de como la vida en la Tierra dejaría su huella en un observador externo, pero no solo la que conocemos y domina nuestro mundo, que apenas abarca el 10% de su existencia, sino también de aquellas "otras Tierras", que un día fueron. Y que quizás, solo quizás, existen en otros soles.
La Galileo nos mostró como detectar las señales de la vida cuando sobrevoló la Tierra, ofreciendo así un ejemplo para el futuro, pero limitado. Nuestro planeta ha ido cambiando mucho a lo largo de las eras, y su aspecto actual es relativamente reciente. Y eso se debe tener en cuenta en la búsqueda en otros mundos.
Earth's Changing Colors Could Help Us Find Alien Life
domingo, julio 14, 2019
Donde nacen las lunas
Detectado por primera vez un disco circumplanetario.
El observatorio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) nos trae ahora otra pista sobre la existencia de lunas en otras estrellas, o en este caso, lo que parece la semilla de un futuro sistema de satélites. En concreto detectó por primera vez un disco circumplanetario, el anillo de polvo y gas que rodea algunos planetas y que, según creen los astrónomos, controlan la formación planetaria y crean un completo sistema de lunas como el que hay alrededor de Júpiter, por ejemplo.
El hallazgo tuvo lugar en el joven sistema estelar PDS 70, a unos 370 años luz de la Tierra, donde observaciones anteriores habían confirmado la presencia de dos planetas masivos, parecidos a Júpiter, en plena formación. ALMA registró las débiles ondas de radio emitidas por las diminutas partículas de polvo alrededor de la estrella (de una décima de milímetro de diámetro), captando también, combinando estos datos con observaciones en infrarrojo, evidencias de un disco de polvo capaz de formar múltiples lunas que rodea el planeta más externo.
"Por primera vez, vemos indicios concluyentes de un disco circumplanetario que sustentan muchas de las teorías actuales de formación planetaria", afirma Andrea Isella, astrónomo de la Universidad Rice (Houston, Texas)."Al comparar nuestras observaciones con imágenes infrarrojas y ópticas de alta resolución, podemos ver que una extraña concentración de pequeñas partículas de polvo en realidad es un disco de polvo circumplanetario, y es la primera vez que se observa este fenómeno con tanta claridad".
Las observaciones de ALMA revelaron diferencias claras entre los dos planetas. El más cercano, PDS 70 b, tiene una estela de polvo detrás de sí."Todavía no sabemos qué es y qué implicaciones tiene para este sistema planetario", comenta Isella."Lo único cierto es que está lo suficientemente lejos del planeta como para ser un objeto independiente". El segundo, PDS 70 c, se encuentra exactamente en el mismo lugar que una mancha de polvo revelada por los datos de ALMA. Como este planeta es tan brillante en las bandas infrarroja y de hidrógeno, los astrónomos están convencidos de que ya hay un planeta y que el gas que lo rodea sigue desplazándose hacia su superficie, en un estirón final de su crecimiento.
Si es un anillo circumplanetario, como todo indica, significa que estamos ante los primeros momentos de lo que un día, en un futuro muy lejano, será un amplio sistema de lunas, quizás tan variado y extraordinario como el de nuestro Júpiter.
Las dos manchas dentro del anillo de polvo se asocian con planetas recién formados. Una de esas concentraciones de polvo, alrededor de PDS 70c. es un disco circumplanetario, la primera característica de este tipo detectada alrededor de una estrella distante.
Estudiar los sistemas planetarios es considerablemente más difícil con telescopios ópticos. Como las estrellas son mucho más brillantes que los planetas, es difícil filtrar su brillo. Con ALMA no se da ese problema, puesto que las estrellas emiten muy poca luz en longitudes de onda milimétricas y submilimétricas, lo que permite detectar tenues formaciones de otro modo invisible.
Descubren disco circumplanetario con lunas en proceso de formación alrededor de joven planeta en distante sistema estelar
sábado, julio 13, 2019
Luchando contra la fría oscuridad
Manteniendo vivo el sueño de las Voyager.
