domingo, marzo 13, 2016

Post Vintage (176): En el aire de otros mundos

Viajando por las diversas atmósferas planetarias.

Vivimos envueltos en una agradable atmósfera de nitrógeno y oxígeno (aunque sería más exacto decir que las formas de vida compleja evolucionaron para adaptarse a ella), y bajo una presión más que soportable por nuestros cuerpos, respirando varias miles de veces al día para extraer de ella el oxigeno  que necesitamos y lanzando al exterior el Co2 que producimos como desecho, que a su vez será respirado por las plantas y otros organismos fotosintéticos y produciendo oxígeno como residuo, en un ciclo sin fin de retroalimentación. Pero en cualquier otro planeta del Sistema Solar el simple acto de respirar nos sería imposible, cuando no mortal de necesidad, ya que cada uno de ellos tiene una atmósfera propia y única, con una composición característica para la cual no estamos preparados. 

Hagamos un pequeño viaje por los ambientes de cada uno de los planetas (y Plutón) para conocerlos un poco mejor:

Mercurio: No tiene realmente una atmósfera en el sentido más estricto de la palabra, ya que es increíblemente delgada, más de un billón de veces más fina que la de La Tierra. Su baja gravedad (aproximadamente el 38% de la terrestre) y su proximidad al Sol hacen que muchos de sus gases terminen arrastrados lejos de la superficie. Sin embargo son precisamente las partículas del viento solar, junto con la vaporización de material rocoso como resultado de impactos de meteoros, las que más contribuyen a la atmósfera de Mercurio, donde domina el oxígeno, el sodio y el nitrogeno.

Venus: Aunque similar a La Tierra en densidad, tamaño, masa y volumen, su atmósfera es completamente opuesto. Con una presión en la superficie 92 veces mayor que a nivel del mar en nuestro planeta y una temperatura de 480ºC que se mantiene casi inalterable en cualquier latitud y momento del día, representa uno de los ambientes más hostiles conocidos, aunque hay indicios de que durante sus primeras etapas podría haber sido un lugar mucho más acogedor, puede que incluso con océanos de agua. El principal componente es el Co2, resultado de erupciones volcánicas masivas, que podrían seguir ocurriendo hoy día. A gran altura encontramos nubes dióxido de azufre y ácido sulfúrico y una gruesa capa de monóxido de carbono por debajo de ellas.

La Tierra: Un ejemplo de una atmósfera capaz de sostener la vida pero al mismo tiempo generada por esa misma vida. Compuesta principalmente de nitrógeno y oxígeno, la presencia de Co2 es extremadamente baja (aunque en aumento debido a la acción humana), principalmente por la acción de las formas de vida fotosintéticas, pero suficiente, junto con otros elementos como el vapor de agua o el metano, para generar un efecto invernadero global que mantienen las temperaturas más altas y confortables de lo que deberían ser por su distancia al Sol. El tan comentado Calentamiento Global se refiere, por tanto, a una intensificación del efecto invernadero natural, con Venus como terrible ejemplo de lo que ocurre cuando este supera un límite y entra en una espiral ascendente sin control.

Marte: Su atmósfera es muy parecida a la de Venus, pero al tener apenas el 1% de la densidad de la terrestre su capacidad de retener el calor del Sol es mucho menor, por lo que las temperaturas son gélidas, con una media global de -55 °C,  aunque en ocasiones se pueden registrar temperaturas positivas de hasta +20 ºC. Su característico color rojizo no tiene relación alguna con su composición química, sino a la presencia de polvo en suspensión.

Júpiter: El planeta más grande del sistema solar tiene una atmósfera cuya composición es muy parecida a la del Sol, ya que durante su formación realizó los primeros pasos para convertirse en una estrella, aunque quedó muy lejos de disponer de la masa necesaria para iniciar reacciones de fusión. A diferencia de los planetas interiores, no hay un punto claro en el que la atmósfera de Júpiter se detiene y comienza el interior líquido. En torno a un tercio del camino hacia el núcleo la presión es lo suficientemente alta como para el hidrógeno pueda existir como un líquido metálico, que puede conducir la electricidad y es responsable de su gigantesco campo electromagnético. Los sistema de nubes de Júpiter contiene cantidades variables de amoníaco, agua, compuestos de amoniaco y azufre, fósforo y carbono.

Saturno: Al igual que Júpiter, se cree que las nubes más altas de su atmósfera están compuestas principalmente de hielo de amoniaco, con nubes de hidrosulfuro de Amoniaco y agua a más profundidad. El azufre presente les da un tono amarillo pálido.

Urano: Como en Júpiter y Saturno, está compuesta principalmente de hidrógeno y helio. Sin embargo, los niveles ligeramente elevados de metano, en particular en la alta atmósfera, provocan una mayor absorción de la luz roja del Sol, lo que dota al planeta de su característico color azul-verdoso. Urano tiene el ambiente más frío del sistema solar, a aproximadamente -224 ˚ C, y su atmósfera contiene mucho más hielo de agua que sus dos "hermanos mayores".

Neptuno: Al igual que con Urano, su coloración azul es parcialmente una consecuencia de la presencia de metano. Sin embargo tiene un azul más intenso, y se cree que algún componente desconocido debe contribuir a ello. Su estratosfera contiene más hidrocarburos gaseosos que Urano, por lo que su temperatura es ligeramente superior. Neptuno es también el hogar de los vientos más fuertes del sistema solar, con velocidades de hasta 600 metros por segundo. 

Plutón: En antes considerado 9º planeta del Sistema Solar también tiene una muy tenue atmósfera, aunque posiblemente (aunque ahora existan dudas) solo exista durante las fases que se encuentra más cerca del Sol. En 1989 alcanzó su Perhelio, y desde entonces se está alejando lentamente, de ahí que se presionara tanto para conseguir hacer realidad la sonda New Horizons. Su componente principal es el Nitrógeno, como la de la La Tierra y Titán.

 
Nuestro conocimiento sobre la atmósfera de Plutón era tan limitada como la del propio planeta (enano), hasta el punto de haber sorprendido a todos con su comportamiento, expandiéndose cuando los modelos indicaban que debería estar ya en retroceso. Ahora no parece tan claro que llegue al punto de congelarse y precipitar en la superficie totalmente.

Tantos cielos como mundos, cada unos con una belleza única perom mortal para nosotros. 

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