jueves, marzo 13, 2014

Un cinturón tenue y ligero

Aunque poblado por una cantidad ingente de pequeños cuerpos cruzarlo no representa peligro alguno para una sonda.

El 15 de julio de 1972 fue un día historico para la carrera espacial, ya que marcó el momento en que la primera sonda interplanetaria, la Pioneer 10, se internó en el cinturón de asteroides en su viaje hacia Júpiter, igualmente inexplorado, en una travesía que no todo el mundo creía posible. Precisamente uno de sus misiones principales era comprobar si era realmente posible, o por el contrario representaba un muro que podría impedirnos ir más allá de la órbita de Marte. Por ello era el inicio de unos meses de tensión, hasta que en Febrero de 1973 emergió intacta al otro lado, ya en el reino de los gigantes de gas. El camino estaba abierto.

La historia de la Pioneer 10, que nunca estuvo a menos de 8,8 millones de Kilómetros de un asteroide conocido y que completó su travesía detectando solo unas pocas decenas de impactos con pequeñas partículas, todas ellas inofensivas para la nave, así como todas las que la siguieron, contrasta con esa imagen que solemos tener de un lugar lleno de asteroides amenazantes, casi tocandose los unos con los otros, popularizada tanto por parte de obras de ficción (como no acordarse de ese espectacular viaje del Halcón Milenario por un campo de asteroides en El Imperio Contrataca) como incluso por obras de divulgación científica, que en su afán de dejar clara su naturaleza lo muestran demasiado poblado.

Esto último no es del todo incorrecto. Se estima que existen unos 80.000 asteroides de un tamaño por encima del Kilómetro, y una proyección a partir de los datos del Sloan digital sky survey (SDSS) indica que podrían existir hasta 800.000.000.000.000 más grandes de 1 Metro en el interior del cinturón, y posiblemente aún muchas más por debajo de ese tamaño. Es decir, una población inmensa. Pero el espacio por el que se extienden, entre las 2.2 y las 3.2 Unidades astronómicas con respecto al Sol y un grosor que puede alcanzar las 2 Unidades astronómicas, es incluso mayor, alrededor de 136 cuatrillones de Kilómetros cúbicos. El resultado es una densidad de apenas 22 miligramos por Kilómetro cúbico, es decir poco menos que nada, y eso suponiendo que estuvieran uniformemente repartidos, que no es el caso.

En realidad cada componente del Cinturón de Asteroides, cuya masa total solo equivale al 4% del de La Luna y la mitad de la cual se encuentra en los 4 mayores (Vesta, Palas, Higía y Ceres, aunque este último es ahora considerado un planeta enano) tiene de media un espacio inmenso para el solo, y las interacciones cercanas, por no hablar ya de posibles colisiones, son extremadamente raras. Como resultado apenas existe peligro real para una sonda que tenga que cruzarlo en su camino hacia el Sistema Solar exterior, como demostró la Pioneer 10. Los viajes emocionantes y llenos de peligros quedan para Han Solo.


La ficción nos presenta este tipo de formaciones como lugares peligrosos, con cuerpos tan cerca uno de otros que resulta toda una aventura y una muestra de habilidad poder pasar por ellos de una pieza. Una concesión al espectáculo muy alejada de la realidad, aunque mucha gente suele tomarlo como una versión realista.

La realidad. El asteroide Ida con su pequeña luna Dactyl solos en la oscuridad.

La Pioneer 10 fue la primera sonda en cruzar "al otro lado". Aunque no se creía que hubiera peligro real de colisión con un asteroide, la desconocida densidad de pequeñas partículas era una clara preocupación para los técnicos de la misión. Finalmente el número de impactos detectados fue relativamente bajo y totalmente inofensivo. 

Why the Asteroid Belt Doesn’t Threaten Spacecraft

Un cinturón de asteroides muy holgado

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