viernes, octubre 08, 2010

Luna oscura sobre Gaugamela

El eclipse que marcó una de las batallas más decisivas de la historia.

20 de septiembe del 331 antes de nuestra era...la Luna llena brilla sobre las llanuras de Mesopotamia, la actual Irak, como si quisiera observar lo que allí estaba a punto de suceder. Pero repentinamente, ante los supersticiosos y asustados ojos de decenas de miles de soldados su resplandor se fue apagando, aparentemente devorada por la oscuridad. Una señal de los dioses? Un mal presagio para los que poco depués tenían por delante la misión de derrotar a un ejercito mucho mayor que el suyo? Acaso este evento indicaba la inminente derrota pese a la genialidad y carisma del joven general que los dirigía?

Aquellos hombres llegaban desde la Grecia continental, el joven general que los dirigia pasaría a la historia como Alejandro Magno y el épico enfrentamiento se conocería como la batalla de Gaugamela...allí, cerca de la actual Mosul, la historia del mundo occidental cambiaría para siempre. Y los astros parecieron no querer perderse ese momento culminante.

Era el final de un camino iniciado 2 años antes, cuando Alejandro, con un ejército de unos 40.000 hombres, desembarcó en Asia menor, y que victoria tras victoria le había llevado hasta el corazón mismo de un imperio Persa que bién podría considerarse un Imperio mundial, pues sus fronteras se extendían desde el Egeo y el Mediterraneo Oriental hasta la India. Comparado con este inmenso estado multinacional Macedonia, que había pasado de ser una tierra atrasada y dividida a potencia militar hegemónica del mundo Heleno hacía pocos años de la mano de Filipo, padre de Alejandro, parecía una pequeña amenaza sin importancia, un mosquito que atacaba a un elefante, nada que la fuerza militar o el oro no pudieran desactivar. Y por ello no dieron inicialmente mucha importancia a la invasión.

No entendieron hasta mucho después la determinación ni el genio que impulsaba a ese joven que los comandaba. Un error que pagarían caro.


Así, el 1 de Ocubre de 331 antes de nuestra era, en las llanuras de Mesopotamia, Dario, que ya habia sido derrotado en Issos, reunió todas las tropas que podía movilizar para detener de una vez para siempre a ese "joven arrogante"...lejos estaba el imperio de la capacidad que tenia durante las etapas de máximo esplendor bajo el reinado de Darío y Jerges, pero aun era lo suficientemente sólido para resultar un enemigo temible, en especial tras haber logrado reunificarse tras décadas de división y caos. Y que, inesperadamente, tuvo una ayuda "celestial": Un eclipse de Luna.

En una era de mitos y dioses, de presagios y señales, todo acontecimiento escondía un significado, un mensaje de los dioses que se debía interpretar...y, evidentemente, un fenómeno astronómico de tal magnitud no podría ser otra cosa que una advertencia de lo que estaba por ocurrir. Y para los soldados helenos eso fue interpretado como un mal presagio, llenando de temor a unas tropas que tenían ante si un enfrentamiento que se preveía terrible y de desenlace incierto. El efecto en la moral sin duda debió de ser notable.

Pero Alejandro no ha pasado a la historia como el mayor estratega y general de todos los tiempos por dejarse llevar por las dudas y los miedos, sino por ser alguíen cuya determinación rozaba lo sobrenatural, y estaba claro que no dejaría que los caprichosos cielos le privaran de la victoria...habilmente y con sangre fría el que fue discípulo de Aristóteles, junto con la ayuda de los adivinos que acompañaban al ejercito, en especial Aristandro, consiguió dar una interpretación completamente opuesta, señalando que lejos de ser un mal presagio era una señal de su inminente victoria, y sus soldados afrontaron la batalla con una fe que el eclipse podría haber destruido pero que acabó por hacerla aun más fuerte.

El resto ya es historia...Alejandro, a pesar de la gran desventaja numérica, de luchar en un terreno especialmente propicio para los Persas, pues su mayor arma era la caballería, y de que hubo momentos críticos que podrían haber cambiado todo, logró, con su genio táctico, su carisma, la valentía que mostraba encabezando personalmente los ataques dando ejemplo a los demas y la profesionalidad y dureza del ejercito que heredó de su padre, ganó la batalla. El destino del mundo cambió ese día por la determinación de un general y rey de apenas 25 años al que nada ni nadie, ni en la tierra ni en el firmamento, pudo detener.


Simulación informática que nos permite asistir al eclipse de Luna del 20 de Octubre de 331 antes de nuestra era, que precedió al enfrentamiento entre Persas y Griegos (Los macedonios se consideraban como tales). Gracias a este evento astronómico se puede datar con exactitud este acontecimiento históricos.

"La batalla de Arabela" (1602) de Jan Brueghel el Viejo.

Relieve de Alejandro Magno ante Amón-Ra, en el templo de Luxor...durante su estancia en Egipto visitó el Oasis de Siwa y fue proclamado hijo del dios (que los griegos identificaban con Zeus). Fuera porque se lo creía realmente o simplemente porque lo veía como un elemento propagandístico para reforzar su autoridad, lo cierto es que no lo negó en ningun momento y bién pudo ayudarle a la hora de convercer a sus hombres de que el eclipse era un presagio favorable, de que tenían a los Dioses a su lado. El concepto de ser "Hijo del/de Dios" de Alejandro quizá fue adaptado posteriormente por los cristianos, como defienden algunos autores.

La batalla de Gaugamela. Fue el final de la resistencia organizada Persa, aunque la guerra, ya en forma de guerrilla, levantamientos y asaltos a puntos fortificados aun continuaría unos años más. Al final el Eclipse de Luna había anunciado la victoria para Alejandro.

Tras Gaugamela, Alejandro seguiría avanzando hacia el oriente hasta alcanzar el Indo y más alla, en tierras Indias. Alli, tras derrotar al Rey Poros y llegar al río Hífasis (actualmente Beas) tuvo que poner punto final a su avance hacia el Sol naciente. Según las fuentes antiguas, ante la negativa de sus cansados hombres de seguir más alla, cansados, hartos de un clima adverso y lluviosos (era la epoca del monzón) y temerosos antes nuevas batallas que se esperaban más tras la dura y sufrida victoria contra Poros.

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