jueves, abril 20, 2017

Los ecos del visitante

2014 JO25 completa su paso cercano con La Tierra.

Tal como estaba anunciado, a las 14:24 UTC de este pasado 19 de Abril, uno de los mayores asteroides que han visitado en los últimos años, pasó a solo 1.8 millones de Kilómetros de nuestro planeta, una distancia segura aunque pequeña a escala cósmica. Así lo indicaba sus parámetros orbitales, y así ocurrió. Y con ello se presentó a la comunidad astronómica mundial una oportunidad magnífica para conocerlo mejor, dado que su descubrimiento ocurrió apenas hace 3 años y eran muchas las lagunas que teníamos sobre el.

Ante la llegada de estos pequeños visitantes ningún instrumento es más útil para estudiarlos que envío de ondas de radar, cuyo eco es recogido posteriormente y a partir del cual se puede generar una imagen, revelando con ello facetas como tamaño, las características superficiales, sus formaciones geológicas o el periodo de rotación. Nada de ello es posible son los telescopios ópticos, que difícilmente pueden entrever, y más en este caso, poco más que un punto de luz.  Como es fácil suponer el paso de 2014 JO25 no fue una excepción. Diversos radiotelescopios, como el de Arecibo, lo siguieron atentamente. Y los resultados han ofrecido una pequeña sorpresa.

Y es que estamos ante un asteroide cuya estructura es el de una binaria en contacto, es decir dos lóbulos con un "puente" que los conecta. Su aspecto recuerda al del ya famoso cometa Churyumov–Gerasimenko, explorado en su momento por la ya desaparecida sonda Rosetta. Las imágenes creadas con la antena de 70 metros de Goldstone, uno de los 3 centros de seguimiento de la Deep Space Network (DSN) de la NASA, y que tienen una resolución de 7.5 metros por píxel, permite discernir incluso detalles superficiales, como zonas planas, concavidades y elevaciones montañosos. Una periodo de rotación de 5 horas y un tamaño que, en el caso del mayor de los dos lóbulos, llega a los 620 metros de diámetro.

Nada mal para ser roca (o dos) de menos de 1 Kilómetro de diámetro situada mucho más allá de La Luna, casi a dos millones de Kilómetros en su momento de mínima distancia. Una demostración de la extraordinaria capacidad de esta técnica, clave en el terreno del estudio de los asteroides. Solo una sonda llegando directamente podría superar estos resultados, pero a falta de ella es un remplazo más que efectiva. 

2014 JO25 ya es historia, y no se aproximará tanto a nosotros de nuevo hasta dentro de unos 500 años. Pero objetivos nunca faltarán, ya que vivimos rodeados de invisibles compañeros de viaje. Estudiarlos en profundidad es tanto una puerta abierta a tiempos pasados, como restos de la formación del Sistema Solar que son, como una necesaria precaución, ya que el riesgo de impacto siempre está ahí. Y tenerlos catalogados y con sus órbitas definidas con claridad es un primer paso para afrontarlo.

30 imágenes de 2014 JO25 generadas a partir del eco generado por las ondas de radar que la antena de 70 metros de Goldstone emitió hacia el. Ningún telescopio óptico podrá llegar a tanto.

La antena de 70 metros de Goldstone. Aunque habitualmente centrada en la comunicación con sondas en el espacio profundo, también ejerce otras funciones, como el estudio de asteroides que pasen cerca de la Tierra.

A pesar de ser tan tenue, algunos astrónomos aficionados fueron capaces de captar, con paciencia y buenos telescopios, este visitante cruzando la Bóveda Celeste.  

Así es el asteroide 2014 JO25, el mayor cerca de la Tierra desde 2004

Asteroid 2014JO25

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