La fría oscuridad las rodea, y poco a poco su vida se extingue. Es una forma un poco poética de describirlo, pero básicamente es la realidad a la que se enfrentan las sondas más longevas y lejanas que disponemos, con sus "corazones", los generadores termoeléctrico de radioisótopos ofreciendo menos energía para mantener sus sistemas en activos. No es de extrañar teniendo en cuenta que llevan desde 1977 en el espacio, pero estando ahora ya en pleno espacio interestelar, explorando zonas totalmente desconocidas, han adquirido un valor incalculable. Por ello no se deja de trabajar en ellas para intentar alargar lo máximo su actividad.
Es una tarea difícil, ya que toca decidir que partes deben seguir recibiendo energía y cuales deben ser sacrificadas, enviadas al olvido, para así poner concentrar los recursos allí donde realmente son necesarios. Especialmente en el caso de la Voyager 2, ya que no solo despegó antes, sino porque dispone de un instrumento en activo más que su hermana, por lo que el gasto el mayor. Y nadie quiere desconectarlos, dado que todos son ahora de un valor extremo. Se buscan formas alternativas de ahorro, al menos mientras aún sea posible.
Y una de ellas son los calentadores, que como su nombre indicar, tienen la función de mantener los sistemas y instrumentos a una temperatura soportable, dada la lejanía del Sol. ¿Sería posible que alguna de sus partes, o instrumentos, fuera capaz de sobrevivir y seguir en activo sin esta protección térmica? Esa era la discusión, y finalmente se decidió apagar el que acompaña al detector de rayos cósmicos. Decisión difícil, pero inevitable ante los decrecientes niveles de energía disponibles. Era necesario ahorrar. ¿Pero sobreviviría a la prueba? Así lo hizo el espectrómetro ultravioleta de la Voyager 1, igualmente desprovisto de esa calor protector desde 2012, pero cada instrumento es un mundo y nada es completamente previsible. Era un riesgo asumido.
Una preocupación que al final era infundada, ya que datos preliminares han mostrado que el detector de rayos cósmicos sigue trabajando sin problemas, a pesar de tener que soportar gélidas temperaturas, apenas 50º por encima del cero absoluto."Es increíble que los instrumentos de las Voyagers hayan demostrado ser tan fuertes", explica la gerente de Proyecto Voyager, Suzanne Dodd."Estamos orgullosos de que hayan resistido la prueba del tiempo. Las largas vidas de estas sondas significa que estamos tratando con escenarios que nunca pensamos que encontraríamos. Continuaremos explorando todas las opciones que tenemos para mantenerlas haciendo la mejor ciencia posible".
El éxito de esta operación significa que la Voyager 2 seguirá devolviendo datos científicos de sus cinco instrumentos aún operativos, explorando y analizando la frontera entre el reino del Sol y el que se extiende más allá. Y lo logrará, a partir de ahora, gastando un poco menos. Y en este viaje hacia las tinieblas, es una pequeña diferencia que puede llevarla aún más lejos.
El detector de rayos cósmicos, que en su momento fue clave para saber que la Voyager 2 había cruzado la frontera. Ahora afronta una vida mucho más gélida.
A New Plan for Keeping NASA's Oldest Explorers Going
La fría oscuridad las rodea, y poco a poco su vida se extingue. Es una forma un poco poética de describirlo, pero básicamente es la realidad a la que se enfrentan las sondas más longevas y lejanas que disponemos, con sus "corazones", los generadores termoeléctrico de radioisótopos ofreciendo menos energía para mantener sus sistemas en activos. No es de extrañar teniendo en cuenta que llevan desde 1977 en el espacio, pero estando ahora ya en pleno espacio interestelar, explorando zonas totalmente desconocidas, han adquirido un valor incalculable. Por ello no se deja de trabajar en ellas para intentar alargar lo máximo su actividad.
