miércoles, octubre 07, 2009

Una corona infinita

Spitzer detecta un nuevo y gigantesco anillo en Saturno.

Invisible, extremadamente tenue, extendido a traves del espacio en un angulo diferente al de sus "hermanos", y de dimensiones extraodinarias...así se podría definir el último y sorprendente descubrimiento del telescopio espacial Spitzer, que saco a la luz este invisible y vasto anillo de Saturno, y con el, quizas, la respuesta al enigma de Japeto, la luna de las dos caras.

"Es un anillo sorprendente. Si pudieras verlo, este se extenderia a traves del firmamento el equivalente al diametro de dos Lunas Llenas", explica Anne Verbiscer, de la University de Virginia, Charlottesville. Y es que, cifras en mano, realmente estamos ante un objeto descomunal...se extiende 12 millones de Kilómetros, y tampoco se queda corto en su grosor, que es equivalente a 20 veces el diámetro de Saturno (120.000 kilometros). Su volumen es tal que cabrian en su interior 1000 Millones de Tierras.

Sin embargo una extensión tan colosal tiene tambien su contrapartida, y es que resulta extremadamente tenue...tanto que, si alguien se transportara a su interior, ni tan siquiera se daria cuenta de su existencia, tan separadas están los granos de polvo que lo componen. Eso y la poca luz solar que llega a esta región del Sistema Solar es lo que le había hecho pasar inadvertido hasta ahora, cuando Spitzer finalmente pudo captarlo.

Y cual es su origen? La respuesta, aun no demostrada pero mas que probable, esta en la pequeña luna Febe, la mas lejana de todo el sistema de satélites de Saturno, un cuerpo extraño y que, posiblemente, es un antiguo asteroide o cometa capturado, como parece indicar su extraña orbita, muy inclinada y retógrada...es decir, que gira alrededor del planeta en sentido opuesto al resto de lunas. Además, y aqui es donde los destinos de Febe y este nuevo anillo parecen coincidir, la órbita del primero se mueve por el centro mismo del segundo. No solo eso, sino que la inclinación con respecto al plano ecuatorial del planeta es la misma (27º) y las particulas se desplazan en la misma dirección. Como puede verse, demasiadas coincidencias para no ver una relación entre ambos, y que sugiere que estas partículas fueron expulsadas de esta luna, quizas por impactos meteóricos.

Este descubrimiento también da impulso a la idea de que el material oscuro que cubre parte de la blanca superficie de Japeto es originario de Febe...la orbita de este primero lo lleva a viajar a traves del borde inferior del anillo, y dado que se mueve en dirección opuesta a las partículas que lo componen, se podria estar produciendo un efecto de "barrido", como el parabrisas delantero de un coche a traves de la lluvia, cuyo efecto acumulativo dió lugar a su peculiar aspecto actual, que le ha hecho merecedor del sobrenombre informal de "la luna del Ying y el Yang", por el marcado contraste entre las zonas claras y oscuras: "Los astrónomos han sospechado durante mucho tiempo que existe una conexión entre el exterior luna de Saturno, Febe y el material oscuro en Japeto. Este nuevo anillo proporciona una evidencia convincente de esa relación", explica Douglas Hamilton, de la Universidad de Maryland.

De hecho, fue la sospecha de dicha relación la que impulsó a Anne Verbiscer y su equipo ha pedir que Spitzer fijara su atención en una pequeña franza del firmamento cerca de Saturno y justo en el interior de la órbita de Febe...al hacerlo, finalmente, pudo captar el extremadamente debil calor que dichas partículas emitian, pues su temperatura apenas ronda los -193º Centígrados. Un tenue resplandor que desveló que el Señor de los Anillos merece aun mas que antes dicho nombre.

La imagen infrarroja tomada por Spitzer y que delata la presencia de esta anillo de materia.

El nuevo anillo, con las órbitas de Febe, Japeto y Titán...como puede verse el primero orbita Saturno por el centro mismo de el y con la misma inclinación. Japeto lo hace justo en su borde inferior, lo que sugiere que va "barriendo" las oscuras partículas que lo componen.

Japeto, la luna del Ying y el Yang.

Dos zonas totalmente opuestas de Japeto...una blanca como la nieve y otra ocura como el carbón. Tal drástica diferencia asombró a los astrónomos desde el día en que las cámaras de las Voyager la observaron de cerca por primera vez.

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