viernes, abril 26, 2013

Mundos en permanente colisión

Cassini observa las señales dejadas por meteoros en los anillos de Saturno.

Nuestro Sistema Solar va mucho más allá de los planetas, planetas enanos, asteroides y cometas.Son la parte más visible de la familia del Sol, aquellos de mayor tamaño cuya existencia marca el final del largo en el largo camino que siguió desde que, hace miles de millones de años, el colapso de una nube de gas y polvo (proceso que podemos ver hoy día en las nebulosas como Orión) dio inicio a su nacimiento. Por el camino, pero, quedaron un numero colosal de diminutos cuerpos que no llegaron a integrarse en sus hermanos mayores y que incluso hoy día, aunque seguramente en una magnitud mucho menor que antes, siguen llenando el espacio entre sus órbitas. Solo la misma inmensidad del vacío que llenan hace que queden diluidas en la nada y que no representen un obstáculo para los misiones interplanetarias.

Todos los planetas, desde Mercurio hasta Neptuno y Plutón, así como sus respectivas lunas, siguen recibiendo hoy día la visita de alguno de estos vagabundos planetarios, y eso incluye La Tierra, como los recientes bólidos de Rusia, España y Argentina nos recuerdan. Una actividad que se extiende en igual intensidad por todo el Sistema Solar, como parece indicar la veterana Cassini, cuyas imágenes de los anillos de Saturno, especialmente en las favorables condiciones de luz de 2009, con la llegada del Equinoccio, revelan como estos también están sometidos a los caprichos de estos visitantes.

Como si fuera un gigantesco detector con una superficie equivalente a la de 100 Tierra, los complejos y al mismo tiempo finos y delicados anillos de Saturno representaban una oportunidad de medir el nivel de impactos en este lejano punto del Sistema Solar que los científicos de la misión Cassini no han dejado pasar, examinando todas las imagenes en busca de señales de colisiones, recientes o pasadas, como por ejemplo unas ondulaciones de 19.000 Kilómetros de extensión apenas perceptibles en su parte interior y que nos hablan de una colisión de un objeto de tamaño notable en 1983, y cuyos efectos aún los hace "vibrar" como las cuerdas de una guitarra.

"Sabíamos que estos pequeños impactos se producen constantemente, pero no sabíamos cual era su magnitud y frecuencia, y que no necesariamente se esperaba que aparecieran en forma de espectaculares nubes. La luz del sol brillando sobre el canto de los anillos de Saturno durante el equinoccio se comportaba como un dispositivo anti-camuflaje, por lo que estas características, por lo general invisibles, se hicieron plenamente visibles" explica Matt Tiscareno, científico de la Cornell University y miembro del equipo Cassini. Una de las conclusiones más importantes es que el ritmo de colisiones es el mismo que en La Tierra, a pesar de estar en puntos tan distantes entre si del Sistema Solar.

Tiscareno y sus colegas creen ahora que los meteoritos de cierto tamaño probablemente se rompen en un primer encuentro con los anillos, dando lugar a numerosos fragmentos más lentas que entran en órbita alrededor de Saturno. El impacto en los anillos de estos meteoritos secundarios generan nubes de diminutas partículas, que al tener un amplio rango de velocidades orbitales pronto se estiran en diagonal, generando las rayas amplias brillantes que podemos ver el las fotografías de la Cassini.

Desvelar con la mayor precisión posible el rango de impactos en los anillos resulta especialmente importante para conocer la naturaleza última de estos y desvelar su verdadera edad. Actualmente se considera que son relativamente jóvenes, mucho más que el propio planeta, dado su aspecto tan resplandeciente y definido, que difícilmente podrían haber sobrevivido como tales a lo largo de varios miles de millones de años, por lo que podrían ser un fenómeno temporal fruto de la desintegración de una antigua luna de cierto tamaño, despedazada por las mareas gravitatorias cuando se aproximó demasiado a Saturno...sin embargo los cálculos no han tenido en cuenta toda esta fuente de material "externo" que se sigue precipitando hacia ellos, que se suponía pero que hasta ahora no se habían podido detectar y medir.

Como un maravilloso y extenso libro que registra los acontecimientos ocurridos, los anillos, con una complejidad que hasta la llegada de las Voyager ni podíamos imaginar, tiene escritos en ellos la historia presente y pasada de Saturno y el Sistema Solar. En 2017 la Cassini llegará al final de su vida útil y no existen perspectivas de nuevas misiones a este mundo singular en un futuro a corto y medio plazo, por lo que a lo largo de los próximos 4 años deberemos aprender tanto de ellos como sea posible.

La nube de partículas inicial se estira rápidamente al tener diferentes velocidades orbitales, formando las líneas que Cassini observa en los anillos.

Tan extensos como delicados, cualquier perturbación en ellos deja su señal, como las ondas en el agua cuando lanzamos una piedra. De ahí que su estudio en profundidad sea como abrir un libro donde está registrada la historia reciente de este mundo.


El Sistema Solar esta lleno de pequeños viajeros, la mayoría de un tamaño diminuto, aunque en ocasiones, como ocurrió en la región de los Urales, estos pueden ser de mayor tamaño. Objetos parecidos dejaron su señal en los anillos de Saturno. 

NASA Probe Observes Meteors Colliding with Saturn's Rings

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