Es una tarea difícil, ya que toca decidir que partes deben seguir recibiendo energía y cuales deben ser sacrificadas, enviadas al olvido, para así poner concentrar los recursos allí donde realmente son necesarios. Especialmente en el caso de la Voyager 2, ya que no solo despegó antes, sino porque dispone de un instrumento en activo más que su hermana, por lo que el gasto el mayor. Y nadie quiere desconectarlos, dado que todos son ahora de un valor extremo. Se buscan formas alternativas de ahorro, al menos mientras aún sea posible.
Y una de ellas son los calentadores, que como su nombre indicar, tienen la función de mantener los sistemas y instrumentos a una temperatura soportable, dada la lejanía del Sol. ¿Sería posible que alguna de sus partes, o instrumentos, fuera capaz de sobrevivir y seguir en activo sin esta protección térmica? Esa era la discusión, y finalmente se decidió apagar el que acompaña al detector de rayos cósmicos. Decisión difícil, pero inevitable ante los decrecientes niveles de energía disponibles. Era necesario ahorrar. ¿Pero sobreviviría a la prueba? Así lo hizo el espectrómetro ultravioleta de la Voyager 1, igualmente desprovisto de esa calor protector desde 2012, pero cada instrumento es un mundo y nada es completamente previsible. Era un riesgo asumido.
Una preocupación que al final era infundada, ya que datos preliminares han mostrado que el detector de rayos cósmicos sigue trabajando sin problemas, a pesar de tener que soportar gélidas temperaturas, apenas 50º por encima del cero absoluto."Es increíble que los instrumentos de las Voyagers hayan demostrado ser tan fuertes", explica la gerente de Proyecto Voyager, Suzanne Dodd."Estamos orgullosos de que hayan resistido la prueba del tiempo. Las largas vidas de estas sondas significa que estamos tratando con escenarios que nunca pensamos que encontraríamos. Continuaremos explorando todas las opciones que tenemos para mantenerlas haciendo la mejor ciencia posible".
El éxito de esta operación significa que la Voyager 2 seguirá devolviendo datos científicos de sus cinco instrumentos aún operativos, explorando y analizando la frontera entre el reino del Sol y el que se extiende más allá. Y lo logrará, a partir de ahora, gastando un poco menos. Y en este viaje hacia las tinieblas, es una pequeña diferencia que puede llevarla aún más lejos.
El detector de rayos cósmicos, que en su momento fue clave para saber que la Voyager 2 había cruzado la frontera. Ahora afronta una vida mucho más gélida.
A New Plan for Keeping NASA's Oldest Explorers Going
viernes, julio 05, 2019
La furia de Marte
Es Primavera en hemisferio septentrional., y con ello su meteorología se complica, fruto del retroceso del hielo estacional y el cambio en la circulación atmosférica resultante. Nubes de hielo de agua y pequeñas tormentas de polvo se concentran en el borde helado, algunas de las cuales crecerán hasta escala local, cubriendo una amplia región, y otras, las pocas, quizás desencadenen una tormenta global, que atrapen todo el globo. Y afortunadamente tenemos toda una flota de sondas en activo que siguen monitoreando todos estos cambios.
Una de ellas, la más veterana de todas ellas, pero posiblemente la que más contribuye a que podamos levantar mapas meteorológicos de Marte, es la Mars Express, que está prestando una especial atención a lo que pueda ocurrir en estas meses críticos. Y con razón, ya que solo entre el 22 de Mayo y el 10 de Junio detectó la aparición, justo en el borde helado en retroceso helado, de una decena de pequeñas tormentas, la mayor parte de las cuales aparecieron y desaparecieron en unos pocos días, como "chispas" que no llegaron a prender el fuego de una gran tempestad, aunque alguna de ellas, como la captada por la VMC (Visual Monitoring Camera) y que vemos en la imagen superior, creció hasta convertirse en algo más, mientras avanzaba hacia zonas más ecuatoriales.
