sábado, enero 23, 2010

Los juegos celestes

Nuevo caida de un cometa hacia el Sol.

Se repite la historia...si hace unos días ya vivimos un acontecimiento similar, el pasado 21 de Enero otro nuevo visitante siguió el mismo destino. Tras desaparecer en el resplandor solar ya no regresó, por lo que estamos ante un nuevo cometa "devorado" por nuestra estrella, aunque seria más acertado decir que fue este primero quién se acercó demasiado, tal como ya indicaban sus datos orbitales previos.


Descubierto por STEREO-A y seguido en sus últimos momentos por el observatorio solar SOHO (de quien procede la secuencia superior), la agonía y desaparición de este cometa, tan reciente en el tiempo con la ocurrida el pasado 4 de Enero, nos recuerda lo frágiles que pueden llegar ha ser estos astros, que parecen enormes una vez desarrollan la brillante cola característica, pero que en realidad solo son, en la mayoria de los casos, rocas de apenas unos pocos Kilómetros de diámetro, y por ello sometidos a la "tiranía" gravitatoria tanto del Sol como del gigantesco Jupiter, que puede llegar a alterar su trayectoria completamente y conducirlos hacia su destrucción.

Su vulnerabilidad ante las influencias externas no se limita a nuestra vecindad, sino tambien en su probable punto de origen, la nube de Oort, situada mucho más alla de Plutón y los nuevos mundos recién descubiertos...tan lejos que sus ataduras gravitatorias con el Sol son muy débiles y incluso el paso relativamente cercano de otras estrellas pueden terminar por perturbarlos y hacer que empiezen a caer hacia el sistema solar interior. Un flujo de nuevos cometas que, desde los orígenes del Sistema Solar, continuamente nos llegan desde las profundidades y permite que, 4500 Millones de años después, estos sigan brillando en nuestro firmamento...

Algunos nos visitan una sola vez y se pierden para siempre en el espacio interestelar (son aquellos con se acercan con trayectorias abiertas, totalmente desligadas gravitatoriamente del Sistema Solar), otros, tras una serie de encuentros, en especial con Jupiter, terminan instalados en una órbita elíptica mas o menos estable que les acerca al Sol cada cierto tiempo (desde un periodo de apenas 4 años, como es el caso del cometa Encke, a otros que llegan a los miles o millones de años), y los más desdichados, sin fortuna en este juego celeste, terminan sus días en un último viaje sin retorno hacia el resplandor solar.


VAPORIZED! ONE LESS COMET

LA NUBE DE OORT

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