La NASA completa el diseño preliminar del cohete SLS.
Es un proyecto rodeado de polémica, nacido como respuesta del Congreso de los EEUU a la cancelación del Programa Constellation (Constelación) por parte de la administración Obama, que dejó por primera vez en décadas a la NASA sin capacidad propia para enviar vuelos tripulados una vez retirados los transbordadores espaciales. En parte heredero de la tecnología de estos últimos, en parte un renacimiento de algunos de los elementos de Constellation, con una proporciones realmente colosales, unas necesidades económicas especialmente gravosas para la Agencia en una época de recortes presupuestarios y sin objetivos claros en el que volcar sus capacidades, muchos son los sombras que rodean al cohete gigante SLS (Space Launch System).
Pero lejos de detenerse el proyecto sigue avanzando a paso firme, incluso con un camino más claro y con menos problemas técnicos y políticos que los Ares I y V del programa Constellation. Y recientemente superó una de las considerados fases claves en su desarrollo, la conocida como PDR (Preliminary Design Review), significa
que el diseño general del SLS cumple con todos los requisitos del sistema con un riesgo aceptable y dentro de los costos y el calendario previsto, por lo que oficilamente ya no existen obstáculos de consideración que puedan retrasar su puesta en servicio.
"La construcción de un cohete es un reto. Existen riesgos asociados con los vuelos espaciales tripulados Por eso tenemos análisis como el PDR, para mitigar esos riesgos y mejorar el diseño del SLS para hacer posible misiones difíciles. Queremos ampliar los vuelos espaciales tripulados y mejorar nuestras vidas en la Tierra a través de la investigación científica y la exploración. necesitamos un vehículo seguro y sostenible para alcanzar esas metas", explica Mike Ryschkewitsch, ingeniero en jefe de la NASA. Una reunión de Ingenieros y expertos de todo el país de 2 días, incluido 11 equipos independientes, incluida la presentación de más de 200 documentos y 15 Terabytes de dato dieron forma a esta decisión transcendental.
La primera versión del SLS, conocido como Block 1, tendrá una capacidadd de empuje un 20% superior al Saturno V de las misiones Apolo y podrá poner en órbita baja alrededor de 70 toneladas, lo que triplica las máximas capacidades actuales. Como heredero de la tecnología de los Space Shuttle (ya que se buscaba aprovechar el tejido industrial creado a su alrededor) está dotada de elementos derivados de estos: Su primera fase emplea cuatro motores RS-25D del transbordador espacial y tanques basados en la estructura del tanque ET del shuttle. A cada lado van dos cohetes aceleradores de combustible sólido SRB, derivados de los SRBs del mismo, aunque con un segmento más para aumentar su capacidad. La segunda etapa, conocida como iCPS (interim Cryogenic Propulsion System), utiliza combustibles criogénicos, es decir Oxígeno e Hidrógeno en estado líquido.
A esta versión le seguirían otras aún más potentes, como el Block 1A, que podría colocar 105 Toneladas en órbita baja,y el aún más colosal Block2, con capacidad para 130 Toneladas.¿Objetivos? Enviar una Orión a la óbita lunar en 2017 para poner a prueba los sistemas, seguida de otra Orión en 2021, esta vez con tripulación (aunque recientemente la NASA ha propuesto integrarla en la misión de captura de un asteroide) y una 3ª, aún por definir pero que podría significar un vuelo tripulado a un asteroide del espacio profundo. En realidad es un programa bastante limitado, por lo que se busca otras aplicaciones, como naves de carga a la ISS o sondas al sistema solar exterior, que permitan hacerlo viable económicamente (se estima que cada lanzamiento sería hasta 10 veces más caro que el de un transbordador) aunque es evidente que con los presupuestos actuales es dificil afrontar tantas objetivos. Solo un cambio es estos últimos, y un cambio a mejor, podría permitirlo.
No hay que olvidar que, al fin y al cabo, detrás del desarrollo de los SLS está la extraña situación de ver a la primera potencia espacial sin capacidad propia de enviar astronautas y teniendo que pagar a otros, en este caso Rusia, para que les "preste" sus naves, lo que es visto, quizás no sin razón, como algo poco digno para un país acostumbrado a lider este campo desde finales de los años 60, por no decir algo peor. Una parte importante de este proyecto lo impulsa el deseo, más o menos disimulado, de recuperar la posición perdida.
Si el SLS será la respuesta definitiva a esta situación o su propio gigantismo, especialmente en el tema económico, acabará por hundir este proyecto faraónico llevando a la NASA y los EEUU a una situación realmente compromentida y dependiente totalmente de que las empresas privadas como Space X (en buena parte financiadas con dinero público) logren desarrollar sus propias vehículos espaciales tripulados. De momento, pero, la etapa crítica PDR está superada y la siguiente, la revisión final de su diseño o CDR (Critical Design Review) prevista para 2015, también parece que se resolverá de forma positiva.
Quedan 4 años por delante, hasta el señalado 2017, momento en que, de forma definitiva, veremos si el SLS es una realidad o terminó siendo otro agujero negro presupuestario donde la NASA terminó dilapidando una parte importante de sus recursos. Por el bien de esta última y de la exploración espacial en general esperemos que sea lo primero.
Infografía: El futuro cohete gigante de la NASA.
Los diversos modelos de SLS, desde una capacidad de 70 Toneladas hasta las 130.
Una cápsula Orión instalada ya en la parte superior del SLS en las instalaciones del VAB (Vehicle Assembly Building).
Finalizado el diseño preliminar del cohete SLS de la NASA
NASA's Space Launch System Program PDR: Answers to the Acronym
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