No es la única, y junto con la Mars Reconnaissance Orbiter, observaron el curioso efecto que estas tormentas tuvieron en las grandes volcanes, donde se acumulaban una gran cantidad de nubes orográficas (formadas de hielo de agua y que se acumulan por el efecto de las pendientes de estas grandes montaña en las corrientes de aire) y que se evaporaron al recibir el impacto de estas primeras, ya que el polvo en suspensión elevaba la temperatura ambiental.
En resumen, un espectacular cuadro de la compleja meteorología marciana, mucho más desafiante y con mayores matices que el habitual aspecto "tranquilo" del planeta nos pudiera hacer suponer. Los meteorólogos también serán necesarios en ese mundo si un día lo convertimos en un segundo hogar.
Tres tormentas diferentes en desarrollo, captadas el 22 y 26 de mayo y el 6 de junio. En este último caso, las cámaras observaron su evolución hasta el 10 de junio, a medida que avanzaba hacia el sur, hacia los grandes volcanes.
Una de las tormentas, formando una delicada espiral, que surge de la desviación de las masas de aire debido a la rotación del planeta, un fenómeno conocido como la fuerza de Coriolis. Sin embargo, las tormentas en Marte son generalmente más débiles en comparación con las tormentas en la Tierra, debido a la presión atmosférica mucho más baja del Planeta Rojo y tienen menos de la mitad de las velocidades de viento típicas de los huracanes terrestres.
Dust storms swirl at the north pole of Mars
martes, julio 02, 2019
Rescates marcianos
InSight completa la delicada operación para levantar el soporte del sensor térmico.
Se la podría conocer en el futuro como la primera operación de rescate realizada por una sonda marciana en la superficie, aunque ciertamente a nadie del equipo en tierra les gusta haber llegado a este punto, donde un muro invisible esta impidiendo al instrumento HP3, que debía medir el flujo de calor interno del planeta, realizar su trabajo. Debería haber penetrado en el suelo alrededor de 3 metros, pero se detuvo solo a 30 centímetros de profundidad, tan poco que en parte sigue por encima de la superficie. Todos los esfuerzos y tácticas previas fracasaron, ante lo cual toco afrontar planes mas radicales, y por tanto arriesgados.
La idea finalmente elegida, y testeada en simulaciones en la Tierra, era que el brazo robótico atrapara de nuevo el cuerpo del instrumento y lo levantara, dejando al descubierto el taladro propiamente dicho, permitiendo así mirar directamente su estado y intentar comprender que es lo que le ocurre ralamente. Era una operación delicada, algo totalmente improvisado ante acontecimientos inesperados, y que corría el riesgo de que, en el proceso, el taladro también fuera arrastrado al exterior, lo que sería fatal de necesidad.
Finalmente se enviaron los comandos y se dio luz verde a InSight. Una tensa espera que se saldó con un éxito total, como muestran las imágenes. El soporte fue levantado sin afectar al taladro, que quedó ahora a la vista de las cámaras de la sonda, y por tanto, de los técnicos que están intentando encontrar una solución. Mirar directamente el problema, en lugar de suponerlo por los datos, facilitará enormemente su trabajo.
Lo que se ve ofrece algunas pistas, como que alrededor del taladro se ha formado un vacío, un pequeño hoyo, lo que podría apoyar las pruebas realizadas por el DLR (centro espcial alemán, responsable de este instrumento), que indicar que el tipo de suelo podría no estar proporcionado el tipo de fricción para la que se diseñó, al ser más cohesivo de lo estimado. Sin dicha fricción para equilibrar el retroceso del auto martillado, el taladro simplemente rebotaría en lugar de cavar. Por lo tanto una de las soluciones que se quiera aplicar el presionar el cerca de este hoyo con la pequeña pala situada en el extremo del brazo robótico. La esperanza es que esto podría colapsarlo, y proporcionar así la fricción necesaria.
