martes, octubre 31, 2017

Encélado y el 11º pasajero

La historia del descubrimiento de sus géisers.

Han sido una de los elementos mas icónicos de la misión Cassini, y su espectacularidad hace suponer que se descubrimiento fue casi inmediato, que apenas llegado al sistema de Saturno y ya en su primera aproximación a esa pequeña luna hicieron acto de aparición, deslumbrantes y espectaculares, imposibles de ser pasados por alto. Pero la realidad, como suele ser habitual, es muy diferente. Esas espectaculares imágenes son fruto tanto del trabajo realizado para realzar las imágenes como por saber donde y de manera se manifestaban, y como le ocurrió a la Voyager 2, a Cassini también se le pasaron por alto cuando se aproximó las 3 primeras ocasiones. La historia de su descubrimiento es compleja, curiosa, y merece ser contada.

Todo empezó en 1981, cuando la Voyager 2 cruzó el sistema de Saturno en su camino hacia las estrellas, y reveló detalles curiosos sobre Encélado. Entre ellos que era notablemente brillante, que tenía zonas que parecían muy jóvenes, lo que indicaba algún tipo de actividad geológica, y que se movía justo por el centro del difuso anillo E. Eso no parecía coincidencia, y se especuló (de forma acertada, como se confirmaría con Cassini) que esa luna era la fuente de las partículas que lo componía.¿Tenía una atmósfera que se perdía constantemente en el espacio? Quizás se estaba expulsando en forma de geisers? Algunos defendieron esta opción, pero fue recibida con mucho escepticismo por la mayoría del equipo científicos de las Voyager. Como explica Bonnie Buratti, científico del JPL,"las plumas de partículas realmente eran una explicación exótica, nunca habíamos visto algo así en otro objeto en el Sistema solar. Los científicos intentan explicar las cosas de la forma más común y simple posible, y creo que realmente lo único en contra de la hipótesis de la pluma fue la navaja de Occam".

En resumen, la misma complejidad de la idea, especialmente porque era algo nunca visto y que parecía imposible que un cuerpo tan pequeño pudiera generarlas, hizo que se descartara. La explicación más simple, como podemos ver, no es siempre la solución correcta.

Y el caso quedó sin cerrar. Hasta 2005, momento en que llegó Cassini. Y uno de sus primeros objetivos era corroborar o descartar algún tipo de actividad en Encélado. Fue ese mismo año, en Febrero, cuando llegó la oportunidad en forma de una ocultación estelar por parte de esta última, que fue seguido por el espectrógrafo ultravioleta (UVIS), buscando alguna fluctuación en su luminosidad antes de ser ocultada por la propia luna, lo que revelaría la presencia de algo (plumas o atmósfera) que interfería en la observación. Pero no se detectó nada, para cierta decepción del equipo. Los dos siguientes pasos, en Marzo y Abril, fueron igualmente infructuosos. El sueño se desvanecía, ya que 10 de sus instrumentos dieron resultados negativos. Pero quedaba uno dispuesto a cambiar la historia...

Ese 11º pasajero era su Magnetómetro, que sik detectó algo anómalo: Las líneas del campo magnético de Saturno se plegaban sobre Encélado como si algo mayor que ella misma se estuviera interponiendo en su camino. En retrospectiva sabemos que esa fue la primera detección de las famosos plumas de partículas por parte de Cassini, pero en ese momento se pensó en una tenue atmósfera. Y así fue anunciado inicialmente por la NASA. Pero existían dudas.¿Cómo podía una luna tan pequeña mantener una atmósfera que se extendía tan por encima de la superficie?¿ Por qué los otros instrumentos no habían visto nada? Si el material procedía de géisers dónde ocultaba Encélado las reservas de agua que los alimentaría? Preguntas que no se podían responder con los datos del Magnetómetro por si solos.

