martes, marzo 04, 2014

Viajando sobre una sonda

Philae nos ofreció en 2007 una de las más curiosas fotografías de la historia de la carrera espacial. 

Rosetta se encuentra ya nuevamente despierta y con sus diversos instrumentos listos para afrontar su encuentro con el cometa 67P/Churyumov. Tanto por parte de la sonda como a través de su pequeño módulo de aterrizaje Philae, que intentará el primer aterrizaje en el núcleo de uno de estos viajeros de las profundiades, esperamos ser testigos de fotografías destinadas a entrar en los libros de historia si la misión de ambas transcurre como esta programado.

Sin embargo no serán las primeras, ya que antes nos había regalado una de las instantanias más icónicas de la exploración planetaria, no tanto por la calidad de la imagen como por las circunstancias en que se tomaron y lo que nos mostraba. Fué un 25 de febrero de 2007, a las 02:15 GMT, cuando Rosetta pasó a sólo 250 kilómetros de la superficie de Marte, más cerca que cualquiera de las sondas en órbita marciana, un encuentro extremo que, junto con los 3 programados con La Tierra, debía darle la velocidad y trayectoria necesaria para ir al encuentro del cometa, afrontando con ello uno de los momentos más críticos de su largo viaje. Y la pequeña Philae abrió los ojos para verlo.

Apenas a 4 minutos del momento de máxima aproximación, cuando todavía se encontraba a unos 1.000 Kilómetros (lo que refleja la rapidez del encuentro) Philae tomó esta fotografía con su sistema óptico, originalmente en blanco y negro, y posteriormente coloreada hasta darle un aspecto cercano al real. En ella, además de la propia superficie del planeta, que incluía la región de Mawrth Vallis, donde la Mars Express detectó fuertes indicios de minerales alterados por el agua, podíamos ver algo mucho menos frecuente cuando tratamos de imágenes enviadas por una sonda espacial: Parte de la propia Rosetta, con una de sus largos paneles solares de 14 metros de longitud proyectándose hacia Marte.

Aunque esto oculta parte del propio planeta, lo cierto es que dota a la fotografía de una increíble profundidad, transmitiendo la sensación de estar viajando junto con la propia sonda que ninguna otra, por detallada y clara que fuera, podría conseguir. Un auténtico regalo por parte de Philae, de la que esperamos poder ver, a través de los mismos ojos que vieron Marte ese día, el histórico momento en que pisemos por primera vez la superficie de un cometa.

El encuentro de Rosetta con Marte marcó un momento crítico para esta misión, con un sobrevuelo a una distancia extremadamente corta con evidentes riesgos. La sonda superó la prueba, preparando el camino hacia su encuentro con el cometa 67P/Churyumov.

La imágen con los colores y el brillo aún más exagerados, lo que permite ver detalles de la parte anterior de los paneles solares, así como de la superficie de Marte.

Philae en la superficie del cometa. 

Autorretrato de Rosetta en Marte

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