Esa causa ofrece una esperanza de recuperación. De ser, por el contrario, una gran piedra situada justo por debajo del suelo, posiblemente sería el punto y final, porque aunque está diseñada para apartar pequeñas piedras, nada podría hacer ante algo de mayor tamaño. Así que solo queda esperar que no sea esta la causa, y que la primer idea, la del suelo compacto, esté detrás de todo. Crucemos los dedos.
La operación para rescatar al instrumento térmico en plana acción. Al lado la cúpula que esconde el sensor sísmico, que a diferencia de su compañero, esta ya trabajando a pleno rendimiento.
Una mirada en detalle del taladro. Se aprecia el vacío que lo rodea, quizás fruto de un terreno más cohesionado de lo que se esperaba encontrar.
NASA's InSight Uncovers the 'Mole'
Se la podría conocer en el futuro como la primera operación de rescate realizada por una sonda marciana en la superficie, aunque ciertamente a nadie del equipo en tierra les gusta haber llegado a este punto, donde un muro invisible esta impidiendo al instrumento HP3, que debía medir el flujo de calor interno del planeta, realizar su trabajo. Debería haber penetrado en el suelo alrededor de 3 metros, pero se detuvo solo a 30 centímetros de profundidad, tan poco que en parte sigue por encima de la superficie. Todos los esfuerzos y tácticas previas fracasaron, ante lo cual toco afrontar planes mas radicales, y por tanto arriesgados.
La idea finalmente elegida, y testeada en simulaciones en la Tierra, era que el brazo robótico atrapara de nuevo el cuerpo del instrumento y lo levantara, dejando al descubierto el taladro propiamente dicho, permitiendo así mirar directamente su estado y intentar comprender que es lo que le ocurre ralamente. Era una operación delicada, algo totalmente improvisado ante acontecimientos inesperados, y que corría el riesgo de que, en el proceso, el taladro también fuera arrastrado al exterior, lo que sería fatal de necesidad.
Finalmente se enviaron los comandos y se dio luz verde a InSight. Una tensa espera que se saldó con un éxito total, como muestran las imágenes. El soporte fue levantado sin afectar al taladro, que quedó ahora a la vista de las cámaras de la sonda, y por tanto, de los técnicos que están intentando encontrar una solución. Mirar directamente el problema, en lugar de suponerlo por los datos, facilitará enormemente su trabajo.
Lo que se ve ofrece algunas pistas, como que alrededor del taladro se ha formado un vacío, un pequeño hoyo, lo que podría apoyar las pruebas realizadas por el DLR (centro espcial alemán, responsable de este instrumento), que indicar que el tipo de suelo podría no estar proporcionado el tipo de fricción para la que se diseñó, al ser más cohesivo de lo estimado. Sin dicha fricción para equilibrar el retroceso del auto martillado, el taladro simplemente rebotaría en lugar de cavar. Por lo tanto una de las soluciones que se quiera aplicar el presionar el cerca de este hoyo con la pequeña pala situada en el extremo del brazo robótico. La esperanza es que esto podría colapsarlo, y proporcionar así la fricción necesaria.
Esa causa ofrece una esperanza de recuperación. De ser, por el contrario, una gran piedra situada justo por debajo del suelo, posiblemente sería el punto y final, porque aunque está diseñada para apartar pequeñas piedras, nada podría hacer ante algo de mayor tamaño. Así que solo queda esperar que no sea esta la causa, y que la primer idea, la del suelo compacto, esté detrás de todo. Crucemos los dedos.
La operación para rescatar al instrumento térmico en plana acción. Al lado la cúpula que esconde el sensor sísmico, que a diferencia de su compañero, esta ya trabajando a pleno rendimiento.
Una mirada en detalle del taladro. Se aprecia el vacío que lo rodea, quizás fruto de un terreno más cohesionado de lo que se esperaba encontrar.
NASA's InSight Uncovers the 'Mole'