Era necesario acercarse más, y Michelle Dougherty, científica en jefe del equipo encargado del UVIS, presionó tenazmente para que se alterara la trayectoria de Cassini, y que en su próximo sobrevuelo pasara mucho más cerca, apenas a 173 Kilómetros en lugar de los 1.000 previstos. No era una decisión sencilla, ya que eso implicaba gastar algo del preciado combustible, a lo que, por razones evidentes, eran reticentes sus colegas si no era por un objetivo mucho más claro. No era este el caso, ya que se pedía una maniobra costosa en combustible para algo que podría existir o no. La propia Dougherty era consciente de ello, y temía que si al final no se encontrara nada, "nadie volvería a creer todo lo que dije nunca más".

Fueron momentos de indecisión, entre el entusiasmo por lo que quizás se podría encontrar y la prudencia de tener en cuenta el coste que tendría alterar un plan de vuelo ya planificado con anterioridad, al menos para los primeros 4 años de misión. Al final se impuso la primera opción. Como explica Lina Spiker, científica de Cassini,"fue algo así como ahora o nunca. Si no lo hacemos ahora, nos quedaremos preguntándonos". La decisión estaba tomada.

Fue una tensa espera la noche posterior al encuentro, esperando la llegada de los primeros datos. El equipo del UVIS esperaba que si existía algo realmente ahí detectarían una fluctuación en el resplandor de la estrella seleccionada para la ocultación, lo que no había ocurrido en los intentos anteriores. Pero ahora, pasando tan cerca, esto debía ocurrir de forma inevitable si realmente había algo sobre o surgiendo de la luna. Y eso fue lo que se vio, una fluctuación en su luminosidad, que parecía corresponder a algún tipo de capa brumosa. Además la propia luz captada traía información sobre la composición química de aquello que se interponía, fuera lo que fuera."Envié esos datos a mis colegas del equipo de UVIS y dije:¿Alguien reconoce este gas?", Recuerda Candy Hansen."Y en un minuto o tal vez cinco minutos o simplemente muy rápido, Bob West, que está en el equipo, nos envió un correo electrónico a todos y dijo que parecía vapor de agua".

El resto es historia. Los otros instrumentos confirmaron el hallazgo, desde la presencia de partícula de vapor de agua hasta el hallazgo de las "rayas de tigre", las fracturas en la superficie desde donde emanaban, y que el espectrómetro infrarrojo confirmó como una zona más caliente que el terreno circundante. No solo eso, sino que la misma magnitud del fenómeno dejó a los astrónomos sin palabras. Se abría la primera puerta a uno de los mundos más extraordinarios del Sistema Solar, y objetivo prioritario para los astrobiólogos , como iría confirmando Cassini a lo largo de los años posteriores, confirmando la existencia de un océano bajo la superficie, con actividad termal incluida.

¿Se habrían descubierto los geísers de Encélado sin estos acontecimientos? Con total seguridad, pero este descubrimiento se habría retrasado en el tiempo, quizás unos meses, quizás unos años, y con ello el tiempo disponible para estudiarlos habría sido menor. No habría habido tiempo material para explorarlos de la forma tan exhaustiva como haría Cassini, que pudo centrarse en ella prácticamente desde el mismo año de su llegada. Todo gracias a un solo instrumento, que fue capaz de ver lo que todos los demás pasaron por alto. Fue un golpe de fortuna, pero muchas veces es así como se construyen los sueños.

La distorsión del campo magnético alrededor de Encélado, detectado por su Magnetómetro, fue la primera señal de que algo ocurría en esa luna, y hizo tomar la trascendental decisión de cambiar la trayectoria de Cassini.

Encélado visto por la Voyager 2. Observó la presencia de terrenos extrañamente jóvenes, muy brillantes y con pocos cráteres, claro indicio de actividad geológica, pero no pudo ver los géisers.

Otro indicio, que en su momento hizo sospechar de esta luna, es su situación en el centro del tenue anillo E, como si fuera la fuente última de las partículas que lo componían. Fue una pista, pero el caso no se puedo resolver hasta la llegada de Cassini.

Encélado, la luna de los sueños cumplidos. 

Enceladus: Saturn's Tiny, Shiny Moon

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